3 Violada por el papa de mi vecino abusivo
3 Violada por el papa de mi vecino abusivo
3 Violada por el papa de mi vecino abusivo
Esa noche, después de haber dado vueltas en la cama me levanté en la madrugada luego de tener una pesadilla, soñaba que Alejandro me estaba cogiendo, y mi amiga llegaba y que me encontraba desnuda y comiéndole la pija a Alejandro.
Entonces ella se burlaba de lo ridícula que me veía, y me llamaba hipócrita después de hablar mal de su hermano, mientras se reía a carcajadas de mí… ya resignada a no dormir me asomé a la casa del vecino, para saber de él o de lo que había sucedido, pero nada, no había señales de vida en su casa.
Iba de regreso a mi cuarto, cuando escucho el tono de mensaje en mi celular, al mirar la pantalla, aparecía el nombre de Alejandro. Llena de curiosidad, abrí la aplicación desesperadamente, y encontré un mensaje que decía: «ven en cuanto leas esto a la puerta de mi casa vestida de trolita. Estaré esperándote».
La cara se me iluminó de alegría, la calma volvió a mí, Bueno, la verdad es que me había agradado el detalle, me hizo pensar que aun le importaba y que me seguía deseando lo suficiente, y que me iba a cumplir lo que no había podido hacía un rato, pero… ¿cómo se le ocurrió hacerlo tan secretamente? Jajaja ahora era yo la que se reía de las cosas que hacía Alejandro.
Yo sabía que cuando entrara en su cuarto me tiraría en la cama y me follaría duro como me lo merecía, aunque se me antojaba muy morboso que hubiera estado mi madre en la misma escena sexual, ¿por qué no la habría invitado también? ¿Le preguntaría?…,
¡¡No!! Ahora quería ser yo la única dueña de esa verga que tan feliz me hacía, de todos sus jugos. Ya la paladeaba yo, la boca se me hacía agua de pensar como estaría de feliz… aunque el pensar en mi amiga me angustió; no quería que ella supiera que era la puta de su hermano, sería lo peor que podría pasarme…
Al final decidí ir a ver a la casa de Alejandro, estaba nerviosa y angustiada a la vez; quería que Alejandro disfrutara esa noche de lo que era suyo y a la vez no quería que mi amiga se diera cuenta de nada, así que el nervio y el morbo estaban a todo lo que daban en mi ser.
Mi adrenalina hacía que me sintiera que iba a explotar…me arreglé lo mejor que pude para la ocasión: me puse un baby doll corto y semitransparente muy coqueto, me arreglé el cabello en una cola de caballo, y me puse una tanguita blanca y un bra que combinaba, y embellecida con unos tacones altos.
¡Ahora realmente era su putita! Me puse una bata de baño, aunque hacía calor, y me asomé entreabriendo la puerta de afuera, no había ningún movimiento dentro de mi casa ni en el vecindario, así que salí hasta la puerta de la casa vecina, cuidando cerrar con sumo cuidado. Eran las 2 AM.
Era una noche sin luna, bastante oscura, y aunque había una luz afuera venida de un poste cercano, poco se percibía dentro de la casa del vecino. Al voltear hacia la casa de Alejandro percibí una sombra. Por su complexión robusta supe que era él, y me fui corriendo allí donde estaba.
En su casa no había luz; él traía una campera bastante vieja y sucia y shorts. También traía una gorra beisbolera, por lo que no pude ver su rostro con detalle. Le susurré:
— Hola Alejandro, ¿por qué me citaste aquí afuera? ¿Quieres que vayamos a la sala, o prefieres ir a mi cuarto? — él no contestó, simplemente me tomó del brazo y me llevó al fondo, jalándome por la muñeca, llevándome por todo el corredor que rodea su casa, hasta un cuartucho donde guardaban cosas, como una bodega. Allí me indicó que guardara silencio.
Entramos al cuarto que estaba bastante pequeño, solamente había un sillón viejo y algunas herramientas. Todo estaba en penumbras, y solo se colaba la luz de la luna, al parecer era el cuarto más alejado de la casa, no había ventanas; sólo unos libreros y un sofá.
