Desvirgue a mi vecinita 5 años después reencuentro

Desvirgue a mi vecinita 5 años después reencuentro

Desvirgue a mi vecinita 5 años después reencuentro

Desvirgue a mi vecinita 5 años después reencuentro

Relato 1 primer encuentro

Relato 2 recuentro 5 años después

Relato 3 Vecinita Casada vuelve a ser cogida

Pasaron unos cinco años de la partida de la joven al colegio privado a donde la había remitido su padre. Había perdido la esperanza de volver a verla. Yo seguía acudiendo al riachuelo como de costumbre, y allí me bañaba y me tumbaba al sol recordando en varias ocasiones a la joven vecina.

Un buen día me sorprendí, cuando observé en el jardín de los vecinos la presencia de una joven, constatando posteriormente que se trataba de Katy, la hija de los vecinos. Mi cuerpo se agitó al momento. Llevaba tanto tiempo sin verla, por lo que no pude contener mi alegría.

La joven estaba en ese momento con la madre, por lo que no pude decirle nada, reprimiendo mis deseos por volver a saludarla. Observé que apenas había cambiado. Seguía manteniendo su cuerpo delgado, y usaba la misma vestimenta conservadora que su madre, forrada hasta el cuello y el traje hasta los tobillos.

Al día siguiente me puse a trabajar en el jardín con la esperanza de volver a ver a la joven. Ya estaba perdiendo la esperanza de poder saludarla, cuando la fortuna hizo que hiciera su aparición Katy. Al verme, note como se ruborizó. Me fijé que miro hacia su casa, para comprobar que no la estaba viendo sus padres. Poco a poco, algo nerviosa, se fue acercando al límite del jardín, y cuando estuvo más cerca le pregunte:  Katy que sorpresa verte. ¿Cuándo has llegado?

-Hola D. Luis. Pues vine ayer.  Me contesto ruborizada, y la cabecita casi gacha. Su carita seguía casi igual de blanca, plagada de muchas pecas. Pero que era algo que a mi me encantaba.

-Te veo bastante bien. ¿Acabaste ya los estudios? Le pregunté por entablar conversación.

-No. Aún me queda el último año. Pero papa me ha dejado que pueda pasar este verano en casa.  Me contestó la joven con voz bastante baja.

-Que alegría. ¡Así podré verte algunos días! Te echaba mucho de menos. Le conteste sin poder retener mi alegría.

-¿No me diga que todavía sigue yendo al río?. Me pregunto aquella algo agitada, pero que demostraba su coruosidad.

-¡pues claro!. Es nuestro secreto y nuestro escondite. Le conteste.

-Ya. Pero,…. ¿no creerá que voy a volver allí? Ja ja…Sabe que mi padre es muy estricto. Y,.. ¡si se entera me envía permanente fuera! Me contesto con la cara enrojecida. Percibí que, pese al paso de los años, y en aquel colegio, continuaba siendo bastante tímida, y además se sonrojaba con frecuencia.

-Bueno Katy. Yo de todas formas te voy a estar esperando. Le conteste viendo como aquella decidió retirarse hacia su casa.

No me contestó. No sabía si la joven estaría dispuesta a acudir de nuevo al riachuelo, pero esa noche mantuve una erección de caballo. No llegue a masturbarme, ya que me quería conservarme en forma por su aparecía la joven. Pero, durante los tres días siguientes acudí al lugar, pero la joven no hizo aparición. Me convencí de que la joven nunca más volvería allí. Seguro que sabía las consecuencias de ser pillada por su familia.

Al cuarto día, me había quedado en casa realizando unos trabajos a distancia en el ordenador de mi despacho. Llevaba algún tiempo, cuando miré hacia la casa vecina. Mi corazón se agito. ¡Me percaté que alguien me observaba desde una de una de las ventanas! Al instante me di cuenta que se trataba de Katy.” Mi verga se revolucionó al instante.

Mi hice el desentendido, aparentando no haberla visto. Sin poder contenerme, decidí hacer lo mismo que hacía antes de conocerla: me conecté a una página porno, extraje mi pene y me puse a masturbarme. No sabía cómo iba a reaccionar la joven. Mi corazón se aceleró al percatarme que la joven, consciente de lo que estaba haciendo, volvió a tomar los prismáticos, y me comenzó a observar. Con una tremenda erección, hice lo posible para que la misma pudiera constatar claramente como tenía mi mandinga fuera del pantalón, mientras me hacia la paja.

