Desvirgada por un albañil me lo hace delicioso
Desvirgada por un albañil me lo hace delicioso
Desvirgada por un albañil me lo hace delicioso
Empezare describiéndome, soy una chica tamaño promedio y pues sinceramente tengo una figura bastante rica, tengo buena cintura, unas tetas muy muy ricas, y un culo bastante grande que con mi carita de puta siempre como soy y coqueta y si se puede decir me gusta ser bastante putita, en mis relatos solo contare anécdotas que me han pasado, espero las disfruten jejeje
En esta ocasión les quiero relatar como fui desvirgada por un rudo y fuerte albañil cuando tenía 18 años recién cumplidos, aunque siempre he aparentado menos edad de la que realmente tengo. Desde chica me ha gustado hacer ejercicio solo para tonificar mis piernas y glúteos, así que ya tenía una hermosa figura, mis senos medianitos y redondos, mis pezones son rositas y como montañitas.
La cintura definida, el abdomen plano y un culito muy bien formado. Cuando uso jeans se me marcan muy bien las nalgas levantaditas y al juntar mis piernas se me forma un huequito en mi zona íntima. Tengo piernas estilizadas que me gusta mostrar cuando uso minifaldas pues tengo la piel muy suave. Me gusta ser muy femenina, seductora y vestir provocativa, aunque siempre procurando mantener una buena imagen ante las personas que me conocen.
Como se podrán imaginar a mis 18 años de edad yo todavía era una escuincla virgen e inocente. Me la pasaba en mi cuarto escuchando música pop y platicando durante horas por teléfono con mis amigas jugando con el cable del teléfono, fantaseaba con tener un novio guapo y que me tratara como princesa.
Disfrutaba coquetearles a mis amigos en la escuela y por su puesto me daba cuenta que los hombres adultos ya me veían con morbosidad el culo y los senos cuando caminaba por la calle, lo que me daba miedo en especial cuando iba sola y de noche, aunque debo admitir que eso era algo que me excitaba mucho.
La idea de que un hombre rudo me desvirgara en un lugar abandonado, alguna construcción o un baldío, cogiéndome muy fuertemente hasta saciarse, constantemente se me venía a la mente. Era una chica muy sensual y cachonda, con unas tremendas ganas de perder la virginidad y sentir una verga grande, venosa y gruesa dentro de mí.
En aquel entonces yo había egresado de la preparatoria. Mis padres ya estaban divorciados y yo pasaba la mayor parte del tiempo en casa de mi mamá en Zapopan, Jalisco. Mi mamá trabajaba como enfermera en una clínica y tenía un horario muy extenso, incluso rolaba turnos por lo que en ocasiones me quedaba sola durante la noche.
Un día miércoles una de mis amigas de nombre Paola, me llamó por teléfono para invitarme a su casa a festejar su cumpleaños, ya que también estaba cumpliendo 18 años y quería nos reuniéramos solamente sus amigas. Quedamos de vernos en su casa ya que festejaríamos ahí mismo en el patio trasero, ya que su mamá le había dado permiso y prefería que estuviésemos en su casa para que no corriéramos peligro.
Cuando colgué el teléfono fui de inmediato a pedirle permiso a mi mamá, bajé las escaleras como loca corriendo hasta la cocina, ella estaba preparando la comida. Me dio permiso de ir ya que mi amiga vivía muy cerca en una colonia junto a la nuestra, pero con la condición de que mi mamá me llevaría hasta la casa de mi amiga y yo regresaría a mi casa antes de las 9:00 pm. Le di un beso en la mejilla, comimos juntas y subí a mi habitación para bañarme.
Como les he platicado yo era muy vanidosa y mis amigas no se quedaban atrás, siempre competíamos para ver quien se veía más sexy, aunque no nos lo decíamos. Así que me depilé completamente, incluso mi zona íntima. Sali de bañarme y me puse mi crema favorita olía a vainilla y me dejaba la piel deliciosamente suave.
Me puse una tanguita y un brasier push up de encaje rojos, de mi marca favorita victoria´s. Para vestirme elegí unos jeans de mezclilla azul muy ajustados de la entrepierna que levantaban mi culo y marcaban mi vagina, tenían rasgaduras al frente que dejaban ver mi piel queriéndose salir del pantalón.