Me agarró fuerte de mi brazo y me llevó hacia él, como ya era su costumbre y me despojó de mi bata, dejándome solo con las breves prendas que llevaba. Comenzó a jalarme la ropa con violencia:
— Por favor, Alejandro ¡¡con más cuidado que me lastimas!! — en ese momento jaló mi brassier, con tal fuerza que me lastimó la piel de la espalda:
— ¡¡Aaayyy!!! Alejandro, por favor ¡hazlo con más cuidado!! ¡¡Me dueleee!! — Entonces comenzó a reír
— Jajajaja —
— ¿Qué pasa Alejandro? ¡ya sabes que solo tienes que decir lo que deseas para que yo lo haga! ¡No necesitas ser tan violento! —En respuesta, el solo me nalgueó tan fuerte que me dejó la piel ardiendo. Creí que seguía molesto por lo que había dicho meses atrás y ese era mi castigo por lo que no le repliqué más.
Sin importarle mis quejas, Ale puso su brazo sobre mi hombro, haciendo presión hacia abajo mientras con su otra mano descubría su miembro por encima de la ropa. Sin oponerme de inmediato me agaché y bajé su bragueta, sacando su miembro.
Lo noté con un olor desagradable, pensé que el olor era porque no se había bañado desde la sesión de ayer. Aunque ya notaba que se comenzaba a agrandar, lo noté más pesado que el día anterior.
No le di importancia y comencé a pelarle la cabeza, para tomar valor y comenzar a lamer su glande, el cual ya comenzaba a escurrir su liquido preseminal; entonces me la llevé a la boca: sabía realmente amarga, por su complexión, el cuerpo de Alejandro casi siempre estaba lleno de sudor pero está vez me parecía que estaba más sucio que de costumbre.
Sin embargo, comencé a darle chupones suaves: él me tomó por la cabeza y agarrándome los cabellos comenzó a darme ritmo. Ya el sabor había cedido, pero el olor seguía siendo insoportable, por lo que comenzaron a darme arcadas, pero él no me dejaba sacarla de la boca y está vez parecía más agresivo que de costumbre, entonces noté que realmente estaba más grande que nunca.
Miré su rostro, sabía que le daba morbo que me viera chupándosela, y ver esa cara insoportable, con su gesto de lujuria detrás de esos lentes rotos y su cara llena de barros.
Sí, tenía todo eso, pero el rostro que estaba viendo no era el de Alejandro: al momento me saqué de la boca su miembro y él protestó:
— ¿Qué te pasa puta? ¡¿Por qué te detienes?!… —
— ¿Quién es usted? — Le pregunté al momento de tratar de huir, pero él estaba en el camino a la salida y entonces me retiré hacia atrás cubriendo mi pecho.
— Jajaja, ¿Así que de verdad pensaste que era Alejandro? Jajaja, mira cómo te pusiste a temblar… ¡¡yo soy el padre de Alejandro!! ¡¡¡Y ahora vas a seguir con lo que empezaste!!! —
Me tomó por las muñecas y me llevó al sillón. Traté de oponerme, pero era mucho más fuerte que yo y comencé a gritarle:
— ¡¡Déjeme en paz, viejo asqueroso!!! ¡¡Voy a gritar para llamar a Alejandro!! —
— ¡¡¡Grita todo lo que quieras, él no está así que puedo hacer contigo lo que quiera, y además este cuarto está aislado de todos los demás, así que aquí no va a escuchar nadie!!! Jajajaja… —
— ¡¡Alejandro!!! ¡¡Alejandro!!!… —Comencé a gritar a todo lo que daba, mientras el señor continuó riendo, pero de repente me dio una bofetada, haciéndome ver estrellas, no pronuncié una palabra más.
— ¡¡Ya cállate puta, Alejandro no está y tampoco va a venir nadie!!! Si vuelves a gritar vas a hacerme enojar, tú dirás si prefieres esto por las buenas o por las malas… —
— Snif snif… —comencé a llorar…
— Ya estabas haciendo las cosas muy bien, lástima que te diste cuenta de que no era mi hijo, ¡¡¡pero si ya vi que eres una puta con él ahora vas a serlo conmigo!!! Chúpala y cuidado con hacerme daño puta, por que te va a ir mal — haciendo énfasis de lo que acababa de decir, me soltó otra cachetada,
— ¡¡Tú dirás como quieres hacerlo, por las buenas o por las malas!!! —
Me dolió la forma tan brutal de tratarme, pero no dije nada, solo seguí sollozando
— ¡¡Es un viejo de mierda!! —
— ¡Sí, pero ahora mismo me vas a levantar la verga con la boca, vamos puta! —
Luego de un par de bofetadas, amenazada, tuve que continuar chupando su pedazo, que empezó a crecer desmesuradamente. Aquello era realmente impresionante: si la de Alejandro era grande ¡ésta era monstruosa! Ya no me cabía en la boca, por lo que solamente le daba lengüetazos suaves pero firmes.