Al rato me percaté de que la misma se retiró, por lo que cesé y no me corrí. No obstante, esa misma tarde, sumamente acalorado, tras comer, decidí acudir al lugar de costumbre. Tomé una toalla, me puse un pantalón corto, con una camiseta y me dirigí al riachuelo. En cierto sentido tenía ganas de echarme un chapuzón y refrescarme. No tenía esperanza alguna de que la joven hiciera su aparición.

Una vez allí, como siempre, me despojé de mi indumentaria, y “completamente desnudo” me metí en el agua. Tras nadar un rato, regresé y me eche sobre la toalla quedándome a tomar el sol, hasta el punto de que, al rato, sin darme cuenta me quede dormido. No supe calcular cuánto tiempo estuve dormido, pero un ruido me despertó. Algo se movía entre los cañaverales, divisando la presencia de una persona que me observaba. Al fijarme bien, me di cuenta, con alegría, que se trataba de la joven vecina. Le dije: – ¿Hola llevas mucho tiempo ahí?

La joven se puso algo nerviosa, saliendo del cañaveral, contestándome muy bajito-hace un ratito. La note ruborizada, viendo que no podía retirar sus ojos de mis atributos masculinos. Estaba claro que me había estado contemplando mientras dormía, ya que estaba totalmente desnudo.

-¿Porque no te acercas?.¿Acaso me tienes miedo?. Antes lo hacía sin problema. -le dije, intentando que la joven se tranquilizara. Aunque evidentemente mi falo no se quedó quieto.

-No … ya me iba. Además…. ¡se encuentra desnudo! Me contestó haciendo ademán de retirarse.

Le contesté: -Bueno antes tampoco te importaba. Vamos preciosa. Acércate. No tengas miedo. Estamos solos.

La joven se quedó algo indecisa. Dudo. Volvió a mirar hacia todos lados, y tras esos momentos de duda, optó por acercarse hasta donde me encontraba. Al llegar allí, se sentó en una banqueta que había traído. La joven estaba sonrojada viéndome desnudo. Habían transcurrido casi cuatro años desde aquellos encuentros, y estaba claro que volver a verme desnudo era algo que la ponía nerviosa. La noté indecisa. ¡Pero si había acudido, es porque en el fondo le picaba la curiosidad! Estaba claro que a la joven la picaba el gusanillo, y quizás añoraba volver a recordar lo que habíamos hecho años atrás.

Empezamos hablar de su estancia en el colegio privado, y de mi vida con la finalidad de tranquilizarla. Tras hablar del colegio, como lo pasaba allí, de lo conservador que era y de normas muy estrictas, terminé por preguntarle: ¿tienes novio?

No. claro que no.- me contestó al instante, sonrojándose de nuevo.

-Pero, ¿has estado con otros jóvenes? – le volví a preguntar intrigado.

-Los compañeros de colegio…pero “no ha pasado nada de lo que Vd piensa”. Allí todos cumplen las normas estrictamente. Si mi padre se entera que estoy con algún joven, montaría en colera. Me contesto al instante.

Aquello me confirmó que la joven no había tenido ningún encuentro con ningún joven. Esa circunstancia, me confirmó que seguramente estaría excitada recordando nuestros encuentros. Al menos aceptó volver a verme desnudo. Ya era un buen comienzo.

Tras unos momentos más de charla, le pregunte: me voy a bañar en el río. ¿Por qué no vienes?

-No se…. No debo volver hacerlo. Además, tampoco he traído bañador. Me contesto con cierto rubor en sus mejillas.

Me atreví a decirle: -Antes te bañabas desnuda. ¿recuerdas?

-Ya, pero aquello… Hay D. Luis. ¡Aquello no puede volver a pasar! Si mi padre se entera, me la llevo.

Yo sin contestarle, procedí a meterme en el rio y me puse a nadar un rato. Me di cuenta que la joven, pese a todo no se marchó. Al contrario, veo que se acercó hasta la orilla del río. Note en su rostro que estaba desconsolada por darse un baño. Le pregunte entonces: -¿te has bañado en la playa, piscina o algún río allá donde estudias?

-claro que no. ¡Son colegios muy estrictos! ¡Eso está prohibido! Me contesto al instante.

-Veo en tus ojos que deseas bañarte. ¿Porque no te olvidas de todo, te desnudas y entras el agua?

