Chantajeada por un nerd, que si sabe coger
Chantajeada por un nerd, que si sabe coger
Chantajeada por un nerd, que si sabe coger
Era un aburrido sábado por la mañana…
Ahí estaba yo, en el jardín de mi casa, tendida en un camastro con un diminuto bikini negro, mientras el Sol resplandecía con toda su fuerza y doraba lentamente mi cuerpo. Con un gesto coqueto unté un poco mas de bronceador en mis piernas y luego volví a recostarme.
Esto es delicioso, pensé con una sonrisa.
Si, definitivamente este era el final merecido a una gran semana.
Puse una tonta expresión de felicidad al recordar mis recientes éxitos en la escuela. Finalmente había logrado ser la capitana del equipo de porristas, y gracias a eso me había vuelto la chica más popular de la escuela. Ahora por todos lados me salían pretendientes guapos y millonarios, y por donde pasara las chicas se me quedaban viendo con una cara de envidia y asombro.
«Estúpidas…» Dije con un gesto triunfal mientras le daba un trago a una helada piña colada. ¿Qué era más divertido? ¿Ser tan popular con los chicos o las reacciones envidiosas de las chicas?
Ah pero… ¿Qué importaba? Todo era perfecto en mi vida.
Bueno…
..No todo.
Alcance a ver que en la casa de los vecinos, detrás de una de las ventanas de la planta alta se movía una cortina, y fijándome con atención me di cuenta que varios chicos estaban espiándome detrás de ella.
«Uf.. esos idiotas. Seguramente los nerdcitos se están dando otra vez el gran espectáculo…» Dije con sarcasmo. Todos los sábados era lo mismo, apenas me sentaba a tomar el sol, mi vecinito Beto y sus amigos se las ingeniaban para espiarme.
Y claro, como ya había yo presentado algunas quejas, ahora siempre cambiaban de escondite para espiarme. A veces lo hacían desde una ventana de la casa de enfrente, otras se subían a los arboles cercanos, y unas cuantas mas hasta se habían colgado de los postes de Luz.
Aunque…
He de confesar que el ver tantos esfuerzos para admirarme me prendía un poco. Me daba mucha risa ver como a veces los chicos se caían de los arboles, o tenían divertidos accidentes en su afán voyerista, así que para recompensar un poco su esfuerzo había decidido poner un poco mas de empeño a mi papel de musa.
Así las cosas, siempre les daba un poco de «show», como hacer gestos sugerentes al ponerme el bronceador, arquear siempre que podía la espalda, o hasta quedarme en 4 mientras acomodaba mi toalla en el camastro, entre otras cosas. Y mi joven público respondía alegremente a mis coqueteos, porque nunca faltaba a su cita de los sábados.
Justo entonces voltee a ver de nuevo a la ventana y alcance a reconocer con dificultad el enchinado cabello rojo de Beto, mi vecinito. De todos los chicos él era sin dudas mi fan No1, y cada que me lo encontraba en la calle o donde fuera se me quedaba viendo con cara de tonto, seguramente fantaseando las cosas más pervertidas conmigo.
Pobrecito, pensé con maldad, es súper ñoño.
Beto era el clásico cerebrito, la definición de lo que es un NERD. Se la pasaba encerrado en su casa, metido siempre en sus computadoras y juegos de ajedrez, y creo que la única mujer a la que veía (Aparte de su mama..) era a mí.
Bueno, hubo una época donde éramos más unidos. A veces sus papas salían y yo iba de niñera a su casa y me la pasaba muy bien con él. Pero en fin, los tiempos cambian y yo me volví popular, y el no. Que mal, pero así es la vida..
Entonces una gota de sudor resbalando por mi rostro me regreso a la realidad, y me di cuenta que el Sol estaba hoy muy fuerte. Y por el calor y casi sin darme cuenta fui quedándome dormida, hasta que pasados unos 10 o 15 minutos sentí como alguien me tocaba el hombro y de mala gana abrí un ojo.
Era Beto.
Y venia vestido con el típico uniforme Nerd, de camisa desaliñada a cuadros, pantalones de mezclilla y su rojiza cabellera a chinos. Y por si fuera poco, lentes.
«¿Dime?» Dije secamente.
«Eh.. Megan.. Perdona, no quería… despertarte. ¿Puedo hablar contigo?» Dijo Beto con mucha pena.»Pero no aquí… mejor en mi casa.»
«Hm… ¿Es muy urgente? Estoy tomando el Sol, y..»
«S..si.. bueno, sí, es urgente..»
«¿En serio es urgente? Mira que si es una estupidez…»
«N..no, Megan, te lo juro.. es algo serio..»
«Bueno, pero más te vale que lo sea..» Respondí de mala gana y sin nada de entusiasmo lo seguí a su casa. Y cuando me abrió la puerta de su recamara pensé que estaría llena de sus amigos ñoños pero sorprendentemente estaba vacía. Eso sí, todo el lugar estaba lleno de computadoras y posters de superhéroes, y me asombre de lo poco que había cambiado desde que lo había visitado hace años.
Voltee a ver de reojo a Beto, que simplemente estaba absorto admirándome. Sonreí con vanidad ante la situación, ya que después de todo, ¿Cada cuanto una preciosa chica en bikini había estado en esta recamara? Creo que nunca..
«Bueno, ¿A qué viene todo este misterio?» Pregunte con impaciencia.
«Es que.. hm.. bueno, Megan.. deja te muestro algo en la computadora.» Respondió Beto con nervios mientras se sentaba en su escritorio y tecleaba algo. Entonces en uno de los monitores aparecieron unas imágenes, que cuando las reconocí me quede helada.
En ellas aparecía yo en varios carros, dándole sexo oral a diferentes tipos.
«P..pero..¿Cómo fue que..?» Tartamudee, sin saber cómo era esto posible. Claro, en mi asenso a la fama había tenido que hacer algunos «sacrificios», como satisfacer de esa forma a varios chicos. Pero siempre había sido muy discreta, y según yo nadie más sabía.
«Son 100 fotos, Megan, y en unas sales que…»
«C..cállate, Beto, ¿Cómo es que las tomaste? ¿Me estabas espiando?» Dije con las manos temblando por la rabia.
«Bueno..sí, si eso quieres saber..» Respondió bajando un poco la mirada.
Entonces dejo de pasar las imágenes por la computadora y se volteo en su silla para verme de frente. Era obvio que Beto estaba también muy nervioso por la situación, y sudaba copiosamente. Pero claro, no tan nervioso como para detener su chantaje.
«Y..¿Que quieres por las imágenes?» Pregunte tratando de calmarme.
«Bueno, son 100 fotos, Megan, y yo..»
«¡Ya sé que son 100 fotos, maldita sea! Ahora dime qué quieres..»
«Shhh.. Megan, nos van a oír mis papas. Mira.. te propongo algo..»
Trate de calmarme de nuevo, ya que Beto tenía razón. Nadie más tenía que enterarse de lo que estaba sucediendo.
«Te escucho…»
«Mira.. te voy a ir dando las fotos, una a una, si tú haces ciertas cosas por mí. ¿Te parece bien?»
» ¿Cómo que cosas?»
«Por ejemplo.. te doy 20 si aceptas ser mi novia por todo lo que dure esta situación. Bueno, no una novia de verdad, pero por lo menos en la escuela frente a todos.»
«P..pero, ¿Estas loco? ¡ Beto, eres un estúpido..!» Grite, y con un gesto irritado camine hasta la puerta.
«Si sales de este cuarto, enviare las fotos a todos en la escuela ahorita..» Respondió Beto en un tono amenazante, y me detuve de golpe.
¡Maldición!
Con muchísima frustración le di un golpe a la puerta y resignada di media vuelta y me senté en el borde de la cama.
«Bueno.. suponiendo que acepto y me das esas 20 fotos. ¿Qué más quieres?»
Beto dudo mucho antes de responder mi pregunta.
«Sexo oral..»
«¿Pero que te has creído, grandísimo idiota? ¡¿Cómo te atreves…?!»
Beto se mantuvo impávido.
«Como regla, para que valga como sexo oral, mi.. semen, debe quedar en tu cuerpo. Si no, no te daré nada.»
Me quede helada al oír eso.
«M.. Beto.. por favor.. «Dije en un tono ya mas suplicante. «Tu no te atreverías a.. mostrar las fotos a los demás. ¿No?»
«Megan, me has tratado tan mal estos últimos años que a pesar de que te quiero.. Sí me atrevería. No has hecho nada por merecerte otra cosa»
Me sentía a punto de llorar.
«P..por favor, Beto.. no me hagas esto, yo…»
Beto se conmovió un poco al verme así, pero entonces me dijo:
«No hay nada que puedas hacer, Megan, más que lo que te acabo de decir. Si no aceptas, hare lo que tenga que hacer… ¿Entiendes?»
Era demasiado. Un par de lágrimas se resbalaron por mis mejillas y como niña chiquita cubrí mi rostro con las manos. Estaba siendo chantajeada de la forma más sucia, y encima me sentía traicionada por Beto. Creí que al menos éramos amigos…
«Por cada ocasión te daré una foto. Cuando tengas las 100, te prometo que destruiré el disco duro en el que las guardo.»
Yo seguía llorando sin parar.
«Mira, Megan, si quieres ve y piénsalo. ¿Ok? Pero mañana en la escuela quiero que seas una novia muy cariñosa.. ¿Entendido? Besitos y apapachos, no quiero que me trates como siempre.»
«Estúpido…» Dije en voz baja, apretando los puños de impotencia. Sin darle tiempo a nada salí de su recamara azotando la puerta, y en menos de un minuto ya estaba en mi cama, llorando desconsolada.
«¿Por qué a mí? ¿Por qué ahora, que tengo todo como siempre he querido?» Me lamentaba una y otra vez, apretando la almohada.
Sabía que estaba en las garras de Beto. Simplemente, no tenía salida. O me volvía su «novia», o seria humillada frente al mundo. Definitivamente la segunda opción era la peor, no me imaginaba lo que dirían mis padres al enterarse, o la escuela, o mis amigas…
Oh Dios…
Mañana seria un día espantoso.
*** Al otro día, en la Escuela… ***
Apenas llegue a la escuela vi con alivio que todo parecía normal. En la entrada principal todo era un caos, con mil personas caminando por todas partes, y como siempre las miradas de todo el público masculino puestas en mí. Claro, yo contribuía a eso, ya que hoy me había vestido con una sexy camisita blanca y faldita corta a cuadros, que me daban una apariencia sumamente sensual, como de colegiala perversa.
Me mordí los labios con una expresión coqueta, ya que sin importar lo que suceda hoy, al menos me vería bien.
Pero en eso vi a Beto llegar en su vieja motoneta y se me helo la sangre. No solo venia vestido de forma espantosa, con una bata de laboratorio blanca y el pelo desaliñado, sino que al verme rápidamente camino hacia mí y me abrazo con fuerza, dándome un pegajoso beso en la mejilla
«Mi amor, que linda te ves..» Dijo en voz alta mientras yo trataba sutilmente de alejarlo.
«C..cállate, estúpido, así no.. » Respondí en voz baja, apenada por el espectáculo que estábamos dando. Y qué gran show debía de ser, porque ahora todos, absolutamente todos estaban mirándonos.
Seguramente era la sorpresa del siglo. ¿Cómo era posible que Megan, la chica más popular del universo, fuera la novia del máximo nerd, Beto? Y los cuchicheos no se hicieron esperar: «¿Viste eso?» » ¿A poco ese es su novio?» » Pobre chica, tiene pésimos gustos.. »
Mi reputación iba en picada.
Oh Dios, no.
Pero Beto estaba al parecer muy feliz por todo esto. Con una sonrisota seguía pegado a mí como sanguijuela, y sus brazos me mantenían inmovilizada, sin poder escapar.
«S..suéltame..» Dije con fuerza, a lo que el reticentemente obedeció.
«¿Pensaste bien lo de ayer, Megan?»
«S..si.. mira, por las 20 fotos acepto ser tu novia. Pero no te voy a dar besos en público ni nada, ¿Entendido?»
«Mira, tu no haces las reglas, si no hay besos no hay trato. Es más, voy a enviar las fotos ya mismo.» Respondió molesto Beto.
«E..espera..» Lo sujeté de la camisa. «Bueno.. algunos besos ¿Ok?»
«Eso está mejor. Me gusta verte tan obediente.»
«Y.. ¿Cuándo quieres que.. suceda lo demás?» Pregunte mordiéndome los labios.
«Al rato te digo, Megan, pero ahora tengo hambre y quiero ir a la cafetería. ¿Vamos, mi amor?»
«Estúpido..» Le dije al oído, y sin poder evitarlo nos pusimos en marcha. Claro, con su brazo rodeándome la cintura, como todas las parejitas caminan. Yo iba súper incomoda, pero mi situación se iba a poner mucho peor en unos segundos más.
Al dar la vuelta a una esquina vi que mi grupito de porristas estaba platicando alegremente en el pasillo, y con horror me di cuenta que sería inevitable un encuentro con ellas. Sin poder hacer nada más, trate de poner la mejor cara posible ante la situación.
Y entonces, casi de forma simultánea todas mis amigas voltearon a verme, con una expresión desconcertada.
«¿M..Megan?» «Pero.. a dónde vas?» «¿Eres tú?»
Me mordí los labios con impotencia, sin saber qué hacer. «Eh..este.. si, voy a la cafetería con mi novio. Les presento a Beto..el…es mi novio.»
Mis amigas no podían creer lo que veían. Y para colmo Beto les sonrió con la cara más idiota que tenia y dijo triunfalmente: «Si, Megan es mi bomboncito»
«Oh Dios..» Puse una carita de angustia al oír su comentario. «Bueno, al rato las veo, chicas.. voy con..mi novio, a comer algo.»
Pero al parecer ellas seguían en shock, y no dijeron nada.
Y yo me sentía súper apenada, y para evitar que me reconocieran aun más me cubrí la cara con las manos mientras nos poníamos nuevamente en marcha hacia la cafetería. Durante el trayecto no podía evitar pensar acerca de que tan bajo podría caer mi reputación, y supe que tenía que hacer algo ya. De alguna forma debía lograr que Beto me diera las fotos de la forma más rápida posible.
Si, debía existir alguna forma…
Entonces llegamos a la cafetería, y Beto me llevo hasta una mesa llenísima de Nerds como él. Y antes de que me pudiera sentar me dijo: «Bomboncito, ¿Me podrías traer una charola con fruta y cereal para desayunar?»
Con furia en la mirada me le quede viendo, y le dije al oído: «No soy tu sirvienta, estúpido..»
«Mira Megan, eso es lo que hacen las novias. Si no puedes, pues voy a tener que..»
