2 violada por mi vecino abusivo sigue abusando de mi

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Continuación de   https://relatosx.club/2024/08/31/violada-por-mi-vecino/

Ya habían pasado algunas semanas desde aquella primera vez de que Alejandro me había violado aprovechando una noche de lluvia que me encontraba a solas, a las pocas semanas se las arregló para volverme a coger y ahora era habitual hacerlo e incluso ser yo quien lo buscaba a menudo. Pero no se confundan, el asco y desprecio que sentía por aquel tipo gordo y pervertido seguía vigente, y no había día que no pensara en mandarlo al diablo  y volver a mi vida normal. Cuando ya estaba decidida a decírselo en la próxima ocasión que se presentará o le mandaba algún mensaje diciendo que no quería volver a verlo, luego recibía una llamada, y escuchaba su voz, siempre autoritaria, ordenándome a qué hora y dónde nos veríamos y la forma en que debía vestirme, siempre asistía y cuando llegaba el momento de enfrentarlo, lo insultaba y le decía cosas horribles, y al final siempre terminaba obedeciendo, sometiendome y dejándome coger y gozando intensamente la follada pero sintiéndome más tarde mal por eso. Cómo castigo por mi rebeldía, cuando estaba desnuda frente a él me trataba de la forma mas vil y humillante que de costumbre, o me dejaba por largos periodos lamiendo su maravilloso y erecto falo, sometida, caliente, prolongando la penetración lo más posible y luego tenía que rogarle casi, para que accediera a clavarla dentro de mi culo o vagina, solo entonces mi mente dejaba de pensar, me volvia una perra sedienta de sexo, dispuesta a lo que me pidiera y prometiendole entregarle mi cuerpo cuando me lo pidiera. Era como tener dos personalidades.

Un dia estando en la escuela, Alejandro me llama al móvil:

— Hola putica, quiero que vengas a las calles del centro, tengo un trabajo para ti —

Ya sabía yo que no me valía mucho protestar con Alejandro, seguramente se despertó con ganas de coger y no pudo esperar a que saliera de la escuela,igual no valía la pena desobedecer, ya que corría el riesgo de que me expusiera frente a mis compañeros de la escuela,

El centro estaba a solo unas cuadras de mi escuela, así que pedí permiso para salir a la enfermería y fui hacia donde ya me esperaba Alejandro. Ese dia llevaba un pantalón ajustado de color negro, una tanga diminuta de encaje y una blusa rosa ajustada con un escote pronunciado. Mi sostén era de color blanco de encaje y transparente lo que dejaba ver lo rosado de mis pezones.

Al mirarme me abrazó y me dio un beso asqueroso que yo intente disimular por la gente que nos veía, cuando estaba allí en la calle, recordaba lo desagradable que podía ser mi vecino.

— Ven Martha, te ves muy bien pero quiero comprarte algo más apropiado para ti —

Nos dirigimos a alguna tienda de ropa, y después de mirar algunas prendas, Ale me dio un par de pequeñas prendas.

— Pruebate esto —

Abrí los ojos sin poder creer lo que me pasaba a las manos. Las prendas en cuestión eran una minifalda lisa de mezclilla, y una blusa de tela blanca semitransparente.

— ¿Estás loco? Casi voy desnuda con esto —

— Anda Martha, sé buena, que quiero llevarte a un lugar especial —

De nada valió quejarme, en público Alejandro no podría amenazarme como lo hacía cuando estaba desnuda y a su disposición, pero sus palabras siempre conseguían convencerme, aun cuando no tuviera que hacerlo. Me probé las prendas y salí para que me viera vestida así, casi pude notar como el bulto crecía por debajo de su pantalón.

Me jaló hacia él, y me pegó a su cuerpo:

— Joder Martha, ¡que buena estas! Mira como me pones —

Jaló una de mis manos para que pudiera tocar su bulto por encima. Mientras, mirando de reojo para ver que hacían las vendedoras, aprovechaba para darme un buen magreo a mis tetas y culo, pellizcando mis ya erectos pezones.

Me incomodaba la situación, aunque debo admitir que sentía como me excitaban las caricias de esos dedos gruesos, sobre todo cuando se colaron por debajo y penetraron mi ya húmeda vagina. En un movimiento rápido, me empujó dentro del probador cerrando la puerta, y babeándome todo el cuello mientras sus dedos se colaban por debajo de las breves prendas, me susurró al oído:

— Anda putita, tengo a mi verga hinchada y me aprieta entre las piernas, ¿porque no me ayudas a aliviarla? —

— No Alejandro, por favor, estamos en una tienda —

Su mirada autoritaria mientras sus dedos se colaban más adentro de mi vagina rompieron mis miedos, poco me importaba que nos descubrieran si podía complacer a Alejandro, y sabiendo que en cualquier momento podía entrar alguien me excitaba a tope, antes de que pudiera razonarlo, retiré su mano mojada de mis jugos vaginales y ya me encontraba de rodillas. Desabroché su pantalón con prisa, y me metí el glande ansiosa separando los labios lo más que podía, engulléndolo y ensalivándolo, mientras Alejandro sin prisas dejaba que mi cabeza se contoneara adelante y atrás, mientras mi vagina goteaba de lo mojada que estaba, él metía un tramo más y más adentro de mi garganta hasta rozar el cierre de su pantalón con mi nariz mientras yo usaba mi mano libre para masturbarme furiosamente.

Así estuvimos cerca de 5 minutos, hasta que no aguantó más y se vino dentro de mi boca, lo tenía hasta el fondo y procuraba tragarme todo para evitar que se vieran huellas del abuso una vez que saliéramos de allí. El semen salía y salía cada vez más e iba directo a mi garganta; no me quedaba otra más que tratar de tragarla lo más rápido que pudiera. Sabía que Alejandro no me dejaría limpiar para exponer su trofeo ante todo el que se nos cruzara, pero aún con mis mejores esfuerzos algo de su semen resbalaba por las comisuras de mi boca.

Alejandro todavía se quedó un rato jugando conmigo. Me daba cachetadas con su miembro abriéndome los labios y haciendo círculos con su pene semi erecto alrededor de mi cara., hasta que una vendedora tocó discretamente en la puerta. Sobresaltados ambos, Alejandro se guardó su semi erecto miembro mientras yo me acomodaba mis breves prendas, me dijo que me arreglara y salió del probador sin ninguna pena, como si no hubiera pasado nada.

— ¿Qué tal le quedó? — dijo la chica que nos atendía, echándome una mirada de desaprobación, no bastaba que me vistiera como una ramera de calle, mi pelo enredado, algunas huellas de semen sobre mi rostro y mis lágrimas por el esfuerzo de tragar un falo totalmente erecto no ayudaba mucho a que ella dedujera lo que habíamos estado haciendo en el probador.

— Perfecto, se lo va a llevar puesto —

Yo solté una mirada de odio hacia Alejandro, pero no podía hacer nada, se había apoderado de mi ropa y se dirigía hacia la caja.

Me sentía humillada vestida así en público, las miradas de los hombres se pegaban a mi como si tuviera un imán. Alejandro de vez en cuando me tomaba de la cintura y cuando veía algún hombre mirarme con lascivia, bajaba la mano para tocar mi culo o levantaba el vestido para darle un rápido vistazo de mi culo desnudo.

Estuvimos paseando por la plaza, sin entrar a ninguna tienda, solo gozaba exhibiéndome ante las parejas que miraban como ese gordo miserable y sucio me besaba y tocaba a su gusto, dejándome ver cómo la más fácil de las mujeres, y encima con un gordo pajero como acompañante. Luego de un rato de humillación, Alejandro me dice:

— Bueno, ahora es tiempo de que vuelvas a clases —

Me quedé boquiabierta. Era obvio que para nada quería volver a la escuela así, una cosa eran las miradas de desconocidos, pero las de mis compañeros serían peores, pero no tenía la entereza de desobedecer. Dejé que Alejandro me dejara en la entrada y luego me alejé sabiendo que no perdía de vista mi culo balanceándose.