Seguía llorando, a pesar del morbo de tener frente a mi cara un pene más grande que el de Alejandro, y lo mucho que había gozado me había enfriado totalmente al reconocer al viejo de su padres, las comisuras de la boca me dolían por el esfuerzo de abrir tanto para alojarlo, y me recordó las primeras veces que estuve con Ale, y como luego de cogerme a la fuerza al inicio ahora lo disfrutaba inmensamente, Sería de la misma forma con su padre? Fue cuando tuve conciencia que al igual que su hijo, en el futuro iba a seguir cogiendo con el padre, y la verdad es que me causaba un morbo enorme pero no le iba a dar el gusto al viejo de pedirle que me cogiera.
Me tomó de los cabellos y me dijo que me detuviera, que era hora de gozarme, que me pusiera en cuatro porque quería probar mi conchita por detrás: no podía hacer nada así que le obedecí.
Mi baby doll fue arrancado y se quedó tirado en el suelo, el señor me jaló la tanga, no me la quitó, sino que la dejó y solo allá hizo a un lado, dijo que así me veía más puta, se puso detrás de mí y sin demora me comenzó a penetrar.
Trataba de que no me doliera ya que aun no estaba caliente, pero realmente era un cipote inmenso, y era bastante brusco: me la metió de tres empujones, lo que me hizo gritar de dolor:
— Aaaayyyyyy… ¡¡espere, no sea bruto!!! ¡¡¡me duele, despacio por favor aaaggh!!… — Creo que entre más gritaba, más fuerte me daba el maldito; ahora lloraba de dolor:
— ¡¡¡Aaaayyy!! ¡¡Ya déjeme maldito viejo, me lastima!!! —
Sin embargo, él no me escuchaba o si lo hacía parecía calentarlo más. Era igual a Alejandro, ¡solo querían gozar ellos!, su pija estaba terriblemente grande: alcanzó a topar en mi interior más allá de lo que el cipote de Alejandro había llegado, y además era más gorda, por lo que hacía que mis paredes vaginales se estiraran al máximo.
Pensé que me iba a desgarrar por lo brusco que estaba haciéndolo, para mí fortuna con lo caliente que me había dejado mi encuentro con su hijo hace unas horas había dejado mi vagina lo suficientemente mojada y dilatada.
Aunque seguía sollozando por la humillación, me enfrasqué en sentir la escena. Él me tenía sujeta de las tetas con sus dedos rasposos, parecía como que hiciera algún trabajo rudo frecuentemente, y a mí me empezó a gustar cómo se sentía esa aspereza sobre mi piel desnuda. Apenas había empezado esta sesión y ya me había engolfado su gigantesca herramienta insertada hasta el límite de mi vagina:
— Muy bien, zorra ¿verdad que te gusta mi verga? —
— Ya por favor ¡Deténgase viejo maldito! —me quejé por lo lleno que sentía mi coño pero la verdad con el ritmo con que me penetraba estaba empezando a sentirse muy rico, jadeaba constantemente pero no quería que se llevara el triunfo tan rápido
— Jajaja, sabía que te iba a gustar, después de enterarme que te estabas dejando encular por Alejandro, pensé en como hacerle para que disfrutaras de un macho de verdad…hhhm, ahora prepárate puta ¡¡¡porque voy a vaciarme dentro de ti!!! —
— ¡¡No, todavía no!!! ¡¡Espere un poco más!!… —
Pero fue inútil; se vino en mi vagina en una tremenda corrida que hizo que comenzara a salir su leche por un costado de su herramienta y empezará a resbalar por mis piernas. Inmediatamente se salió de mí jadeando mientras yo trataba inútilmente de retener su verga dentro. Me eché para atrás, para evitar que saliera, pero él solo me soltó una nalgada, y se tiró a un lado mío dejando ese hueco entre mis piernas; otra vez me quedó el desaire de un orgasmo a medias. Sólo me faltaba muy poco para lograr mi orgasmo, pero el daño ya estaba hecho…
Haciéndome ya a la idea de que estaba a su merced, me quedé quieta en el sillón, aún en cuatro, esperando a que se repusiera, si era igual a su hijo no iba a conformarse solo con esto. Los restos de su semen resbalaban por mis piernas. Era tanto que parecía que no se había descargado en semanas. Por ahora tenía que esperar. Ya tendría mi oportunidad de tener mi merecido orgasmo.