Me puse una blusa blanca descubierta de los hombros y escotada con cordones entre los senos, que dejaban ver un poquito mi brasier rojo. Combiné mi look con unos tacones color beige y un bolso del mismo tono. Me planché el cabello, maquillé ligeramente y puse labial rojo, también me puse un perfume dulce muy costoso y unas arracadas grandes de plata 925. Quede muy hermosa, sexy y fresca. Me miré al espejo y posaba sexy para tomarme selfies, sin saber que esa noche iba a ser brutalmente desvirgada.
Mas tarde mi mamá me llevó en su coche a un centro comercial para comprarle un bolso a mi amiga, como regalo de cumpleaños, después me llevó hasta su casa, toqué el timbre y salió mi amiga. La felicité dándole un abrazo y le entregué su regalo, mi mamá también la felicitó y se fue a trabajar porque le tocaba hacer horario nocturno en el hospital desde las 6:00 pm hasta las 6:00 am.
Entramos a la casa y mis demás amigas ya estaban en el patio trasero, encargamos unas pizzas y fuimos a la tienda a comprar una botella de tequila, refresco de toronja y cigarros, ya que por fin teníamos identificaciones oficiales, pues éramos mayores de edad.
Estuvimos durante algunas horas escuchando música mientras nos terminábamos la botella, platicando de nuestras artistas favoritas, los chicos que nos gustaban, etc….
Estaba pasándola muy bien con mis amigas, los efectos del alcohol se hacían notar pues caminábamos un poco mareadas y bailábamos desinhibidas entre nosotras, ya que no había invitado hombres pues su mamá no la dejó.
El tiempo paso muy rápido y algunas de mis amigas comenzaron a irse, yo fui la última, eran aproximadamente las 11:30 pm desobedeciendo a mi mamá. Entonces me despedí de mi amiga y ella me dijo que el clima se veía como si fuese a llover y si quería le podía llamar a un taxi, pero yo le dije que no era necesario ya que vivía cerca y en unos minutos llegaría a mi casa. Así que imprudentemente me fui caminando con rumbo a mi casa yo sola.
Cuando estaba caminando por la calle sentí como el efecto del alcohol se hacía mayor, y encendí un cigarro para seguir disfrutando de mi libertad de ser una chica mayor de edad. Era una escuincla inocente que no medía el peligro, ni si quiera sabia fumar bien, tocía cada que daba una fumada al cigarrillo.
Continué caminando entre edificios de interés social con parques y jardineras comunes en los que había columpios oxidados y la mayoría de las paredes tenían grafitis. El tequila me había puesto muy cachonda y me excitaba andar sola en la noche vestida tan provocativa.
Las calles estaban muy oscuras ya que como suele pasar el alumbrado público era muy deficiente, eran pocos los focos que funcionaban.
De pronto comencé a sentir gotas de lluvia y escuché algunos truenos, cada vez llovía con más fuerza, me estaba mojando, así que caminé un poco más rápido.
Cuando salí de esa colonia tenía que pasar por otra calle muy larga que conectaba con mi colonia, era una calle que aún no estaba pavimentada, el camino era de tierra y estaba irregular, con hiervas y eran muy pocas las casas construidas, la mayor parte eran terrenos baldíos. Así que para caminar mejor con mis tacones me fui por la orilla pegada a las casas ya que no había banqueta.
Estaba haciendo algo de frio y yo solamente llevaba puesta mi blusa blanca escotada que descubría mis hombros, mis jeans azules tan ajustados y delgados que definían mi figura metiéndose entre mis nalgas, levantándome el culo, marcando mi vagina y dejando un huequito en mi zona íntima. Me sentía tan femenina y desprotegida en esa calle, sentí miedo y caminé más de prisa.
Unos metros adelante vi que había una construcción en obra gris con vigas de madera por dentro, levantadas como deteniendo el techo, había montañas de arena y grava afuera de la construcción que estaba entre dos grandes terrenos baldíos.
La calle completamente oscura y sola ahí no servía el alumbrado público. Fue entonces que al pasar pude ver a un hombre de tez blanca, como de 40 años, con barba larga, de 1.80 mts. de estatura aproximadamente, que vestía una playera negra de heavy metal, pantalón de mezclilla y botas negras de trabajo.
Era un albañil de aspecto rudo, empolvado de arena y cemento, tenía una mirada muy morbosa con la que me veía como si quisiera cogerme.