Di gracias a que guardo un suéter que siempre dejo en mi casillero, enfilé a mi salón, las miradas del profesor y mis compañeros eran de fotografía, el suéter solo podría cubrirme las piernas por abajo o las tetas por encima, asi que elegí la parte de arriba y dejé que se deleitaran con mi culo y mis torneadas piernas que se veían espectaculares luego de que me sentara y la mini se me subiera un poco más. Ni siquiera llevaba ropa interior. En toda la clase mis compañeros volteaban de reojo, e incluso el profesor parecía más atento a mis movimientos que a lo que intentaba enseñarnos.

Al salir, ahí estaba el jodido gordo esperándome para volver juntos, todavía se dio el lujo de abrazarme y besarme impúdicamente frente a un par de mis amigos que se sorprendían de ver con la clase de tipo que estaba relacionada y lo que le dejaba que me hiciera. ¡Pobres! Ni siquiera imaginaban que eso solo era una pequeña parte de lo que Alejandro gozaba y podía hacer con mi cuerpo.

Nos subimos a un taxi, donde nuevamente mi vestuario llamó la atención del conductor, Ale se sentó al lado mío y me puso una mano entre mis muslos, a la vez, me tomó una de mis manos y la puso sobre su miembro. Con el solo vaivén del camino sentía como crecía. Le dió indicaciones al taxista de ir a su casa. Durante el resto del camino, cuando el hombre no veía, me metía la mano entre las piernas, movía como podía los dedos y me rozaba la entrada de la vagina, por más que apretaba las piernas, intenté quitarle la mano, pero me susurró al oído:

— Quedate quieta, Martha, o te quito la falda y hago que bajes del auto enseñando el chocho —

No me quedó de otra que permitirle manosearme a su antojo, de repente me tocaba los senos, mientras el taxista, disimuladamente volteaba para ver el agasajo que se estaba dando el gordo y toqueteo tras toqueteo, empecé a ponerme cachonda.

— Anda putica, espera a que lleguemos, que verás que te cogeré tal como una putita como tú se merece —me susurraba al oído mientras sentía su babosa lengua rozar mi piel.

Luego de pagar la tarifa, el taxista se despidió diciéndole al gordo “hasta luego, espero que la pase bien, y usted también señorita” a la vez que me miraba con morbo. Me bajé intentando acomodar la minifalda, pero estaba segura que el taxista pudo observar mis nalgas, y se quedó hasta vernos cerrar la puerta, viendo como Alejandro me magreaba el culo. Apenas cerramos la puerta, fue cuando sus toqueteos se hicieron más fuertes. La falda me quedaba ya encima de la cintura y tenía un pecho por fuera. Ale se restregaba sobre mi culo ya desnudo. A pesar de lo excitada que estaba, intenté soltarme, y lanzarle bronca.

— Cabron, deja de tratarme en la calle como si fuera una puta —

Él solo enseñaba los dientes en una risa burlona y descaradamente me decía:

— Pues, de hecho, así es, sos mi puta para presumirte con quién quiera y ahora me vas a dar una chupada de las buenas —

Resignada, me arrodillé para buscar ese miembro que me volvía loca, estaba cabreada pero mucho más excitada. Chupé como desesperada, mientras Alejandro me sacaba la blusa por debajo, me colocó los brazos en la espalda y con la misma blusa me los amarró en un nudo algo apretado.

— Asi, mi putica, sin manos que quiero reventarte la boca a pijazos —

Y me abofeteaba con su verga todavía a medio crecer, yo mantenía la boca abierta y deseando lamer su verga entera, pero él cruelmente apenas y me la acercaba.

Comencé a desesperarme

— Joder cabron, cógeme ya que estoy cachonda por todo lo que me has obligado a hacer —

— Jajaja, claro que lo voy a hacer, pero primero admite que te encantó que te haya tratado como la puta que eres en público —

— Si, siii, está bien, lo admito, me has mostrado lo puta que soy, lo que digas, solo cógeme —

Me tomó el cabello con fuerza mientras me decia:

— ¿Te gustó como te miraba el taxista? ¿Crees que se pajea ahora imaginando que es él el que está follando tu boquita? — y empezó a follarme la boca, entraba y salía con fuerza, y yo tan arrecha como estaba, me dejaba hacer, además, tenía las manos sujetas y no podía hacer nada.

— Parame el culo Martha, que te lo voy a romper — me dijo. Levanté mis caderas, esperando a que se diera la vuelta y se colocará detrás de mi perfecto culo

— Toma tus manos Martha, y ábrete las nalgas —

Zas, sentí como entró de golpe haciéndome gritar, me estaba violando el ano,

— Aaaaay, idiota, desgraciado, me rompeeeesss AAAAHHHH —

Me la sacaba, dejaba que mi anito se recuperara un poco y zas, de nuevo toda su animal erecto de golpe. Yo estaba que me retorcia en orgasmos, todo el calor que me dejó acumulado se iba escapando con cada embestida. Mi cuerpo se tensaba y mis pechos se bamboleaban al ritmo de sus clavadas. Yo gemía y gritaba descontroladamente.  Finalmente, Ale se puso frente a mí y me clavó su verga en la boca, no me soltó hasta que se derramó por completo dentro de mi.

Me quedé destruida y agotada por el orgasmo. Mientras, Alejandro fue a la cocina, y regresó con un calabacín de buen tamaño.

— Ahora Martha, deja esto dentro de tu culito mientras me limpias mi verga —

Por espacio de 10 minutos tuve que lamer su flácido miembro hasta volver a levantarlo

Luego, sin sacarme la verdura del culo, se colocó detrás mío, me puso su verga en la entrada de mi concha y me dijo

— ¿Quieres que te la meta? — yo solo asentí pero el me dijo

— Pídela, ¡Pídemela puta! — le dije casi suplicante

— Dámela tu verga por favor, ya no aguanto Alejandro, cógeme, métemela cabrón —

y me la metió, lentamente esa verga gruesa, venosa, parecía una barra de hierro caliente sumado al frío y grueso pepino de mi culo, me hizo gritar, luego empezó a bombearme primero lentamente, luego aumentó el ritmo, estabas llena por completo, mis dos agujeros gozando y Ale me agarraba el culo y me mordía las tetas y me decía

— ¿Quien es tu dueño putita? — Yo gimiendo y gritando le dije:

— ¡Tú, maldito gordo de mierda ¡No te detengas, sigue cogiéndome! — y seguía gimiendo y él dándome verga mientras me decía:

— ¡Eres toda mía Martha, eres mi puta nalgona! —

— ¡Si, siii, soy tuya, toda tuya, soy tu puta, solo cógeme, culéame, métemela todaaaaaa cabrooooón! —

Tuve un orgasmo intenso mientras me cogía, fue un largo tiempo en que me estaba cogiendo, me besaba y manoseaba toda, el me dijo:

— ¡Te voy a dar mi leche zorra! —

— ¡Lléname de tu leche, la quiero toda Ale! — Estaba caliente hasta el extremo

Me dio la vuelta. Se puso arriba de mí, puso mis piernas en sus hombros, me sacó el calabacín de mi cola, lo arrojó al fondo de la habitación y puso su verga en la entrada de mi culo, pero solo la rozaba torturándome y me dijo:

— Pídemela putona ¡Pídeme que te la meta! — yo le dije casi a gritos, totalmente fuera de mi:

