Mi maestro me desvirgo, con gran experiencia
Mi maestro me desvirgo, con gran experiencia
Mi maestro me desvirgo, con gran experiencia
Estaba cursando la prepa, apenas comenzaba mi despertar sexual, en realidad, ya había despertado, pero era muy mojigata y me daba miedo tener sexo, por lo que le meten a uno de basura en la cabeza, de la virginidad y ese tipo de estupideces, pero eso no evitaba que me pusiera caliente y que me llamaran la atención los chicos, me gustaba ver porno y tocarme pensando en que me estaban cogiendo, había un chico en particular llamado Héctor que me encantaba, era el que todas querían y me parecía fuera de mi alcance, yo era una chica muy insegura a pesar de que era un manjar en esa época.
Héctor jugaba futbol y mis amigas y yo comenzamos a ir a ver los partidos y echarle “porras”, no iban muchas personas así que el comenzó a platicar con nosotras después de los partidos e iniciamos una amistad, a mí me encantaba verlo sudado y sin camisa, a veces ni escuchaba lo que decía porque me perdía en la fantasía de ser tocada por sus manos, de morder sus labios y que metiera su lengua en mi boca, me imaginaba hincada chupando su pene, ese chico me ponía muy caliente con solo verlo.
Al final del año Héctor era muy amigo de todas nosotras, salíamos juntos a todas partes, creció la confianza y nos comenzó a contar sus aventuras con las chicas, nosotras encantadas escuchándolo e imaginando que éramos las protagonistas, recuerdo como mis calzones quedaban empapados cada que Héctor nos contaba sus historias, él no tenía novia, era un «Don Juan» que solo usaba a las chicas y eso me daba miedo, porque no quería perder mi virginidad con alguien así, yo en ese tiempo tenia ideas románticas como buena adolescente, pero a la vez moría por que me cogiera.
Tenía tiempo pensando cómo hacer para que Héctor se fijara en mí, así que comencé a maquillarme un poco, mande a recortar mis faldas para no parecer tan mogigata, compré bras push up y empecé a usar blusas más ajustadas, trataba de imitar a las chicas que se cogía.
Un día estábamos en clase de química y estaba súper aburrida, así que comencé a fantasear con Héctor metiendo su mano debajo de mi falda, chupando mis pezones y mis manos agarrando su pene, me empecé a poner muy caliente, así que discretamente deslice mis calzones hacía un lado cruce mis piernas y comencé a apretarlas para estimular mi clítoris, si me estaba masturbando en plena clase, estaba en las nubes cuando escuché al profe Alberto hablándome bajito.
-¿te sientes mal? –
yo estaba a punto de llegar al orgasmo y no le puse mucha atención.
–eh? Si… no… no profe-
El profe Alberto era un tipo muy alivianado y amigable, siempre estaba pendiente de los alumno y todos lo queríamos mucho porque se preocupaba por nosotros, era un señor como de 55 años, alto, robusto, con una pnza al frente, usaba lentes y tenía una barba que no dejaba ver mucho su rostro, pero siempre la tenía arreglada, era un hombre muy pulcro, siempre iba muy planchado y olía bien, usaba un perfume discreto, era de esos hombres que no llaman la atención, era más del tipo nerd.
–creo que tienes fiebre- dijo en un tono burlón
Me tomó por la barbilla, su mano era tan grande que me cubría la mitad del rostro con ella, estaba áspera y la piel se sentía gruesa, sus dedos eran gordos y largos, sentir su mano sujetándome así me hizo mojarme más, no entendía porque, me sentí confundida y un tanto culpable, no me atrevía a mirarlo, pensé que se iba a dar cuenta, pero me levantó el rostro hacia el, guiñándome el ojo y con una sonrisa de complicidad me dijo despacio:
-no hagas eso aquí-
Su comentario me hizo regresar a la realidad, m olvidé del orgasmo que casi alcanzaba.