Estaba recargado en la barda a la entrada de la construcción, en ese momento yo estaba muy mojada de la ropa ya que llovía muy fuerte. Sentía como mí ropa se me pegaba mucho más al cuerpo, evidenciando mi hermosa figura. Hacia tanto frio que sentía mis pezones durísimos debajo del brasier. Me arrepentí de ponerme esos jeans con rasgaduras, estaban tan ajustados que mostraba mi culo como un corazón con mis labios vaginales marcados. Aquel hombre podía verme completamente mojada y entallada, lo que me excitó muchísimo.
Caminé más de prisa junto a la construcción con mis taconcitos encajándose en la arena que se metía entre mis dedos. Solo quería salir de esa calle cuanto antes y llegar a mi casa. Justo cuando iba pasando junto a él, escuché:
—¡Ay mamacita que rico culo tienes! —Me sentí ofendida, me dio mucho miedo ya que iba sola en aquella calle, pero a la vez muy excitada, de escucharlo decir tal piropo vulgar, digno de un albañil que se respete.
Mi abdomen se estremecía de los nervios, sentí como mi vagina lubricaba y me pedía ser penetrada, algo en mi inexplicablemente me decía que ya era momento de perder mi virginidad, las circunstancias se prestaban para vivir esa experiencia, estando alcoholizada, mojada por la lluvia y sola con ese hombre rudo y morboso.
La fantasía que rondaba por mi mente desde hace meses, se podría cumplir, todo dependía de mí.
Cuando ya estaba dejando atrás la construcción, el deseo sexual que sentí, hizo que inevitablemente volteara hacia atrás y mirara al albañil, quien no dejaba de mirar fijamente mi culo, me hizo sentir como si me desnudara con la mirada. Un fuerte deseo de ser cogida esa noche me hizo caminar hacia él muy sensualmente, me contoneaba con la lluvia cayendo sobre mi cuerpo cuya silueta se exhibía a la perfección, alimentando la morbosidad de ese sucio albañil.
Me acerqué de frente a él, hasta juntar nuestros cuerpos y con mi mano derecha froté su verga sobre el pantalón muy suavemente mientras lo veía con mi cara de escuincla tierna y cachonda, era la primera vez en mi vida que tocaba una verga, pude notar como el albañil comenzó a tener una fuerte erección, sentí como se ensanchaba al frotarla con mi mano, él no podía hablar solo se escuchaba su respiración jadeante de lujuria.
Yo sentí tanta excitación que no pude resistir las ganas de apretar fuerte su verga y preguntarle:
—¿Le parezco bonita? —Le dije muy tiernamente.
—Sí mamacita estás bien guapa. —Me dijo con tono morboso.
Entonces yo como gatita en celo me giré de espalda y froté mi culo contra su verga muy cachondamente.
—¡Mmm! ¡Aaahhh! ¡Aahh! —Yo gemía para excitarlo más.
—Que rica verga, la tiene bien dura. —Tomé sus manos y las puse sobre mis senos, él comenzó a apretarlos.
—Estás bien sabrosa mamacita, te voy a meter bien duro la verga. ¿Sí quieres que te meta la verga?
—Sí, quiero que me coja, tengo la fantasía de ser cogida en una construcción como esta. —Le dije con voz temblorosa.
—Ven, pásate para cogerte como quieres.
Yo solté el cigarrillo mojado que traía en mi mano, para tomar al fuerte albañil de su brazo, ya que me era difícil caminar con los tacones a oscuras. El albañil me llevo de su brazo hasta el fondo de la construcción aproximadamente 15 metros entre vigas de madera, costales de cemento, grava, arena, varillas metálicas, etc. Hasta que llegamos junto a un colchón con cobijas sucias que estaban en el suelo. En ese momento me puse muy nerviosa, el abdomen se me contraía de miedo, excitación y angustia, ya que sería la primera vez que tendría relaciones sexuales con un hombre, y justamente en una construcción como yo lo deseaba.
—No tengas miedo preciosa, te va a gustar. —Yo estaba temblando.
—Es que tengo la fantasía de ser desvirgada en un lugar como este, que me cojan muy fuertemente, pero me da miedo.
El albañil se lanzó sobre mí y comenzó a besarme, me lamía el cuello y tocaba mi culo muy rico, me abría las nalgas con fuerza. Me giró de espaldas para abrazarme y tocarme los senos, yo me derretía en sus brazos, estaba sintiendo mucha excitación, ya comenzaba a lubricar. Me sentía muy deseada y quería ceder a su deseo, pero el miedo no me dejaba, ya que era mi primera vez.