«Ya..ya, no lo digas. Voy por tu maldita fruta..» Respondí con impotencia, y entonces fui a formarme para comprar el desayuno, aun mas frustrada porque el muy idiota ni siquiera dinero me dio para la comida.
Pero entonces voltee a ver de nuevo la mesita de los Nerds y me di cuenta que todos seguían impactados, platicando con actitudes misteriosas entre ellos. Con una sonrisita sarcástica pensé que definitivamente esto era algo importante en sus vidas, ya que por fin «Uno de su clase» había logrado atrapar a una de las porristas.
Y así estuve analizándolos durante un rato, hasta que por fin me atendieron en la cafetería y volví con la charola a la mesa. Pero justo cuando me iba a sentar Beto dijo: «Mi amor, ¿No te quieres sentar en mis piernas?»
Y claro, lo dijo de tal forma que TODOS ahí lo pudieran oír, y al instante miles de miradas se clavaron en mi. Y cuando le puse a Beto mi clásica expresión de odio él solo sonrió de vuelta.
«Uff…» Resople con resignación, y con un saltito ágil me senté en las piernas de Beto, que inmediatamente me abrazo por la cintura y me apretó contra él. Y claro, su erección contra mis nalgas fue evidente.
«Eso, mi noviecita obediente.» Dijo dándome un beso en el cuello, a lo que el resto de sus amigos respondió con un griterío tremendo. Y yo me quería morir ahí mismo, y con muchísima vergüenza trate de no voltear a ver a nadie y desayunar en paz.
Dios, esto es humillante. Soy como su maldita mascota de lujo.
Y así pasaron 30 «Eternos» minutos…
Y en medio del mas total aburrimiento vi por enésima vez mi plato vacio, y al ver el de Beto apreté las manos con irritación, ya que el maldito ñoño todavía tenía su plato intacto, y por si fuera poco estaba metido en un debate acerca de no sé qué reacción química con otros cerebritos. ¡A este ritmo estaría sentada en sus piernas una semana más…!
Bueno, al menos el nerdcito se la había pasado dándome un suave masaje en la espalda y… Uf… se siente riquísimo. Quizás no todo sea tan malo, pensé ingenuamente.
O quizás sí. De repente oí que algunos de los chicos retaban a Beto y le decían: «Bueno, si es tu novia dale un beso…»
«¿Qué…?» Pregunte volteando a ver a los chicos, que con ansiedad nos miraban a los dos como si fuéramos especímenes de un zoológico. Entonces mire de reojo a Beto, y vi que estaba hecho un manojo de nervios. A pesar de nuestro «trato», era evidente que tomar la iniciativa para besar a una chica era aun territorio desconocido para él.
Y el resto de sus amigos parecía darse cuenta también de esto, y como un tiburón que huele la sangre esperaban de forma no muy discreta su fallo.
Y…
No sé que me paso, quizás sentí lastima, o ternura… o no sé. Pero decidida me di la vuelta y con un gesto apasionado deslice mis dedos en su cabello y le di el beso de lengua más intenso y perverso de la historia. Mis labios encontraron los suyos y mi lengua entro sin piedad en su boca, explorando cada centímetro de ella, mientras Beto solo podía responder torpemente moviendo los labios como desesperado, pero en una cadencia deliciosa.
Y al ver su reacción agresivamente me apreté contra su cuerpo aun mas, como gata en celo, y durante casi dos minutos no hubo poder humano que nos pudiera separar. Durante todo este tiempo deje escapar algunos tiernos y sexuales quejiditos, y cuando finalmente mi boca se separo de la suya vi que un delicado hilo de saliva colgaba entre nuestros labios. Use mi lengua para cortarlo, y con una sonrisita malévola le dije al oído: «Esto cuenta por dos fotos.. ¿Ok?»
«S..si…» Respondió con apuros Beto, casi sin aire. «Gracias, Megan..»
«De nada, estúpido..» Dije sin poder evitar reírme un poco.
El silencio en el comedor era absoluto.
Los nerds nos miraban con la boca abierta, impresionados. Y de repente alguien grito algo que sonó a celebración y se desato la algarabía y el griterío fue ensordecedor. Al parecer tenían un nuevo héroe, Beto, y todos comenzaron a corear su nombre por todo lo alto. «¡ Beto, Beto, Beto …!»
Sonreí con picardía al ver esto, y sin darme cuenta recargue mi cabeza en los hombros de Beto.
De repente sonó el timbre que señalaba el fin del descanso y todos en la cafetería fueron saliendo en estampida de vuelta a sus clases. Pero Beto no me dejo levantarme, y me le quede viendo con desconcierto sin saber a qué iba todo esto. Finalmente dijo: «Megan, tengo un plan.. ¿Ves esa bodeguita al fondo?»
«Si.. ¿Qué tiene?» Dije viendo unas puertas pequeñitas en el costado de la cafetería.
«Ahí quiero que me des la primera mamad.. perdón, nuestro primer trato.» Dijo con pena.
«E..estúpido.. » Le recrimine, sonrojándome visiblemente. Y lo peor de todo es que la idea me.. prendió un poco. «Bueno.. supongo que cualquier lugar es bueno para eso… en fin, vamos..»
Beto no pudo evitar poner una cara de alegría y al ver que la cafetería se quedaba vacía me agarro de la mano y corrimos en dirección de la bodeguita. Pero cuando Beto abrió la puertecita y pude asomarme adentro vi que era un espacio ultra reducido. Apenas si cabrían dos personas, entre escobas y limpiadores.
«¿E..estas seguro, Beto …? Esta súper sucio, y.. podrían salir ratas.» Dije titubeante.
«Si, Megan, entra.. no tengas miedo.»
«Es que..»
«ENTRA..»
«B..bueno..» Respondí resignada, y entonces como pude me metí. Beto me siguió inmediatamente y cerró la puerta, dejándonos a los dos en la oscuridad. Bueno, al menos eso era mejor, porque así el no podría ver mi rostro cuando se la estuviera mamand.…
«No tengas miedo, Megan, traje una linterna..» Dijo inoportunamente Beto, sacando un aparatito de su bolsa.
Oh Dios. ¿Qué no me saldría nada bien nunca?
Suspire desilusionada, viendo con impotencia como la oscuridad del lugar desparecía por completo.
«Ahora Megan.. creo que debes arrodillarte ¿No?» Dijo Beto con viril orgullo.
«Idiota..» Respondí a la vez que con dificultades bajaba hasta que mis rodillas tocaron el frio suelo. «Ya está…»
Pero de repente Beto se volvió a quedar paralizado, sin saber qué hacer. Y así pasaron varios incómodos minutos, hasta que le pregunte: «¿Y bien..?»
«Es que.. yo nunca.. »
«No me digas que.. ¿Nunca te han hecho.. sexo oral?»
«Y..yo.. bueno. No…nunca.»
«Bueno.. si te da tanta pena, pues da por hecho el asunto y todo arreglado.» Respondí con malicia.
«No, ¡Nunca!» Respondió Beto con el orgullo herido, y de un golpe se bajo el zipper y saco una enorme verga de su pantalón.
«Oh.. wow.. no pensé que.. es que.. » Dije atontada, viendo ese magnífico miembro erecto frente a mí. «A poco.. ¿Así de grande?»
«S..si..» Dijo con pena Beto.
He de confesar que el platillo frente a mí se veía delicioso. Mi boca se humedeció con ansiedad, anhelando comérselo, y las dudas en mi mente desaparecieron. «No te muevas.. ¿Ok?»
Y acto seguido abrí mi boca de par en par y con firmeza fui comiéndome su verga hasta que tuve casi 7 cms dentro. Entonces apreté los labios alrededor de ella y fui moviéndome de regreso a la punta, succionando con todas mis fuerzas mientras que con un gemidito sensual le daba un delicioso masaje.
Y casi de inmediato mi mano derecha se apretó contra la base del falo y entonces comencé a masturbarlo violentamente, de atrás para adelante con firmes movimientos, mientras mis labios se deslizaban a todo lo largo, sin parar ni un segundo.
«Ah…agh.. M..Megan… » Dijo Beto con apuros, apuntándome la luz de la linternita con su mano temblorosa.
«¿MMFf….?» Gemí en tierna respuesta, y seguí mamando.
Sonreí con malicia, ya que mi plan era claro. Debía volver loco de placer a Beto, para así sacarle lo más rápidamente posible las fotos. Y si mi boca tenía que pagar las consecuencias, ni modo..
La verdad, no me la estaba pasando nada mal. Y claro, ayudaba mucho que no veía otra salida.
Y así, entre dulces gemidos, mi mano siguió moviéndose rápidamente a todo lo largo de la verga de Beto, mientras mi lengua se retorcía como serpiente alrededor de la punta, alternando entre succiones y lamidas. Y por el sutil sabor a semen en mi boca supe que Beto no tardaría en venirse. Mi boca había hecho a muchísimos chicos terminar rápido, pero nunca tan..
Y entonces sucedió.
Abrí los ojos de par en par al sentir como espesos y calientes chorros de leche explotaban adentro de mi boca, y casi inmediatamente sentí ganas de volver el estomago. A pesar de mis innumerables aventuras orales, el sentir el semen en la boca aun me daba nauseas, y nunca había logrado tomármelo.
«M..Megan.. oh.. Megan…» Decía débilmente Beto, recargándose contra la pared. Y justo entonces sus manos agarraron mi cabeza y me impidieron escapar.
«¡Mfmf….!»
Parecía que Beto nunca había tenido un orgasmo en su vida, porque su leche seguía cayendo en mi boca de forma interminable, hasta que después de varios segundos el torrente se detuvo. Ahora venia lo más difícil, tenía que..
..Tragar.
«Vamos, Megan… -Dijo Beto apuntándome de nuevo con la linternita.- quiero verte haciendo eso. Recuerda que si no tragas no hay trato.»
Ugh…
Nunca había logrado tomarme el semen de nadie, ni siquiera con algunos chicos guapísimos de la escuela. Y ahora estaba aquí, en una bodeguita, con la boca literalmente llena..
Y juro por Dios que no sé que me sucedió…
Cerré los ojos y de golpe di un poderoso trago y mi boca quedo vacía. Sentí escalofríos en la piel al sentir como el espeso liquido resbalaba por mi garganta y llegaba a mi estomago, pero mantuve la compostura.
«Agh….» Dije con asco.
«Eso es, Megan.. a ver, abre la boca y muéstrame que te lo tomaste.» Dijo Beto mientras me daba unas palmaditas en la cabeza.
«Estúpido…» Le respondí entre dientes, y con actitud sarcástica obedecí, y Beto puso una cara de inmenso orgullo al ver que no quedaban rastros de su semilla en mi boca.
«Si, seré muy estúpido, pero ahorita tienes mi semen en tu estomago, Meg. Con eso me basta..»
La frase me hizo enojar muchísimo, y en respuesta apreté los puños con impotencia. No sé que me detuvo para darle un golpe en los hue… ahí mismo, pero finalmente logre calmarme y le dije:»¿Ya terminamos aquí?»
«Si.. ya. Voy a tomar una clase de Biología, pero quiero que me esperes a la salida. ¿Ok?»
«P..pero, M. Beto, esa clase termina a las 3, mi última clase es a la 1…» Me queje.
«Eso no me importa. Espérame en la entrada.»
«Pero..»
«No está a discusión esto, Megan. ¿Ok?»
«Idiota… está bien, te esperare.» Respondí enojada.
Beto me dio otra palmadita en la cabeza y acto seguido salió de la bodeguita, dejándome sola.
«El muy estúpido.. ¿Qué se ha creído?» Refunfuñe, levantándome poco a poco. Pero entonces sentí algo curioso entre las piernas, y al revisar me di cuenta que mi pequeña tanguita blanca estaba empapada.
Oh Dios. No será porque lo había… ¿Disfrutado?
No, claro que no.
Que idea tan estúpida…
Me reí un poco ante mis absurdas ideas, y trate de no pensar más en eso. ¿Yo? ¿Excitada por un nerd? ¡Ja! Nunca…
Entonces con mucha prisa salí de la bodeguita y me puse en marcha a mis clases. Pero una vez ahí era como si no hubiera asistido, porque durante todo el tiempo hasta la salida estuve como atontada, sin poner nada de atención.
Así fueron pasando las horas, hasta que finalmente dio la una de la tarde y todo mundo salió corriendo a su casa..
Excepto yo, claro.
Frustrada, me quede esperando en la entrada a que mi «noviecito» saliera
Me estaba muriendo de aburrimiento.
Eran las 3:25, y Beto aun no salía. ¿Quién se creía el muy estúpido para tenerme así esperando? Pero justo cuando estaba a punto de ir a buscarlo, el muy idiota apareció en la entrada junto con varios de sus amigos.
«¡Idiota, me pudiste haber avisado que te tardarías…!» Le reclame indignada.
«Perdona, Megan, es que me quede emocionado con un experimento.. » Respondió sinceramente apenado. «Pero no te preocupes, te voy a compensar la espera.»
«¿Ah sí? ¿Cómo…?»
Beto fue rápidamente al estacionamiento cercano y volvió a toda prisa con su vieja motoneta.
«Este es el premio, un paseo en motoneta..» Dijo con singular alegría.
Me quede helada. Ya había visto la espantosa motoneta de Beto en otras ocasiones, pero ahora que la tenía cerca se veía aun peor. Era un montón de chatarra oxidada y mal pintada, con golpes por todos lados, y daba la impresión que al pasar por un tope se desarmaría en pedazos.
«P..pero.. esa cosa es un asco. ¡Esta espantosa! Ni pienses que me voy a subir a tu porquería..» Respondí con desdén.
Beto se quedo muy serio, evidentemente herido por mi reacción.
«M..Megan, no vuelvas a hablar así de ella, Georgina ha sido una motoneta excelente.»
«¿Georgina? No me digas que le pusiste nombre a esa basura..»
«¡No es basura, es mi motoneta!» Dijo Beto muy enojado.
«Como sea, no me voy a subir a eso… »
«Bueno, si no te subes… supongo que tendré que ir a enviar unos emails en la casa..» Me amenazó.
Me puse roja de coraje al oír eso y sentí unas ganas infinitas de reventarle la cara con una cachetada en ese momento. Pero algo en mi interior me contuvo, sabiendo que mi reputación pendía de un hilo.
«¡Esta bien, maldita sea! ¿Ok?»
Y entonces como pude me subí al espantoso armatoste, cruzando los brazos en evidente reproche. Pero para mi sorpresa Beto se sentó atrás de mí, apretándose descaradamente contra mi espalda. Y de nuevo, su evidente erección contra mis nalgas me saco un suspiro coqueto.