— ¿Así que así coge la puta de mi hijo? Bien dicen que los hijos aprenden de sus padres, y tú sacaste lo puta de tu madre. Y yo que pensaba que las vecinas eran muy decentes, si no hubiera sido porque descubrí a Alejandro con tu madre, cogiendo aquí en mi casa… ¡el muy bastardo! Le dije que si quería estar en esta casa tenía que compartir a la puta en turno.
Y así fue como cogí a la puta de tu madre. No estuvo mal, debo decirlo. Pero fue entonces cuando me enteré que también se cogía a la hija, y le exigí que también me tenía que dejarte coger, se puso como energúmeno y se negó, por lo que tuve que correrlo de la casa.
Hace poco me dijo que quería volver aquí, le dije que le prestaba la casa si me prestaba a su otra puta, y otra vez se negó. ¡¡Fue cuando decidí jugármela, le dije que fueramos a un hotel para cogernos a tu madre entre los dos, le robé su celular y mandé un mensaje haciéndote creer que Alejandro te citaba aquí y mira si me ha funcionado!!! Pero ¿qué tal te fue con mi verga putilla?! ¿Ahora ya sabes lo que es un hombre?! Jajaja — se reía igual que Alejandro, y tenían casi la misma complexión; yo no hubiera podido descubrirlos en las penumbras, solamente por su olor y el tamaño de su miembro.
— Bien zorrita, ya está bien de descanso, he venido a culearte toda la noche, así que ¡¡prepárate!! ¿Te gustó mi verga zorra?? ¡¡contesta!! —Yo no dije nada, pero hice una mueca de asco, por lo que furioso, me tomó de la muñeca y luego de un par de bofetadas me obligó a ponerme sobre sus piernas y con mis nalgas al aire, y tal como una niña reprendida por su padre fue ahí que comenzó a darme de nalgadas.
— Así que eres una puta malcriada, bueno, vamos a corregir esto —
Yo empecé a gritar y decirle que parara, aún cuando comencé a sentir esa picazón en mis nalgas (que me daban un placer que no había sentido jamás), intentaba taparme con las manos lo que hizo que siguiera el castigo, no podía creerlo, estaba disfrutando a la vez con esas palmadas que además me hacían sentir aún más humillada:
— ¡¡Anda, puta, no voy a dejar de nalguearte hasta que me contestes!!! —
— Aaaayy Hhmmmhh aaaahhhh — sólo atiné a gemir. Igual entre cada nalgada aprovechaba para sobarme mi concha seguido de hasta 3 dedos en mi interior por lo que conseguía arrancarme gemidos de placer. Lo dejé a propósito darme algunos golpes más. Solo hasta que sentí mi piel arder me permití decir un si bajito.
— ¡Bien, entonces prepárate a recibir tu castigo! — De forma repentina detuvo sus nalgadas cuando estaba sintiendo más rico: — Escoge tu castigo zorra… ¡Me vas a ofrecer el culo o termina esto y te largas de aquí! —
— ¡¿Qué?!… — le pregunté, no podía creer que iba a salir así de fácil? Que tan sólo iba a dejarme marchar sin aprovecharse de un cuerpo juvenil.
— Sí, tu castigo si decides terminar esto es que te saque a la calle así como estás encuerada, a ver quién de los vecinos te ve, además de quedarte mal cogida… O me dejas que te la dé entera por el culo… Tú escoges… —
Lo pensé por unos segundos, si de verdad escogía irme, me arriesgaba a que cumpliera su amenaza, aunque para esa hora de la noche era seguro que la calle estuviera vacía, las llaves de mi casa las tenía en la bata, la cual estaba muy lejos de la puerta para tomarla y salir corriendo y tendría que tocar, y cómo explicaría mi estado sobre todo si era mi padre o mi hermano el que abriera?
Además, así de caliente como estaba, mi cuerpo me pedía sexo, y no quería perderme la oportunidad. Obvio me preocupaba que me pudiera hacer daño el tamaño de su miembro, y seguro no iba a ser muy suave.
— Bien, veo que tu decisión es rápida — me dijo tomándome de la muñeca y jalandome hacia el patio. Sentí el frío de la noche sobre mi cuerpo desnudo y nos dirigimos a la puerta, cuando empezó a desarmar el cerrojo me di cuenta que hablaba en serio, así que tenía que decidirme rápido.
— ¡No! ¡Espere! — Le dije y en mi mente empecé a imaginar qué sentiría tener esa pija en mi culo. Si ya Alejandro me había estrenado la cola de forma salvaje y a pesar de lo brusco que fue y el tamaño de su pija me había hecho sentir uno de los orgasmos más fuertes que había experimentado, ¿cómo se sentiría hacerlo con una pija tan gruesa?
