Mi vecinita regresa casada y yo la vuelvo a usar como cuando la desvirgue
Mi vecinita regresa casada
Mi vecinita regresa casada y yo la vuelvo a usar como cuando la desvirgue
Relato 2 recuentro 5 años después
Relato 3 Vecinita Casada vuelve a ser cogida
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Relato 2 recuentro 5 años después
Tras ese nuevo encuentro en el descampado, Katy regresó al colegio. Continué con mi vida, y fueron pasando los días. Sin embargo, al poco tiempo me enteré que el padre de Katy había sido destinado a otro distrito y pusieron la casa en venta. Perdí toda esperanza de volver a ver a la joven.
Transcurrieron unos meses y observé que apareció un matrimonio que ocupó la citada vivienda. Por lo que pude conocer, parece que estaban en régimen de alquiler. Eran igualmente unas personas muy reservadas, y con las que apenas pude saber nada respecto de Katy.
Fueron pasando los años. Al quinto año de su marcha, tuve realizar una visita a la capital de la provincia para gestionar unos papeles. Como presumía que iba a durar unos ciertos días, tome una habitación en un hotel de la ciudad.
Tras hospedarme, esa misma tarde, decidí dar una vuelta por la ciudad ya que hasta el día siguiente nada podía hacer ante la Administración.
Mientras paseaba sin rumbo fijo por las calles de la ciudad, llegue a un parque que se hallaba al lado de una iglesia. Era un parque algo solitario. No obstante, observé a una joven que se hallaba sentada en un banco, la cual parecía estar leyendo un libro. Tras fijarme con detenimiento, mi corazón se agito al comprobar que se trataba de Katy.
No me pude contener, y me acerqué hasta ella: Hola Katy. ¿Cuánto tiempo sin verte?
La muchacha se quedó sorprendida al verme. Note como se ruborizó. Pese a todo, observé cierta alegría en sus ojos al verme después de tanto tiempo: Hola D. Luis. ¿Ud. por aquí?
Tras explicarle que había venido por unos días para solucionar unos asuntos, la joven, aunque nerviosa, me permitió sentarme a su lado. Me explicó que su padre estaba al servicio de una comunidad religiosa en esa capital. Al fijarme observe que llevaba un anillo en la mano derecha. Le pregunté:
-¿Te has casado?
La joven se puso bastante nerviosa ante mi pregunta, contestándome que a instancia de su padre se había casado con un hombre igualmente religioso. Por lo que pude saber, le llevaba bastantes años a la misma. Es más, deduje de lo que me comentó, que era de ideas sumamente conservadoras como su padre. De hecho, bastaba ver cómo iba vestida la joven, la cual portaba una indumentaria donde apenas se le veía la cara y las manos.
Pese a todo, percibí que, pese a sus miedos y complejos, se alegraba de verme. Tras unos momentos de charla, me preguntó si continuaba yendo al riachuelo. Le contesté: Por supuesto Katy. Pero te he echado mucho de menos. Note como se sonrojó ante mis palabras.
Note que miraba para todos lados como si pensara que alguien la estuviera observando. Ante ello, le dije: Katy voy a estar unos días por la capital. Me gustaría volver a verte.
La joven me miró agitada ante mi pretensión, contestándome con bastante nerviosismo: pero,…¡¡ya le he dicho que estoy casada!!. Aquello no puede volver a ocurrir.
Pese a todo no quise darme por vencido de antemano y le dije:-Noto en tus ojos que tienes ganas de volver a recordar aquellos momentos. ¿Qué tal si quedamos mañana en un lugar donde nadie pueda vernos?
-¿Ah D. Luis … está loco? Si se entera mi esposo… me reprenderá severamente. ¡Es tan estricto como mi padre! me contesto.
-No tiene por qué saberlo. Podemos quedar en mi hotel. Allí estaremos solos, sin nadie alrededor. Nadie lo va a saber. – le dije de pronto, aunque sabiendo de antemano que se iba a negar. Pero entendía que debía intentarlo.
La joven, lejos de soliviantarse por mi proposición, observé que quedó como intrigada. Me sorprendió cuando me preguntó: ¿su mujer no ha venido con vd.?
-No, he venido solo. ¡Estaremos solos en la habitación! Viendo que la joven no se había negado, me adelanté y le dije: Té dejó el número de la habitación. No tienes que preguntar, solo subir, tocas en la puerta de la habitación y yo te estaré esperando. Le comenté, dejándole nota del hotel y número de habitación.
-Oh D. Luis. ¡Sabe que no puedo hacerlo! Sería cometer adulterio. Además, es muy peligroso. -me contesto.