«¿Pero..que haces? ¿No deberías ir adelante?»
«Voy a ir atrás, Megan, creo que se siente mucho más rico.» Respondió con cinismo mientras hacia un gesto como si me fuera a abrazar, aunque solo era para agarrar el manubrio de la moto con las manos.
Refunfuñe un poco. Sin dudas la escena era ridícula. La capitana de porristas sentada en la más espantosa motoneta de la historia, y para colmo con un Nerd calenturiento atrás.
«Oh Dios.. Ojala nadie me vea…» Dije para mí, suspirando.
Entonces Beto prendió el aparato y acelero unas cuantas veces a modo de prueba. Finalmente, cuando estuvo seguro nos pusimos en marcha. Y bueno, he de admitir que no todo era tan malo, ya el viento en mi rostro se sentía delicioso. Durante un segundo hasta pensé que podría ser divertido todo aquello.
Pero mi suerte nunca duraba mucho.
La vuelta a la realidad fue de lo más cruda posible. Frenando con fuerza la motoneta, Beto se apretó de nuevo contra mi espalda, y pude sentir como su erección se apretaba con muchísima lujuria contra mis nalgas. «¿Podrías alejarte un poco, Estúpido? Me estas apretando demasiado..»
«No..» Me dijo con una risita. «Se siente riquísimo estar aquí atrás.»
«Idiota..» Dije dándole un codazo ligero en la costilla, pero ni así se alejo de mi espalda.
Entonces coloco su barbilla en mi hombro, para evitar mi largo cabello que se mecía hacia atrás con el viento. Y de forma desafiante se apretó mas a mí y para evitar alguna reacción negativa acelero aun más la motoneta.
Resignada, no tuve más remedio que permitir que la situación siguiera. A toda velocidad fuimos avanzando por mil calles, y justo cuando iba a cantar victoria de que nadie nos había visto…
…llegamos a un alto y nos detuvimos. Y en ese momento un hermoso corvette negro convertible se coloco a nuestro lado y reconocí al conductor.
Era Miguel Schneider, uno de los jugadores estrella de futbol de la escuela y el galán más perseguido por las chicas. Y claro, uno de mis tantos pretendientes. La ocasión no podía pintar peor, y justo cuando trate de cubrirme la cara para evitar que me reconociera, me dijo: «¿Megan? ¿Eres tu…?»
Oh Dios.
«Ah… -Dije volteándolo a ver con una expresión tonta- H..hola Miguel.. ¿Qué haces por aquí?»
«Eh.. me dirigía a mi casa. ¿Y.. tu?» Contesto visiblemente extrañado de verme ahí, trepada en esa espantosa motoneta con un idiota.
«Eh.. pues yo..»
«Es mi novia, y la llevo a su casa..» Interrumpió Beto, dándome un ridículo beso en el cuello.
«¿Eso es tu novio, Megan?» Contesto de forma grosera Miguel, sin dignarse voltear a ver a Beto.
«Este.. si. Te quería hablar de él, pero.. » Dije con la cara colorada de la vergüenza.
Miguel volvió a ver a Beto, y por su expresión burlona vi que sin dudas mi reputación sufriría muchos más daños cuando lo contara a sus amigos. Entonces la luz verde se prendió y en un instante el corvette acelero a toda prisa y se perdió a la distancia.
«Dios, eso fue horroroso… ¿Tenias que abrir la boca, estúpido?» Regañe a Beto.
«Pero..¿Qué hice?» Se defendió.
«Eso de «Es mi novia», ¡¿Tienes que contárselo a todos?!»
«P..pues.. si. Eres mi novia. Aunque sea por un trato, eso eres. ¿No?»
«Idiota..» Dije inclinándome hacia delante, sintiéndome a punto de llorar. Beto se quedo callado por unos segundos, hasta que le dije: «¿Qué puedo hacer para que terminemos el trato mas rápidamente?»
«Bueno… -Dijo tras pensarlo un poco- Hay algo…»
«¿Qué?»
«¿No es evidente, Megan?» Respondió con una sonrisita.
«No, eso no.. tiene que ser otra cosa. Pídemelo, te puedo dar dinero, o…»
«No, no necesito dinero. TIENE que ser eso.» Dijo secamente Beto.
«N.no puedo.. no, Beto, otra cosa..»
«No, yo quiero eso. Mira, si aceptas por cada ocasión te daré 3 fotos. ¿Ok?»
«No, no entiendes.. no puede ser eso. NO.» Respondí negándome rotundamente.
«Bueno.. si no es eso, pues seguiremos con el sexo oral hasta que juntes las chupadas que te faltan. Y son muchas, eh…»
«¡Por favor..! Debe haber otra forma.. » Dije suplicante.
«¿Por qué no quieres que sea de esa forma…? ¿Estoy tan feo acaso?» Dijo Beto con un poco de susceptibilidad en la voz, obviamente herido en su orgullo.
«No.. » Dije bajando la mirada. «No es eso… es que.. aun soy virgen.»
«Oh.. Megan.. ¿Virgen? Pero yo pensé…»
La sorpresa en su rostro era evidente.
«Si, se que todos piensan que ya tengo relaciones, pero.. aún soy virgen. Por eso es que no puedo. ¿Entiendes?» Dije con una expresión de total ternura e inocencia.
Beto se quedo pensativo unos minutos, pero justo cuando pensé que vendría una reacción comprensiva de su parte, el sucio animal calenturiento volvió a las andadas. «Bueno, hay otra forma..»
«¿Otra..?» Respondí desconcertada.
«Si.. por atrás.»
«¡¿QUEEEEE??!! ¿Estas idiota o que?»
«Mira, si es por ahí, por cada ocasión te daré.. 3 fotos.»
«¿S..solo 3 fotos? –Dije sin darme cuenta que estaba accediendo- Pero eso era lo que me ofrecías por adelante…»
«Si, pero tú eres la que no puede por ahí, así que solo queda una alternativa, Megan..»
«P..pero..»
«Nada, lo tomas o lo dejas. Si quieres librarte rápidamente de mí, me tendrás que dar el culito.»
Oh Dios. A pesar de mi enojo, sabía que él tenía razón. Si seguía con el método tradicional, tardaría por lo menos un mes en recuperar mi libertad. Pero si hacía uso de las vías alternativas, en cosa de 5 días o menos podría lograr mi objetivo.
«Está bien..» Dije suspirando con una expresión de derrota. «¿Cuándo quieres que.. suceda?»
«¡Ahorita mismo…!» Respondió Beto acelerando la motoneta. «En mi casa..»
«¿Pero.. no están tus papas..?» Dije con algo de nervios al ver la velocidad con la que tomábamos las curvas.
«No, salieron a no sé qué… siempre vuelven tarde.»
Era tal la desesperación de Beto por conseguir su premio que en menos de 3 minutos ya estábamos frenando ruidosamente frente a la cochera de su casa. Sin darme tiempo a nada me tomo de la mano y casi arrastrándome me fue llevando por su casa hasta que llegamos a su recamara.
De un portazo cerró la puerta.
«Uff…» respiro Beto acelerado, mientras yo me dejaba caer en la cama. Volteo entonces a verme con mucha curiosidad, y pregunto: «Y… ¿Cuántas veces lo has hecho por atrás?
«Solo dos…»
Pensé que se sorprendería o me diría algo, pero su reacción fue de lo mas animal y estúpida. «Oh wow, esto se pone cada vez mejor..»
Ver su reacción me puso de malas, y sin piedad le pregunte con sarcasmo: «Y… ¿Siquiera tienes alguna idea de cómo hacerlo?»
«Eh…» Se quedo impávido. Al ver su rostro confirme mis sospechas.
«¿No serás virgen.. o si?»
«E..este…. no, claro que no.. yo..»
«¡Eres virgen!» Dije con una falsa felicidad. «Digo, no que fuera algo inimaginable, pero.. digo, al menos pensé que tendrías alguna experiencia. Al menos no con tu mano nada mas.»
Beto se puso furioso. Al ver de nuevo su expresión supe que quizás no sería tan conveniente burlarme de él en estos momentos, en que le daría mis.. nalgas. Pero el daño estaba hecho…
«¿Ah sí? Mira, he visto en internet como se hace. Ahora veras…» Dijo visiblemente molesto, y de golpe salió del cuarto para volver unos minutos después con algo en la mano. Me fije con cuidado y vi que era un botecito de lubricante sexual, seguramente extraído del cuarto de sus padres. Bueno, al menos no estaba tan desorientado el chico.
«¿Viste? Sé todo de cómo se hace..» Dijo con orgullo mostrándome el bote.
«Si, pero nunca lo has hecho, idiota.»
Beto apretó con fuerza las manos, y me di cuenta de nuevo que mi estrategia de hacerlo enojar no era la más conveniente en estos momentos.
«Perdón, Beto, es que..» Trate de calmarlo.
«Desnúdate..» Dijo en un tono autoritario.
«¿Perdón…?»
«Lo que has oído, Megan. Desnúdate.»
Me mordí los labios con una expresión confundida. De alguna forma, el oír esas palabras en ese tono de voz me había causado ciertas reacciones corporales inesperadas, como una súbita humedad entre mis piernas. Trate de no darle tanta importancia al hecho, pero había una realidad…
Y con muchísima vergüenza vi que conforme me iba quitando mi ropa me iba poniendo más y más caliente. Primero salió mi camisita, y cuando Beto vio mis hermosos pechos firmes apuntando a él se quedo boquiabierto, incapaz de hacer nada. Luego me quite la faldita, y al ver mi delicada tanguita negra casi le da un infarto.
Y cuando por fin esa última prenda salió volando y cayó sobre su teclado de computadora, comenzó a sudar copiosamente y su erección bajo el pantalón fue más que evidente.
«Ya estoy desnuda..» Dije secamente, aunque fascinada en secreto por el efecto que estaba teniendo en el.
«Eh.. yo.. este.. » Contesto torpemente, balbuceante.
Vi que sobre todo no perdía de vista el delicado triangulo de vello negro entre mis piernas, finamente cortado y brillando seductoramente ante la luz por mi humedad.
«No me vas a decir que nunca habías visto una mujer desnuda, Beto … ¿O sí?» Dije con voz ligeramente de burla.
«Eh.. no, claro que sí, yo.. bueno, una vez sin querer vi a.. mi tía.»
Me mordí el labio para no reír. Mi situación ya era de por sí bastante mala, como para empeorarla más.
«Dudo que tu tía este así de buena como yo.. » Dije con una risita.
Beto solo se quedo ahí parado, con muchísimo miedo en la mirada. El pobre no era capaz de dar ni un paso en mi dirección, y toda su seguridad daba la impresión de que se había evaporado. El silencio se fue volviendo cada vez mas incomodo, hasta que no pude más. «Bueno, al parecer no va a suceder nada aquí. Me voy a ir, y me cuentas mis 3 fotos..»
«¡No!, no, sí va a pasar algo.» Dijo Beto sujetándome de la mano. «Megan, quiero que te quedes en posición fetal en el borde de la cama, boca abajo, apretando tus piernas con los brazos. ¿Entendiste?»
Me sonroje muchísimo ante la petición. De nuevo mi cuerpo volvió a reaccionar de formas que no quería, pero no podía evitar. Casi pude sentir mis pezones irguiéndose lentamente mientras el corazón me latía con prisa.
«Bueno..» Accedí con algo de nervios, y en un instante ya estaba en posición. Mis pies quedaron en el aire, mientras mi colita estaba obedientemente apuntando hacia arriba, indefensa ante cualquier ataque. Apreté mis piernas con mis brazos, a la vez que recostaba mi rostro en la cama, esperando mi destino.
Marcelo no dijo nada, y con sorprendente seguridad se embarro los dedos con el frio gel lubricante y empezó a frotarlo vigorosamente alrededor de mi ano, presionándolo en ocasiones con mucho cuidado.
«Uh…» Se me escapo un suspiro.
«¿Dijiste algo..?» Pregunto sin detenerse.
«No.. nada. Sigue..» Respondí sonrojándome. No quería que Beto se diera cuenta de los efectos que sus atenciones tenían en mí, pero se estaba volviendo cada vez más difícil.
El siguió aplicándome mas y mas lubricante en mi delicado agujerito, mientras sus dedos temerariamente entraban y salían hasta que después de algunos minutos me sentía súper resbalosa.
«Ya está listo. Y casi me acabo la botella..» Dijo Beto con una risita boba mientras se detenía a admirar su obra. Y debía ser la obra más hermosa del mundo, porque mi culo estaba ahí solo para él. Mis firmes y paraditas nalgas estaban listas, deliciosamente esperando su castigo, y sin dudas eran una visión que harían llorar como niño a cualquier hombre.
«Uff..» Suspire tiernamente.
Beto se fue quitando la ropa lentamente, y cuando voltee a verlo vi a su inmenso animal libre, apuntando directamente a mí de forma amenazante. Sentí entonces muchas dudas, y casi me retracto del trato en ese momento.
«C..con cuidado..¿Ok?» Dije mordiéndome los labios.
«Si, Megan..» Contesto Beto, aun mas nervioso que yo. Lentamente se coloco detrás de mí y sus manos se deslizaron suavemente por mi espalda y glúteos hasta que después de unos segundos se apretaron con firmeza a mis caderas.
«Uf…» Dije suspirando, sin darme cuenta que había levantado un poco más las nalgas. Sentí entonces muchísima vergüenza, ya que Beto estaba ahí atrás, seguramente mirándome todo. Pero lo hecho, hecho esta, y mordiendo un poco la sabana trate de dejar mi mente en blanco.
«Ahí va, Megan..» Dijo con la voz entrecortada Beto, y entonces sentí como la gruesa punta de su miembro comenzó a hacer presión contra mi estrecho agujerito, sin lograr entrar.
«Oh Dios.. dios.. dios…» Dije con la respiración acelerada, apretando los puños.
Mi ano se cerraba con fuerza ante los intentos del insistente invasor, y durante algunos minutos ganó la batalla. Desgraciadamente, esta era una prueba de resistencia y con cada acometida mi delicada entrada iba perdiendo energía, hasta que finalmente….
.. squish.
Con un sexual sonido, su pene entró en mi colita.
No tuve ni tiempo de reaccionar. La sensación era deliciosa, y mi ano pulsaba violentamente alrededor de la gruesa serpiente que lo penetraba. Y antes de hacer nada mas, el intruso comenzó a deslizarse poco a poco hacia mi interior, centímetro a centímetro, vigorosamente por todos mis intestinos.