La joven, dudo. Es más, pareció ponerse nerviosa y decidió marcharse. Me quedé preocupado. Quizás la había presionado demasiado.

Durante la semana siguiente ella tampoco apareció. No obstante, yo acudí regularmente por las tardes, siendo consciente de que ella me acechaba desde su casa, y era conocedora de que me dirigía la río. En cierto sentido abrigaba la esperanza de volver a verla.

Unos días después, volví a quedar a trabajar en casa. A media mañana, hacia un calor intenso y decidí darme un chapuzón, dirigiéndome al riachuelo. Yo solía acudir casi siempre, en la tarde.

Al llegar al lugar, me sorprendí al observé ropa de una mujer sobre una de las sillas. Nadie conocía aquel lugar. Deduje que debía tratarse de Katy. Rápidamente sin pensarlo dos veces, me despojé de toda mi ropa, y completamente desnudo me dirigí al riachuelo. Como me esperaba, quien estaba en el río era la joven vecina. Aquella había decidido acudir y se encontraba bañándose en el río, aunque lo hacía con un bikini de dos piezas.

-Hola Katy. Al final te has decidido. – le dije haciendo mi aparición.

La joven se echó las manos a sus pechos, como evitando que la mirara. Me metí en el agua y me fui acercando hasta ella. Me fije que, al poco tiempo, tras dudar, dirigió su mirada hacia mi pene, el cual emergía con una moderada erección entre mis piernas. Al ver cómo me encontraba, la joven se ruborizó y me contesto: Oh ¿D. Luis porque se le ha puesto así?

-Es normal Katy. Eres una joven preciosa. Volver a ver ese cuerpo que posees, no puedo evitar que se me levante. Le conteste sin mayor reparo.

-Oh no debe… Oh… debo marcharme. si mi padre me ve….aquí…. se agitó la joven encogiendo su cuerpo.

-Tranquila. Nadie nos ve. Le conteste, intentado tranquilizarla. Al ver que, pese a todo, continuaba mirando mi verga, la cual se estaba poniendo cada vez más erecta, le dije: Katy. ¿Se que estas deseando volver a tenerla en tu mano? ¿Porque no lo haces?

-Oh no. ¿Está loco…?. por favor… exclamó. No obstante, percibí que aquellas palabras de rechazo, no las pronunció con mucho convencimiento. Eso me verificó que la joven estaba dudando. En el fondo era consciente de que deseaba volver a tocar mi pene. Por ello me acerqué más hacia ella, y volví a decirle: Anda. Tócala. ¿Mira cómo se me ha puesto?

La joven volvió agitarse, mirando para todos lados, temerosa de que alguien nos pudiera estar viendo. Tras unos momentos de duda, con cierto nerviosismo, alargó su manita y tomó mi verga en su mano. Al instante la retiró, como si se hubiera sorprendido de mi tremenda erección. No quise hostigarla. Esperé paciente. Al momento, su curiosidad la llevó a volver a alargar su mano y tomarla de nuevo. Pero, esta vez la apretó con decisión.

Me doy cuenta como la observa, sin soltar mi verga de su mano, pero sin decidirse a dar el siguiente paso. Por ello, le dije: Vamos Katy. Tócala toda. Mira como la tengo. ¿Has viso que grande se me está poniendo?  ¿Se que deseas tocarla?

-Oh D. Luis, no debo, contesto tímidamente. Pese a todo, no pudo resistirse, comprobando como comenzó a pasar su manita a lo largo de toda mi verga, que se hallaba con una empalmadura tremenda. ¿Qué te parece? Le pregunte.

-La tiene muy dura… ¡parece que le haya crecido más! Me contestó agitada y sonrojada, pero sin dejar de tocar y manosear mi falo. Tener la pequeña mano de la joven vecina tocando mi falo, me produjo una soberana erección.

Tenía perfectamente claro que la joven se estaba excitando con el manoseo que la estaba propiciando a mi verga. Era lógico. Después de cuatro años, volvía a tener entre sus manos la tranca de un hombre. Durante ese período, según sus comentarios, no había tenido relación con ningún joven. Era normal que se sintiera atraída.

Me percaté que, pese a sus miedos iniciales, continuó pasando su manita por todo mi pene, masajeándolo desde arriba hasta abajo. Estaba claro que esa acción le satisfacía. Era como si tuviera un juguete en su mano. Evidentemente tanto tocamiento, terminó por descapullar mi falo.