Sin embargo, pese a todo, percibí que la joven se quedó dudando. Por el brillo de su carita, deduje que ansiaba volver a ser poseída de nuevo como en aquellos momentos cerca de casa. La expresión de su cara, y teniendo en cuenta lo que me había comentado, sospeché que su esposo solo le haría el amor únicamente para procrear, ya que este tipo de religiosos consideran el sexo como pecado, y descartan que pueda existir placer.
Cuando me marché le dije: “te estaré esperando mañana sobre las cinco de la tarde”. Sin no vienes, seré yo la que te busque.
Ante mis palabras note como la joven se sobresaltó.
Me marche para no soliviantarla más, dado que estaba en un manojo de nervios, mirando para todos sitios mientras hablaba conmigo en aquella plaza.
Esa noche me encontré bastante nervioso y agitado. Recordé el cuerpo desnudo de la joven, los revolcones en aquel lugar, y mis ansias por volver a poseer de nuevo a la misma se incrementaron. Pese haber cumplido los sesenta y cinco años, mantenía mi fervor sexual bastante activo. Tenía relaciones con mi esposa de forma esporádica, dada su pasividad. Y esa misma pasividad, me llevaba a tener que pajearme con mayor frecuencia.
Llevaba unos días sin hacerlo, y aunque estuve tentado de volver a masturbarme esa noche, me aguanté. Dude que la joven viniera. Pero, por la forma del brillo de su cara, deduje que ansiaba volver a ser poseída. Eso me daba cierta esperanza. Por lo que me retuve sin correrme esa noche.
Esa mañana, pude llevar a cabo una parte del papeleo que me había llevado hasta allí, y tras almorzar, regresé a la habitación. Me quedé esperando. Las horas se me hicieron eternas. Llegada la hora acordada, vi como comenzaron a pasar los minutos y nadie tocaba a la puerta. Me dije que era un iluso. Aquella joven se había casado y no volvería mas a tenerla.
Unos veinte minutos después, cuando ya había perdido toda esperanza de que la joven apareciera, sentí tocar suavemente en la puerta. Mi corazón comenzó a palpitar aceleradamente: ¿sería Katy o sería personal del hotel?
La respuesta me llegó al abrir la misma. ¡En la puerta se encontraba Katy!. Mi corazón se aceleró. Venía vestida, sumamente de negro, con una especie de gorro donde únicamente se le veía la cara. Al comprobar que era la habitación correcta, la joven sin decirle nada entró. Cerré la puerta con llave para no ser molestado.
Ella observó la habitación, miró la cama, comprobando que era bastante grande, viendo que prestó especial interés a los grandes espejos que existían en la cabecera de la cama y en la zona de los armarios. Ello le llevó a exclamar: ¡cuántos espejos!
-¿Te gusta? Cuando la alquile también me sorprendió. Le dije acercándome, para ayudarle a retirar el abrigo que llevaba. Observé que no había engordado nada, estaba casi igual. Llevaba puesto un traje de color negro, que le cubría desde el cuello hasta los pies, pero que sin embargo marcaba su anatomía.
Observé que se quedó como estática, mirando los detalles de la habitación. Me acerque hasta ella, y la tomé suavemente por la cintura, y sin decirle nada, acerque mi boca a la suya. Al principio, intentó rechazarme, pero luego aceptó. Mientras la besaba, la atraje fuertemente contra mí. Ella percibió al instante mi pene que ya se encontraba envarado bajo mi pantalón.
Sin decirnos nada, ella logró abrir su boca, y mi lengua comenzó a jugar con la suya. Pese a su rechazo inicial, noté como pronto me besó ardientemente. Me di cuenta que aquella joven, no había sido besada de aquella forma jamás. Su marido debía ser tan conservador que quizás nunca habría besado a la misma, o lo habría hecho muy convencionalmente.
-Oh D. Luis. Esto es una locura. No debí haber venido. – me dijo mientras la continuaba besando y acariciando su cuerpo sobre su vestido.
-Relájate preciosa. Ya estás aquí. Nadie nos verá ni sabrá nada.
-Ya, pero “estamos cometiendo infidelidad”. Esto es pecado. – me contesto como intentando justificarse.
La miré a la cara y le dije: Katy. Eres una mujer ardiente. Necesitas que se acaricien, te hagan gozar como te mereces. Estoy seguro de que tu marido solo te hace el amor sin que lo disfrutes.
La joven me miró, enrojecida. Me dio a entender que había acertado. De hecho, me contesto: Mi marido, como mi padre, dicen que sentir placer es un pecado.