«Ohh…oh…mmm….D..dios…» Gemí tiernamente, poniéndome increíblemente tensa. Mi culo estaba perdiendo la batalla, y ante el delicioso ardor por instinto trate de moverme un poquito hacia delante. Pero Beto me apretó las caderas con fuerza impidiéndome escapar. Era evidente que no descansaría hasta que me hubiera metido la verga por completo en el culo.
«M..Megan, esta.. muy apretado. Apretadísimo..» Dijo Beto entonces con apuros, pero sin detenerse en su empeño. Su miembro seguía avanzando por mis intestinos.
Cerré los ojos y con impotencia agarre una almohada cercana y hundí mi rostro en ella, mordiéndola con fuerza. Lo que decía Beto era verdad, mi culo estaba resistiéndose al máximo ante la súbita invasión, y las exquisitas contracciones que mi ano daba para expulsar su pene de mi interior me tenían al borde de la locura.
Nunca hubiera pensado que tener una verga en la cola me desquiciaría de tal manera.
Finalmente, el momento llego. ..
Con un firme empujón el cuerpo de Beto impacto contra mis nalgas y sus bolas rebotaron en mi coño, señal de que había logrado penetrarme por completo. No sabía cómo, o si podría ser incluso posible, pero había sucedido. De alguna forma TODO su grueso y venoso miembro descansaba en estos momentos en mis intestinos, ansiando depositar su carga en mi interior.
«Oh..Dios..¿Esta….todo adentro?» Pregunté con apuros.
«S..si.. Megan. Todo. Te lo comiste completito.»
«Oh.. » Me sonroje.
Nos quedamos en un incomodo silencio durante algunos minutos. Finalmente Beto me pregunto: «Megan.. ¿Ya me puedo mover…?»
«S..si..» Respondí apenada. «hazlo..»
Y comenzó mi castigo. Con mucho cuidado Beto se hizo para atrás hasta que su pene salió de mi culo unos cuantos centímetros. Pero entonces con un movimiento firme se apretó contra mis nalgas y el sentir el golpe en mi estomago me saco un coqueto gemidito.
«¡Ahh….!»
Beto se prendió al oír mi reacción, y con más energía repitió la maniobra. Y de nuevo, al sentir el empujón dentro de mi estomago volví a gemir, esta vez de forma aun más sensual.
«¡Uhh…»
Las manos de Beto se apretaron con más fuerza a mis caderas, y entonces comenzó a bombearme el culo con una energía y vigor que nunca hubiera esperado de él. El ritmo de su ataque se volvió casi frenético, con su poderosa verga moviéndose increíblemente rápido mientras mi pobre ano trataba con apuros de apretarla y detener su avance.
Slap….slap….slap….slap….slap….slap..slap.slap.slap.slap.
«D..dios….dios…» Dije febrilmente, sintiendo un exquisito dolor en la cola que me tenia retorciéndome de placer. El golpeteo en mis entrañas me tenía fascinada, y en respuesta a eso de mi coño goteaban algunos cálidos jugos que caían descaradamente en la cama, profanándola.
«Megan.. uff.. ¿T..te…acuerdas cuando… me llamaste…estúpido?» Pregunto de repente Beto, sin detenerse para nada.
«Uf…..s..si….uhh..» Asentí con dificultad.
«Y… ahora..t..te estoy… dando por atrás…Megan…»
Slap..slap.slap.slap.slap.
«…s..si…ahhh..» Gemí.
«P..pues.. no soy…t..tan…. estúpido.. ¿N..no? Si te estoy.. d.dando.. por el culo..»
Me quede sin habla. Sentí una ola de calentura por toda la piel, fascinada ante la mezcla de impotencia y excitación que su comentario me había causado. El estar siendo sometida así, por la persona que menos hubiera imaginado, me tenía al borde de la locura. De la noche a la mañana había pasado de ser la capitana de porristas y la chica más sexy de la escuela, a estar en la recamara de mi odioso vecinito siendo sodomizada por él.
Y lo peor era que me estaba encantando ser tratada así.
Cerré los ojos mientras una gota de sudor resbalaba por mi rostro. Me mordí los labios en una actitud sexual, disfrutando inmensamente como mi hermoso culo era violentamente profanado una y otra vez. Sin piedad.
Pero claro, mi suerte no podía durar.
De repente, la puerta del cuarto se abrió y horrorizada vi que el papa de Beto, un señor flaquito, con lentes y bonachón estaba ahí, impávido, mirándonos sorprendido sin saber qué hacer.
Y la escena frente a él no podría ser más pecaminosa.
Ahí estaba yo, la hermosa e inalcanzable vecinita, boca abajo y en posición fetal en el borde de la cama mientras su hijo me metía la verga por el culo. Me paralice sin saber qué hacer.
«¡P..perdón, chicos.. yo.. Beto, tu… sigan con eso, hagan de cuenta que no vi nada…» Dijo entonces el papa de Beto, con una expresión de orgullo en la cara. Esto obviamente al ver a su torpe hijo montando a semejante ejemplar femenino.
Como sea, en un instante el señor cerró la puerta y volvimos a quedar solos Beto y yo.
Durante algunos incómodos segundos nos quedamos los dos en silencio, sin movernos ni decir nada. Finalmente le pregunté con algo de angustia: «¿No que tu papas no estaban en la casa?»
«M..Megan, te juro, no sé porque volvieron, pensé que estarían fuera más rato…» Se disculpo apenado Beto.
«Dios mío, que pena… ¡¿Qué va a pensar tu papa?!»
«Pues.. nada, que eres muy caliente y te gusta por el culo.» Bromeo Beto.
«Eso no es gracioso, estúpido..» Dije angustiada, mordiéndome las uñas.
«Perdona, Megan.. mira, terminemos y al rato le explico. ¿Va? No creo que vaya a pensar mal de ti.»
Yo tenía un evidente color rojo vergüenza en todo el cuerpo. Mi vergüenza era absoluta, y seguramente después de esto nunca volvería a poder mirar a la cara al papá de Beto. Como sea, no hice ni un intento de retirarme, y con voz baja dije: «Apúrate… ¿Ok? Quiero irme a casa…»
Beto me apretó de nuevo de las caderas y continuó su sexual labor. Obviamente a él no le había afectado tanto la situación como a mí, y en menos de un segundo ya estaba bombeándome el culo como si nada hubiera pasado.
Su respiración fue volviéndose cada vez más agitada, y muy a pesar de mi consciencia mi cuerpo volvió a excitarse al nivel anterior. Las embestidas de Beto me tenían temblando en éxtasis y mis gemidos no dejaban ya la menor duda de eso, y eran descaradamente sexuales. Con cada bombeada mordía con más fuerza la almohada, y me preguntaba si al terminar todo no estaría ya deshecha la pobre.
«M..Megan…» Dijo tartamudeando Beto. «¿D..dónde..»
«A..adentro.. Beto … » Respondí, para de esa forma evitarme complicaciones. Aunque muy en el fondo sospechaba que quizás esa no fuera toda la verdad. Con un empujón violento Beto se apretó contra mis nalgas, y por sus gruñidos y temblores supe que estaba teniendo el orgasmo del siglo.
«Ughhh….ugh….ahh…» Decía mientras sus manos temblaban contra mis caderas, manteniéndome en mi lugar.
«Ah….» Gemí suavemente, cerrando los ojos mientras sentía como su verga escupía con agresividad su veneno directamente en mis intestinos, causándome algunas cosquillitas. La sensación era deliciosa y mi ano se apretaba violentamente alrededor de la base de la verga de Beto, descaradamente ordeñándolo. Era casi como si quisiera apretarse contra el extraño cuerpo invasor para de esta forma evitar que escape.
Sabía que el semen de Beto en estos momentos estaba tapizándome el recto, y no sé porque puse una carita de inocencia, sintiéndome en contraste la más perversa de todas en el mundo.
Beto se estuvo viniendo en mi culo por lo que parecieron horas, y cuando por fin termino saco su pene lentamente de mi, dejándolo justo afuera como si me estuviera tentando. Mi ano se quedo abierto por algunos segundos más, y conforme se iba cerrando pude sentir unas deliciosas contracciones que me arrancaron una pecadora sonrisa.
«Megan, estuvo impresionante.. » Trato de decir Beto, limpiándose el sudor de la frente.
«S..si..» Dije con pena, mientras con un juguetón movimiento me ponía en pie y agarraba mi tanga negra, para acto seguido ponérmela de vuelta. Hice lo mismo con mi faldita y camisa, y entonces con coquetería me peine un poco frente a un espejo del closet.
Beto solo me miraba con admiración, pasando sus ojos por todo mi cuerpo mientras me ponía guapa de nuevo.
«Esa es mi chica. Tan linda, y con su colita llena de leche.» Dijo Beto con un tono de voz juguetón, ya muy desinhibido.
«idiota..» Le respondí con un gesto coqueto, y entonces caí en cuenta de algo.»Oye.. me tengo que ir, pero.. me daría pena ver a tu papa abajo.»
«Pero.. no hay otra forma de salir, Megan. Mira, no creo que este en la sala.. pero si gustas vamos los dos ¿Va?»
«Bueno..» Respondí sin mucho entusiasmo.
Salimos de su cuarto y Beto bajo primero las escaleras. Me hizo una señal de que todo estaba despejado, pero justo cuando llegue abajo la puerta principal se abrió y volví a ver al papa de Mat Beto eo, que esta vez llevaba unas bolsas del supermercado en las manos.
Baje la mirada inmediatamente, cubriéndome la cara con una vergüenza infinita y sin poder verlo a los ojos. A pesar de la incómoda situación el señor muy amable me saludo:
«H..hola, Megan.. me saludas a tus padres ¿Ok?» Dijo mientras volvía a mirar con orgullo a su hijo, que acababa de cogerse al mejor espécimen femenino de la ciudad. Entonces el señor se puso en marcha a la cocina y lo perdimos de vista. Beto paso su brazo por mi cintura y con simpatía me acompaño hasta la salida.
«Dios, que pena..» Dije para mí, recreando en mi imaginación lo que el papa de Beto había visto hace unos minutos. El visualizarme a mí en tan humillante posición, con un palo en el culo, me tenia angustiada.
Beto me regreso a la realidad con una pregunta: «Entonces… mañana te espero para irnos juntos a la escuela, Megan. ¿Ok?»
«Si..» Dije suspirando, aun con la mirada baja. Me sentía la más sucia del planeta. No tanto por el descubrimiento en sí, sino por mi reacción. Y es que mi cuerpo no dejaba dudas de que le había fascinado todo el proceso.
Mi dignidad estaba en el suelo.
«Oye.. y prepara bien esa colita, que a partir de mañana recibirá su castigo 3 veces al día.» Dijo entonces Beto en un tono algo burlón, aunque tratando de poner humor a la situación.
«Estúpido..» Le dije en voz baja, sin poder evitar sonreír un poco.
«Si.. estúpido, pero mañana me volverás a traer tus nalguitas de nuevo, Megan. Entonces ¿Quién es el estúpido?»
No sé que le había hecho a Beto antes, pero al parecer tenía un enorme resentimiento conmigo. En fin, ahora estaba demasiado cansada para pelear o discutir. Me di la vuelta y en unos minutos ya estaba en mi cama, dándole mil vueltas al asunto. Me sentía muy confundida, con una lucha mental entre lo que creía y lo que había pasado con mi cuerpo.
Hasta que finalmente…
… fui quedándome dormida.
Y sin poder evitarlo, toda la noche soñé con lo que había pasado con Beto. Una y otra vez, casi como si fuera una lección que debía aprender a como diera lugar. Y los sueños no dejaban tampoco lugar a dudas…
… La sonrisa en mi cara tampoco.
Estaba teniendo el más candente sueño de la historia.
Desesperada, me veía corriendo por mil pasillos y salones, perseguida implacablemente por Beto, que cuando me alcanzaba me sodomizaba una y otra vez, en todas las posiciones imaginables. Yo le rogaba que tuviera piedad, que me perdonara, pero siempre el resultado era el mismo…
… el me sometía.
En ocasiones me arrinconaba contra la pared y así me penetraba, en otras me ponía a 4 o de ladito en un sofá y me castigaba. Fueron tantas las ocasiones y formas que simplemente perdí la cuenta, pero en mi fantasía todo me estaba resultando exquisito. Cada vez que su miembro se metía entre mis nalgas, inconscientemente apretaba las sabanas con fuerza, retorciéndome como gata en celo en la cama.
Y sin poder evitarlo los gemidos sexuales escapaban una y otra vez de mi boca, y eso parecía motivar mas al Beto de mis sueños, que con crueldad abusaba de mí cada vez más agresivamente, hasta que…
«¿Megan? Megan, despiértate hija, estas teniendo una pesadilla.» Dijo mi Mama cariñosamente mientras me sacudía el hombro.
«¿Eh…? ¿Qué paso..?» Dije confundida, abriendo los ojos con dificultad.
«Estabas teniendo una pesadilla, hija. –Dijo mi Mama con preocupación-Te quejabas mucho, y por eso vine a despertarte.»
«Uf.. no, no te preocupes, Mami.. no me pasa nada, solo.. fue un mal sueño.» Me senté en el borde de la cama y me cubrí la cara con las manos.»¿Qué hora es?»
Mi Mama sonrió complacida al ver que la situación estaba bajo control. Me dio un cariñoso beso en la mejilla y dijo: «Las 8, y ya debes de arreglarte para ir a la escuela. ¿Ok?» Y entonces salió de mi habitación para atender sus asuntos.
Me quede ahí sentada, sin saber qué hacer. ¿Realmente había sido capaz de soñar todo eso? Y lo peor de todo no había sido el aspecto pervertido del sueño, sino que me había gustado. Me dolía en el alma recordar cómo hasta le había suplicado a Beto que me diera más, y la sutil humedad entre mis piernas era el vivo vestigio de eso.
Oh Dios. ¡Me estaba volviendo loca!
Apreté las manos con furia, sintiendo un súbito arranque de dignidad. ¿Quién se creía ese estúpido para tenerme en este estado? No, señor, debía ponerle un alto a esta situación. Ya de por si era bastante humillante ser la esclava sexual del Nerdcito, como para encima disfrutarlo.
La vieja Megan debía volver, llegar a ser de nuevo la reina del universo.
Si, sin duda…
¿Pero cómo?
Me quede pensando en eso un rato. Claramente mi reputación en estos momentos no estaba en el punto más alto, así que tenía que tomar medidas para evitar en lo posible las consecuencias negativas de mi situación con Beto. Debía buscar la forma para mantener mi popularidad intacta.
Entonces me vino a la mente una idea genial. Esta noche habría una fiesta y sería en la casa de Pedrito Salinas, uno de los juniors millonarios de la escuela. ¡Claro! Solo la crema y nata de la sociedad acudiría, por lo que lo mejor que podría hacer seria ir sola y ser el centro de atención, para variar.