Al ver asomar la cabeza del glande, reluciente y son signos evidentes de emanación de los primeros líquidos preseminales, me miró más sonrojada. Pero tampoco soltó mi pene, pese a presenciar su tremenda erección. Eso me confirmó que continuaba excitada.

Fui más osado diciéndole: Toca mis testículos Katy. ¿Comprueba como los tengo?

La joven parecía haber superado sus miedos, ya que, sin contestarme, decidió bajar su manita, y seguir mi consejo, acariciando suavemente mis testículos. No solo los tocó, sino que los acaricio suavemente, como si los sopesara, para luego palparlos, e incluso apretarlos con su mano. Ella sabía lo que aquello suponía, y así lo puso de manifestó, cuando de su boca salieron aquellas palabras: ¡oh los tiene muy llenos!

-¡Es que tengo mucha lechita acumulada dentro!. Le conteste completamente fuera de control. Viendo que, pese a todo, aún nos encontrábamos dentro del agua, y la joven no soltaba mi falo, con el cual parecía querer continuar jugando, le dije: ¿te gusta como tengo los testículos?  ¿Te acuerdas cuando me vine dentro de tu coñito? ¿No te gustaría volver a sentir mi leche calentita dentro?

¡Oh D. Luis! Pero que dice…. Exclamó alterada y notando como se estremecía. ¡Eso no puede volver a suceder! Sabe que podría dejarme embarazada. Añadió como asustada ante mis palabras.

Pero, pese a todo, vi con sorpresa como la joven volvió a bajar la mano, volviendo a tocar nuevamente mis huevos. Ello me confirmó que aquella joven estaba cada vez más caliente y ansiosa. Abrigue la esperanza de poder volver a tenerla otra vez.

No me reprimí. La acerque a hasta mí, pegando su cuerpo al mío, abrazándola. Ella sintió al instante la pujanza de mi verga contra su vientre. Era mucho más baja de estatura que yo. La abrace rodeándola con mis brazos. Percibí su estremecimiento. Pese a todo, comprobé con agrado que no me rechazó.

-Oh D. Luis. No debe hacerlo…. sabe que esto esta mal… Me contestó agitada, al sentir como mis manos, que pronto acariciaron sus nalguitas. Las apreté con delicadeza palpando las mismas, que parecían las de una adolescente, aunque bien contorneadas. Le di unos cuantos apretones, casi elevándola en el aire.

Oh …no me haga eso ….oo me contesto, más sonrojad ante mis caricias a sus nalguitas. Sin embargo, tremendamente excitado, la tomé fuertemente de las nalgas y la elevé en el aire, sacándola del agua, aupándola a mis brazos. Instintivamente la joven, sorprendida de mi acción, para evitar caerse, abrió sus piernas y se ancló a mis caderas para sujetarse.

Tenía a la joven prácticamente sobre mis brazos. De hecho, me echo las manos al cuello para agarrarse, mientras yo la sujetaba por sus nalgas. Era como una muñeca en mis manos. No pesaba mucho, por lo que la pude elevar y sostener en brazos sin mayor problema. Oh … déjeme. Debe bajarme…Me instó casi pegando su carita a la mía, evitando caerse.

Mi excitación estaba a tope. Mi pene completamente erguido, enfilaba hacia arriba, tocando en varias ocasiones el trasero de la joven. Ella lo sintió, viendo como la iba dejando caer por momentos, para que su trasero tocara con la punta de mi pene. Repetí esta acción una y otra vez. Katy me miraba con su carita enrojecida, para luego volver a pegarse a mi pecho, mientras sentía como yo acariciaba la entrepierna de la joven con mi verga.

-¿Notas lo dura que la tengo?. ¿quieres clavártela? Le dije tremendamente salido. Me encontraba bastante arrecho, y no me controlaba. Había sido un atrevido.

La joven me miró a la cara, no respondiendo. Eso me confirmó que la nena estaba indecisa. No me lo pensé dos veces. Mientras la sujetaba en brazos con una mano, con la otra continue acariciando el trasero de la joven, para en un momento dado, apartar con suavidad la braguita del bañador, logrando alcanzar los labios sus vaginales.

-Oh que me hace…-exclamó, percibiendo su estremecimiento, al sentir mi mano desnuda dedeando su coñito. Percibí el relieve de sus labios vaginales, y los vellos de su pubis, que además bordeaban toda su vagina.