-Eso es una aberración. En ninguna parte de la biblia pone eso. Dios nos hizo como somos y para disfrutar. Le comenté. Ya sé que quizás no esté bien que te desee, pero no puedo evitarlo. Y sé que tú tampoco.
Sin poder contenerme más, comencé a soltarle el cierre del vestido, logrando descubrir todo un lateral. Acto seguido, logré que el mismo cayera al piso, quedando la joven únicamente con unas enaguas de color blanco casi trasparente, que permitían visualizar que la joven llevaba debajo un sostén igualmente negro y unas braguitas del mismo color.
Percibí el rubor de la joven al sentirse medio desnuda ante mi después de tanto tiempo. Sin pérdida de tiempo le retiré las enaguas, quedando únicamente en lencería. Oh D. Luis … exclamó, mientras miraba hacia los espejos de la habitación, donde se veía reflejada.
Yo hice lo mismo, y pronto me quedé únicamente con el slip. Cuando ella observó el enorme bulto que sobresalía bajo el mismo, se echó manos a la boca, exclamando: ¡Oh como está…!
-Está así por ti Katy. Anda tócala para que veas como me tienes. Llevas tiempo sin acariciarla. Le dije, mientras tomaba una de sus manitas para acercarla y dejarla sobre mi slip.
Katy, pese a su nerviosismo, no retiró la mano. Mas bien la apretó, atrapando entre ella mi falo, aún bajo el slip. Noté su estremecimiento al sentir la dureza de mi pene. Tras apretarla durante unos momentos, me quedé sorprendido al comprobar que fue ella misma la que decidió sacar mi pene de su encierro. No esperaba que fuera tan decidida. Me bajó el slip, haciendo saltar mi falo, que ya evidenciaba una buena erección. Mi verga enfilaba hacia arriba de forma arrogante. Oh… que grande…. -exclamó. Pese a todo, la atrapó rápidamente, tomándola en su manita, acariciando no solo la cabeza, sino pasando su mano por toda ella hasta la misma base. Ello me confirmó que la joven debía estar sumamente caliente y ansiosa.
Sin decirle nada, observé como paso toda su mano varias veces sobre mi falo, rodeándolo con su manita, agitada ante la dureza de mi verga. Su excitación aumentó cuando miró hacia el espejo y observó la escena. Me di cuenta que los espejos iban a jugar un papel importante, por su componente erótico. Mientras tomaba mi pene y lo acariciaba, no dejaba de mirar al espejo. ¿Te gusta como la tengo Katy? ¿Te gusta tenerla en tu mano verdad?
Sin mirarme, mirando siempre hacia el espejo, me contesto: la tiene bien dura. Y tras darle unos meneos, añadió: parece que la haya crecido.
-se pone así por ti.
Aprovechando el entusiasmo de la joven hacia mi aparato, logré retirarle el sostén, apareciendo ante mí, sus pechos, que como la otra vez aparecían bien empitonados. Gimió al sentir como le acariciaba los mismos, pero sin soltar mi pene. Oh D. Luis … me va desnudar …
-tienes unos pechitos preciosos Katy. Le susurre, al tiempo que mi boca se apoderó rápidamente de los mismos, levantando gemidos a la joven, quien no paraba de mirar al espejo observando cómo le succionaba sus senos. A medida que succionaba sus pezones, más apretaba mi verga entre su mano.
Por mi parte decidí ser más osado, y fui bajando mi mano poco a poco, por su vientre hasta introducirse por encima de su braguita. La joven solo gemía, mientras observaba en el espejo mi acción. Mis dedos toparon con gran cantidad de vellos. Me percaté que seguía sin depilarse. Estaba claro que su marido no se lo permitía. Era como si atravesara de nuevo una maraña de vellos. Pero al final, me hice camino entre ellos hasta alcanzar sus labios vaginales, los cuales acaricié suavemente con mis dedos. Katy dio un gemido al sentir mis dedos en su raja: oh… no… ahí no ooooo
Cuando mis dedos abrieron los labios vaginales y pudieron palpar la rajita de la joven, me agite. Aquel coñito estaba muy mojado. Lo que me demostró la extrema ansiedad que poseía. Mis dedos pronto se embadurnaron con sus abundantes jugos. Sin pérdida de tiempo, le bajé la braguita, viendo que pese a todo no opuso reparos, limitándose a observar la acción en el espejo. Al verse la maraña de vellos que rodeaba su entrepierna, soltó mi verga para intentar taparse. Le dije:
-tranquila Katy. Te has fijado, tienes el coñito muy mojado. Al tiempo que con mis dedos separé los vellos, para que se mostraba todos los labios vaginales, de color rosadito en medio de aquel vergel de abundante vello. La giré para que igualmente quedara a la vista su precioso trasero, el cual acaricie con mi mano diciéndole: uhm preciosa. Tienes un culito precioso.