— ¡Métemela cabrón, métemela hijo de puta! ¡Cógeme, rómpeme el culo! — y él me la clavó de golpe, me hizo gritar de dolor y placer, empezó a bombearme salvajemente, parecía una bestia, mientras me la metía toda y me bombeaba me metía los dedos en la boca. Mis pechos botaban arriba y abajo y me decía:

— ¡Puta, puta, eres una puta caliente y hambrienta de verga! ¡Ahora sabes que soy tu macho y te puedo coger cuando quiera! ¿Oíste? ¡Cuando quiera! No me importa si estás en la escuela —

— ¡Si, si, si, cuando tú quieras Ale! ¡Cuando tú quieras me puedes coger! ¡Soy toda tuya, tu puta caliente!—

Me apretujaba las tetas, me las mordía, me besaba y metía la lengua en la boca, yo estaba gimiendo y gritando, totalmente fuera de mí, entregada a ese gordo que me había llevado al límite. Luego se tiró en la cama y me dijo:

— Cabálgame, perra, montate y disfruta mi verga —

Me monté, pero por ser muy grande su verga me tuve que montar con cuidado, pero él hizo un movimiento y me la clavó de golpe y me hizo gritar, se incorporó en parte quedando sentado y mientras me la metía, con una mano me agarró por el culo y me apretujaba contra él con la otra, luego empezó a clavármela como bestia, en esa postura me entraba toda, me hacía sentir como me llegaba hasta adentro, luego me besó la boca y me la estaba comiendo a besos y las tetas me las mordía como un animal en celo, yo me abracé fuerte a él, a mi macho, a mi dueño.

Y me llenó de leche otra vez, quedamos abrazados besándonos, acariciándonos, me miraba a los ojos y me dijo:

— ¿Te gustó cómo te veían tus compañeros en la escuela? Pues mañana quiero que vayas sin ropa interior. Quiero que cuando estés caliente te miren tus tetas erectas por debajo de la blusa. Quiero que te agaches mostrándoles la cola para que sueñen que te ponen en cuatro y te follan el culo. Que tengan su verga erecta cada que te vean pasar, entendiste zorra? Y para asegurarme que cumples con mi orden, iré por ti a la salida, quiero que me enseñes que no traes nada debajo, y  si eres buena, vendremos a que te de otra culeada como hoy —

Yo me estremecí de pensar lo que pasaría mañana, que me dirían mis compañeros, y sobre todo, que pensaría mi novio, pero sabía que no podría decirle que no, nunca lo había conseguido y mañana no sería la excepción. Alejandro, ese gordo asqueroso que odiaba y me llevaba a mis límites, se saldría con la suya de nuevo, y con cada cogida, yo me volvía más sumisa a sus deseos.

Pasaron unos días, Alejandro parecía no estar en su casa, y no hizo intentos por aparecerse o llamarme, así que pude descansar un poco, y aunque pude dedicarme a avanzar en mis estudios y tareas, en el fondo sentía que algo me faltaba, casi no salía de mi casa, confiada en que escucharía pronto noticias de Alejandro. Luego de unos días, me di cuenta que no tenía ánimos de hacer nada, solo me la pasaba estudiando. No quería aceptarlo. Era increíble que pudiera echar de menos a ese gordo pajero. Un buen día toda mi familia quiso salir a comer fuera, yo retraída como estaba no quise ir, tenía que estudiar y no tenía ánimos de estar en público, por lo que me quedé en mi cuarto leyendo algo. No habían pasado ni 10 minutos de que se marcharon mis padres y hermano cuando sonó mi celular, atendí pensando que se les había olvidado algo y de pronto escuché esa voz grave y desagradable y supe de inmediato quien era: era Alejandro y mi rostro no pudo evitar esbozar una sonrisa, apenas atendí me dijo:

— ¡¡Hola rica, prepárate que sé que estás sola, ponte ropa de putita que voy a romperte un poco!! —

Con mucho nerviosismo, cerré mis libros y  me quedé a esperar en el living, no me cambié de ropa porque tenía puesto un pantalón ajustado y una blusita rosada delgada, que me dejaba el ombligo descubierto. —Será suficiente, pero me quitaré el brasier. No quiero que pierda el tiempo arrancándomelo— pensé. El tiempo pasaba con cuentagotas cuando de repente siento un ruido en el patio, los pelos se me erizaron y de repente siento la puerta de la calle abrirse lentamente, yo me quedé en el sofá esperando, hasta que lo veo llegar con su cara de enfermo total y tocándose encima de su bulto, sucio y bastante sudado, Él me muestra una mueca de sonrisa y se pone delante mío sin decir ni una palabra, yo estaba quieta, dejando que el tomara la iniciativa, cuando de repente me toma por la cintura y me da vuelta violentamente, noté en su aliento el olor a licor, luego me apoya su miembro en mi hermosa cola y sus manos toman mis pechos y empieza a manosearme entera mientras jadea en mi nuca, yo me mantenía quieta y dejando que él manejara mi cuerpo a su antojo, Ale no decía nada y punteaba mi cola con su miembro, la tenía erecta, podía sentirlo, cuando de repente me dijo casi sin aliento y entre medio de jadeos, se notaba en su hablar que había bebido más de la cuenta.

— ¡¿Cómo has estado sin mi, zorra?! Ya extrañaba tu cuerpo y justo ahora quiero tu hermoso culito Martha, quiero sentirlo mío, llevo días sin follar y ahora quiero gozar de tu cola otra vez jajajajaja!!—

Rápidamente agarró mis pechos y los sujetó sobre mi blusa apretándolos fuertemente, casi babeando con cara de desesperado. Luego largó una carcajada y me dijo.

— ¡¡Vamos a tu pieza Martha, que te quiero romper toda ahí!! —

El caminaba detrás mío, seguramente mirando mi cola, cuando estábamos entrando en mi habitación, me agarró del brazo y me arrojó sobre mi cama, caí de espaldas, dominada, giré mi cabeza para verlo y su pantalón ya estaba abajo y con su miembro en su mano, se masturbaba lentamente, mientras se deleitaba mirando mi cuerpo con esa mueca enfermiza que tanto me asustaba.

Rápidamente se subió sobre mí, tomó mi pantalón y con desesperación lo desabrochó para luego sacármelo por completo, dejándome con mi cola al aire, totalmente levantada sobre la cama, solamente con mis pantis blancas que tenía, ya húmeda por el rudo trato, la vista debía ser muy buena ya que podía sentirlo detrás mío, con su cara de depravado, mientras se tocaba, yo lo miraba por el espejo, ahí atrás mío al maldito gordo puñetero, ese gordo suertudo que iba a disfrutar de mi cuerpo una vez más.

Ale completamente excitado agarró mis pantis y me las arrancó hacia arriba, casi levantándome de la cama con el tirón, yo cerré los ojos ya sabiendo que lo inevitable pasaría, cuando poco a poco siento cómo su cuerpo se va posando sobre el mío, me siento totalmente sometida bajo su peso, sus dedos se paseaban por mi agujero posterior, cuando de pronto me dice al oído jadeando.

— ¡¡Ya hace días que no te veo y te traigo muchas ganas!! ¡Prepárate que te voy a coger primero por el culo perra! —

Y poco a poco empecé a sentir como restregaba su glande contra mi ano, yo sabiendo que nada cambiaría le dije en voz baja.

— ¡Espera Ale, no tienes que hacer esto! ¡Por favor Alejandro, espera un poco que aún no estoy lista! —

El solo rió, puso una mano sobre mi nuca empujándome la cara hacia el colchón  y de inmediato sentí su miembro hundirse hasta la mitad, quedé muda, al sentir que intentaba por la fuerza meter la mitad de su miembro que faltaba emití un fuerte grito de dolor. El dolor me inundaba.