-no…, si profe.. , perdón estaba distraída-
contesté con la cara roja de vergüenza, el profe sonrió y continuo la clase.
Durante el resto de la tarde estuve recordando la sensación de las manos del profe sobre mi cara y después me llegaba una sensación de culpa, pero no olvidaba sus dedos grandes y gruesos, sus manos ásperas sobre mi cara, abarcandola casi por completo, mi vulva palpitaba, nunca me habían atraído los hombres mayores, pero ese hombre despertó algo en mi y esa noche obtuve el orgasmo que tenía pendiente pensando en las manos del profe Alberto.
Paso un tiempo y Pedro comenzó a responder a mis coqueteos, ya nos habíamos besado en varias ocasiones, pero no había pasado de eso, ya que siempre había mirones en la escuela, eso sí, después de las sesiones de besos yo terminaba con mis calzones súper mojados, ahora, con mi experiencia, me doy cuenta que Pedro no besaba tan rico, pero en ese momento con mi inexperiencia me ponían a tope.
Una tarde después de clases Pedro me llevo a la parte de atrás de los salones, junto al estacionamiento de maestros, me sentó en una jardinera y comenzamos nuestra sesión de besos cachondos, estuvimos así un rato y no me di cuenta que estaba oscureciendo, de pronto sentí una mano deslizarse por debajo de mi blusa, unos dedos apretaron mis pezones yo gemí, Pedro levantó mi blusa, saco mis pequeñas tetas y comenzó a chuparlas y morderlas, en momentos me excitaba mucho y de pronto los mordía tan fuerte que me bajaba la calentura, pero yo quería seguir, tenía tiempo soñando con eso, él estaba como loco, chupaba, mordía y succionaba y yo gemía despacio, sentía como mi vagina se hinchaba poco a poco, sentía el hormigueo alrededor de mi vulva, los dedos de Pedro hicieron a un lado mis calzones, luego los puso en mi entrada y comenzó a frotar torpemente mi clítoris, yo gemí un poco y abrí más mis piernas, esperando recibir el placer que anhelaba, pero en vez de eso sentí los dedos de Pedro entrar en mi vagina y sus dientes casi me arrancaron el pezón, yo grite de dolor.
-Buenas noches jovenes, es un poco tarde para que sigan por aquí- se escuchó decir a unh ombre
Héctor dio un salto hacia atrás, en un instante el profe Alberto estaba a un lado de nosotros, no lo ha
bíamos visto llegar, Héctor se asustó mucho, abrió los ojos como platos y se echó a correr; cuando reaccione estaba con las piernas abiertas y la blusa por encima de mis tetas enfrente del profe.
-muchacho idiota-
murmuró cómo para si el profe, me echo un vistazo discreto, sentí la sangre subir a mi cara, me baje la blusa, cerré las piernas, él desvió su mirada.
– ¿Te hizo daño? –
Mi pezón me dolía horrible, mi vagina también, pero mi orgullo más, sentí un nudo formarse en mi garganta, no le podía contes la vergüenza que sentía.
– ¿te hizo daño, el te forzó a esto?, te escuché gritar, ¿quieres ir a la dirección?-
-No profe, por favor-
Me tape la cara y me eche a lloar despacio, pensé que el profe Alberto me llevaría a la dirección pero no lohizo, sentí como se sentó a un lado de mí.
-ya, no llores, si no quieres ir está bien- me puso una mano en el hombro.
-sí… no… por favor no diga nada, si llaman a mis papas me matan- dije desesperada entre sollozos.
-Está bien, está bien, tranquila, ya vete a tu casa- dijo levantandose, -y ten más cuidado de con quién decides experimentar tu sexualidad, los chicos a esta edad son muy torpes y no saben tratar a las damas-
Su comentario me hizo sentir más vergüenza, solo asentí con la cabeza, dí un salto, me eché la mochila al hombro y me fuí de prisa de ahí sin decir nada más.