Percibí la agitación de la joven. Pero estaba claro que debía estar sumamente caliente, ya que se dejaba hacer. Miraba el espejo viendo como le acariciaba con mi mano sus nalgas, al tiempo que le abrí un poquito las mismas, apareciendo el anito de aquella. Me acordé cuanto se la clave por éste diciéndole: ¿Te acuerdas cuanto te la metí por ahí?
Me miró y me dijo: ¿No ira a metérmela otra vez por ahí?
No preciosa. Me encantaría clavarte ese culito de nuevo. Pero hoy quiero que sientas mi polla en tu coñito. Se que estas deseando volver a sentirla ¿verdad? le susurre morbosamente, mientras lamía sus pechos.
-Ay D. Luis … Pero es peligroso. ¿Creo que me siento muy caliente?
Desde el primer momento me había sorprendido la elevada temperatura de la joven. Por ello, al escuchar sus palabras le pregunte: ¿estás en época fértil? ¿estás ovulando?
La joven me miró ruborizándose. Tras unos momentos de duda, cuando pensaba que no me iba a contestar, me dijo: No lo sé seguro. Pero, “me siento tan caliente que es posible que lo esté”. Por ello, es una locura lo que estamos haciendo. No debí haber venido.
No había contado con esa circunstancia. Me dejo ciertamente preocupado. ¿Y si la joven estaba ovulando? Tenía los testículos tan cargados, que no sabía si tendría tiempo de correrme fuera. Era consciente de que tan pronto la penetrara las posibilidades de venirme dentro eran altas. Entonces le pregunte: ¿tomas la píldora, o usas protección?
Ella me miró y me dijo: ¡claro que no! Mi esposo me lo tiene prohibido. Para él, eso es pecado.
Recordé que su religión no consentía el uso de protección de clase alguna. El sexo únicamente era para procrear.
Uf nenita. “Estés ovulando o no, te voy a echar un buen polvo”. le dije tremendamente excitado. Además, sé que tú también lo necesitas. Quiero que sientas mi pene como entra en tu coñito. ¿Lo deseas verdad?
-Oh D. Luis … y ¿si me deja embarazada? Exclamó agitada.
Sin embargo, la joven hizo algo que me volvió a sorprender aún más. Vi como volvió a tomar mi pene en su mano, para volver acariciarlo, hasta ir bajando por el mismo hasta llegar a la base. Miró hacia el espejo, y de pronto lanzó una mirada a mis testículos, viendo como pronto los alcanzó. Su manita acarició mis huevos, apretándolos y sopesándolos, sintiendo como decía: Oh D. Luis ¡creo que los tienes muy llenos! ¿Parece que lleve tiempo sin correrse?
Katy me estaba sorprendiendo gratamente. No esperaba que fuera tan atrevida. Era como si aquella joven conservadora a ultranza, se hubiera olvidado de todos sus prejuicios, y se estuviera entregando a la lujuria. Resultaba patente que la joven estaba sumamente excitada y no se reprimía.
-Es verdad nenita. “Los tengo repletos de espesa lechita”. Llevo varios días sin correrme. Por esos están tan llenos. Le dije, al tiempo que mis dedos abrieron claramente su coñito, con la intención de que ella mismo pudiera observárselo en el espejo. Note el rubor de su cara al contemplar su coñito abierto, reflejado en el espejo. Pude contemplar la tremenda amalgama de vellos que rodeaban su vagina, pero ante la presión de mis dedos, sus labios vaginales se habían abierto, y podía distinguirse todo el interior del delicioso coñito. Ver la cara de morbosidad de la joven, me llevó a decirle: ¿No te gustaría sentir mi lechita calentita dentro de tu coñito? Te acuerdas la primera vez. Hoy te lo regaría completo.
-pero… me embarazaría…No puede hacerlo. Exclamo agitada, mirándome, enrojecida por la pasión.
Sin contestarle más, la eché sobre la amplia cama, para continuar besándola y succionando sus pechos, viendo que era algo que agitaba a la joven. Nos revolcándonos sobre la misma como dos auténticos amantes. Viendo que Katy era bastante receptiva a contemplarse reflejada en el espejo, decidí darle mayor motivo de morbo. Mirandola, le dije: anda, ponte de cuclillas sobre mi cara. Agárrate del respaldar de la cama.