Pasaba por alto lo difícil que iba a ser hacer pasar ese diámetro por mi agujerito, sin contar conque seguro no lo haría de forma delicada, pero en esos momentos decidí volverme esclava de mi sexo y mi culo quería probar esa pija que, al menos, estaba a mi disposición. Y no tenía muchas opciones.
— ¡Solo prométame que lo hará con cuidado, para que no me lastime ! —
—¡Pero si serás puta, niña! Está bien, trataré de hacértelo suave, ¡pero no esperes muchas consideraciones! —
— Bien ¡¿qué desea que haga?! —Le dije ya en estado obediente, ya me sentía una guarra sumisa con lo que me estaba pasando, ¡y eso me calentaba mucho!
— Primero quiero que me la levantes a todo, déjame follarte esa boquita. Y por haberte tardado en decidir, me lo vas a hacer aquí afuera —
El frío de la madrugada me dejó todo el cuerpo temblando, pero no había nada que discutir. Me acerqué seductoramente tal como me había enseñado Alejandro, y tomando su cipote entre mis manos, las subía y bajaba mientras me ponía de rodillas y sin dejar de subir y bajar mis manos chupaba la cabeza en un intento por levantarla.
Así como estaba a medio crecer podía sujetarla bien, pero a medida que empezó a ponerse dura, mis manos no alcanzaban a abrazarla toda, y el largo era impresionante, igual que la de su hijo, pero el grosor era simplemente imponente.
Agachada cómo estaba lo mamé, despacio, como si fuera una paleta de dulce, le acariciaba los huevos y seguía, poco a poco, las comisuras de los labios me dolían, de pronto me dió una bofetada y me dijo,
— Sigue, perra, que quiero que entre hasta el fondo —
Con lágrimas en los ojos lo intentaba meter más, pero luego de la mitad me daba asco y lo sacaba tosiendo, así que me tomó de la cabeza y empujándome hacia su erecta herramienta, me forzó a metérmela lo más que podía, sentía que me ahogaba y que vomitaba pero así me la dejó presionando por unos segundos, no me dejó salirme, luego lo repitió varias veces.
Me tiraba del cabello para marcarme el ritmo por lo que me dolía con cada tirón que me daba. Estaba ahí enmedio del patio desnuda, asustada, excitada, adolorida, golpeada, con escalofríos en el cuerpo por el frío de la madrugada, la quijada tensa al máximo y con los ojos húmedos por el esfuerzo, ya no sabía qué hacer, solo quedaba aguantar, luego de dejarla dentro de mi boca pensó que era suficiente para pasar a lo que seguía.
Me alzó del brazo y empujándome de vuelta al cuarto me tiró en el sofá y abriéndome al máximo las piernas me empezó a lamer, succionó cada parte de mi cuerpo, me dijo que me olvidará de Alejandro, a partir de ahora ya sólo era su puta y de nadie más, me lamía extendiendo su lengua desde el ano hasta la vagina, y todo esto me lo hacía de forma muy brusca.
Después de terminar de lamerme, me ordenó alzar mis piernas y aventarlas hacia atrás, parándole el culo en la orilla del sofá hasta que mis rodillas pegaron con mi cabeza y así me lamió completa desde el culo a la vagina, estaba húmeda y mojada, comencé a gemir mucho, estaba super excitada y gemía con cada lamida, grité como nunca, empecé a gritar cosas que nunca imaginaría posible y a olvidarme que estaba con un viejo asqueroso:
— Aaaah si, siga, siga chupando. No se detenga por favor, mmmh, mmmmmm, que rico —
— Así me gusta puta, ahora date la vuelta y recárgate en el sillón como la perra que eres! Y deja parada lo más que puedas tu cola, sepárate las nalgas con las manos para que pueda entrar más fácilmente, y prepárate ¡¡que te voy a reventar el culo!! —
Obedecí, levanté lo más que pude mi colita y alcanzando con las manos mis nalgas, las separé lo más que pude para prepararlas a que recibieran al nuevo inquilino, que era tremendamente más grande que el de Alejandro y no sé qué tan paciente…
Se colocó detrás mío y ya con la pija levantada a todo lo que daba, comenzó a empujar hacia mi hoyito trasero. Primero al hacerlo suave no entraba y me hacía doler bastante, así que tomó un poco de los líquidos que aún tenía en mi vagina y me los embarró directamente en la colita, escupió un par de veces y volvió a apuntar y empujó con firmeza, sentí su glande deslizarse al interior de mi culo.