Iba caminando hacia la parada del autobús, con la mirada hacia el piso, pensando en lo que el profe me había dicho, él tenía razón, Héctor no sabía tratar a una mujer, sus manos eran torpes y lo que me hizo no se parecía a lo que el nos contaba que hacía con las chicas, estaba metida en mis pensamientos cuando un auto se detuvo cerca de mí.
-la calle está muy sola, ¿Quieres que te lleve a tu casa? – grito el profe Alberto
Abrió la puerta y me hizo una seña con su mano para que subiera, no lo pensé mucho, entré al auto y arrancó.
– ¿A dónde te llevo? –
-Se puede ir por esa avenida hacia el centro y ahí le voy diciendo-
Me sentía todavía muy apenada por lo que había visto el profe, pero mis pensamientos seguían en torno a lo que m había dicho, así que me arme de valor y le dije:
-profe ¿podríamos hablar de sexo?-
El profe se puso un poco nervioso, pero sin perder su postura de profesor me dijo:
-no sé si sea el más indicado, pero si quieres hacerlo con gusto podria tratae de resolver tus dudas-
Preguntó si queria beber algo, dije que si, nos detuvimos en un Starbucks, compramos bebidas y regresamos al auto, el paró en un jardín cercano y me dijo que si bajamos para hablar, le dije que prefería quedarme en el auto para que nadie escuchara la conversación.
-¿a qué se refiere con que los chicos de mi edad no saben tratar a una mujer?-
Le solté sin preámbulos, un poco sorprendido pero sin perder su postura y seriedad me dijo:
-Cuando se es jóven uno es muy impetuoso y no se tiene experiencia, los chicos no saben que una mujer trata con delicadeza, ustedes son como guitarras se les debe saber tocar para que salga una bella melodía-
Su respuesta me pareció muy sensual, me imaginé siendo tocada como guitarra por sus manos gruesas y ásperas, mi entrepierna se mojó.
-Las mujeres son muy sensibles y receptivas, una estimulación correcta puede provocar mucha excitación y llevar al orgasmo, pero una estimulación excesiva puede lastimarlas-
Las palabras que salian de su boca me causaban palpitaciones en la vagina, «estimulación», «excitación», «orgasmo», mis pezones se pusieron duros, de pronto aquel hombre me pareció tan sensual, el olor de su perfume me invadía y comencé a recordar la noche en que me dí placer pensando en él.
Él seguía hablando mientras yo pensaba en todo eso ya sin prestar mucha atención a lo que decía, mi vagina se comenzó a hinchar y humedecer.
-¿Te hace sentido algo de lo que dije?-
Me reí un poco, – creo que tiene razón- yo esperaba sentir rico con Héctor pero no fue así, el me mordió y me lastimó mucho, mire-
Lo dije mientras levantaba mi blusa y mi bra, dejando afuera mis tetitas, luego señale mi pezón mordido; el profe abrió los ojos como platos, enteabrio la boca y se lamió los labios, su reacción me hizo ponerme más caliente.
-Si me imagino que aún te duele, se ve rojo- me dijo con la voz un poco temblorosa
El no dejaba de ver mis tetitas, así que mee hinque en el asiento del auto y las acerque a su cara.
-si duele mucho- dije poniendo mi bebida fría sobre mi pezón adolorido y este se puso duro, -mire- le dije.
-ya tápate niña – dijo el profe, tratando de recomponerse.
-¿no le gustan mis tetas?, ¿Son muy pequeñas?- le dije de forma traviesa, buscando provocarlo.
-no es eso, es que no es apropiado y te pueden ver-
-pero no hay nadie en la calle, le dije apretando mis pezones frente a su cara-
Entonces sentí sus manos aparentandome las tetitas, lengua tocó mi pezón, la deslizaba gentilmente llenadome con su saliva y lo apretaba con suavidad entre sus labios, eso me gustó mucho, sentí un hormiguero en mi entrepierna.