«¡Dios mío, que súper idea…!» Me dije con una sonrisita malévola en la cara.
Entonces sonó el teléfono de mi cuarto y rápidamente conteste.
«¡Megan, estaba preocupada por ti..!» Reconocí inmediatamente la voz de Michelle, una de las porristas de mi equipo y la chica más hipócrita del mundo. Siempre había querido el puesto de capitana, y desde que se lo gané había estado tratando de ganarse mi «amistad».
«Ah.. Michelle, que alegría, amiga.. ¿Y porque preocupada?» Dije con la más profunda hipocresía.
«Uff, o sea, es que desde que agarraste a eso de novio, todas creemos que te volviste loca.»
La sangre me hirvió ante el comentario, pero contuve la calma.
«No, para nada, pues… es que lo tengo de novio porque… pobrecito, le quedan 3 meses de vida y quise ser su última alegría en este mundo.»
«¡Ay, amiga, que buena eres..!-Dijo Michelle con una voz sutilmente cínica.»Claro, tan noble tú, ¿Cómo no se nos ocurrió eso?»
«Si, ya sabes cómo soy, siempre ayudando. Por cierto, ¿Vas a ir a la fiesta?»
«¡Helllowww, pues claro! O sea, todas, todas vamos a ir súper fashion, es un evento único, súper cool.»
«Bueno, yo iré también.. ¿Pasarías por mi?»
«Amiguis, ni lo tienes que pedir. ¿A qué hora pasamos? Voy a ir con todas las chicas del equipo.»
«No sé, a las 10pm, ¿Va?»
«Súper, nos vemos amiguis, besitos mua mua»
Colgué con algo más de fuerza que la necesaria, bastante irritada por la actitud de Michelle. Bueno, más que la actitud fue la posición de lástima que me manifestó. Y lo peor era que seguramente así pensaría más de uno, por lo que ahora más que nunca mi presencia en esa fiesta era indispensable.
Sin duda, mi única salida.
*** 11 Horas después ***
El resto del día pasó sorprendentemente rápido. En la escuela no vi en ningún momento a Beto, y las clases fueron pasando una tras otra sin incidentes. Finalmente, y casi sin darme cuenta, ya estaba de vuelta en mi recamara y comenzaba a anochecer.
Eso sí, todo el día le había dado vueltas en mi cabeza al gran evento, y cada vez me sentía más contenta por lo que sucedería en la noche. Tenía que ir vestida de forma espectacular, claro está, y entonces fui a darme un baño rápido, y al terminar corrí a mi closet para elegir el atuendo que llevaría.
Y lo primero que escogí fue una sensual tanguita rosa que fui subiendo por mis piernas lentamente, ruborizándome en el proceso. Luego me puse un súper sensual vestidito negro de tubo de una pieza, que cubría desde mis muñecas hasta un poquito debajo de mis nalgas, y se apretaba contra mi cuerpo como si fuera una segunda piel.
Luego, para completar la imagen sexual que quería, me puse unas botas de terciopelo blanco a media pierna, y finalmente me arregle el cabello en una linda cola de caballo y me pinte un poco el rostro. Entonces con vanidad me paré frente a un espejo de cuerpo completo y lo que vi me dejo impactada.
Uff. Me veo súper sexy.
Con una sonrisita picara di varias vueltecitas para lucir mi figura, y supe que los chicos en la fiesta se morirían de la impresión al verme llegar así. Justo entonces oí como sonaba un claxon en la calle, y al asomarme vi que en un jeep amarillo estaban mis amigas saludándome como desesperadas.
«¡Ya voy, espérenme!» Les grite mientras agarraba una pequeña bolsita negra y a toda velocidad bajaba las escaleras hasta llegar a la puerta principal. Pero cuando la abrí me lleve una sorpresa, ya que ahí estaba Beto, con sus típicas fachas de nerd y un ramo de rosas rojas en la mano.
«H..hola Megan.. te traía esto..» Dijo entre apenado e impactado, recorriéndome con la mirada de pies a cabeza.»Wow.. estas súper linda esta noche.»
«Ah.. si, gracias.. –Dije con indiferencia- Me tengo que ir a una fiesta, pero pues deja las flores en la sala. ¿Ok?»
«¿A una fiesta? ¿Oye, y si vamos juntos?» Preguntó emocionado.
«No, no creo, es muy exclusiva, gente como tú no puede entrar..» Dije con desdén.
«Gente… ¿Como yo?» Le cambió inmediatamente la expresión.
«Bueno… no quise que sonara así. Pero tú me entiendes, ¿No? Nos vemos mañana, y gracias por las flores.»
Y sin darle tiempo a responder corrí hasta el Jeep y me subí en la parte de atrás. Estaba tan emocionada que ni siquiera voltee a ver a Beto mientras el vehículo se ponía en marcha a la fiesta. Había sido más cruel de lo necesario, sí, pero esta era mi noche y nadie me quitaría eso.
*** En la Fiesta, 15 minutos después ***
«¡Hola chicos…!» Grito Michelle de forma escandalosa mientras que ella y el resto de mi equipo de porristas entraban a la casa de Pedrito Salinas, una lujosísima residencia en las afueras de la ciudad. Y yo las iba siguiendo unos pasos atrás, y cuando por fin entre vi que todo era un pandemónium, ya que el lugar estaba atiborrado de gente y la cerveza y las risas fluían alegremente.
Entonces fui siguiendo a mis amigas con dificultad entre las miles de parejitas bailando, hasta que finalmente llegamos a una mesita junto a la alberca en la cual ya varios chicos nos estaban esperando. Una a una mis amigas se fueron sentando, pero por las miradas que me daba el público masculino ahí reunido supe que la estrella sin duda era yo.
¡Y esa sensación me fascinaba!
Y claro, los chicos se morían por llamar mi atención y me ofrecían cosas: «Ven, Megan, siéntate aquí.. «»No, nena, aquí..» «Vamos, Meg ¿Te traigo algo de beber?»
«Gracias, chicos, ¿Me podrían traer un tequila?» Les dije a mis admiradores con una sonrisita coqueta.
Y casi de inmediato 2 de ellos se levantaron y a toda prisa fueron hasta el bar cercano. Voltee a ver a Michelle y le sonreí con malicia, disfrutando el darle estas muestras de mi poder con los hombres, porque…
…A ella ni siquiera le preguntaron si quería algo de tomar.
En menos de un minuto los chicos regresaron con mi bebida, y como la lujuria estaba a tope esa noche, aproveche para de forma picara sentarme de un modo más sensual que de costumbre. Con total inocencia arquee un poco la espalda y cruce seductoramente mis largas y espectaculares piernas, y cuando voltee a ver de reojo a los chicos supe que a más de uno le estaba a punto de dar un infarto.
«M.megan… » Dijo uno de ellos, tragando saliva. «¿Vas a llevar al equipo de porristas al partido de mañana?»
Lo mire de la forma más sensual posible. «No sé. Depende de si nos tratan bien esta noche.»
«S..sí, claro, las vamos a tener muy divertidas todo el tiempo eh.» Y el pobre chico comenzó a sudar de nervios mientras bajaba la mirada.
Me mordí los labios con actitud de travesura ante eso.
«Ay Megan..» Dijo Michelle en mi oído, visiblemente irritada. «Abusas de esos chicos, el pobre se está muriendo de la pena.»
«Bueno, Michelle, es la carga que llevo en mis hombros, ser espectacularmente bonita. » Respondí con ironía, lo cual saco una risita falsa de mi rival.
«Ah sí.. sin duda. ¿Oye, y que paso con tu noviecito?» Respondió Michelle con evidente rencor.
«Se quedo en casa por sus tratamientos. Ya sabes, pobrecito. 3 Meses de vida.» Dije con una mirada de ternura pura.
Michelle no dijo nada, y se limito a darle un trago a su bebida con frustración.
Voltee a ver de nuevo a la gente a mi alrededor, y como esperaba, casi todos los chicos en la fiesta no me quitaban la vista de encima. Bueno, no solo a mi sino a todas las chicas de la mesa, porque con toda honestidad aquí estaban los mejores especímenes femeninos de toda la escuela. Pero eso si, al ser yo la capitana del equipo de porristas eso me hacia sin duda el manjar más apetitoso de todos.
Le di otro trago a mi bebida, y casi sin darme cuenta ya tenía a otros 3 chicos guapísimos sentados a mí alrededor, todos con el evidente afán de ganarse mis atenciones. Sonreí de forma frívola, fascinada con la atención. Sin duda, esta sería una noche especial.
… Y desgraciadamente, lo fue.
Al parecer mi buena suerte se acababa apenas me confiaba, porque apenas unos segundos después se oyó un bullicio en la puerta principal. Entonces de entre la multitud apareció Beto, vestido de la forma más espantosa posible, con un saco y pantalón de cuadros verdes, acompañado de una camisa morada, y una rosa en la bolsa frontal.
¡Dios mío, esto no me puede estar sucediendo! Dije en voz baja, cubriéndome la cara con las manos.
«¡Hola Megan, mi bomboncito..!» Gritó alegremente Beto mientras me daba un beso idiota en la frente.
«¿Pero qué haces…?» Le pregunte en voz baja, visiblemente irritada.
«Pues, vengo a la fiesta contigo. ¿O te molesta, mi amor?»
Todos en la mesa estaban en silencio, sin quitarme la vista de encima. Si quería mantener la farsa del «noviecito», debía ser lo más convincente posible. «Eh.. sí, mi amor. Ven, vamos a un lugar más privado a platicar.» Y entonces agarre a Beto con fuerza de la mano y casi lo fui arrastrando hasta que llegamos a una esquina medio oscura del jardín.
«Uy, hasta me dolió la mano, Megan.» Dijo en tono de chiste Beto.
«¡Estúpido! ¿Pero qué carajos haces aquí?» Le reclame indignada.
«Mira, no te estás portando como la noviecita educada que quiero ehh..»
«Me vale madre eso, Beto, ¡Te dije claramente que no te invitaba a la fiesta!» Respondí apretando los puños de la impotencia.
«Pues, el trato era que serias mi noviecita, y si no puedes hacer eso tendré que tomar algunas medidas. ¿Entendido?»
«No te creo, nerdcito, porque tú sabes que te he estado dando mi cuerpo y no renunciarías tan fácilmente a eso. Además, esto de ser tu noviecita ya me está hartando.» Reclame con seguridad.
«¿Ah sí? Bueno, si, tienes razón, me has estado dando tu cuerpo, pero si no te portas como la noviecita cariñosa que espero, al menos una de las fotos saldrá en internet cuando el trato termine. ¿Entendiste, muñeca? Además, eso te ganas por tratarme tan mal.» Dijo Beto con mucha irritación en su voz.
«¡No puede ser..!» Dije con impotencia a la vez que me le quedaba mirando con cara de enojo. Pero sabía que él tenía razón, no podía escaparme de ser su noviecita. Me quede sin hablarle durante casi 10 minutos, y cuando por fin me tranquilice le dije:
«Mira… ve y tráeme un tequila. ¿Ok? No pienso moverme de esta esquina en toda la noche.»
Beto me miro con una cara que dejo en claro que mi comentario le había dolido, y entonces se puso en marcha al Bar. Me recline en la baranda, con mi corazón latiendo a mil por hora por el disgusto que acababa de pasar, hasta que pasados unos minutos Beto volvió con mi tequila y me lo ofreció.
Sorprendentemente, luego se quedo en silencio junto a mí y no dijo nada durante un rato.
Le di varios tragos a mi bebida, y cuando la curiosidad ya me tenía vuelta loca le pregunte: «¿Estas molesto conmigo?»
«Si. Megan, eres muy cruel.» Dijo sin mirarme.
«Ah, ¿Cruel? ¿Necesito recordarte quien es el que me está chantajeando?»
«Si, pero.. ¿Tan mal te la has pasado?»
«P..pues, claro.. ha sido asqueroso todo.»
«No te creo, porque siempre has gemido de una forma que deja en claro que te gusta. Y no me digas que no, Megan.»
«Pues, creo que estas volviéndote loco o algo. Yo NO he gemido de placer contigo NUNCA.»
«¿Ah no? ¿Y qué me dices de esto?» Y acto seguido me mostro su reloj, y al apretar un botón se oyeron claramente mis gemidos. Y sin duda, eran sexuales.
«Estúpido, ¿Me has estado grabando?»
«Si, ¿A poco no está súper este reloj? –Contestó súper emocionado- Pero solo graba voz. ¿Ya vez como sí has gemido de placer?»
Le di varios tragos a mi bebida y no le respondí. Me había descubierto, y por más que pensaba que responder nada me convencía. Resignada, me di cuenta que el silencio era mi única alternativa posible.
Beto se quedo callado también, y durante un largo rato nos quedamos admirando las luces de la ciudad a lo lejos. Seguí tomándome el tequila, hasta que de repente…
…Paso algo que altero aun mas mis planes.
Quizás causado por el enojo o lo que sea, el tequila comenzó a hacer efecto. Y fue súper intenso y REPENTINO. Me sentí mareada de repente, y me puse a reírme como tonta. Beto vio inmediatamente que algo no estaba bien, y me dijo:
«Megan, ¿Te sientes bien?»
«Uff. Si, nerdcito.. me siento suuuper..» Dije agarrándome a la baranda con dificultad.
«Ay Megan, ya se te subió la bebida. Te voy a llevar a tu casa ¿Ok?» Dijo Beto sujetándome de la cintura, a lo cual respondí abrazándolo con fuerzas. Pude sentir como su corazón se acelero de inmediato, y sonreí un poquito.
Regresamos a la fiesta y aun atontada me fui despidiendo de todos, mientras Beto seguía llevándome en sus brazos hacia la salida entre la multitud. Lentamente llegamos hasta la puerta principal, y cuando estuvimos afuera vi que la espantosa pick up de Beto estaba estacionada en la entrada.
Y no pude evitar poner una cara de burla al ver eso. Era un vehículo espantoso, modelo 60, con golpes y manchas de oxido por todas partes. Claramente esa camioneta había visto muchísimo camino en su vida.
«E..espera, Beto.. ¿N..nos vamos a ir en esa…cosa, a la casa?» Dije arrastrando las palabras, sintiendo como me movían el piso.
«Si, Megan.. » Respondió con indiferencia Beto, y entonces me abrió la puerta del pasajero y con un pequeño esfuerzo se aseguro que estuviera bien sentada y luego me coloco el cinturón de seguridad.
Rápidamente fue hasta el otro lado y se coloco al volante, y cuando encendió la espantosa camioneta se oyó un rugido tremendo del motor. Acelerando poco a poco dio la vuelta y nos pusimos en marcha a mi casa.