— Aaaaaayyyyyy, despacio, ¡¡usted dijo que me lo haría despacio señor!!! —
— ¡¡Cállate puta que apenas entró la puntita, ahora aguanta que viene lo mejor!!! —
Comencé a morder mi labio inferior pues no dejaba de dolerme la penetración; estaba muy gorda, traté de abrir más las nalgas con mis manos, pero ya estaban a todo lo que daba. Empecé a llorar. Puse mi mano derecha hacia atrás tocando su barriga peluda, intentando controlar el avance de su miembro en mi colita pero por más que lo empujaba solo se hundía mi palma en su abultado estómago. El viejo no dejaba de empujar, sujetándome de las caderas.
Fue terrible aguantar el sometimiento del viejo para darme por el culo, sentía como su cabeza empujaba sin lograr meter más de su vergota, sin embargo después de unos tres minutos de empujones, jadeos y dolor, al fin logró introducir una buena parte de su miembro.
Se quedó quieto un rato, como para dejar que mi culito se acostumbrara a su nuevo invitado. Luego comenzó a entrar, milímetro a milímetro, sin preocuparse si lo estaba disfrutando o no, no se detuvo hasta que sentí su pubis recargado contra mis nalgas y me dijo:
— Ahora sí, putita, ya la tienes toda enterrada por el culo, ¿sabes lo que sigue ahora? Te voy a reventar ese culo de zorra que tienes. —Iba a gritarle llorando que por favor parara, que la sacara porque el grosor de su miembro hacía que el dolor fuera insoportable, pero la experiencia que había tenido con Alejandro me motivó a decirle otra cosa:
— ¡Espere un momento! No se mueva, ¡déme sólo un par de minutos! —
Yo ya no lo empujaba, comprendí que era inútil dada su fuerza, sino que comencé a acariciarle los pelos de la barriga, En cuanto me acostumbré, comencé a moverme de atrás hacia delante, tratando de hacerlo muy suavemente, y sacando una buena parte de su miembro, de manera que solo su glande fuera el que se moviera dentro mío y su pellejo estuviera estático en mi ano. Resultó muy bien porque después de un ratito comenzó a darme placer, y a él también, lo supe por sus jadeos:
— ¡¡Así putita… ah, qué bien lo haces!! –mira que el cabrón de Alejandro con razón no quería compartirte conmigo, pero eso sí: ¡¡a ti no te suelto nunca perra! Desde hoy vas a ser mi putita! — Me tomó de los hombros y del cabello, y me embistió con fuerza, arrancándome gemidos de dolor y placer mezclados. Luego se quedó quieto dentro de mi.
— Mmmmfhhhh por favor señor, siga —
— Bien putita, pero dime papi —esa frase me dejó pensando si el padre de Alejandro tenía la fantasía de follar con su hija, pero no estaba en posición de analizar nada, estaba ahí para complacerlo.
— Quiero más papi, por favor. — Él solo esbozó una sonrisa suave, me sujetó del cuello con violencia mientras me decía
— ¿Sabes que solo las putas piden más? ¿Qué me dices nenita? ¿Quieres ser la putita de papi? — le movía la cabeza afirmativamente, mientras no paraba de gemir ante su penetración
— Si si, papito, si quiero. — Le respondí extasiada en la lujuria
— Las putas siempre que su papi quiere descargarse, no preguntan, se abren de piernas y piden más verga— yo gemía cuando me penetraba, me preguntó de nuevo,
— Entonces dime perra ¿Quieres ser mi puta? — yo apenas podía respirar, estaba jadeando mucho
— Si, siiiipapitoooo — entonces me tomó del cuello y me dijo:
— Desde hoy, vas a entregarme tu cuerpo cuando tenga ganas, vas a tragarte mi leche siempre que yo quiera, vas a hacer todo lo que yo te ordene, porque para eso sirven las putas, para que su macho se descargue las bolas en sus agujeros— empezó a darme más fuerte y yo sentía cada vez más rico, me movía hacía arriba para recibirlo entero dentro de mí, me dijo
— Así puta? Así te gusta que te cojan —
— Siii, aaaagggghhhh aaaagggghhhh sigue papito por favor—
Casi no podía respirar, empezó esa sensación rica. Empezó a meter y sacar su miembro cada vez más rápido. Intercalaba sus metidas con sonoras nalgadas en ambos glúteos, hasta que me abandoné al placer que estaba sintiendo, luego de tan vigorosas embestidas, no pude evitar empezar a gritar incoherencias y guarradas, solo para excitarlo más.