Mis tetitas no llenaban sus manos grandes y gruesas, pero era una deliciosa sensación sentirlas tocandome, quería sentir más, me lance a besar al profe, me pegue en su boca y le metí mi lengua, el me tomo del rostro y me alejó
-no seas tan impetuosa- jajaja
Deslizó hacia atrás el asiento -sientate aquí- me dijo, señalando sus piernas, obedecí sin pensar, cuando me senté sobre de el sentí su bulto.
Se acercó y me comenzó a dar un beso húmedo y suave, su barba me hacía sentir un cosquilleo, sus labios eran carnosos y estaban resbalosos, sentí su lengua en mi boca y yo la abrí un poco para dejarlo entrar, me penetró con ella y yo la comencé a chupar y lamer, era el mejor beso que me habían dado, mi cuerpo se estremeció, con una mano el me abrazo por la cintura para pegarme más a su cuerpo y con la otra acariciaba mis tetas que seguían al aire, apretaba mis pezones y los frotaba, yo sentí el calor invadiendo mi cuerpo, había muchas sensaciones que estaban por primera vez ahí, comencé a menear mi caderas contra su pene que comenzó a crecer, la tela de mis calzones me estimubaba, el me apretó más y levantó un poco su cadera para presionar mi vulva, entonces sentí como todo el calor de mi cuerpo se concentraba en mi clítoris que comenzó a llenarse de delciosos espasmos que me hicieron gemir de placer.
El profe no espero a que regresara de mi orgasmo, metió su mano debajo de mi falda, me tocó la vagina empapada y dijo que quería probar todo eso.
Me dijo que regresara a mi asiento, yo lo hice y me recosté, el encendió el auto y comenzó a conducir, yo estaba en el éxtasis aún, sentí su mano buscando mi vulva, para facilitarle el trabajo, me quite los calzones y levanté mi falda, entonces sus dedos gruesos comenzaron a frotar mi vagina y mi clítoris, me frotaba y después se chupaba los dedos -tu puchita sabe deliciosa- me decía, quiero comérmela toda, yo comencé a calentarme de nuevo.
Llegamos a su casa, abrió el portón eléctricon -no te levantes- me dijo -no quiero que te vea nadie-
estacionó el auto, bajó, me abrió la puerta y me ayudó a bajar, me llevó de la mano hasta la sala de su casa, me sentó en el sillón, se hincó frente a mi subió mi falda, yo abrí las piernas ofreciéndome a él, entonces sentí su lengua en mi vulva, un gemido salió de mi, nunca me había sentido así de excitada, abrí más las piernas, el beso mis labios vaginales, lamió mi clítoris, metió su lengua en mi vagina, los vellos de su barba me estimulaban también, el me comía la vagina de una forma tan deliciosa que yo estaba extaciada, gemia y me retorcía de placer
-ahhhhhhhh, mmmmmmm, profe, ¿que me está haciendo?, ahhhhhhhhh, ahhhhhhhhhhhhhhhhh, siiiiiiiiiii-
una ola de orgasmos llegaron uno tras de otro, su lengua no me daba tregua, se resbalaba en el torrente de jugos que salian de mi, era la primera vez que sentía esa maravilla, su lengua iba y venía hasta mi culito y bebía todos mis jugos, el alternaba la velocidad y rudeza con que me lamía y chupaba, de ves en cuando paraba para decirme lo rico que sabía y cuanto le gustaba como me mojaba, eso me prendía mucho más, ese hombre si sabía cómo calentarme, yo gemia cómo loca:
-profe ¿Que me está haciendo? Se siente muy rico, me gusta mmmmmmmm-
-ayyyyyy profe siiiiiiiii-
-profe me voy a hacer pipí, ahhhhhh siiiiii, profeeeeeee-
La vista se me nublo y me perdí en un delciosos orgasmo.