— ¡Aaahhhhhh!! ¡¡Me dueleeee!! ¡¡Sacala gordo asqueroso!! ¡¡Ayyyyyy que daño!!! Para un poco que me estás partiendo!! —

Pero lejos de detenerlo mis gritos parecieron incentivar sus embistes, se convirtieron rápidamente en frenéticas puñaladas, mientras que me gritaba:

— ¡¡Que culito más apretado putita, siéntela toda adentro!! ¡¡Aaaaaaaagggghhhh!! —Me embistió de tal manera que sentí que me partía, su largo miembro iba con cada embestida metiendose un poco más cada vez y fue tal el dolor que hundía mi cara en la almohada para tratar de apagar mis gritos, estaba sufriendo como nunca en toda mi vida.

— ¡Me gustaría que el cornudo de tu novio me viera ahora, rompiéndote el culo!—

— ¡¡Aaaaaaaarrggg!! ¡¡Aaaaaaaarrggg!! Espera por favor —

— Aguanta puta, disfrútala que todavía tengo más verga para mi putita—

Estuvo follándome duro por un rato, mis jadeos eran cada vez mas fuertes. Sacaba su miembro para luego dejarmela ir lo más que pudiera, dilatándome el ano a la fuerza, mientras me decía entre jadeos

— ¡¡Ya te falta poco para tener toda mi verga en tu culito puta!! Que rico me la aprietas ¡¡La verdad tenés un culazo, como el de tu madre y es curioso que mi verga se haya culeado a las dos!!— Y luego se reía a carcajadas.

Yo volvía a sentirme humillada y abusada en mi propia cama, ese gordo asqueroso estaba abusando de mí una vez más. Y porque mencionaba a mi madre? ¿Acaso también fantaseaba con coger con ella?

Ahí estaba yo desnuda sobre la cama, mientras sentía que mi cola me ardía mucho. Y pensaba como ese gordo había logrado abusar de mí; ese pajero que no hacia mas que contratar putas noche tras noche, putas de cuarta categoría que se vendían por un par de billetes, gordas la mayoría, muy diferentes a mi cuerpo, un cuerpo joven y bien formado de los que nunca en su vida pensó que iba a gozar, y encima gratis, lo que me dejaba por debajo de todas esas golfas baratas; y yo sentía un odio profundo hacia él, aunque una sensación de negación atravesaba mi cuerpo y era saber si lo estaba gozando o me estaba sintiendo anestesiada por el dolor. La voz de Alejandro me hizo volver a la realidad.

— ¡¡Prepárate Martha porque en las próximas horas pienso disfrutarte!!—

Mientras pensaba Alejandro no perdía el tiempo y sentía sus manos agarrando mis nalgas para abrirlas un poco, cuando siento que su estómago choca contra mis nalgas, prueba de que su miembro estaba dentro de mi cola en toda su extensión, sentía sus bolas peludas rozarme en la parte baja y yo solo pude apretar mis dientes, intentaba recibirla para que no me doliera más, pero era imposible y grité.

—¡Aaaaaayyyyyyy!¡ Me duele!¡¡ Alejandro para!! ¡¡Déjame, no puedo más!!¡¡Gordo de mierda, deja de follarme el culo!! —

Lejos de deponer de su actitud, empujó más su miembro en mi cola, entrando un poco más, parecía que quería meterme hasta las bolas, mientras con voz agitada me gritó.

— ¡¡Callate putita!! ¡¡Apenas estoy empezando!! ¡¡Que lindo es culearte!! Voy a meterte hasta los huevos.¡¡Aaaahhhhggg!! ¡¡No cabe duda que este culo es igual de bueno que el de la puta de tu madre!! —

Y luego me empujaba con más intensidad entrando y saliendo cada vez más rápido su miembro en mi hermosa colita, sus embistes eran realmente violentos, saltaba casi sobre mi y yo sentía todo su miembro en el interior de mi cola, mientras su cuerpo aplastaba mi ser por completo, no sé cuanto tiempo duraron esos violentos embistes, pero cuando sacaba su miembro sentía un poco de aire frío en mi colita y la sensación empezó a confundirme, sentía poco a poco como sus movimientos me empezaban a calentar de a poco, fue justo cuando sentí como ese gordo soltaba su liquido en mi cola gritando:

— ¡¡AAAAAAAAAAAAAhhhhhhhhhhgggg!! Tragatelos todos ¡¡Que rico culito tienes, me estás dejando seco putita!! —

Luego sacó su miembro de mi interior, haciéndome sentir el frio en mi agujerito, sin lugar a dudas lo había dejado bien abierto, llevé una mano hacia mi cola, sintiendo su semen saliendo de ahí, y pude notar como mis paredes intentaban cerrarse en el espacio que había dejado su gordo miembro. Lo sentí irritado, estaba abierta, dilatada por ese gordo asqueroso, y sentí que ya no sería más la misma, podía meter fácilmente hasta tres de mis dedos y me sentía distinta, totalmente resignada y al fin, con ganas de disfrutar aunque sea una vez al menos, me intrigaba cómo ese miembro de gran tamaño cabía en un agujero tan pequeño, no sé cómo explicarlo, era un morbo a tope.

Pasaron varios minutos, ahí estábamos los dos tirados en mi cama, yo totalmente vejada y humillada, él totalmente satisfecho con su faena, entendí entonces que eso era lo que lo encendía. No bastaba con que le entregara mi cuerpo voluntariamente. Él quería poseerme a la fuerza, hacerme suya en cuerpo y alma, y yo no podía hacer nada, solo resignarme y entregarle mi cuerpo. En eso me encontraba pensando cuando Alejandro que ya había recuperado su aliento me dice:

— ¡¡Vamos Martha, hora de comerla nuevamente!! —

Me tomó de los hombros y mirando hacia abajo. entendí lo que quería inmediatamente y me bajé para comenzar a chuparle la verga, dijo

— Que bien eh, me gustan mucho las putitas que entienden y saben lo que su macho quiere— me acomodé y comencé a comerme su verga. Él, al sentir mi lengua en la cabecita soltó un —Aaaaaaaah que bien se siente— y le pasé la lengua alrededor del glande y con la mano le acariciaba los huevos, le pasé la lengua por toda la verga antes de empezar a chupársela, él mientras acariciaba mi cabeza, comencé a chupársela muy rico, lo hacía gemir y decirme

—Siiiiiiii, asiiiiiiiii, que rico me la estás chupando putita, mmmmm, lo haces bien ricooooooo, putaaaaaaa— me tomaba de la cabeza y me la metía hasta el fondo de la boca, lo hacía como si me cogiera por la boca.

— Ufffff, que ricooooo, putaaaaaaa, tenía mucho que no me la mamaban como lo estás haciendo tú, putaaaaaaa—

Sus palabras me ponían más caliente y hacían que me esforzará a chupársela aún más rico, me la comía por completo, una y otra vez su verga entraba y salía de mi boca y sentía como sus huevos chocaban con mi barbilla y al tenerlo ahí sacaba mi lengua y los lamía, mientras con mi mano libre empecé a estimularme la vagina, los dos estábamos en un éxtasis y con la calentura del momento al máximo, yo chupando su rica verga y lamiendo sus huevos mientras Alejandro empezó a tomar el control y poniendo sus manos alrededor de mi cabeza comenzó a moverme a su ritmo, mientras movía su cadera adelante y atrás.