La joven mi miró sorprendida. Dudo, preguntándose que pretendía. No obstante, aquella no tenía nada de tonta. Se dio cuenta claramente de lo que pretendía. Fue consciente de que, si accedía, iba a mostrarme todo su coñito. Pese a su primera indecisión, miró hacia el espejo, y con su carita de nena en celo, se incorporó abriéndose de piernas, luego, mirándome, se fue colocando a ambos lados de mi cara. Miró agitada hacia abajo, observando con morbosidad mi rostro.
La joven era consciente de que en aquella posición tenía una vista excelente de toda su vagina. Con agitación acumulada, se fue colocando a horcajadas, descendiendo poco a poco, agarrándose como pudo al propio espejo que tenía frente a ella. Observó como a medida que descendía, se iba abriendo más de piernas, y mayor visión de su vagina me concedía. Pese a su espeso monte de vellos, al abrirse tanto, no pudo evitar que me mostrara completamente el interior de su vagina. Era como si su coñito se hubiera abierto como una flor. Note los rubores de su cara al ver como se abría su vagina, y se quedaba con ella abierta a escasos centímetros de mi cara.
No quise decirle nada para no desmotivarla. Pero su agitación, se convirtió en gemidos, cuando incorporándome un poco logré alcanzar con mi lengua los labios de aquel manjar, paladeando el sabor de estos.
Oh… ooo
Exclamo al sentir mi lengua paladear toda su raja. Mi larga lengua comenzó, lamer cada rincón de su coñito, alcanzando su clítoris y llegando hasta el mismo agujero del ano. No solo le di lengua a su preciosa rajita, sino que igualmente lamí y metí mi lengua en su hoyito posterior. Eso revo Luis nó el cuerpo de la joven, que se comenzó alterar, agitándose hasta el punto de comenzar ella misma a restregar su coño por todo mi rostro. Sus labios vaginales, comenzaron entonces a barrer toda la superficie de mi cara embadurnando mi boca, nariz y hasta parte de mis ojos con sus abundantes flujos vaginales. Los movimientos de la joven fueron incrementándose, recreándose sobre mi rostro.
Resultó evidente que, al placer que sentía mientras mi lengua barría y sorbía su coñito, le producía mayor placer, el observarse en el propio espejo. La situación era tal, que la joven pudo ver, con total claridad, como mi lengua lamía claramente su coñito, mostrándose en todo detalle en el espejo. Oh D. Luis … oo que bueno oooo siiiii
La joven comenzó a moverse frenéticamente, recreándose, pasando todos los labios de su coño por encima de mi rostro, con movimientos hacia delante y hacia detrás, intercambiándolos con otros giratorios, hasta que llegó un momento en que no pudo más. Aceleró sus movimientos, y no pudo mantener más la postura forzaba que llevaba, sentándose sobre mi rostro, principalmente quedando su raja sobre mi boca. Me quedé pasmado. El coño de la joven casada, lo tenía sobre mi boca, completamente abierto y manando sus jugos. El constante fluir de jugos y fluidos, me confirmaron su venida. ¡La joven se estaba corriendo en mi propia boca!
-Ohhh siiii oooo D. Luis me vengo oooo
Me di cuenta que la joven disfrutó a raudales de aquella venida. Su marido la sometía a un régimen de auténtica clausula, con un conservadurismo totalmente reprímete. En ese momento, la joven estaba dando rienda suelta a sus deseos, a sus pasiones, y no tuvo el menor reparo en gozar y correrse a gusto, aunque fuera sobre mi propia cara.
Cuando por fin se retiró, se quedo recostada sobre la cama boca arriba, mirándome. Observé en enrojecimiento de sus cachetes, con una mirada de loba en celo. Morbosamente me dijo: Oh D. Luis … creo que me he corrido mucho sobre su cara…
-Ha sido delicioso pequeña. Has disfrutado, y eso es lo que importa.
Tras unos momentos, mientras se recuperaba de su orgasmo, me confesó que había decidido a venir ya que, estaba sola en casa. Según me indicó, su marido había marchado con un grupo de peregrinos a Jerusalén, hacía unos cuatro días, por lo que aún restaría varios días para regresar.
Mientras me hablaba, observaba de reojo mi verga, que seguía tan férrea como al principio. Sin decirle nada, ella misma la tomó en su manita, acariciándola, volviendo a pasar su mano por encima de la misma, a lo largo de toda ella. Alternaba esas caricias, con pequeñas incursiones para tocar mis testículos. Parecía que, a la joven, el tamaño de mis huevos, bastante llenos, por cierto, le seducían.