— ¡¡Aaaahhhh si si papito, sigue por favor, sigue cogiéndome,Siiii, siii, sigue, sigueee”, “no pares, no pares. Rompeme el culo. En este momentosolosoy una perra, una perra con ganas de que se la cojan, así que no te detengas papi” «sígueme follando» “cógeme como a una vulgar puta a la que le has pagado” “métemela por el culoooo” «disfruta de mis tetas, goza de todo mi cuerpo» «disfruta de mi culo, es tuyo está noche para que lo folles como te plazca» Ahhhh que placer!!
Si vas a romperme el culo así todos los días, yo vendré aquí a pararte mis nalgas cuando me lo pidas!! Muéstrame como un verdadero hombre se coge a una puta como yo — era tal mi calentura que comencé a sobarle los testículos por debajo, en ese momento me la enterró lo más adentro que pudo y al fin pude sentir mi orgasmo:
fue increíble, supongo que había esperado demasiado; un minuto después él comenzó a inundar mi intestino con una venida que parecía tenía mucho tiempo sin coger…
Dejó que su miembro se fuera desenganchando y luego se entretuvo en echar los restos de semen en mis nalgas y espalda. Yo ni volteé a verlo, me dejé caer sobre el sofá, todavía regocijándome en sentir los espasmos de mi orgasmo, y sintiendo las contracciones de mi ano, queriendo cerrarse de nuevo, toqué con mis dedos lo abierto que había quedado, y traté de descansar un poco. Si era igual a su hijo, no iba a conformarse con solo follarme una vez.
No me equivoqué, esa noche me cogió por las siguientes cuatro horas hasta que salió el sol. En toda la noche no me dejó vestir, nos dormíamos un rato y despertamos para seguir cogiendo otra vez.
Comenzaba magreando mis senos o mi cola los cuales sentía entre sueños y me abofeteaba para que me despertara, luego me hacía chupársela hasta por media hora mientras su pene se encontraba flácido hasta que empezaba a crecer dentro de mi boca y debía seguir hasta llegar a tenerla totalmente erecta en la garganta, tanto que no me cabía, mientras esto pasaba, el no dejaba de pellizcarme los pezones o jugar con mi ano; luego de esto procedía a ordenarme en qué posición ponerme, acostada, en cuatro, encima de él, de espaldas levantando la cola y empezaba a follarme, siempre por el culo y de forma violenta, para luego pasarse a mi vagina y darme con todo y aunque al inicio me causaba ardor y molestia por su grosor, luego de un rato experimentaba un orgasmo tras otro. Ya para ese momento no me importaba que fuera el padre de Alejandro quien me estuviera culeando.
Ahora entendí porque mi madre se encontraba tan campante durante la ausencia de Alejandro. Todo el tiempo se la pasó nalgueandome o abofeteando mi rostro mientras me cogía, por lo que terminé con los cachetes y las nalgas enrojecidas.
Luego de follarme a lo salvaje por varios minutos, se salía previo a terminar y tomándome del cuello me indicaba dónde colocarme y se venía sobre mi boca y mis pechos y yo me tenía que tragar todo su semen, cubierta en sudor. Mi ano terminó rojo de tanto ser follado y tenía la vagina súper hinchada. Ya entrada la madrugada, solo sentí que se levantó, salió del cuarto, recogió mi bata y volteando a verme me la aventó a la cara y me dijo:
— Por hoy he tenido suficiente, pero no lo olvides, ahora eres mi puta —
Yo no contesté, no hacía falta. Ahora tenía un nuevo amante, más viejo, gordo y desagradable que el anterior. Parece que había caído más bajo, y aunque me sentía humillada por la realidad, nuevamente el placer me nublaba la razón. No había nada que discutir. Volvería a coger con el padre o con el hijo, cualquiera de los dos me lo pidiera.
Después de ese día, me hice su amante oficial, aunque en un inicio me prohibió volver a follar con su hijo Alejandro, no pasaron más de dos días antes que el hijo volviera a aparecer en mi cuarto, y aunque le dije lo que me había dicho su padre, ell solo me abofeteó,me llamó puta, me dió la vuelta y volvió a follarme, ahora más salvaje que de costumbre.
Sus ganas de cogerme a toda hora, su aguante y el tener que atender ahora a dos machos empezó a afectar mi desempeño en la escuela. Hubo varias ocasiones donde el padre de Alejandro me llamó mientras estaba en clases, me ordenaba que dejara el aula y fuera a casa. Al llegar me encontré a su padre culeándose a mi madre.