Yo solo abría mi boca sin oponerme, mientras Alejandro sacaba su miembro bañado en mi saliva de vez en cuando y me golpeaba toda la cara riéndose, sus manos comenzaron a jugar con mis pezones, por lo que luego de unos minutos, él estaba nuevamente firme y yo totalmente mojada y dispuesta de nuevo a coger con ese gordo miserable. Al verme totalmente sometida a él, ya sabía que yo no me negaría a nada, solo obedeceria lo que me ordenara. Fue entonces cuando me dijo:

— ¡¿Qué dices Martha, quieres mas pija!? —

Yo con algo de vergüenza, pero totalmente entregada me tragué mi vergüenza y contesté

— ¡Si Alejandro, tengo ganas de pija! —

El se empezó a reír a carcajadas, señal de triunfo seguramente por tenerme sometida y a su merced, entonces siguió preguntándome:

— ¿Y donde la quieres putita? —

Yo sentí un escalofrío por todo mi cuerpo, aún me ardía el culo, y mi vagina estaba impaciente por sentirse penetrada, pero no quería negarle nada, me sentía dispuesta a complacerlo en lo que fuera, y sabía que Alejandro gozaba mucho dándome  por el culo de forma violenta:

— Donde tu quieras, Alejandro —

— Y si quiero seguir rompiéndote el culo ¿qué me dices? —

Al parecer no le importaba que mi culo aún lo sintiera irritado, al final terminé cediendo, la verdad ya ni sabía lo que quería:

— ¡Donde tu quieras, si quieres mi culo, dámela en mi culo!—

El largó una carcajada terrible y me dijo:

— ¡¡Sabía que me lo ibas a pedir, vamos putita ponte en cuatro que te termino de reventar tu culazo rico!! —

Yo cumplí con su orden y me coloqué en cuatro sobre la cama y levanté mi cola lo más que pude, apuntando al techo, con miedo a sentir nuevamente el dolor, pero ya totalmente entregada y resignada.

El se fué hacia atrás mío y se puso entre mis piernas, mientras que empezaba a golpearme mis nalgas con su miembro duro como una piedra, hasta que me dijo:

— ¡¡Ahí va, tómala entera, trola de mierda!! — Y luego me enterró casi de una sola vez todo su gordo miembro nuevamente en mi agujero posterior, yo volví a sentir un dolor y un ardor fuerte en mi cola y grité

— ¡¡AAAhhhhhhhhhgggggg!! Despacio por favor, me lo estás rompiendo —

Alejandro no me escuchaba, sin perder el tiempo, tomó mis nalgas con sus dos manos para abrirlas aún más y comenzó a embestirme fuertemente, sin parar, me hacia gritar de dolor, pero al tiempo empezaba a sentir un placer indescriptible, producto de sentirme dominada y entregada a sus perversiones; me bombeaba el culo cada vez con más fuerza y yo sentía que me partía en dos.

El seguía cada vez más fuerte y cada vez más excitado, parecía poseído con mi cola, su respiración era cada vez más agitada y entre jadeos me gritaba

— ¡¡Siente como te rompo el culo, puta, ¡Siente como te dejo abierto el culo, perra!! —

Yo sentía un calor indescriptible y cada vez me excitaba más y más, entonces me liberé de todo pudor, olvidé lo mucho que lo detestaba y comencé a gozarlo y a gritarle

— ¡¡Mmmmhhhh, siiiiiiiii, aaahhhyyyyy, hijo de puta, la siento en el fondo de mi culo, me estas matando, que verga tienes Alejandro, me estás rompiendo el culo!! —

Mis palabras lo pusieron a full y sus movimientos eran terribles, parecía como si quisiera deshilachar mi cola, puso sus dos manos en mi espalda y la empujó hacia abajo, arqueando mi espalda, y dejando mi cola más levantada todavía, mientras que seguía a un ritmo infernal, que me hacia gemir cada vez más, y ya no lo podía disimular

— ¡¡Ahh!! ¡¡Ahh!! ¡¡Ahh!! ¡¡Siiii!! ¡¡Ahh!! ¡¡Siii hijo de puta me partes toda!! ¡¡Ahh!! ¡¡Ahh!! Sigue gozando mi cola!!! Rompemeee el culoooo!!! —

De pronto sentí su miembro cada vez más duro, y sabia que estaba por acabar, entonces paré lo más posible mi cola dejándola toda a su disposición, el entre jadeos y sudor y me gritaba

— ¡¡ Martha Martha siempre que te veía en la calle meneando la cola tuve ganas de hacerte esto y ahora al fin lo estoy logrando, al fin te estoy rompiendo el culo de trolita que tienes!! —

Sus fuertes estocadas me hacían ver las estrellas y me hacia gritar cosas sin control

— ¡¡Mmmmmmhhhhhh, sique así, ssiiiiiiii Alejandro eres un gordo de mierda que me tiene bien ensartada por el culo!! —

Luego de esas palabras sentí como empezaba a llenarme mi culo con su asqueroso líquido, entraba muchísimo, bombeó un poco más de tiempo, hasta que la sacó de un tirón, me tomó del pelo violentamente y me giró fuertemente, dejándome boca arriba en la cama, luego se volvió a poner delante de mi, masturbándose y seguía largando lo que le quedaba de su liquido en mis pechos y mi cara, mientras que gemía sin control

— ¡¡AAhhhhh!! ¡¡AAaahhh!! ¡¡Muy bien putita rica, muy bien!! ¡¡aaahhhh!! ¡¡Siente como te dejo toda llena de leche puta!! —

Y seguía acabando, como una lluvia de su líquido pegajoso que caía sobre mí. Luego de terminar tan bestialmente su respiración no daba más, parecía que se iba a infartar por lo agitado que estaba, yo no abría los ojos por la cantidad de liquido que tenia en mi cara, pero sentía que se había puesto al borde de la cama, como pude me limpié un poco y vi como Alejandro se vestía, se veía totalmente satisfecho con todo lo que me había hecho, y cuando terminó de vestirse me dijo

— ¡¡Esto no termina acá putita, nos vamos a seguir viendo, y voy a seguirte follando y a tu mamá también, mis dos putitas van a sentir muchas veces más mi pija en sus culitos!! —

Luego largó una carcajada y dió un portazo en mi pieza, dejándome humillada, vejada, toda bañada de su semen, con mi cola totalmente rota y pensando porque había mencionado a mi madre, era la segunda vez que pensaba en la posibilidad, y tenía que averiguar si algo estaba pasando…

Alejandro salió de mi cuarto luego de haber abusado de mi cuerpo una vez más. Estaba tan cansada y mis agujeros me ardían que me quedé en cama sin moverme por mucho tiempo. Cuando me pude recuperar un poco del dolor que sentía, me metí a bañar, sacándome todos los rastros que había dejado Alejandro en mi, mientras me bañaba no paraba de pensar como ese asqueroso gordo podía haberme hecho todo lo que había querido y aunque fue contra mi voluntad, las últimas veces yo era la que cooperaba y le dejaba hacer lo que quisiera, y sabía que nunca había sentido un placer tan indescriptible y eso me hacía pensar miles de cosas. Mientras sentía el agua limpiar mi cuerpo sudado, no pude evitar masturbarme, recordando lo que había pasado, y esperando se repitiera pronto. Era una adicta del maldito gordo, o más bien, de la forma en que usaba su miembro.

Cuando terminé, mi cuerpo me dolía entero, decidí solamente dormir, en ese momento llamó mi novio, al cual atendí de muy mala manera, Después de la cogida de Alejandro no tenía muchos ánimos de hablar con él, me sentía sucia, cansada y sin poder siquiera entablar una conversación con él por teléfono. Además, seguía intrigada por los comentarios que había hecho Alejandro sobre cogerse a mi madre.