Cuando abrí los ojos el profe estaba sentado en el sillón, complemente desnudo y con una enorme verga en su mano, pajeandose, mientras me apretaba las nalgas con la otra mano, yo abrí los ojos y mi mirada se clavó en su verga, estaba enorme, llena de venas y coronada por una cabecita roja y más gruesa, le salia un líquido por la punta.
-ya habías visto una de estas- me dijo
Moví la cabeza hacia los lados
-¿Quieres agarrala?-
No conteste, solo lleve mi mano hacia ese monstruo de verga, la agarre torpemente y el puso su mano encima de la mía
-asi- me dijo, mientras marcaba el ritmo para que lo pajeara, yo lo hice con gusto, quería complacerlo y hacerlo bien
-quiero que te la comas-
de inmediato me hinque frente a él, le di unas lamidas torpes a su cabecita
-abre tu boquita muñequita- me dijo acariciando mi barbilla
-mojate los labios bien-
lo hice, me agarró por el cabello y me acerco a su verga enorme, yo obedecí y me prepare para recibirlo, él me la metió toda de golpe dando un gemido, yo me la trague sin chistar, sentí como me golpeó en la garganta, mis ojos lloraron, pero aguante porque quería darle placer a ese hombre.
-ahhhh si muñequita, que rica boquita tienes, siiii-
Escucharlo decir eso me excitó mucho, así que comencé a moverme al ritmo que el me marcó, sentí el sabor fuerte de su pene y me gustó, disfrutaba de mamar aquella verga enorme
-aprietala con tus labios nenita- me decía, y yo lo hacía encantada.
-chupala suave muñequita, asi, mmmmmmm-
Trate de hacer exactamente lo que el me decía, escuchaba sus gemidos y eso me ponía más y más caliente, así que me deje llevar por mi deseo por ese hombre, bebía el líquido que le salia, sentía sus venas haciendo saltar mis labios cuando entraba y salía, lo mojaba con mi saliva que escurría hasta sus huevos, agarraba su verga con mis dos manos que apenas cubrían la mitad de su tronco y seguia mamando, lamiendo y chupando…
-aaaaahhhhhhh si muñequita, que rico-
sentí como las venas de esa verga se hinchaban más, se puso más dura y comenzó a palpitar, la sentía más apretada en mi boca y escuchaba gemir al profe, quería hacerlo disfrutar tanto como él a mi, así que abrí mi boca más para poder comérmela toda, la metí hasta mi garganta
-aaaaahhhhhh, aaaaaaahhhhhh, siiiiiii-
gimió el profe, mientras me empujaba la cabeza para que me entrara toda su verga, su lechita comenzo a llenarme la garganta, era mucha y estaba espesa, pero sabía deliciosa, yo me sentía como toda una puta, mi puchita escurría de lo excitada que estaba, la sentía hinchada y deseosa de sentir algo dentro de ella.
El profe me soltó la cabeza y pude salir a respirar, su lechita se me escurria entre los labios y yo trataba de tratarla toda recogiendo la con mis dedos.
-¿Te gustó?-
Asentí con la cabeza mientras seguía saboreando la lechita que tenía en mi boca.
-eres una muñequita muy caliente, tienes una boquita muy rica y apretadita, lo hiciste muy bien-
Me sentí feliz de escuchar eso.
-vamos a descansar un poco, tráeme un vaso de agua-
Me dijo mientras se dejaba caer sobre el sillón, yo obedecí, bebió el vaso de agua, yo otro y estuvimos en silencio por un rato, después me incorporé y me arregle la blusa.