Sin detener sus embestidas, me ordenó desnudarme y unirme a la fiesta. Nos colocó en cuatro a las dos una al lado de la otra, pero viendo hacia lugares opuestos, de modo que quedé justo al lado del culo de mi madre, y viendo en primera fila como se tragaba esa vergaza por el culo para luego pasar a follarme la boca. Esa vez terminé limpiando esa verga con los restos del culo de mi madre para luego ser yo la enculada, luego mi madre le limpió la verga con mis fluidos.
Terminamos acostadas una al lado de la otra y siendo bañadas en semen. Luego nos ordenó lamernos mutuamente para limpiarnos toda huella de leche. Con cada sesión me volvía yo más perra y más sumisa a sus deseos y con mi madre nos fuimos haciendo menos pudorosas en estar desnudas una frente a la otra y compartiendo la misma verga.
En los siguientes días Alejandro me ordenó darle el video en una USB al idiota de mi novio enfrente de él. Aún lo recuerdo: estábamos afuera de la escuela, cuando lo ví, me saludó de beso en la mejilla y me abrazó, ahí aproveché para decirle en el oído que me perdonara, pero ya no quería saber nada de él a la vez que le entregaba una USB en su mano, cuidando que Alejandro lo viera claramente.
Luego, sin voltear a verlo, fui y me encaramé en los brazos del gordo y dejé que me diera un beso húmedo y asqueroso. Pobre de mi ex, solo veía como Ale me sujetaba las mejillas con una mano y metía su lengua dentro de mi boca y me miraba incrédulo viendo como mi mano le sobaba el miembro por encima del pantalón mientras la otra mano del gordo bajaba por mi cintura y me apretaba el culo por debajo de la falda. Mi ahora ex no entendía lo que estaba pasando y nunca iba a entenderlo. La verdad que solo yo sabía era que la USB estaba en blanco, excepto por una nota de texto diciéndole que me perdonara pero había encontrado a alguien mejor, eso debería bastar, no iba a arriesgarme a ventilar en la escuela el cómo en la intimidad me convertía en una puta complaciente para el gordo.
Aunque intentaba mantener mi vida sexual en secreto tanto el padre como el hijo me exhibieron en la escuela en varias ocasiones, y mis amigos no tuvieron que imaginar mucho para saber lo que estaba pasando, esto debido a que por órdenes de Alejandro o su padre, llegaba a la escuela sin ropa interior y con prendas sexys y diminutas que dejaban entrever mis pechos o mis piernas, por lo que fui haciéndome fama de chica fácil, y recibía insinuaciones de mis compañeros y hasta de chicos de otros grupos a diario.
A veces Alejandro me pedía que pasara a su casa antes de irme y luego de cogerme, le gustaba vaciar su semen en mis pantis o sobre mis pechos o nalgas y mandarme a la escuela así, sin limpiarme y con el semen fresco, que aunque se secara dejaba manchas muy evidentes, o con el semen escurriendo entre mis piernas y que mantenían los rumores más creíbles.
Otras veces alguno de los dos me esperaban a la salida, y dejaban muy en claro su posición de machos, tocándome los senos o el culo y me ordenaban siempre saludarlos de beso de lengua, acariciar su miembro por encima de la ropa o me pedían enseñarles mi tanga o mi coño (cuando iba sin ropa interior) sin importar quién estuviera viendo.
Se empezaron a correr toda clase de rumores sobre mí, decían que por las tardes me iba a masturbar a los del equipo de fútbol detrás del campo, y que les cobraba por dejarlos venirse en mi cara o en mis tetas, o que me dejaba coger por los profesores a cambio de buenas notas.
No habría sido nada difícil, dado todo lo que había aprendido con el gordo y su padre. Decían también que el padre de Alejandro era algún mafioso y yo era su escort, a la que pagaba varios billetes por hacer toda clase de marranadas en la cama. La parte buena fue que solo fueron unos meses de exhibirme en la escuela como su puta (ya les contaré más adelante que pasó). Ale dijo que me había portado bien y estaba tan complacido que me iba a dar una sorpresa el siguiente fin de semana.
Cuando llegué, escuché a mi madre decir que tenía que ir a ver a su hermana que había enfermado, y que tenía que ausentarse todo el fin de semana. Luego de echarme una mirada de reojo, me ofrecí a acompañarla. Al saber que mi madre estaría acompañada, las dudas de mi padre se disiparon y no puso objeción. La mesa estaba servida, y mi madre y yo ibamos a pasar un fin de semana que no íbamos a olvidar nunca.