Continué sin contestarle, acariciando toda la rajita del chochito de Katy, quien comenzó agitarse ante aquella acción. Durante ese proceso, mi dedo corazón comenzó a hurgar dentro de su vagina. Pese a los gemidos y quejas de la joven, logre introducir casi la totalidad del mismo dentro de su cavidad vaginal. Jugué con el mismo, estimulando la vagina de la joven.

-Oh Don Luis … ¿qué me está haciendo?… ¡quíteme el dedo de ahí! – me decía como intentando zafarse, excitada y temerosa al propio tiempo.

Para tratar de tranquilizarla le retiré el dedo. Pero decidí continuar el juego. Logré dejar la braguita separada, quedando todo coñito abierto como una flor. Al estar anclada con sus piernas a mis caderas, mantenía toda su panocha al aire.

No me lo pensé dos veces, y aflojé un poco el abrazo, y con su propio peso descendió lo suficiente para que su trasero y conchita quedara a la altura de mi falo. Al instante mi enfilado pene, comenzó a entrar en contacto con los labios vaginales de la joven. Oh que hace…oh nooo … oh por favor….. Sin contestarle, comencé a intensificar el contacto. Era como si mi falo le estuviera propinando pequeños besitos a su coñito.

Esa acción revolucionó a la joven. Noté como comenzó a moverse, como intentando evitar el contacto, pero todo era inútil. Hubo momentos en que deje todo mi pene a la entrada de su coñito, quieto, comprobando como labios vaginales abrazaban mi verga. Repetí esta acción varias veces. Notaba el calorcito de su coñito y eso más me encelaba.

La joven parecía haberse acostumbrado a tener la cabeza de mi pene entre sus labios vaginales. La miré a la cara, estando a escasos centímetros de la mía, y le dije: ¿sientes mi pene en tu coñito? ¿te gusta sentirlo verdad?

La joven me miró mas sonrojada, contestándome: Oh Don Luis … esto esta mal. Luego me preguntó algo que me dejó más encabritado: ¿me la va a meter?

-¡claro preciosa!. Quiero que la sientas toda dentro de tu coñito. ¡Quiero que vuelvas a disfrutar como la otra vez! le conteste tremendamente lanzado.

-Oh… no… pero, ¡puede dejarme embarazada! No lo haga- me contestó dudosa. Pero esas palabras, deducían que, pese a sus miedos, estaba deseosa de volver a sentir mi verga dentro.

Decidido, la tomé por sus nalgas, subiéndola un poco hacia arriba. Mi intención fue tomar un poco de altura para luego dejarla caer. Quería que, con su propio peso, al descender la joven se clavara mi pene. Deje mi falo completamente enfilado hacia arriba, duro y fierro como un mástil, esperando el descenso de la joven.

La joven interpretó que al subirla era para logar abrazarla mejor y que no se cayera, por lo que se agazapó fuertemente con sus piernas anclada a mis caderas. Con ello dejó todo su coñito completamente abierto. En cuando aflojé mis manos para que descendiera, puye hacia arriba con mi pene, yendo al encuentro del coñito de Katy. Acerté a la primera, e inmediatamente comprobé como mi pene se clavó casi en su totalidad en el chochito de la nena. Con el peso de la joven, al descender, se la terminó de clavar al instante. Percibí que fue un ingreso violento, ya que el coñito de la joven no estaba acostumbrado a las dimensiones de mi falo después de tantos años.

-Oh me duele… oh… ¡me la ha clavado toda…!. Oh D. Luis. sáquela…- exclamó la joven, intentando salirse, realizando gestos de querer asirse mejor a mi cuello. Pero, la tenía bien clavada. Noté el calor de la cálida vagina, y percibí como mi verga ocupada toda su cavidad vaginal. La joven tenía ensartada toda mi verga en su vagina. Pese a que la joven se retorció un poco de dolor en sus inicios, me quedé quieto, sujetándola fuertemente para mantenerla en la misma posición y con todo mi falo dentro.

-Relájate Katy. Ya la tienes dentro. ¿me sientes? ¿sientes mi pene dentro de tu coñito? le pregunte casi desvergonzadamente.

-Pero me duele…. me la ha metido mucho. Creo que me ha roto algo- me contesto con cierto lloriqueo.

-Ya se te pasara el dolor. Verás que pronto vas a gozar de nuevo. Y comencé hacerla subir y bajar, impulsándola con mis manos tomando sus nalgas izándola hacia arriba, para dejarla caer una y otra vez. En cada subida mi verga se desclavaba casi del todo, para en el descenso volver a introducirse totalmente de nuevo.