-¿Ya te quieres ir?, todavía te falta otra lección- me dijo
Sonreí
-Quitate todo, quiero verte desnuda-
Obedecí
-Parate aquí enfrente-
Lo hice
Me tocó, acarició y beso por cada rincón, mientras me decía lo rica que estaba, que era un dulce bombón y que me quería comer toda, mi piel se erizaba con sus caricias y con sus palabras, mi cuerpo se calentó de nuevo y mi vagina escurria en jugos, sentía un dolor muy rico en la entrada de mi puchita de lo excitada que estaba, el profe me sentó en sus piernas, de espaldas a él, besaba mi cuello y mi espalda mientras tocaba mis tetas y apretaba mis pezones, abrió sus piernas para que las mías se abrieran y acarició mi humedad, yo gemí y arquie mi cuerpo hacia atrás, abrí más mis piernas ofreciéndome a él.
-muñequita tu puchita está hichadita y muy mojada-
Me dijo mientras me acercaba a su verga enorme, sentí su cabecita resbalandose en la entrada de mi puchita virgen.
-¿Alguien a entrado en ti?-
-No- le dije a media voz
Entonces se detuvo de golpe
-Creo que tenemos que parar- me dijo
Yo me voltee hacia él
-no por favor- le dije buscando sus labios con los míos
-no quiero que pare- dije mientras frotaba su verga con mi humeda vagina.
-no entiendes muñequita, te puedo lastimar, estás muy cerradita y mi verga está muy grande-
Pero yo estaba muy caliente para escucharlo, abrí más mis piernas, levanté las nalgas, agarre su verga con una de mis manos y la puse en mi entrada, sentí como se abrieron mi labios y como su cabecita entró un poco cuando intenté sentarme en el, pero el dolor me hizo detenerme, solté un pequeño quejido y me levanté de inmediato.
El profe me abrazo, busco mis labios y me dió un beso húmedo, sentía su respiración pesada y fuerte, estaba muy excitado, lo sentía en sus caricias y en su lengua que entraba y salía de mi boca, en sus labios mordiendo los míos, en sus manos tocando mis tetas, en sus dientes dando mordiscos en mis pezones, mi excitación subió con la de él, yo seguía frotandome contra el tronco de su verga, mi vagina seguía hinchándose y cada ves estaba más mojada, se escuchaba como mis jugos escurrían.
El profe me besó en el cuello, luego se acercó a mi oído
-me tienes muy caliente mi dulce putita, te mueves muy rico y mi verga quiere entrar en ti-
Yo sentía lo mismo, quería tener todo ese trozo de carne dentro de mi.
-profe, quiero que me coja, aunque me duela, quiero que usted sea el primero que entrar en mi-
-ahhhhhh mi perrita caliente-
Alcanzo a decir antes de ponerse como un loco desesperado, me besó con fuerza, me agarró de las nalgas con una mano y me levantó, se agarró la verga y la apuntó a mi entrada, yo sentía que mi puchita iba a estallar en cualquier momento, me abrace de su cuello y me pegue a sus labios, el cruzo sus brazos por mi espalda agarrándome por los hombros.
-aaaaaaaaaahhhhhhhhhhh- -profeeeeeee- -aaaaaaaaaaaaaaaaahhhhhhhhhh-
Grite cuando me empujó hacia su verga enorme y me la clavó de un solo golpe; sentí un dolor muy intenso, me estaba partiendo a la mitad con ese monstruo, pero ese dolor se mezclo con la energía sexual acumulada en mi vulva, que explotó en un torrente de fluidos que mojaron aquella verga gigante, me retorcí y pegué más mi pelvis contra la del profe para prolongar más el placer.
-ahhhhhhh, siiiiiiiii, mmmmmmmm-
Sentía mi vagina contraerse y presionar aquella verga palpitante.
-ahhhhhhhhhhhh siiiiiiiiiiiiiiiii mi perrita-
escuché gemir al profe, antes de que su lechita inundara mis entrañas; me apretaba las nalgas contra el y me mamaba las tetas como un desesperado, mientras yo me contoneaba sobre su verga recibiendo su rico orgasmo que se unió al mío, nos dejamos arrastrar por la ola de espasmos que invadieron nuestros cuerpos, esa maravillosa noche, cuando el profe Alberto me dió la más deliciosa lección de placer.