Cerré los ojos, aun muy mareada por todo lo ocurrido. Voltee a ver a Beto, y vi que estaba con la vista fija en el camino.
«¿ Beto …?»
«Dime, Megan..»
Me reí de forma boba, lo cual hizo que sonriera un poco. «¿S..sabes..? Ayer soñé contigo.»
«¿Ah sí?» Respondió con muchísimo interés.
«Sip. Me perseguías en el sueño, y me la… metías.» Dije de nuevo entre risitas.
Beto comenzó a sudar de repente por lo que estaba oyendo.
«Oye, Megan.. y.. ¿Qué mas pasaba?»
Me recosté contra la puerta, sintiendo el frio aire del bosque alborotando mi largo cabello negro.
«Me la metías.. Beto. Y me la metías.. y me la metías.. y…»
Y sin darme cuenta me fui quedando dormida.
Casi ni sentí cuando la camioneta bajo la velocidad y se metió en un camino rural, ocasionando que se zarandeara un poco. Cuando abrí los ojos vi que estábamos en un mirador, con las luces de la ciudad a la distancia.
«Uf..d..donde estamos..?» Dije con una risita boba, mirando a Beto.
«Es un mirador, Megan.. ¿Ves? De aquí se ve tu casa, asómate.»
Con esfuerzos me levante un poco y por más que trate no encontré ni siquiera mi calle.
«Megan.. ¿Tu tienes… alguna fantasía?» Me preguntó con pena Beto.
«Uf.. » Me recosté de nuevo en el asiento, pasando mis dedos por mi pelo. «Si… me imagino que… uf… tu cara entre mis piernas… » Y de nuevo se me escapo una risita.
Beto no dijo nada y salió de la camioneta rápidamente, pasando por enfrente del motor. Luego llego hasta mi puerta y la abrió lentamente, para acto seguido darme un beso en la rodilla.
«¿Y..eso? E..estúpido..» Le dije con una mirada simpática, dándole una ligera cachetada.
¿No…quisieras que… hiciera tu fantasía realidad, Megan? Hasta ahora tú has sido la que… ha hecho todo.»
Me mordí los labios de una forma sugerente, y con un gesto delicado dije que si con la cabeza. Entonces Beto coloco sus manos en mis rodillas y me hizo girar sobre el asiento hasta que mis piernas quedaron apuntando hacia fuera. Me deje caer en el asiento de la pick up mientras Beto abría mis piernas, y apenas un segundo después sentí como apretaba con firmeza su rostro contra mi sexo, apenas protegido por la delicada tela de mi tanga rosa.
«Ahh….ay…» Gemí en respuesta, arqueando la espalda de forma sugerente.
Beto se envalentono al oír mi reacción, y su boca se pego aun más agresivamente contra la tanguita, resoplando de forma agresiva a través de la telita mientras sus manos subían y bajaban por mis piernas, acariciándolas.
Me cubrí la cara con las manos, poniéndome muy tensa mientras él seguía con sus amorosas maniobras entre mis piernas, y entonces sentí como sus manos se deslizaban por debajo de mi falda y me agarraban los costados de la tanga. Levante en respuesta un poquito la cintura, y poco a poco mi delicada prenda fue deslizándose por mis piernas hasta que quedo libre.
Me sentía completamente vulnerable. Y mi coño necesitaba, ahora más que nunca, una boca hambrienta dispuesta a devorar los jugos que tan generosamente ofrecía.
Y Beto no defraudo. Su boca se apretó a mi sexo con desesperación, y su lengua comenzó a deslizarse como loca por todos lados, dándome unos escalofríos deliciosos. La sensación rasposa de su piel contra mi delicado clítoris me estaba poniendo a mil.
«Ay…ah…uhhh… «Gemí tiernamente, abriendo mas las piernas. Las sensaciones invadían mi cerebro, y mi razón cada vez funcionaba peor.
Beto tenía una lengua exquisita. La deslizaba con maestría a lo largo de mis engordados labios y terminaba en mi clítoris, para repetir una y otra vez el proceso. Sus boca tampoco paraba, y jalaba y mordía deliciosamente mis pliegues, lo que me hacia dar unos saltitos inocentes que evidentemente le fascinaban, porque lo volvía a hacer cual niño travieso.
«M..Megan.. Megan, mi amor..» Dijo Beto en un murmullo, demasiado ocupado en devorar tan exquisito platillo que la vida ponía frente a él.
«..M.mas.. ..mas… Beto, mas…» Decía yo febrilmente, y entonces lo agarre violentamente del cabello y lo apreté con fuerza contra mi coño. Beto reacciono con un gruñidito erótico, y entendiendo mis urgencias se volvió loco y con sus labios y lengua empezó a mamar mi clítoris de forma bestial.
«AAAAAhhh……ahhhhhh……ahhhhhh….» Jadee en éxtasis, con mis manos temblorosas por la emoción. Estaba a punto de venirme.
Pero justo entonces algo sucedió. Beto se subió a la camioneta conmigo y se coloco entre mis piernas, con su miembro erecto apuntando hacia mi intimidad.
«M.. Beto, no.. » Dije aun mareada, levantándome un poco hasta quedar sentada frente a él. «Y..ya sabes qué.. soy virgen.»
«M..Megan, solo… solo la punta, te lo prometo.»
«N..no… es que…»
Beto se me acerco al cuello y paso su lengua por todo lo largo, sacándome un par de gemiditos mas. «Anda.. Megan, solo la puntita.»
Una gota de sudor resbalo por mi rostro, y sentí que mi corazón se estaba a punto de salir de mi cuerpo. Mi cuerpo estaba al 100%, y mi sexo clamaba a gritos tener algún tipo de desahogo.
«¿M..me prometes.. –Dije arrastrando las palabras, aun mareada- que.. solo la puntita?»
«Si, si Megan, te lo juro.. solo la punta…» Me dijo en el cuello Beto, dándome un juguetón beso.
«Uf..» Suspire sensualmente, y entonces me apreté contra Beto y lo abrace con fuerza.
El se acerco un poco más a mí y sentí como su grueso miembro se colocaba en la entrada de mi coño, abriendo de par en par mis delicados y ardientes labios. Con un movimiento suave Beto fue penetrándome, poco a poco, entrando cada vez más en mí…
«Mmmm.. Beto, s..solo la..puntita…» Dije apretándome inconscientemente a su cuerpo, sintiendo como él no estaba respetando el trato.
«S..si Megan.. » Me respondió con un evidente tartamudeo.
Mala señal.
Su verga se iba metiendo cada vez más en mi, y con impotencia le clave las uñas en la espalda, lo cual hizo que saltara un poco pero no que se detuviera.
«¡M.. Beto …! D..detente…» Le dije suplicante al oído, pero era inútil. Su carne seguía abriéndose paso entre la mía, ensanchando hasta el límite mis paredes internas mientras mi clítoris pulsaba insistentemente una deliciosa señal orgásmica.
No.. detente… d..detente..
Pero el miembro de Beto seguía avanzando implacablemente. Y el momento de la verdad llegó, porque se detuvo brevemente ante una delicada barrera…
.. y siguió avanzando.
«¡M.. Beto …!» Gemí al sentir una ligera punzada, casi imperceptible. Me apreté contra su cuerpo, temblando ligeramente de nervios. Estaba muy confundida, y mi mente se había vuelto un caos..
No.. d..detente.. detente. No.. no te detengas.. No te detengas.. no te detengas…
Gimiendo tiernamente, lo abrace con todas mis fuerzas hasta que finalmente todo su miembro entro en mi cuerpo, y sin decir nada nos quedamos ahí los dos en silencio.
«M..Megan.. perdóname. » Me dijo al oído Beto, mordiéndomelo suavemente.
Y durante algunos segundos me quedé en silencio, en shock. Entonces me mordí los labios, dejando escapar un suave quejido ante sus caricias, y con dificultad le dije: «Despacito….»
Y todo comenzó.
Las caderas de Beto se hicieron para atrás unos centímetros, y luego me penetro con mucha delicadeza, poco a poco.
«Ah…ay…» Dije recargando mi rostro en su hombro, temblorosa. No sentía ningún dolor, cosa que me extrañó, pero era una sensación rarísima. Nunca hubiera pensado que perdería mi virginidad en estas condiciones.
Beto siguió besándome el cuello y los hombros, y de nuevo sus caderas realizaron la sexual maniobra, sacándome otra vez un suave gemido.
«Uf….»
Y otra vez. Y otra vez. De nuevo… más, otra vez…
Yo solo me sujetaba al cuerpo de Beto, gimiendo suavemente, mientras sus caderas daban embestidas cada vez más firmes entre mis piernas. Su verga entraba y salía de mi sexo cada vez más vigorosamente, logrando que mi deliciosa humedad se deslizara por mi piel hasta el asiento.
Slap…slap….slap….slap….
«M. Beto.. ah…mm…mm..M. Beto..ah…» Mis gemidos no dejaban lugar a dudas, y eran tiernos y sexuales, de aquella hembra que se sabe sometida y pide más. Mi rostro pasaba de la angustia al éxtasis, sonrojándose evidentemente, mientras Beto respiraba agitadamente en mi cuello.
Y sus caderas seguían aumentando la velocidad, hasta que llego un punto en el que la camioneta se zarandeaba ahora violentamente, de un lado al otro, y los viejos amortiguadores chirreaban como si se estuvieran quejando.
Pero nada de eso me importaba. El ardor en mi cuerpo era exquisito, y quería más. Mucho más.
«M.. Beto … Beto …ah..» Gemí suavemente, clavándole las uñas en la espalda. El gruñó un poquito, y en respuesta acelero un poco más sus movimientos, seguramente porque supo que por mis actitudes estaba a punto de venirme.
Y entonces el tan esperado orgasmo llego de golpe, azotando la puerta.
«AAh……Ahhhh…AAAhhhhhh…M.. Beto …» Me retorcí de forma agónica, temblando sin poder controlarme mientras una explosión de placer recorría cada nervio de mi cuerpo. Mi corazón latía a mil por hora, y los orgasmos seguían llegando uno tras otro, y por un segundo creí que me volvería loca.
Y al verme así Beto no pudo aguantar más, y se apretó violentamente contra mi cuerpo, a la vez que se ponía muy tenso. «M.Meg..megan…Ahh…»
Y entonces su verga comenzó a escupir una violenta carga de semen en mi interior, y yo febrilmente cruce mis piernas en su espalda, apretándolo contra mi cuerpo como si fuera lo único que existiera. Sonreí débilmente al sentir su cuerpo temblar, y con mucha ternura me apreté a él, cerrando los ojos mientras una lagrima se resbalaba por mis mejillas.
Acabo de perder la virginidad, oh Dios…
Y así, después de varios segundos, Beto terminó de venirse y se quedo en silencio. Nos quedamos abrazados por lo que pareció un año. Nadie decía nada, y solo el ritmo de nuestras respiraciones rompía la monotonía del sonido del bosque.
«M..Megan.. te amo..» Me dijo Beto al oído, besándomelo suavemente.
Entonces me volvió a ganar el sentimiento y comencé a llorar, y al ver mi reacción Beto se angustió. «Megan, perdón, yo…»
«C..cállate, Beto.. –Dije aun en llanto.- Llévame a mi casa.»
«Si…Megan, perdóname.» Respondió con voz triste, y rápidamente se separó de mi cuerpo y luego de subirme mi tanga y asegurarse que estuviera bien sentada cerró mi puerta y corrió a sentarse en su lugar.
La vieja pick up dio la vuelta y nos pusimos en marcha a mi casa. Y al llegar me baje del carro y sin darle tiempo a Beto para despedirse me fui corriendo a mi recamara, en donde apenas llegue me tire en la cama para seguir con mi llanto.
Estaba muy confundida. Hoy había perdido mi virginidad y la experiencia había resultado ser deliciosa, pero…
¿Con Beto?
Todo mi ser quería odiarlo por haberse aprovechado de mí, por chantajearme vilmente con las fotos, pero…
No podía. En el fondo también me sentía feliz, y eso me tenía muy confundida. Y así estuve llorando y llorando, hasta que sin darme cuenta…
Mi mente era un caos.
Estaba reclinada sobre mi escritorio sin poner atención a lo que el profesor decía en la clase. Lo que había sucedido ayer en la fiesta aún me tenía en shock. No solo había perdido mi virginidad con el candidato menos pensado, Beto, sino que…
…a pesar de lo que sea, me había gustado.
Angustiada cerré los ojos mientras recordaba en detalle cada movimiento, gemido y beso, y sin poder evitarlo una sonrisita se asomo en mi rostro. Pero al visualizar a Beto la sangre me hirvió de coraje y apreté los puños.
Me sentía engañada. El nerdcito se había aprovechado que la bebida me había pegado de más, y con alevosía y ventaja me había llevado a ese mirador con la intención de desvirgarme.
«¡Estúpido, maldito Beto!» Dije de repente, olvidándome de donde estaba.
«Eh… ¿Señorita Megan? ¿Desea usted compartir algo con la clase?» Dijo en un tono soberbio el profesor de matemáticas, a la vez que el resto de la clase se moría de risa.
«N.no, profesor, perdone… estaba distraída, lo siento.»
«Señorita Megan, le aseguro que no la entiendo. Ayer recibí los trabajos de toda la clase, y el de usted fue el peor. Si vuelve a sacar una calificación así podría ser expulsada. ¿Entonces le parece a usted bien estar distraída en mi clase?»
Oh Dios. ¡El profesor tenía razón! Mis calificaciones eran espantosas, y si volvía a sacar un trabajo tan malo perdería el derecho a examen…
… y adiós escuela.
«Perdón, profesor… –Respondí con preocupación- pondré más atención de ahora en adelante.»
«Muy bien, señorita Megan.. –Dijo el profesor dándose la vuelta- bueno, como les iba diciendo, la estructura del cálculo diferencial es….»
Y la clase siguió su curso.
*** 3 horas después, en mi recamara ***
Me le quede viendo al libro de matemáticas, tratando de resolver uno de los problemas que nos habían dejado de tarea para entregar mañana….
…. Pero era inútil. No lograba entender NADA.
«Dios, ¿A quién quiero engañar? Soy una idiota.» Dije desconsolada, dejándome caer sobre mi cuaderno. Mi vida dependía de entregar bien este trabajo, porque si no, las consecuencias serian horribles.
Estaba a punto de llorar, cuando de repente se me ocurrió una solución.
¡ Beto!
¡Si! Sin duda el me podría ayudar con el trabajo. Y después de lo de ayer no podría negarse.