Para esto debo recalcar, mi madre a pesar de haber tenido 2 hijos se conservaba bien, me tuvo siendo muy joven, como se acostumbraba antes, y a mi hermano cuatro años después, por lo que actualmente rondaba los 38 años. Tenía más estatura que yo, pero seguía siendo de complexión pequeña, cabello negro y lacio, al cual ya se le notaban algunas canas. Tenía unos pechos grandes, era algo rolliza sin llegar a ser gorda, y con unas caderas generosas, sus nalgas eran bien formadas, aunque menos firmes con el paso de los años, seguía siendo una mujer atractiva. Sus labios eran gruesos y tenía un tono de piel más moreno que el mío.

Pues bien, cuando me fui a acostar, sentí la puerta de la casa abrirse y a mi madre llegar, casi lloré al recordar lo que me había dicho Ale y no sabia que decirle, así que decidí no decirle nada y me fui a mi cuarto, pero más tarde, cuando bajé por un vaso de agua,  prendí la luz y la vi allí, sola, pensativa. No pude disimular más y le pregunté sin rodeos:

— ¿¡Hola mamá, cómo estás!? ¡¿Qué tal te va todo con Alejandro!? —

Al ver que lo decía tan seria,tartamudeó un poco y sus ojos me miraron con sorpresa como intentando averiguar si yo sabía algo, para después llenarse de lágrimas y casi no pudo contestarme, entonces era cierto, no entendía nada, en qué pensaba mi mamá, fue entonces cuando se acercó y comenzó a contarme todo:

— Supongo que ya lo sabes, no voy a negarlo. Déjame contarte lo que pasó —

«Todo comenzó cuando un día como cualquier otro dónde me desperté especialmente caliente, Debes saber que tu padre hace tiempo que no me toca, ya estás grande como para saber que una tiene necesidades y él es muy tradicional a la hora de tener sexo; así que hace años que solo lo hacemos una vez al año, a lo mucho, y eso me deja con ganas de más, amo a tu padre, lo sabes, pero como mujer, me ha quedado un vacío sin llenar.

A veces por diversión, cuando voy al mercado o en los trabajos que hago en la escuela, me han llegado a coquetear un par de compañeros, me han invitado a comer algo y en especial hay uno de ellos con el que tenemos esos momentos románticos. Y te debo confesar que una tarde que acepté salir con él, me plantó un beso que me dejó como una colegiala enamorada. A partir de ahí hemos jugado a coquetearnos, a veces me regala una rosa, un chocolate o algún detalle. Y yo le correspondía con un beso esporádicamente. Te juro que nunca ha pasado de ahí, pero después de tantos años sin tener un toque romántico, me hizo sentir bien con mi físico y mi persona.

Pues resulta que un día volvía del trabajo y con mi aventura tomada de la mano se despide de mí de un beso, cuando siento una mirada, y al voltear me corrió un escalofrío por la espalda al mirar a Alejandro viéndonos desde la acera de enfrente. De inmediato solté su mano y traté de disimular pero ya era tarde.  Desde ese día mi mente comenzó a traicionarme y empezó a intrigarme más lo que había visto Alejandro y si le diría algo a tu padre. Una noche vi una chica en la entrada de su casa, por la forma en que venía vestida parecía una prostituta. Cuando pasé, Alejandro abrió la puerta y nuestras miradas se cruzaron, yo me puse roja de la pena, sabiendo que él me había visto. Más tarde, pude escuchar por el pasillo los gemidos de la mujer y Alejandro gimiendo como desesperado. Fue la primera vez que pensé en él como hombre.

Entonces  uno de los días en que todos ustedes se fueron, yo estaba regando el jardín y él apareció en la barda, decía que estaba quitando los residuos de tierra y hojas y comenzó a hablarme de cosas sin sentido, hasta que me empecé a recordar el dia que lo vi con aquella chica y lo que el gordo sabía de mi aventura.

Recuerdo que le comenté sobre un proyecto en el jardín y él se ofreció a regalarme unos sobres de vitaminas para tierra que tenia en su casa, dudando un poco acepté los sobres e ir por ellos a su casa, y él no desaprovechó la ocasión. Cuando lo tuve cerca pude notar que estaba algo tomado, cuando cerró la puerta de su casa caí en la cuenta que estábamos solos, entonces me dijo:

— Y como le va con su novio del trabajo? Parece que al menos hay hombres que si notan lo bella que es, no como su marido —

Temblé de miedo,  — yo no se de que…—

— Tranquila mamita, no es mi asunto y en todo caso, no voy a decir nada, si tu matrimonio no está en las mejores condiciones, yo no soy nadie para juzgarlo. Además… Bueno, no quiero que lo tomes como si te obligara a algo, pero, bueno, me debes un favor, y espero que puedas ayudarme con lo que te voy a pedir —

No entendía nada, temblaba y ante esa mirada lujuriosa solo pude pensar en lo peor, pero contrario a lo que esperaba, la petición de Alejandro me sorprendió

— Quiero que me des un beso, como el que le das a tu novio. Y olvidamos todo —

Honestamente no sé qué me pasó por la mente al escuchar su petición, no sé si fue la oportunidad de salir de esa situación por tan poco a cambio pero no puse objeción, le dije que lo haría pero a cambio después de eso olvidara todo lo que sabía y había visto, y podíamos seguir adelante, Alejandro se acercó y sin preámbulos me tomó de la cintura y yo giré mis brazos sobre su cuello y nos empezamos a besar de una forma tan deliciosa que no podía separar mis labios de los de él, hacia tiempo que no me pasaba. Sentí su lengua y no pude reprimir juguetear con ella. Enmedio del beso pasó algo que no esperaba: empecé a sentir sus manos tocar mis nalgas por debajo de mi vestido hasta llegar a mi panti, de inmediato intenté apartarlo pero con su fuerza pronto su mano se coló debajo de mi ropa interior y comenzó a tocarme sin ningún obstáculo el culo, yo intentaba resistirme pero con su fuerza y bajo el calor del momento y la sorpresa lo dejé que me tocara a su antojo. Intenté protestar a pesar que mi calentura se estaba escalando poco a poco.

— Alejandro, por favor déjame, ya, para por favor, ya fue suficiente, esto no era parte del trato— (inconscientemente me estaba humedeciendo un poco) pero él continuó susurrándome,

— Olvidalo mamita. Te tengo aqui para mi solo y ahora solo quiero cogerte duro, que rico imaginar cómo te pongo bien empinadita y tus tetas chocan contra la cama mientras yo te doy con todo. ¿O no quieres sentir mi verga dentro de ti? —

Pude imaginarme la escena e increíblemente empecé a excitarme, sus grandes manos masajeaban mis senos de manera lenta, pero firme. No lo podía creer, pero empecé a mojarme, escuchando esa voz que me decía las maneras en las que podía cogerme. Mis últimas súplicas fueron,

— Por favor Alejandro, detente, yo no quiero fallarle a mi esposo, por favor déjame ir a mi casa — pero él totalmente fuera de sí decía:

— Tranquila mamita, de aquí no te vas hasta no saciarme contigo, te deseo, quiero estar entre tus piernas, mamita, estas deliciosa. ¿Creías que me iba a conformar con un beso sabiendo lo mucho que me pone tu culo? Además, me lo debes, para evitar que vaya a decirle a tu maridito de los cuernos que le pones en el trabajo.

A partir de ese momento, Alejandro tomó el control. Sin dejar de tocarme aprovechó y me dijo que si yo no quería que mi esposo y mi familia se enteraran de lo que había hecho, yo tendría que aceptar ahora algunas de sus peticiones, yo estaba colorada de la vergüenza y con los ojos llorosos, no supe qué contestar y solo bajé la mirada dándole a entender que me encontraba a su disposición, que mi cuerpo le pertenecía.