Esos movimientos se hicieron sumamente placenteros para ambos, ya que pronto la joven se tranquilizó y comencé a notar como ella mismo colaboró en esas subidas y bajadas. Es más, apretaba mi verga con sus paredes vaginales cuando la tenía toda clavada, evidenciando que la joven estaba disfrutando de la cogida.

-Oh si nena. Uhm te gusta …¡como tienes ese coñito!  ¿Notas cómo te entra preciosa? ¿Me sientes bien?

-Oh si D. Luis. Oh me llena toda…. me esta abriendo totalmente… pero me gusta… ooo siii- exclamó la joven sin parar de colaborar en cada subida y bajada.

Me di cuenta que la joven estaba a punto de venirse. Por ello, la tomé bien de las nalgas, y casi tomándola en el aire, comencé a clavarla una y otra vez, aumentando mi intensidad. Mi verga entraba con fuerza en el coñito de la joven, perforando el mismo totalmente, haciendo gritar a la joven, con gemidos casi escandalosos: ohh me rompe… ohh sii ,.. o me va romper..ooo

Sin cesar un instante, incrementé el bombeo, viendo como pocos minutos después la joven se venía en un estruendo orgasmo, gritando y gimiendo de gozo, dando constantes alaridos, mientras era atravesada una y otra vez por mi verga. Percibí su venida, no solo al quedar su cuerpo desvanecido, sino por la abundancia de liquido dentro de la vagina.

Tras acabar, me quede quieto, aún con todo mi falo dentro de ella, anclada a mis caderas y cogida de mi cuello. Me miró a la cara, note la felicidad en su rostro. Sin poder contenerme acerque mi boca y la bese en los labios. La joven, aunque sorprendida, estaba tan entregada, que aceptó mis caricias bucales, abriendo su boca y besándonos ardientemente.

Estaba aún con mis pies hasta las rodillas dentro del agua, por lo que comencé a caminar despacio saliendo del agua hacia la orilla. Pero en ningún momento saque mi falo del coñito de la joven, que permanecía en mis brazos. La sensación de caminar, mientras tenía mi verga dentro del coñito de la joven, era algo que jamás había sentido. Poco a poco, besándonos y con ella en brazos, llegamos hasta el descampado.  Una vez allí, le saque la verga de su coñito, y nos recostamos sobre la toalla.

Observé a la joven, que boca arriba, me miraba. La volví a besar en la boca, y poco a poco fui bajando, retirándole la parte alte de su bikini, mostrándome unos pechos, que, aunque pequeños, se mostraban duros, especialmente con sus pronunciados pezones. Mis labios se encargaron devorar los mismos, haciendo suspirar nuevamente a la joven, que se retorcía ante mis caricias.

-Oh Don Luis … mis pechos… ohhhhh exclamó la joven, que continuaba revolviéndose mientras mi boca succionaba sus pezones. Mi mano fue descendiendo, bajando por su vientre, hasta alcanzar la entrepierna de la joven. La joven se dejó, como si estuviera pidiéndome que acariciara su vagina cuanto antes. Con destreza la retiré igualmente la prenda, quedando complemente desnuda.

-Oh D. Luis … me ha desnudado totalmente. ¿Qué puede venir alguien?

-Relájate preciosa. aquí no va a venir nadie. Solo estamos nosotros. Al tiempo que me incorporé para contemplar su cuerpecito totalmente desnudo. La joven se ruborizó al ver como la miraba. Contemple aquel cuerpecito joven, de color casi blanquecino, que contrastaba con la abundancia de pecas. La entrepierna parecía una maraña de vellos, ya que no se los recortaba ni parecía depilarse. Entre medio de la frondosa vellosidad, se destacaba la raja del coñito de la misma. Percibí un tremendo calambrazo en mi falo ante la visión de aquella nena.

-¡Tienes un cuerpo precioso nenita!. Y esas pecas me encantan. Uhm que coñito. le dije acariciando la vagina con mis dedos, separando los abundantes vellos, para logar llegar a su raja. Comprobé que los fluidos de su anterior orgasmo la tenían muy mojada. Me percate igualmente tenía todos los labios inflamados y enrojecidos. La violencia de mis clavadas en el riachuelo había producido aquel enrojecimiento.