De pronto un sentimiento me recorría por dentro, me sentía tan vulnerable e indefensa, tenía sentimientos encontrados, por un lado, quería ser cogida por ese hombre y perder mi virginidad y por el otro quería salir corriendo y llegar a mi casa. La lujuria que me provocaba estar dentro de esa construcción a solas con aquel rudo albañil, me hizo lubricar mucho, sentí mi vagina muy caliente y sensible.
—Quiero que me haga suya, que me coja muy fuerte. Quiero sentir que me penetra con todas sus fuerzas. —Le dije con voz de escuincla sumisa.
—Pero eso te va a doler mucho preciosa ¿Estás segura que quieres que te coja fuerte? —Era mi primera vez, yo sentía una fuerte morbosidad y deseo de ser cogida brutalmente por un albañil.
—Lo que pasa es que sí quiero, pero me da miedo. —Los nervios me traicionaban y comencé a llorar.
—No te preocupes hermosa es normal, solo disfrútalo ¿Entonces estás segura que quieres que te coja con todas mis fuerzas? —Preguntó lujuriosamente.
—Sí, me quiero quedar, quiero que me coja fuerte. —Se escuchaba mi llanto entrecortado.
Era una escuincla inocente que lloraba desconsolada de miedo, pero en el fondo sentía una gran excitación y quería que sucediera. El albañil me jaló del cabello para lamer mi cara, lo que me dolió, pero también me excitó mucho, me sentí tratada cual si fuese su zorra y me aventó sobre el colchón mugroso, se lanzó sobre mí abriéndome las piernas y con sus manos me quitó la blusa a tirones lastimándome, escuchaba como la tela se rasgaba.
Quede con mi brasier rojo a la vista y el albañil que jadeaba de lujuria agarró mi brasier de la parte de enfrente y con sus dos manos lo estiró fuertemente lastimando mi piel hasta reventarlo, en consecuencia, mis senos quedaron completamente expuestos frente a ese animal hambriento, que al verlos comenzó a lamerlos deliciosamente como si quisiera tragárselos, me causaba una gran excitación sentir una lengua en mis senos por primera vez, estaba haciéndome chupetones, yo no dejaba de llorar entrecortadamente y agitada como escuincla.
El albañil ahora estaba lamiendo y succionando mis pezones rositas, me estaba atormentando de placer, sentí como me los pellizcaba y se hacían como montañitas y muy duros, mi cara no podía evitar expresar placer, yo lo miraba muy cachonda con mi rostro bañado en lágrimas de miedo y excitación.
Después me lamió el cuello y lo chupeteaba mientras me decía en el oído:
—Que bien hueles putita, te quiero comer mamacita ¿Eres virgen? —Yo permanecí callada porque me daba mucha pena decir que todavía era una chica virgen.
—Te pregunté que si eres virgen mamacita. —Insistió ansioso
—Sí, soy virgen. —Yo trataba de controlar mi llanto entrecortado para poder hablar.
—Así es como me gustan mamacita, te voy a quitar tu virginidad ¿Quieres que sea el primero que te coja?
—Sí, quiero perder mi virginidad con usted. Quiero que me coja muy fuerte, solo que tengo miedo. —Le contesté mirándolo a los ojos, con mi voz dulce e inocente de escuincla.
—Pues si es lo que tú quieres entonces, te voy a complacer mamacita —Me dijo mientras frotaba con su mano mi vagina, algo que ningún hombre me había hecho.
Cuando me dijo eso mi abdomen se me contraía, tenía espasmos de miedo, no paraba de llorar de sentimiento, mi vagina estaba lubricando mucho, sentí una calidez y sensibilidad únicas, ¡quería ser penetrada y terminar con esa maldita virginidad, para convertirme en una chica sexualmente activa y conocedora del sexo!
En aquel momento estaba decidida a dejar que ese albañil maduro fuera el primer hombre en penetrarme, el hombre llevado por la lujuria que yo deliberadamente le había provocado, al no poder desabrochar mis tacones, arrebatadamente me las quitó a jalones rompiendo las correas, y las aventó a un lado, sentí mucho sentimiento porque eran un regalo que mi mamá me dio en mi cumpleaños, y más porque me iban a desvirgar y yo estaba desobedeciéndola regresando tarde a casa, mientras ella estaba trabajando en el hospital.