Él entendió que no diría nada y me tenía a su merced e inmediatamente se acercó y comenzó a manosearme descaradamente las tetas con una mano y con la otra subió mi vestido para restregarme la vagina por encima de la panti, después de unos minutos me hizo a un lado la tanga y me comenzó a dedear, yo mientras tanto sollozaba llorando y le pedía que no lo hiciera, él ignoró mis llantos y siguió aprovechándose de mí metiéndome los dedos en mi vagina libremente hasta que se detuvo y se sacó su verga, me dijo que se la empezara a jalar, “Anda mamita, seguro que no es la primera que tienes frente a tu cara hahahaha” yo sin tener más remedio respiré profundo y lo comencé a hacer, le tomé la verga con mis dos manos y se la comencé a jalar lentamente mientras él ponía las manos en su cintura como símbolo de victoria, su pene empezó a crecer de una forma descomunal, nunca había tenido un miembro tan grande entre mis manos. Con la mente en blanco y sintiéndome de lo más humillada pero a la vez excitada, continué subiendo y bajando mis manos de ese duro tronco hasta que me ordenó que parara.

Yo ya no ponía resistencia, mientras me seguía tocando, su respiración se aceleraba conforme seguía tocando su animal erecto; las caricias subieron de tono, el gordo no aguantó más y terminó desnudándome. Sin perder más tiempo, él también se desnudó por completo, su pene listo como un soldado apuntaba hacia mí amenazante, pero lo que más me estremeció, fue darme cuenta de que se estaba masturbando mientras me veía desnuda, los gruñidos que salían de su pecho y sus manos frenéticas jalando su miembro exclamando:

— Ahhhhh estaaaaaaaas bien buenaaaa, que ganas te tengo mmmhhhh — No podía creerlo, la verdad no sé pero todo eso me encendió bastante, a tal grado de querer ser cogida y penetrada por el vecino. Ya totalmente dueño de la situación me dijo:

— Abre la boca — con la voz ronca por la excitación, y yo con lo caliente que ya estaba, no vacilé un instante más en obedecerlo; con una mano el gordo me bajó la cabeza hasta el punto exacto donde me quería; su miembro estaba erecto y gemí contra su piel caliente mientras mi boca lo acogía entero hasta el fondo. El gordo me tenía como quería, con la boquita abierta justo debajo de su erección; lo duro de su miembro me daba una idea de lo que me esperaba al tenerlo dentro y sobre todo por las embestidas que el gordo me iba a dar, pensar en ello me produjo un calor indescriptible en todo mi cuerpo. Él, de pie, frente a mi rostro, parecía haberse dado cuenta de mi agitación, comenzó a masturbarse justo encima de mis labios, abrió mis piernas lo justo para darse espacio y avanzar un paso en mi dirección y con ello me apoyó uno de sus testículos en la lengua; entonces me ordenó que se lo mamara. Mientras lo chupaba me retorcía de placer, apenas y me cabía completa por su grosor. Alejandro sin perder el tiempo comenzó a recorrer con sus manos inquietas las curvas de mi cuerpo; todo el calor que emanaba de él y de mi me tenía abochornada, sudando y caliente. De pronto solté un gemido que quedó a medias, porque se agarró el miembro por el tronco y me lo metió en la boca con una embestida, jadeó, y el patio se llenó de ruiditos de mis arcadas cuando su pene duro me rozaba la garganta, mezclados deliciosamente con los gruñidos que él soltaba al aire.

Alejandro le encontró el gusto de sacarla entera y volvérmela a meter de un solo golpe, mientras yo me apuraba en recorrerla con la lengua; perdida en el momento cerré los ojos un instante y me arqueé, entregándole mis tetas cuando él estiró los brazos para acariciarlas. Se detuvo un instante y dijo:

— Ahora me toca a mí darte lengua — así que bajó entonces a darme chupones por la línea de mi ombligo, yo gemí, me eché hacia atrás y apoyé la cabeza contra la cama. La meneé de lado a lado mientras Alejandro recorría mi vagina a punta de besos húmedos; el gordo se llevó a la boca todo mi clítoris con un chupón largo, que me obligó a retorcerme de placer, y terminé de abrir más mis piernas como para invitarlo a quedarse en ese rincón al que tanto le hacía falta una boca caliente y deseosa como la del vecino. Debes saber que tu padre  jamas me lo había hecho así con tanta maldita lujuria y esto fue demasiado para mi ligera ignorancia sexual, su lengua estaba penetrándome, el ritmo fue de suave a intenso, tomó mis piernas sujetándolas por los tobillos mientras su lengua y labios atacaban deliciosamente mi sexo. La cercanía de su respiración en mi entrepierna me provocaba escalofríos; el gordo con toda destreza succionaba con su lengua mi sexo tanteado la intensidad de mis gemidos.Yo ya había hundido los dedos en su cabello, estrujando suavemente para decirle sin palabras lo bien que me lo estaba haciendo.

— Ahhhhhhh que delicia indescriptible — hasta ese momento comprendí que estaba viviendo mi sexualidad por primera vez.

Mientras Alejandro me comía el chocho, con sus dos dedos llenos de baba me acariciaba uno de mis senos; yo, inmersa en el placer, susurraba para mis adentros, cógeme, cógeme ya; fue un oral tan rico, que me hizo perder la razón, solo quería ya ser poseída por ese hombre morboso, depravado, y feo. era increíble pero ya deseaba que ese tipo repulsivo me cogiera. Yo ya estaba muy caliente, pensaba para mí, sin atreverme a decirlo, por favor, ya metemelo, mi primer instinto fue alzar el culo para tentarlo y pedirle con el cuerpo que ya me cogiera, fue entonces que vino hacia mí con sus ojos encendidos, y jadeando con la lengua de fuera se colocó encima de mí, me abrió las piernas y me penetró, su miembro me atravesó hasta el fondo, nos apretamos mutuamente y comenzamos a dar vueltas por la cama, revolcándonos como salvajes, creando un torbellino de sábanas, piernas, caricias y gemidos.

Alejandro me embestía con fuerza, descargando toda la lujuria y deseo que sentía por mí. nuestros cuerpos se retorcían de placer, sentía mis piernas encendidas de puro calor; mientras me cogía, me quedé mirándolo de frente, pude ver como tenía sus ojos complete en blanco, exhalaba enormes gemidos de placer teniendo la boca totalmente abierta, el gordo estaba gozando como nunca el placer de estar entre mis piernas, de repente, me quedo mirando y sin contenerse abalanzó su cara sobre la mía y comenzó a besarme, devorándome la boca, yo rodeé con mis brazos su cuello para abrazarlo y fue así que nuestros cuerpos se fundieron en uno solo. Yo estaba que me quemaba al ver al gordo observar como mi vagina se estaba comiendo todo su miembro rígido; el me seguía cogiendo estando encima de mí y es que en esa posición la cabeza de su miembro entraba en una posición curva, lo que me erizaba la espalda y luego de un rato mientras nos revolcábamos se me fue el aire, estaba tan mojada que ese gran pene se adentraba en mi fácilmente, de repente de un solo empujón, me insertó su pene hasta el fondo, a mí se me separaron los labios con un grito ahogado, luego vinieron los gemidos — ahhhhhhhhhh siiiii asiiiiiii ahhhhhhh — y él se los bebió todos a punta de besos, cogiéndome lentamente.Totalmente dominador,  me empujó hacia atrás, fue rápido en acomodarme de piernas abiertas arriba suyo, mi espalda contra su pecho, y ahora que lo oía jadear en mi oído, los escalofríos me ascendían. — ¡Vamos¡ sigue moviéndote, déjame metertela hasta el fondo — me dijo con su voz grave y rasposa y yo le respondí con un gemido incapaz de hablar ahora que el gordo comenzaba a penetrarme de nuevo,

Cuando me tuvo retorcida y al borde del orgasmo, clavó los talones en el colchón y se empujó con todo dentro de mí. Estaba tan mojada que se enterró hasta el fondo con embestidas cortas y rápidas, me levantaba con fuerza en cada empuje, entre las paredes de la habitación quedó encerrado el eco del choque de sus testículos contra mí. De pronto, sin poder evitarlo, la lujuria se apoderó de mi cuerpo y me encontraba brincando arriba suyo con fuerza, mi ritmo fue cambiando a medida que la necesidad me iba venciendo toda resistencia; Alejandro y yo gemíamos como desesperados, — ahhhhhh, yaaaaaaah ahhhhhh — De pronto él cerró los ojos y se tragó sus gruñidos, lo sentí vaciarse en mí, lo sentí venirse a chorros y no se detuvo hasta exprimir todo su semen sobre mi desnudo cuerpo.