Descendí hasta situar mi cara entre las piernas de la joven. Note su agitación mientras me miraba. Sabía que le iba a comer su coñito. Me di cuenta que pese a todo, estaba ansiosa por volver a experimentar el placer del sexo oral, como había ocurrido en aquel tiempo. La miré a la cara, mientras mi lengua comenzó a lamer sus inflamados labios vaginales. Delicioso… aquel coñito se desahucia ante mis caricias. Los jugos de su corrida, se entremezclaban con mi saliva. Mi larga lengua, lamía totalmente su raja de arriba abajo, apartando con mis manos la gran cantidad de vello, para terminar, concentrándome en su clítoris. Aquel emergía de forma destacada, por lo que, tras tomarlo entre mis labios, fue suficiente para que la joven alcanzara el nuevo orgasmo, retorciéndose y gritando.

Cuando por fin acabó, comprobé que mi falo seguía en pie de guerra. Necesitaba correrme. Me metí entre las piernas de la joven, abriéndoselas, y recogiendo éstas, doblándolas sobre su vientre. Con ello quedó a mi entera disposición el abierto coñito de la nena. Volví a observar el color rosadito de su vagina, entre medio de aquel bosque de vellos. Mi pene se encabrito por lo que tuve que acercarlo a la entrada lo antes posible. Aquella visión casi me hace correrme.

-Oh Don Luis … otra vez no ooooo exclamó la joven al sentir como mi verga la volvió atravesar nuevamente. En aquella posición mi falo entraba totalmente, clavándose profundamente en la joven.

Tremendamente excitado comencé a perforar el coñito de la nena con fuerza. Tenía una erección mayúscula, y sentir el calorcito de las paredes vaginales de aquella joven vecina, me llevaban a la gloria. Arremetí con gran fuerza, levantando gemidos a la joven. Estaba taladrando el coñito de la nena con una intensidad trepidante. Tanto, que, a los pocos minutos de constante bombeo, note que ya no podía contenerme más. Me iba a venir. Un dilema me invadió. Me estaba follando a la vecinita sin protección. No debía correrme dentro. Pero, estaba como un toro embravecido. Ansiaba descargar dentro de aquella cuquita.

-Oh D. Luis … no lo haga dentro… me puede embarazar… tiene que hacerlo fuera… – me dijo la joven, quien soportaba estoicamente mi intensa penetración de su coñito.

Yo no estaba por la labor de salirme. Le pregunté, no obstante: ¿Katy cuando te vino la regla la última vez?

Tras su contestación evalué. No era probable que estuviera ovulando. No me contuve más. Mi semen emergió caliente por todo mi conducto, para pronto salir disparado dentro del coñito de la vecina.

Con mis primeras lechadas, la joven se comenzó agitar: oh D. Luis lo esta haciendo… se esta corriendo dentro…oh lo siento…. Ooo me va llenar ….Ya no pare. Tras las primeras, se produjeron varias lechadas más. Llevaba varios días sin descargar, por lo que mi eyaculación resultó bastante copiosa.

Mi cuerpo comenzó a convulsionarse, temblando, mientras me venía dentro de la joven. Fue una corrida de las mejores que he tenido. Cuando terminé, salí de la joven, y contemplé el coñito de la misma. No solo estaban sus labios mas enrojecidos, sino que aparecía un enorme boquete rosado por la gran abertura de su vagina, que se destacaban, aún más entre la maraña de vellos negros que rodeaban la cavidad vaginal. Una pequeña hilera se semen comenzó a salir a los pocos segundos.

-D. Luis. Lo ha vuelto hacer dentro. – me dijo agitada la joven al observarse su coñito.

-Oh nenita. Es que tienes un coñito tan delicioso, que necesita volver a regártelo. Ne te preocupes, no estas en tus días fértiles. ¿te ha gustado sentir mi lechita dentro? Le dije.

Ella se volvió a ruborizar. Luego sonriendo me dijo: Si… me ha encantado. La siento tan calentita dentro… pero ¿seguro que no tengo peligro? ¡Si me ha dejado embarazada me la gano!

-seguro.le afirmé con cierta temeridad.

Ambos estábamos agotados, por lo que no recostamos sobre la tolla, abrazados y nos dejamos dormir un buen rato. Al poco tiempo, nos despertamos, y tras vestirnos, ella se despidió.

Antes de marcharse, le dije: ¿Volverás por la tarde algún día?

La joven me miró. Se sonrió, pero no me confirmó nada marchándose por los cañaverales.