El albañil continuó apresuradamente y desabotonó mis jeans para bajármelos de un jalón con sus dos manos y quitármelos por completo dejándome solamente con mi tanguita roja, me sentí humillada al ser desnudada por ese barbaján. Yo estaba boca arriba con ese hombre entre mis piernas, y él con su mano derecha agarró mi tanguita y me la arrancó de un jalón lastimando mucho mi zona íntima, aquel sujeto estaba impaciente por cogerme, yo era una chica muy dulce, tierna y fresca.
Mi vagina rosita y depilada quedo expuesta ante él. Yo observé cachonda y recostada sobre el sucio colchón como él se restregó mi tanguita en su nariz y la olía como una bestia. El albañil me agarró de las piernas y las abrió completamente, me sentí tan ultrajada y expuesta, mis sentimientos femeninos estaban completamente vulnerados, me sentía tan ofendida y violentada, la indefensión que sentí al estar sola con ese hombre en una construcción, lloviendo y relampagueando, me hizo romper de nuevo en llanto. El albañil se lanzó sobre mi vagina y me lamió como animal sediento, metiendo su lengua en mi vagina virgen.
—Ay, chiquita sí eres virgen. Te voy a hacer disfrutar mucho mamacita ya lo veras, la vamos a pasar muy bien. Te voy a hacer mujer. —Decía depravadamente.
En ese instante, yo me preguntaba cuantas mujeres habrían estado ya con ese barbaján. El albañil se excitó mucho y comenzó a lamer insaciablemente mi vagina, lo que me provocaba contracciones en el abdomen y un fuerte sentimiento. El continuó lamiendo y de pronto sentí como succionaba y lamia mis labios vaginales.
—¡Aaayyy! ¡Mmmm! ¡Aaahhh! ¡Mmmjjjj! —Yo soltaba fuertes gemidos.
Me dio miedo que alguien pasara y me escuchara, así que guardé silencio y me ahogué en mi llanto entrecortado de placer, mientras movía mi cabeza de un lado a otro retorciéndome de placer, el albañil me miraba morboso disfrutando de mi excitación.
El barbaján se levantó y se quitó la playera apresuradamente, así como los pantalones y las botas de trabajo hasta quedar completamente desnudo. En ese momento pude ver la verga de ese hombre, era la primera verga que yo veía completamente erecta, parecía reventar de gorda y larga, tenía una ligera curvatura hacia la izquierda y apuntaba hacia arriba con la punta totalmente descubierta, le colgaban unos testículos muy grandes, el vello púbico era abundante. Yo sabía que iba a ser brutalmente desvirgada por ese albañil, ya que era un tipo rudo, fuerte y muy morboso, a quien yo había provocado, incluso le pedí me desvirgara, era algo que yo deseaba y ahora estaba a su merced. Pensaba en mis amigas con las que había estado festejando ese día, que seguramente ya estaban en sus casas, pensé en mi mamá que estaba trabajando y seguramente creía que yo ya estaba en mi habitación viendo la televisión, pero en realidad estaba a punto de ser brutalmente cogida y gozada por ese sucio albañil que me iba a penetrar por primera vez en mi vida, arrebatándome la inocencia.
El albañil me tomó del cabello y me arrodilló, llevándome contra su verga, yo solo giraba la cabeza y cerraba la boca para que no entrara esa verga sucia, olía a orines y me daba mucho asco.
—Abre la boca putita. —Me ordenó el muy depravado.
Así que yo abrí mis labios carnosos con labial rojo, él me jaló contra su verga metiéndomela hasta el fondo de mi garganta, sentí ganas de vomitar y me atragantaba, mis labios pegaban hasta la base de su verga y algunos vellos púbicos entraban en mi boca.
—No uses los dientes mamacita, solo los labios y la lengua, mueve tu lengua adentro. —Me indicaba como si yo fuese su perrita.