Pasada la calentura, me vinieron los remordimientos, me sentí muy culpable, viéndome ahí, desnuda acostada en la cama con ese gordo morboso, acababa de serle infiel al hombre que amaba, mientras mi esposo se encontraba trabajando, yo, su mujer, estaba revolcándome con ese gordo depravado. Me levanté y lloré sobre el buró, la culpa me mataba, tu padre no se lo merecía, sólo que mientras me desahogaba, Alejandro se me acercó y metiendo su mano entre mis piernas desnudas, comenzó nuevamente a masturbarme, mientras me susurraba:

—  No te arrepientas, mamita, tu cuerpo necesita quien lo atienda, y a mí me excitan las maduritas y más si están tan buenas como tú, y se nota que tu marido no te satisface —

Y siguió mientras seguía acariciándome los labios vaginales

—  Dejémonos de cursilerías, no busco una novia para salir tomados de la mano, para eso tienes al idiota de tu trabajo, yo lo que busco es con quién quitarme las ganas de coger, quiero revolcarme contigo hasta vaciarme las bolas en tu caliente coño, quiero hacerte todo lo que nunca hiciste con tu marido —

Yo gimiendo solo decía — ahhhh Alejandro, mmhhh por favor ahhhh, espera, ya basta —  y continuó masturbándome. Mi cuerpo seguía enviándome ondas de un placer inimaginable y luego de todos estos años de insatisfacción con tu padre estos se sentía el doble de bien

— Aaaah, Alejandro, no sigas mmmhhh por favor ahhhh espera mmmmhhh, no puedo, ahhhh — Y sin embargo, mi cuerpo estaba cediendo otra vez, sabía que no podía resistirme a sus deseos y mientras nuevamente el maldito gordo me conducía al centro de la cama, yo exclamé:

— Ahhhh ay, ay, Alejandro ahhhh no podemos, pero que rico se siente!! —

— ¿Qué dices? Vas a ser mía, mamita? Vas a seguir follando conmigo de aqui en adelante? ¿Vas a ser mi amante? —

Si si, lo que tu quieras, ahhh si quiero seguir follando contigo, ahhhhh si, si acepto ser lo que tú quieras ouuhh —  y como prueba de ello, volví a meterme a la cama con él y disfruté el placer supremo de estar toda la tarde con su cosota metida entre mis piernas… Jamás pude imaginarme que tantas cosas ignoraba en mi sexualidad.

Luego de semejante cogida, me quité un poco la culpa, me dejó agotada y con ganas de repetirlo en otra ocasión. Al paso de unos días que estaba sola se apareció de pronto, y luego de follarme por delante está vez me pidió hacerlo también por la cola, recuerdo que al principio me dió mucho miedo pues con esa pija, realmente impone miedo, y con tu padre nunca me animé a intentarlo, pero después de tener un orgasmo me convenció y me la metió, gocé como nunca en la vida; no fue fácil ya que me hizo sangrar el ano por el tamaño de su miembro y lo brutal de su cogida y me dolió mucho por varios días hasta que al paso del tiempo y con varias veces que lo hicimos después me acostumbré y te digo sin vergüenza que nunca en mis 21 años de casada había sentido placer tan grande.

Y no fue sino hasta hace unos días que me enteré que estaba teniendo sexo contigo, le rogué que se detuviera, que haría lo que fuera, pero eso solo conseguía excitarlo y cogerme con más fuerza»

Mientras mi madre me contaba toda la historia, se ponía roja y casi lloraba de vergüenza seguramente sin saber qué le contestaría yo, al saber que engañaba a mi padre y me lo confesaba, además de sentirse avergonzada de hacerlo con el gordo pajero del vecino. Me rogó tirandose de rodillas al suelo que no se lo dijera a mi papá, que la perdonara pero yo la levanté y abrazándola le dije:

— ¡Te entiendo mamá!, y no te preocupes, yo no diré nada. ¡Mantendré tu secreto! ¿Lo que no entiendo porque seguiste yendo voluntariamente? —

—  La verdad es que cuando intenté terminar con esto, primero me amenazó con contarle todo a tu padre, incluyendo mis coqueteos en el trabajo y me sentí entre la espada y la pared, también dijo que todo lo que no aceptara, se desquitaria contigo y no pude decirle que no por el bien de todos en esta casa. La siguiente vez que cogimos, me tomó varias fotos chupando su miembro para asegurar mi sumisión, pero debo confesar que solo me obligaba las primeras veces, luego, la forma tan salvaje con la que me trata ese sujeto me provocaron cosas que hace años no sentía y me dejaba con ganas de más. O acaso no has gozado como ninguna otra vez cuando tienes sexo con él? —

Yo tragué saliva y realmente estaba confundida, no podía mentirle a mi madre, ella me conoce muy bien y no podía negarle que también había gozado con el gran pene de Alejandro, a pesar de la humillacíon y el abuso, sabía lo que había sentido en mi interior, entonces con lágrimas en los ojos le dije.

— ¡¡Me duele mucho cuando me está entrando su pija, a veces suele ser muy brusco, pero luego encuentra la forma de darme mucho placer cuando la tengo adentro. Aunque él como persona me da mucho asco, nunca había sentido tantos orgasmos con todo lo que me ha obligado a hacer!! —

Mi madre se acercó a mí y me abrazó fuerte diciéndome:

— ¡Te entiendo tanto como tu me entiendes a mi! —

Las dos nos quedamos un largo rato abrazadas y luego ella se fué, yo me sentía muy rara ante la confesión de mi madre, y la complicidad que teníamos de ahora en adelante, me hacía sentir mucha pena al inicio, tanto como para no verla a los ojos o no estar en la misma habitación en los siguientes días. Era evidente e incómodo saber que ambas éramos cogidas por el mismo tipo desagradable donde no había amor ni una relación a futuro, era solo sexo animal, gozar esos orgasmos en el momento, ese enorme miembro erecto. Nunca me preguntó si dejaría de coger con su «amante», tanto como yo nunca le cuestioné sobre la infidelidad hacia mi padre. Creo que era mejor para ambas evitarnos pero ninguna al parecer tenía la intención de dejar de coger con el gordo y preferimos no saber detalles del día que habíamos visto a Alejandro. Al gordo pareció no importarle si era la madre o la hija, seguía siendo igual de vil y asqueroso conmigo y seguro con mi madre sería igual o peor. Me daba curiosidad preguntar qué hacían pero era algo tan incómodo de platicar que preferíamos hacernos de la vista gorda. Está insana situación solo podía tender a volverse peor, y ahora tenía una rival.