-¿Te gusta tener mi pene en tu manita?. ¿Es como la de tu esposo? le pregunté capciosamente.
La joven me miró, agachando la cabeza. Se sonrojó, mientras me decía: Ah D. Luis. Nunca le he visto el pene a mi esposo.
– ¿Como? Entonces ¿nunca lo has visto desnudo? ¿Ni siquiera cuando hacen el amor? Le pregunté con absoluta sorpresa ante la confesión de la joven. No me lo podía creer.
Ella me confirmó con su mirada que jamás había visto desnudo al marido. Según me señaló, aquel se limitaba a colocarse sobre ella, le introducía su pene, y tras correrse se salía de ella, pero todo ello con la sabana y pijamas puestos. Además, en el momento de hacerlo lo hacían con la luz apagada. Me quedé estupefacto. Me percaté que, pese a todo, la joven seguía absorta, con su mirada cabizbaja, observando mi tranca, sin dejar de moldearla con su manita. Luego me contestó a mi pregunta diciendo: La de mi marido es mucho más pequeña que la suya. ¡La suya sí que es grande!
Debía ser mucho más pequeña, ya que había observado su vagina, y parecía que el hueco se le había vuelto a cerrar. Y ello, pesé constarme que la desvirgué en su momento. Mi curiosidad aumentó y me atreví a preguntarle: Katy, ¿te llegas a correr cuando te la mete dentro?
La joven me miró, viendo como sus mejillas y cachetes se ponían más coloraditos. Me respondió tras unos momentos de duda: ¡Nunca me ha corrido! Él, como mi padre, considera que gozar es pecado. Solo se corre él, y cuando termina se sale de mi…
No me lo podía creer. La atraje hacia mí y la besé en la boca, suavemente, pero de manera ardiente, diciéndole: Oh nenita. Como es posible que a una flor tan hermosa como tú, tu marido no le de todo el goce que necesitas. Acercándome a su oído, lamí el mismo, diciéndole: voy hacer que goces al máximo. Tengo muchas ganas de entrar en ese preciosa coñito. ¿Has visto cómo se está poniendo?
Katy se sonrojó, y mirándome a la cara. Fue ella misma la que busco mi boca. Me di cuenta que la joven estaba entregada. Le dije: ¿Porque no te montas y te la clavas tu misma? Se que lo andas deseando. Has visto cómo se está poniendo de dura. Vamos preciosa… no lo pienses más…
Katy miró de nuevo mi verga, luego, se incorporó hasta sentarse a la altura de mis genitales. Fue descendiendo de nuevo a horcajadas, acercando su vagina al contacto con mi falo. En cuanto sintió la cabeza de mi verga mojarse con los labios vaginales de su coñito, se quedó quieta. Dudo. Oh D. Luis. La tiene enorme. No creo que me vuelva a entrar.
-Vamos Katy. Ya de la clavaste una vez. Lo estas deseando.
Aunque dubitativa, volvió a descender, viendo como los labios de su vagina, se fueron abriendo abrazando la cabeza de mi pene, y engullendo poco a poco todo el glande. Note que había fricción. La vagina de la joven continuaba estrecha. Le acaricié las nalguitas con mis manos, y la forcé un poco para instarla a terminar de clavársela. Aunque con dolor en su rostro, la joven tomo valor y decidió dejarse caer totalmente. Se la clavó hasta la empuñadura.
-ohhh me duele… exclamó al sentir como mi verga se ensartaba totalmente en su cuevita. No cabía la menor duda. Estábamos pelvis contra pelvis.
Me sorprendió el intenso calor de aquella cueva, que parecía más caliente de lo normal. Era como su la joven tuviera fuego dentro de su coño. Mi excitación fue mayor. Me di cuenta que pronto comenzó a dilatar, viendo como sus flujos iban empapando mi pelvis. Vamos nenita. Ya la tienes toda dentro. Ahora cabalga a este potro… uff nenita que ganas tenía de sentirte …
Incitada por mis palabras, y espoleada por su propia pasión, comenzó a cabalgarme, echándose hacia delante y apoyando sus manitas sobre mis hombros mientras realizaba los movimientos de subida y bajada. Por mi parte, para facilitar sus tareas, me acomodé mejor incorporándome sobre mis codos para, poder besarla, mientras ella no paraba de subir y bajar.