Yo le obedecí, pero me costaba trabajo estaba muy gruesa apenas cabía en mi boca, no sabía cómo hacerlo pues nunca había dado sexo oral a un hombre y así que lo hice lo mejor que pude. Me faltaba el aire y mis ojos derramaban lágrimas de atragantamiento que escurrían el rímel de mis pestañas mientras lo miraba a los ojos con un deseo que me desbordaba, estaba ya muy cachonda y quería ser suya. Aquel hombre me estaba disfrutando tanto que jadeaba de placer al tener su verga adentro de mi boca, yo me sentí feliz de hacer sentir a ese hombre tanta excitación, él me jalaba del cabello, metía y sacaba su verga de mi garganta frenéticamente impactando mis labios rojos hasta la base de su verga.
Después de algunos minutos me volvió a aventar boca arriba sobre el colchón y él se acercó apresuradamente jadeando y diciendo vulgaridades.
—Ahora sí, te voy a meter la verga mamacita, vas a sentir lo que es tener una verga bien adentro.
El albañil abrió mis piernas muy fácilmente pude sentir que era un hombre muy fuerte, yo volví a llorar entrecortadamente como escuincla, tenía mucho sentimiento y no podía controlarme, los nervios se apoderaban de mí nuevamente. El albañil acercó su rostro morboso a mi zona íntima y escuché como sacó un gargajo y me escupió en la vagina para lubricarme.
Yo estaba aterrada viendo como aquel hombre restregaba la punta de su verga en mis labios vaginales, esparciendo el gargajo que me había escupido, preparando mi vagina para desvirgarme. Entonces con una de sus manos sostenía mi pierna derecha y con la otra mano acomodó su verga a la entrada de mi vagina, sentí como mis labios vaginales estaban tan sensibles por las lamidas que me había dado, el barbaján metió un poco la punta de su verga y sentí como mi vagina se abría por primera vez para recibir un sucio miembro viril, me dio mucho miedo pues me iba a romper el himen con su verga al natural, quien sabe que enfermedades podía transmitirme o dejarme embarazada. El albañil dejó la punta de su verga colocada a la entrada de mi vagina rosita y depilada, levantó mis piernas acomodándolas sobre sus hombros.
—¿Estás segura que quieres que te coja con todas mis fuerzas? —Insistió advirtiéndome de lo que me haría sufrir.
—¡Sí, por favor, ya cójame, hágalo! —Le grité ardiendo de excitación.
El albañil mirándome lascivamente me tomó de las piernas mirando morbosamente mi vagina y de un violento empujón me penetró desgarrándome el himen. Sentí como su verga entro hasta el fondo de mi vientre destrozándome por dentro, fue un ardor insoportable que me arrebató la virginidad, yo solté un fuerte grito que rasgaba mi garganta.
—¡Aaaaaahhhhhhh! ¡Aaaahhhh! ¡Aaayyy! —Sentí que me desgarró la vagina.
—¿Estás bien hermosa? ¿Quieres que continúe? —Me preguntó muy excitado.
—Sí, estoy bien, cójame fuerte, no se detenga. —Mi cara estaba bañada en lágrimas.
—Pero no grites tan fuerte hermosa, porque vayan a escucharte y pueden pensar que te estoy haciendo algo que no quieres, no quiero que me metas en problemas.
Entonces él agarró mi tanguita roja que estaba aún lado en el colchón, y me la puso en la boca para callarme.
Él seguía hundiendo con fuerza su verga en mi interior, mi abdomen sufría fuertes espasmos y mis piernas estaban acalambradas, solo me retorcía de dolor. Él saco su verga completamente su verga ensangrentada.
—Sí eras virgen mamacita mira cómo me manchaste de sangre la verga. Te voy a disfrutar mucho. Te voy a hacer mi mujer.
Entonces él volvió a colocar su verga y me la ensartó de un fuerte empujón, mi vagina estaba lubricada por mi sangre de mujer escarlata, sentía como me ardía cada que la sacaba y me penetraba de nuevo.
Él me estaba penetrando violentamente, como un animal, sentía todo su peso caer sobre mi vagina enterrándome la verga hasta topar, cada que lo hacía yo quería gritar, pero el aire me faltaba hasta que escupí la tanguita fuera de mi boca y grité del dolor en repetidas ocasiones. Entonces él metió sus dedos en mi boca callándome aterrada, yo seguí llorando entrecortadamente como escuincla pues tenía un fuerte sentimiento de ser desvirgada.