Con una expresión de alegría agarre mis libros y fui corriendo hasta su casa. Una vez ahí subí a toda velocidad las escaleras y cuando llegue a su recamara abrí la puerta de golpe.
Pero Beto no estaba solo. El y otros 4 nerds estaban jugando Xbox, y al verme todos pusieron una cara de sorpresa.
«Eh… hola chicos. Beto, ¿Puedo hablar contigo un segundo?» Dije en tono amistoso.
Y sus amigos no movían ni un musculo, impactados por mi presencia. Creo que lo que menos esperarían ver en la recamara de Beto seria a una chica guapísima y que encima les dirigiera la palabra. Claro, normalmente me hubiera fascinado recibir tanta atención, pero ahora mi misión era urgente. Tenía que hacer la tarea de matemáticas.
«Claro, Megan… ven, platiquemos afuera.» Dijo Beto con actitud extrañamente seca.
Y con eso el y yo salimos al pasillo, y Beto cerró la puerta para tener privacidad.
«Mira… aun no me tienes nada contenta con lo de ayer, eh.» Le dije con una cara de reproche. «Pero, aun así… tengo un problema. Resulta que si no entrego bien este trabajo de matemáticas, me van a expulsar. »
«Pero ¿Megan? ¡Si son matemáticas básicas!» Dijo Beto en un tono burlón, lo cual me hizo sentir la más estúpida del universo.
«¡Si, idiota, para ti…! Pero para el resto de la gente NO. Entonces ¿Me podrías ayudar?»
Beto dudo varios segundos, poniendo otra vez esa cara misteriosa.
«Es que, Megan, tengo que terminar también otros trabajos, y mañana es la fecha de entrega. No tendría tiempo.»
«Pero… Beto, si no entrego esto ¡Me van a expulsar…!» Dije con una carita de ternura.
«Megan, lo siento, es que no puedo hoy. Mañana podría ser y…»
«¡Pero esto no puede esperar a mañana…! Necesito tu ayuda, Beto. Además, ayer me quitaste la virginidad ¿No cuenta eso para algo?»
A Beto se le endureció la mirada.
«Si Meg, pero también me hiciste sentir fatal en la fiesta, y con tus amigas, y luego del incidente de la virginidad. Nunca nadie me había hecho sentir tan… poca cosa, como tú.»
«Perdón Beto, pero ahorita ayúdame ¿Si?» Dije suplicante.
«Lo siento, Megan… hoy de verdad no puedo.»
Me sentí a punto de llorar, y con actitud derrotista le dije: «E..está bien, Beto¿Te gustaría… darme por atrás? ¿O que te la chupe? Solo pídemelo.»
«Megan, eso lo puedo tener cuando quiera. No me convences.» Contesto fríamente.
«Ay Dios, ¿Entonces qué quieres…?» Dije con un pequeño berrinche, pateando de forma cómica la pared.
Beto se quedo serio unos minutos, pensando. Entonces una sonrisa volvió a su rostro y emocionado me dijo: «Mira, te ayudare con una condición. Tu trabajo de matemáticas me va a tomar unas 3 horas, y cómo pudiste ver estoy con mis amigos en la recamara. Bueno, quiero que durante todo ese tiempo estés desnuda con nosotros. Y deberás estar así y hacer todo lo que yo te pida. ¿Entendido?»
«¿!Queee?! ¿Pero estás loco? ¿Cómo crees que yo…?» Dije alzando la voz.
«Bueno, es el único camino, Megan. Tómalo o déjalo» Respondió Beto con una actitud de triunfo.
«P.pero, ¿Y si tus amigos cuentan lo que paso?» Pregunte con miedo.
«No, que va. Son de toda mi confianza, y muy discretos.»
«¿Pero, y si……?»
«Ya, Megan, decídete… el tiempo es oro.»
Me quede paralizada por el coraje durante unos segundos, y cuando por fin logre calmarme me di cuenta que en realidad no tenía otra opción. Era soportar una nueva humillación o perder la escuela, tan simple como eso.
«Está bien Beto. TU ganas.»
«Si, Megan, siempre gano yo. Mientras más rápido lo entiendas, mejor te ira. Ahora, princesa, pasa a mi recamara por favor.»
«Estúpido.» Le dije con coraje, y cuando volví a entrar al cuarto los 4 chicos me esperaban con ansias. Y ya con más calma vi que era un grupo bastante peculiar. Estaba un chico gordito de aspecto simpático, 2 flaquitos de pelo negro, y un chico pequeñito, pelirrojo. Con una sonrisita malvada pensé que seguramente ninguno era material de las fantasías de alguna mujer en la escuela.
Y tuve que hacer un esfuerzo para no reírme ante esa idea.
«A ver, todos, -Le dijo Beto al grupo- durante la tarde Megan va a estar acompañándonos mientras hacemos SU tarea de matemáticas. ¿Quién la quiere ver desnuda?»
Obviamente, se armo el gran alboroto y TODOS los nerds levantaron la mano.
Bueno, Megan, ya viste. Todos quieren verte desnuda, así que mi amor, comienza.»
«Idiota…» Le dije en voz baja a la vez que volteaba a ver a los chicos, que solo esperaban en silencio a que el gran show diera comienzo. Sentí de repente que en la habitación hacía mucho calor, y durante unos segundos jugué nerviosa con mi pelo, sin decidirme a nada.
El color rojo de mi rostro me delataba, me sentía súper apenada. Perder el pudor y quedar desnuda frente a 4 desconocidos no era nada fácil, y no sabía si lograría reunir la fuerza de voluntad para hacerlo.
«Ejem, Megan. Te estamos esperando, fuera ropa…» Dijo Beto con una sonrisa malvada, mostrándome en una mano mi libro de matemáticas para hacer presión.
«Ay Beto.. es que.. no se…»
«Megan…»
Me mordí los labios de forma infantil, bajando la mirada. No había forma de ganar esta batalla.
Y entonces, con todo el valor que logre encontrar, cruce los brazos y agarre la parte de abajo de mi blusita rosa y la fui subiendo lentamente por mi torso hasta que me la quite. Mis firmes y redonditos pechos quedaron entonces a la vista de mi peculiar público, que solo sudaba copiosamente y abría la boca.
Luego me desabroche mis pequeños shorcitos de mezclilla, y con un gesto simpático los fui bajando por mis piernas hasta quedarme solo con mi tanguita rosa. Y finalmente la diminuta prenda quedo en el piso también, y mi delicado coñito, apenas cubierto por un sensual triangulo de vello negro, quedo completamente expuesto.
El silencio en el cuarto era impresionante. Los nerds no se movían ni un milímetro.
«Wow, Megan.» Dijo Beto impresionado. «Te ves súper sexy. »
«Si, muy linda.» «Preciosa.» «Qué bonita.» Dijeron los demás nerdcitos de forma simpática, mientras me recorrían con la mirada de pies a cabeza. Y tampoco pude evitar notar que sus erecciones ya no eran tan «discretas», por más que lo querían disimular.
Y me mordí ligeramente los labios, sonrojándome mucho.
«G..gracias, chicos..» Respondí tartamudeando, apenadísima. Nunca había estado desnuda ante tanta gente, pero al sentir como mi cuerpo reaccionaba con excitación ante la situación me di cuenta que…
…la sensación no era tan desagradable.
Sonreí un poco, y con un gesto coqueto puse mis manos en la espalda y me incline un poco a la derecha. Luego voltee a ver a Beto, y al ver que ya estaba escribiendo algo en mi cuaderno me tranquilice. Mi tarea iba en camino.
Mire de nuevo a los chicos y los pobrecitos seguían como hipnotizados, con una cara de lujuria tremenda. Era obvio que cada centímetro cuadrado de mi piel estaba siendo minuciosamente examinado.
«Y… ¿Qué estaban haciendo, chicos?» Les pregunte amistosamente, tratando de cambiar el tema.
Uno de ellos, el gordito con lentes, me respondió: «Eh… estábamos jugando Halo, Megan. P.pero… ya nos aburrimos»
Claro, pensé cínicamente. Que coincidencia que se «aburran» cuando esta una mujer desnuda en la recamara.
Beto seguía haciéndome la tarea, y entonces tanto sus amigos nerds como yo nos quedamos en el mas incomodo de los silencios. Nadie movía ni un musculo, y la tensión sexual en el aire era tremenda. Yo no sabía qué hacer.
¿Debía sentarme, o quedarme aquí parada? Es más, ¿Me atrevería a sentarme junto a los nerdcitos? No sé, sin dudas sería algo incomodo.
De repente Beto volteo a vernos, y al ver nuestra indecisión dijo: «A ver, Megan, ve y acuéstate en medio de la cama, mis amigos seguramente quieren verte de cerca…»
Le puse a Beto una cara que le dejo en claro que el plan no me agradaba ni tantito. Pero como no tenia opción, suspire resignada y fui hacia la cama, y con movimientos suaves me recosté en ella, boca arriba, tratando de mantener mis piernas muy juntas y mis brazos cruzados sobre mí estomago en una actitud pudorosa.
Entonces uno a uno los nerdcitos se fueron sentando a mi alrededor, y casi se les caían los ojos al tenerme tan cerca. En especial vi que les interesaba mi coñito, y con pena me dieron ganas de agarrar una almohada o algo para taparme…
De hecho, eso estaba a punto de hacer, cuando Beto dijo: «No, Megan, es más, abre las piernas un poco y pon los brazos en la cama… »
«Ay Beto, es que…» Trate de protestar.
«Nada, princesa, obedece…» Me interrumpió.
Me gustaba como me había llamado. Princesa. Y algo en su tono de voz se me había hecho excitante. Obedeciendo, abrí un poco mis piernas y coloque mis brazos en la cama, apretando con ansiedad las sabanas.
De nuevo sentí muchísimo calor, que era cada vez más insoportable, y comencé a sudar. Y en apenas unos segundos mi cuerpo estaba brillando sensualmente bajo la luz de la habitación, y por la misma causa mi pelo se pego un poco a mi rostro y mi respiración se hizo notoriamente más agitada.
Muy a mi pesar, me estaba excitando.
Ay no. No, no puedo ponerme así. ¡Se van a dar cuenta! – Pensé angustiada.
Pero no había marcha atrás. Mi cuerpo estaba entrando en fase sexual, y la siguiente señal fue que mis pezones se pusieron firmes y paraditos, ansiando ser chupados y lamidos. También mi clítoris reacciono, y sensualmente salió de su escondite un poquito.
Por si fuera poco, en mi delicado triangulito entre las piernas la humedad comenzó a ser aun evidente, y mis labios aumentaron sutilmente su grosor, dejándome en evidencia.
Y lo peor de todo era que me estaba sonrojando muchísimo. Para cualquiera seria claro que estaba frente a una mujer con ganas de tener sexo. Y ya, urgentemente.
Beto volteo a verme y al ver su expresión supe que también se había dado cuenta.
Con muchísima curiosidad vi que se levanto hacia un closet en busca de algo, y cuando lo encontró fue a sentarse junto a mí. Entonces saco una delicada venda negra, y sin preguntarme me la puso alrededor de la cabeza, cubriendo mis ojos.
«¿Qué…haces, Beto?» Pregunte sorprendida pero sin oponer resistencia.
«Nada, tu quietecita…»
Y con un apretón la venda quedo firmemente en su lugar. Trate de abrir un poco los ojos pero era imposible. Estaba perfectamente bien colocada y no podía ver NADA. Entonces oí como Beto caminaba de vuelta a su escritorio y el cuarto volvió a quedarse en silencio durante algunos minutos, en los cuales la tensión sexual fue subiendo de forma bestial…
…hasta que se volvió casi insoportable. Mi cuerpo estaba a mil por hora y necesitaba algún tipo de desahogo YA.
Entonces Beto le dijo a sus amigos: «Vamos, idiotas. ¿O no quieren manosearla?»
Me mordí los labios con un gesto coqueto, ya que estaba siendo ofrecida como sacrificio a 4 nerdcitos, y mi cuerpo no tenía dudas al respecto. Quería más.
Y lo primero que sentí fueron unas manos torpes, miedosas, que me acariciaban los hombros con la punta de los dedos. Luego paso lo mismo en mis piernas. Después en mi estomago y finalmente en mis brazos. Me acariciaban poco a poco, apenas con las yemas, como si yo estuviera hecha de cristal y no quisieran romperme.
Pero poco a poco las manos fueron volviéndose más atrevidas. Un par se deslizo sensualmente por mi piel hasta llegar a mis pechos y sin pedir permiso los aprisiono entre sus palmas, masajeándolos vigorosamente en una deliciosa cadencia que casi me saca un gemido.
«Uf….» Dije volteando la cabeza a un lado. La sensación era deliciosa, y sin darme cuenta arquee un poco la espalda para exhibirlos mejor. Me los apretaban, jalaban, movían, juntaban… uff, y cada contacto me volvía loca.
Me mordí los labios nuevamente, y de repente sentí como una mano curiosa aterrizo en mi estomago sin avisar…
…y comenzó a bajar…y bajar… y bajar…
Hasta que con un movimiento sexual se deslizo entre mis piernas y se apretó con firmeza contra mi sexo. Y ahí si no pude contenerme.
«Ahhh…» Gemí tiernamente, dando un saltito.
La mano, seguramente envalentonada por mi reacción, comenzó a frotarse lentamente de abajo hacia arriba, estirando y jalando mis delicados pliegues y dándole un toquecito ocasional a mi pequeño clítoris, que recibía las atenciones con gusto.
Al mismo tiempo el resto de mi cuerpo era acariciado cada vez más agresivamente. Ahora sentía manos por todas partes, en mis piernas, brazos, cuello, estomago. Y cada músculo en mi cuerpo estaba ahora tenso, mientras yo gemía y me retorcía cada vez mas descaradamente, perdiendo poco a poco el control.
Y en respuesta las manos aceleraron aun más sus candentes atenciones, como si fueran una jauría de Lobos despedazando a su presa.
«Ahhhh…..mmm……mmmmm…..» Gemía tiernamente, pasando mi lengua por los labios mientras mis pechos eran apretados vigorosamente y varios dedos coquetos pasaban a toda velocidad alrededor de mis pezones, dándome deliciosos escalofríos.
Y entre mis piernas la cosa no iba mucho mejor, y con una exquisita impotencia podía sentir como varios dedos entraban agresivamente en mi intimidad y jugaban deliciosamente con cada milímetro de piel, hasta que después de algunos segundos llegaba una nueva mano y hacia lo mismo, para entonces volver a repetir el ciclo…
Pero para mí frustración me di cuenta cada mano me acariciaba de forma diferente. El ciclo nunca se completaba, porque justo cuando me sentía a punto de llegar al límite llegaba una nueva mano y peleaba brevemente con la anterior, tomando su lugar. Entonces volvían las caricias, pero de una forma diferente, y cuando de nuevo comenzaba a acostumbrarme, pasaba lo mismo y me cortaba la inspiración.