Tuve constancia de que aquella joven llevaba tanto tiempo reprimida por su esposo, que, al sentirse libre, se entregó totalmente queriendo disfrutar del momento. Noté su cara de placer a medida que fueron pasando los minutos. Intensificó su cabalgada, viendo como sus tetitas se movían en un vaivén al ritmo de sus movimientos.
La presión que ejercía las paredes vaginales de la joven sobre mi pene era tan intensa, que hacía endurecerme aún más mi falo. Me sorprendí, ya que mantenía dentro de la joven mi verga, con una dureza que no recordaba. Llevaba días sin descargar. Tuve conciencia de que si no me controlaba un poco me iba a venir antes de tiempo. Y, para colmo, en ese preciso momento, vi como la joven comenzó a convulsionarse. Se detuvo, se sentó como en cuclillas, notando como ejerció mayor presión sobre mi falo, el cual, con aquella postura le debía estar llegando hasta el mismo fondo. Ohhh me vengo ooo Don Luis siiiii
-Si preciosa. Vamos córrete… desahógate. sii
Sentada, con toda mi verga dentro de su conejito, llevó a cabo movimientos circulatorios intentando buscar el máximo placer. La ayude tomando sus desnudas nalguitas, para apretarla más contra mí, en un intento de que mi falo le llegara más profundamente.
Llena de lujuria y auténtica pasión, la joven comenzó a saltar, estremeciéndose todo su cuerpo, como si hubiera entrado en autentico trance. Tras unos momentos de auténtica explosión, acabó viniéndose, para finalizar totalmente agotada, recostándose sobre mi pecho. Aún mantenía todo mi cipote dentro de ella. La intensa venida de la joven quedó plasmada en la gran cantidad de fluidos que descendieron por mi pelvis, que llegaron a mojar ampliamente todos mis testículos. Deduje que la joven había tenido un orgasmo intenso, pero a la vez tremendamente placentero por la visión de su rostro.
La dejé que se recuperara descansando plácidamente, recostada sobre mi pecho. Tras unos minutos, me miró a la cara, y la note feliz. Me sonrió con cara de placer.
-¿Lo has disfrutado verdad? le pregunte.
-Oh D. Luis. Nunca me había corrido de esta forma. Me contestó, volviendo a recostar su carita sobre mi pecho, como sonrojada. La creí. Era evidente que aquella joven jamás había tenido un encuentro tan excitante y placentero como el que acaba de disfrutar. Reprimida por sus padres y ahora por su esposo, había aprovechado este momento para desahogar toda esa represión.
Me fijo que momentos después, la joven continuó observado que mi pene seguía erecto dentro de su cuquita, me miró, diciéndome: ¡aún la tiene bien dura! Siento que me llena toda. En ese momento, ella comprendió que necesitaba correrme. Fue entonces cuando me preguntó: ¿va a correrse dentro?
Era una pregunta cuya respuesta no la tenía nada clara. Sabía que la joven podía estar en época fértil, pero también necesitar sentir como la llenaba con mi semen. Por ello le respondí: -¿es que no quieres sentir mi lechita?. Llevo días sin hacerlo. Ya viste que los tengo bien repletos. Katy, tengo muchas ganas de llenarte ese sabroso coñito.
-Ay D. Luis. Es que … me siento muy caliente. Es posible que este en mis días fértiles. Me contesto agitada. Añadiendo: Me gustaría sentir como se corre dentro. Pero, sabe que es peligroso.
Sin contestarle, la hice retirarse de encima de mi cuerpo, recostándola sobre la cama. Me incorporé, y la insté que se colocara en posición de perrito sobre el lecho, posicionándome detrás de ella. Katy, siguió observando mis pasos a través del espejo. Pudo tener una visión clara de nuestros cuerpos totalmente desnudos en el espejo. Era digno de ver. El espejo reflejaba al pequeño cuerpo de Katy, colocada en cuatro sobre la cama, mientras mi enorme cuerpo se situaba detrás de ella.
Mi verga sufrió como una descarga ante aquella visión, endureciéndose al máximo. Le di unos cuantos meneos a mi verga, para que la joven pudiera apreciar claramente la dimensiones de la misma, y supiera que la iba a penetrar en aquella posición. Acerqué mi falo a su coñito, completamente mojado, con sus vellos totalmente encharcados de sus propios flujos, presioné, viendo como mi glande entró. Uf la nena estaba ahora mejor lubricada de lo que esperaba.
Continué avanzando, poco a poco, con la finalidad de que la joven sintiera a medida que se la iba metiendo, toda mi vigorosidad, y la dureza de mi falo. En aquella posición, mi verga fue entrando, abriéndose paso por sus estrechas paredes vaginales, hasta que mi pelvis tocó con su trasero. Se la había vuelto a clavar totalmente. Note que mis huevos hicieron tope en las nalguitas de la joven.