Continuó cogiéndome brutalmente de forma frenética, la penetración era muy rápida y el albañil estaba muy agitado, sentía sus gotas de sudor caer sobre mi piel, entonces él se lanzó sobre mis senos para lamerlos, eso me hizo sentir un poco de alivio pues era como una caricia que me relajaba, después comenzó a succionarlos y apretarlos muy fuertemente con sus manos, pellizcaba y jalaba mis pezones rositas provocándome un dolor insoportable, sentía como si me los fuera a arrancar. Me estaba atormentando con una mezcla de dolor y placer que me arrebataban fuertes gemidos:
—¡Aaaahhhh! ¡Aauuuu! ¡Mmm! ¡Mmjjj! ¡Aaahhh! ¡Aahh! ¡Sí! ¡Mmjjj! —Él disfrutaba mucho hacerme sentir placer y causándome dolor a la vez, cada que me quejaba podía ver su cara de morbosidad.
Después de ser desvirgada brutalmente por él, durante media hora quizá, escuché el timbre de mi celular sonando, provenía de mi bolsa que estaba tirada a unos metros de distancia, era mi mamá, llamando para preguntarme si ya estaba en casa. Me sentí tan sucia al tener esa enorme verga dentro de mí, desbordándome de placer.
Sentí como el albañil al escuchar mi celular aceleró el ritmo y me comenzó a embestir como un animal, me lastimaba mucho el fuerte impacto de su cuerpo en mi zona femenina, me destrozaba por dentro violentamente con esa verga enorme, pude ver como cambió el gesto de su cara, se veía como un animal desbordando de lujuria.
Yo me sentí tan indefensa y femenina al estar siendo penetrada de forma tan vigorosa, que un calor fue alimentándose en el fondo de mi vientre, era como una llama que ardía de placer en mi interior, sentí una sensibilidad y excitación única en mi vagina, mi piel se erizaba levantándome los pezones y dejándolos duros como montañas, las piernas se me entumían, y mis ojos se me desviaban hacia arriba del placer que me provocaba esa tremenda verga, mi abdomen se contraía y mis piernas comenzaron a temblar a la vez que mi vagina se convertía en un rio de agua dulce, estaba teniendo un fuerte orgasmo, el primero de mi vida, había dejado de ser una chiquilla.
—Ay chiquita, te viniste bien rico, que buena estás mamacita, eres una putita. —Yo solo podía escuchar el sonido húmedo de nuestros cuerpos al chocar piel con piel.
De pronto el albañil comenzó a jadear muy fuerte hasta que de un empujón me enterró la verga hasta topar, sentí que me rompió por dentro con esa última embestida y como un chorro de semen caliente me inundó el vientre provocándome espasmos, el albañil permaneció dentro de mí dejando caer todo su peso, estaba muy agitado y cansado, me mojó de sudor.
Yo sentía mi vagina mojada de sangre escarlata y de semen escurriendo, mientras ese hombre sucio iba perdiendo la erección, me había usado a su antojo, saciando su lujuria, tal como yo quería.
El sufrimiento que estaba sintiendo no había terminado, él continuaba disfrutando de mi cuerpo, me lamía el cuello tragándose mi perfume y me besaba metiendo su lengua muy adentro de mi boca, me lamía dentro del oído y las lágrimas saladas de mi cara.
—Ya ves mamacita, para que me pedias que te cogiera con todas mis fuerzas. Me provocaste tanto que mira cómo te cogí de duro morrita, hueles bien rico putita, ¿Ya conseguiste lo que buscabas? Quien diría que a una morrita le gustaría tanto la verga.
Yo me sentía muy cachonda y desnuda en esa construcción, nadie se podría imaginar que yo estuviese ahí, me excitaba oler el aroma a tabaco y sudor de ese hombre, del cemento y tierra de la construcción, así como la mugre del colchón viejo en el que perdí mi virginidad.
Pasaron unos minutos y creí ya todo había terminado, pero de pronto sentí como la verga de ese hombre estaba teniendo de nuevo una fuerte erección, era muy dura y grande, estaba sobre mi zona íntima y pensé que me volvería a penetrar. Me puse muy cachonda y comencé a lubricar de nuevo, él volteó a verme como si me quisiera comer.
—Ay mamacita, estás tan sabrosa que ya me pusiste bien dura la verga de nuevo —Me dijo mientras me miraba el culo—. Voltéate mamacita.
—¿Cómo? —Pregunté un poco confundida.
—Ponte boca abajo mamacita. —Insistió de forma muy depravada.