«Ahhhh…..ahh…….mmmm…» Gemí a modo de queja, pero fui ignorada. Quería un orgasmo YA, pero con impotencia supe que las manos no se pondrían nunca de acuerdo, y me sería muy difícil venirme en estas circunstancias.
Pero oh Dios… lo deseaba tanto. Todo mi ser quería sentir ese delicioso fuego entre las piernas. Vendería mi alma al diablo por tener uno, ya.
Pero mi premio no llegaba…
Y así, durante 20 minutos fui manoseada hasta el cansancio, por todos lados. Y aunque todo había sido riquísimo, exquisito y delicioso… Mi calentura estaba al mismo nivel que mi frustración, a mil por hora, y a este ritmo algo tendría que pasar.
Y creo que Beto se dio cuenta también de mi situación, porque de repente le dijo a sus amigos: «Bueno, ya idiotas, dejen a mi Megancita en paz… váyanse a su casa.»
Y claro, las protestas no se hicieron esperar: «Pero Beto …» «No, no nos digas esto, es que… » «Que poca Madre, en serio.»
Pero la decisión estaba tomada. Yo era un manjar demasiado apetecible como para dejarlo a que se enfríe en la cama. Y así me quede en silencio mientras oía como uno a uno los chicos iban saliendo de la habitación, hasta que la puerta se cerró, y nos quedamos solos Beto y yo.
Entonces oí que Beto iba al closet cercano por algo, y luego se acostó a mi lado y con un gesto dominante me hizo ponerme de ladito, con mi espalda hacia él. Y para sorpresa mía me tomo de las manos y me obligo a ponerlas en la espalda, donde rápidamente amarro mis brazos con una cuerda.
«¿Pero qué… haces?» Pregunte en voz baja, temblando de la emoción.
«Nada, solo me di cuenta de que te gusta obedecer.» Dijo Beto mientras ataba ahora mis tobillos. Trate de moverme un poco, pero era inútil Las ataduras estaban muy bien hechas, y eso mas la venda me dejaba en una posición sumamente vulnerable.
«Estás loco Beto … ¿Obedecer?» Respondí con sarcasmo.
«Si, obedecer. Por ejemplo, princesa, te tengo aquí atada y vendada… y no has hecho nada por defenderte.»
«Pero… es porque me estas chantajeando por… lo de mi tarea.» Dije apenada.
«No, no es eso, Megan. ¿Harías algo si te digo que de todos modos te pienso ayudar con la tarea? O sea, podría liberarte en este momento si tú me lo pides. Pero te gusta obedecer, naciste para eso, y sé que no lo harás…»
La voz de Beto sonaba muy segura, y no sé porqué, pero su actitud me envió cosquillitas por todo el cuerpo. «Ay.. Beto, estás loco.. yo…»
«Sabes que lo que digo es cierto, Meg, naciste para obedecer. Solo acéptalo.» Dijo acercando su boca a mi oído, acomodando su cuerpo descaradamente contra mi espalda hasta quedar los dos de cucharita.
«Ah…» Se me escapo un gemido.
Oí que Beto agarraba algo de su cajón, y luego también el inconfundible sonido de su zipper bajando.
«Te diré lo que viene, Megan. –Dijo en mi oído- Me estoy poniendo lubricante en la verga, y pienso darte por el culo como castigo por todas tus humillaciones.»
«P…pero…» Proteste débilmente. Ayer había perdido la virginidad, y tenía muchas ganas de repetir.»¿No te gustaría más si…?»
«Pero nada, princesa. Te daré por atrás, y si no admites que eres sumisa, te seguiré dando y dando, hasta que lo hagas.»
Me quede en silencio mientras Beto seguía con sus preparativos. No supe que decirle. La forma en la que había planteado mi situación me había acelerado muchísimo.
Aun de cucharita, Beto pasó un brazo por debajo de mi cuello para sujetarme de forma dominante. Luego sentí como se agarraba el miembro con la otra mano, y entonces fue guiando la gruesa cabeza entre mis nalgas, hasta que la misma se apretó sin mucha sutileza contra mi ano.
«Ay.. M. Beto..» Dije a modo de protesta, pero el solo me sujeto aun más firmemente contra su cuerpo. Y sin muchos preámbulos Beto dio un empujón vigoroso con sus caderas y su verga comenzó a meterse por mi culo, poco a poco.
«Ah… ahhhh…M.. Beto …no…» Dije retorciéndome contra las ataduras.
«Shhhh, princesa… quietecita…» Me dijo respirándome en el cuello, lo cual me puso aun más caliente. Sin piedad, su miembro fue deslizándose sin piedad entre mis nalgas, hasta que con un empujón final quedo completamente enterrado en mí.
«M.. Beto …» Dije débilmente, sudando muchísimo.
Pero esta vez no había tiempo para sutilezas.
Beto comenzó a mover sus caderas en un ritmo brutal, avasallador. Me puse inmediatamente tensa al sentir como su poderosa serpiente me bombeaba el culo con furia, como me golpeaba las entrañas una y otra vez como si quisiera partirme en dos. La cama comenzó a zarandearse VIOLENTAMENTE y solo pude apretar los puños con impotencia.
«Ay…..M.. Beto …ahh….mmm…» Gemí con una actitud infantil, mientras él me respiraba bruscamente al oído.
«¿Así te gusta, Megan? ¿Qué tu nerd te haga esto? Dímelo.» Me dijo con una voz cachonda, acelerando aun más el ritmo de su penetración.
«No…no me… gusta…» Respondí entre gemidos.
«¿Ah no? Pues vas a tener que admitirlo hoy, Megan… »
La sensación era deliciosa. Ahí estaba yo amarrada, vendada, sin poder resistirme a nada mientras era sodomizada cruelmente. Mis nalgas rebotaban contra el cuerpo de Beto una y otra vez, recibiendo el más exquisito de los castigos mientras el ardor sexual en mi ano me estaba volviendo loca.
Y me di cuenta que mi resistencia se acercaba a su final. Ante tanto placer no podría mantenerme «digna» por mucho tiempo más.
«Dilo, Megan, di que naciste para obedecer. Dilo.» Decía insistentemente Beto en mi oído, y al verme tan cerca del precipicio decidió aumentar mis dificultades. Su mano se deslizo entre mis piernas y comenzó a frotar agresivamente mis intimidades, logrando que me estremeciera lujuriosamente.
«Ahhh….. Beto …no.. puedo.. mmmm…» Dije mordiéndome los labios. Y ante las repentinas atenciones mi clítoris no me estaba ayudando en nada, y lo sentía al rojo vivo, deseoso de soltar su preciosa carga de placer en mi indefenso cuerpecito.
«Si, si puedes… dilo.»
Dije que no con la cabeza, pero sabía que no podría aguantar mucho mas.
«Dilo… dilo….dilo…»
«…N.no..»
«¡Dilo…!»
«..n..no, no puedo…»
«DILO…»
«n.no…..»
Mi respiración se cortaba con cada acometida, y con la lujuria mas infinita podía sentir como su verga se movía a placer dentro de mis intestinos, esperando el momento para soltar su veneno y completar su victoria. Y el calor entre mis piernas fue aumentando hasta que se volvió insoportable, y mi voluntad comenzó a caerse a pedazos…
…Y el momento finalmente llego.
«M..me…gusta…obedecer.»Dije con voz débil
«Dilo de nuevo…» Me dijo al oído Beto, respirando agitadamente sin detener ni un segundo su brutal martilleo.
«Me…gusta..obedecer..…ahh…»
«… te falto decirme «Amo» Dijo Beto de forma juguetona.
«..Amo…»
«Uff, Megan, eso prende, dilo mas.»
«Amo… ahh…mmm..» Dije poniendo una carita de angustia, sintiéndome la peor de todas al decir esas cosas, pero a la vez excitadísima.
«¿Te gusta que un simple nerd te este dando por el culo, princesita presumida?»
«S…si…Amo…ahhh…mmmm….» Asentí con la cabeza, apretando los puños.
«¿Y qué ese nerd te llene a cada rato el estomago y la boca de semen?»
Y oír eso me calentó aun mas, si acaso era posible, e inconscientemente me apreté contra su cuerpo, jadeando con lujuria desmedida mientras su verga seguía taladrándome sin piedad el ano, a la vez que sus dedos hacían maravillas contra mi sexo, preparándome para el más brutal y delicioso orgasmo de mi vida. «Uf….sí, Amo…mmm…»
De repente sentí una suave cachetada. ¡Slap…!
«Ay.. M.. Beto …» Dije a modo de protesta.
«Pídeme más, dime qué quieres verga, Megan.. »
«Ahh…mmm…M. Beto …quiero verga…»
¡Slap…!
«¡Mas…mas, pídeme que te llene el culo de semen, Megan!» Dijo Beto moviendo sus caderas cada vez más rápido, a punto de venirse.
«¡M. Beto …lléname.. el culo..de tu leche…lléname..lléname, M. Beto …uf…Beto…» Dije casi gritando, sin importarme nada.
«Uff… ¿La niña fresa quiere su lechita?»
«S..si, .. por el culo..si…uff….» Dije con desesperación, dejando escapar un tierno gemidito. Y Beto no pudo más. Al oír eso último, se apretó contra mis nalgas con una fuerza brutal, y sentí como su espeso y ardiente semen empezaba a llenarme el culo.
«¡M.megan… Ahhh..MMmm…!»
«Ahh….M. Beto.. » Gemí con impotencia, luchando contra mis ataduras. Pero era inútil. Había sido sometida, manoseada y sodomizada, y ahora estaba recibiendo la semilla de mi verdugo en mis entrañas. Y ese pensamiento fue el detonante del mas brutal y despiadado orgasmo de mi vida…
…Y mi cuerpo se retorció lujuriosamente entre mil gemidos, abrasado por el delicioso fuego que entre mis piernas se expandía a toda mi piel, durante agónicos minutos que me parecieron horas, hasta que…
…Poco a poco fui volviendo en mí. No sé cuánto tiempo paso, pero Beto seguía respirando agitadamente contra mi oreja, temblando por la emoción, mientras su cuerpo perdía fuerza poco a poco en mi interior.
Trague saliva, sintiendo un calor tremendo. El ardor entre mis nalgas era exquisito, y el saber que había sido abusada de tal manera me había prendido como nunca hubiera pensado. La humedad entre mis piernas era evidente, y casi parecía que hubiera tenido un delicioso accidente. Entonces Beto me abrazo fuertemente por la cintura y se apretó contra mi espalda, para decirme al oído:
«¿Ves como te gusta obedecer, niña fresa?»
«S.si. » Dije poniéndome roja de la vergüenza, respirando con dificultad.
«¿Si qué?»
«S..si, M. Beto … perdón, Amo.» Dije de nuevo, aun con más pena. Una cosa era saber que me gustaba obedecer, otra controlar la impotencia que sentía al rendirme así.
«¿A la princesita le gusto sentir un palo en el culo?»
«Uff.. si..» Dije con una risita sexy.
Beto me dio un beso en la mejilla y limpio un poco del sudor en mi rostro y cuello, para luego salir de mí cuerpo. Pero por su actitud supe que no se detendría con lo que acababa de pasar, y entonces con mucha delicadeza me cargó entre sus brazos y me coloco debajo de su escritorio, arrodillada hacia la silla.
«¿M. Beto? ¿Qué…?» Pregunte sin poder hacer nada al respecto, pero el me tranquilizo con una caricia.
«Shhh, Meg. Aun tienes que hacer algo por mí.»
Y estando ahí abajo me sentí súper incomoda, ya que el espacio era pequeñísimo. Y el estar atada de pies y manos, y con una venda en los ojos no ayudaba precisamente a que me sintiera mejor. Pero aun así, él ser tratada de esa manera…
.. Me tenia excitadísima.
«No te vayas a levantar, Megan, te podrías golpear.» Dijo entonces Beto con una voz juguetona, y luego oí como se sentaba frente a mí y acercaba la silla. «Veras, princesita, aun me falta una hora para acabar tu tarea, y durante TODO este tiempo vas a estar aquí abajo mamando. ¿Esta claro?»
«S..si.. Amo.» Dije poniendo una mueca sexy.
Entonces Beto acerco su silla aun mas al escritorio, aprisionándome en el reducido espacio. Entonces me agarro la cabeza y me fue guiando hasta su miembro, que ya había recobrado fuerzas, y con un delicioso gesto…
…me lo metió en la boca.
*** 1 hora después, en mi recamara ***
Llegue a mi recamara cansadísima, y después de colocar mi tarea en mi escritorio me deje caer en la cama.
«¡Uffff!» Dije con un cansancio tremendo, y me quede así quietecita sobre la cama. Tenía la mandíbula adolorida, ya que Beto me había tenido mamándosela abajo del escritorio casi 50 minutos, y nunca pensé que tendría la resistencia para venirse dos veces más.
«¿Cómo… aguanta tanto el nerdcito?» Dije débilmente, frotando mi rostro suavemente contra la colcha.
Pero a pesar de todo me sentía feliz… y confundida.
Aunque me daba mucha vergüenza admitirlo, había descubierto mi naturaleza sumisa. Bueno, muchísima vergüenza, de la peor. Era indignante y humillante lo que Beto me acababa de hacer… pero de alguna forma eso había multiplicado mis sensaciones sexuales por mil, y al final todo había sido exquisito, inigualable, delicioso.
Pero el haber perdido así mi voluntad y auto-control me había asustado muchísimo. El recordar cómo le había rogado a Beto que me la metiera más, que se viniera adentro de mí, mis gemidos descarados…
…Me hacía sentir la más puta del universo, una perra que entra en celo y no le importa nada más que ser cogida.
Una cosa era clara: De esto nadie debería enterarse nunca. NUNCA. Nadie debería saber nunca que la orgullosa Megan tenía esos deseos.
Y aunque me costara aceptarlo, Beto estaba pasando de ser un chantaje a una necesidad. Simplemente, lo sabía. Necesitaba tener a alguien dominante en mi vida, pero en secreto. Alguien que me sometiera, que me domara y que fuera discreto.
Y la relación que tenia con Beto parecía ser ideal. En público el era tímido y yo arrogante, pero en privado él se volvía dominante y yo sumisa. En fin, tal para cual. Pero como sea, no pensaba ponérsela fácil al nerdcito.
Si Beto quiere domarme, tendrá que sufrir. Y mucho.
Y con una coqueta sonrisita me fui quedando dormida…