-Oh D. Luis … oh me llena… oooo exclamó la joven, mientras sentía como mi verga invadía su panocha hasta el mismo fondo.
Percibí el intenso calor de aquella vagina. Parecía una caldera en ebullición. Estaba claro que la joven debía estar bien caliente. Ello me confirmó que posiblemente pudiera estar en época fértil, como aquella afirmaba.
Extraje mi falo un poco para volver arremeter con fuerza, comenzando hacer entrar y salir mi falo de aquel coñito, tomándola por la cintura, mientras la embestía. Ambos nos observaos en el espejo. Mi cuerpo en comparación con el de la joven, parecía el de un gigante al lado de aquella.
Poco tiempo después, me recosté un poco sobre la espalda de la joven, como si de verdad la estuviera montando, logrando alcanzar los pechos de la misma, sin dejar de penetrarla.
-Oh …. Mis pechos nooo….gimió aquella al sentir mis gruesas manos tomar su pechos, concentrándome especialmente en sus pezones.
Note la cara de vicio de la joven, mientras se observaba en el espejo que se situada enfrente de nosotros. En ese momento, al ver tan cerca mi cara de la suya, observé que la joven acercó su boca hacia un lado para que la besara. Mientras la besaba, comencé a realizar movimientos giratorios de mi pene dentro de su coñito, acompasándolo con manoseos de sus pechitos y continuos besuqueos. Katy se agitó nuevamente. Sentí como se abría más para que mi verga le llegara más profundamente.
Arremetía contra el estrecho coñito de la joven como un verdadero semental. Estaba como enloquecido. Mi verga entraba totalmente envarada, con una dureza increíble, abriendo sin parar aquella deliciosa vagina. Note que estaba a punto de venirme. No iba a poder aguantar más. Me incorporé y tomando a la joven por la cintura, comencé arremeter fuertemente, perforando con mayor intensidad su coñito. Percibía que mi venia iba a ser copiosa. Llevaba varios días sin hacerlo y el intenso calor de aquella vagina, mantenían mi verga sumamente endurecida. Había llegado el momento.
La joven lo intuyo al ver las expresiones de mi rosto en el espejo. Aquella cogida me estaba superando, sentía que mi eyaculación estaba llegando, e iba a ser tremenda. Katy pese a todo soportó estoicamente las estocadas que le estaba propinando, sacando mi falo casi hasta el límite para volver a meterlo completamente, de forma sumamente profunda. El cuerpo de la joven vibraba en cada arremetida.
-Oh D. Luis … lo va hacer dentro…. es peligroso…. ¡me puede embarazar! Ooo nooo- sentía que me decía la joven, quien pudo articular esas palabras pese a las tremendas sacudidas que le propinaba a su cuerpecito a medida que perforaba su coñito.
Al escuchar sus palabras, pensé en salirme a tiempo. Pero algo superior a mis fuerzas me instaba hacerlo dentro. Necesitaba llenar el coñito de la joven de nuevo. La joven se percató de que no me iba a salir.
´Lo siento Katy. No me puedo contener. Uy nenita…Tienes ese coñito muy caliente. Estas quemando. Le dije sin parar de penetrarla. Y, yo tengo los testículos a reventar. Oh Katy creo que te voy a llenar. .. ooo siiii ya.. ya me viene… exclamé mientras sentí como lanzaba mi primera lechada, y luego otra, y otra…Me estaba viniendo dentro de la joven.
-Oh D. Luis …. Lo esta haciendo… ooo
Continué arremetiendo con fuerza, perforando sin parar el coñito de la joven, sintiendo como vertía mi caliente y espeso semen dentro de la cuquita de la joven, una y otra vez. Mi pene parecía un verdadero surtidor. Me sentí enloquecer. El placer de aquella corrida fue igualmente inigualable. Perdí la noción del tiempo, sin saber cuanto tiempo estuve soltando mi semilla dentro de la joven.
Cuando por fin recupere la consciencia, mire hacia el espejo, observando la carita de la joven. Me di cuenta de lo que había hecho. Me había vaciado dentro de aquella joven casada, aun sabiendo que podía estar en época fértil. Me salí de ella, observando el enorme boquete en que había dejado la vagina de Katy, con sus labios enrojecidos de tanta fricción, y constatando que comenzaba a salir restos blanquecinos que deduje eran de mi semen.
Cuando me eché en la cama a su lado, me sentí agotado. La joven se miró su entrepierna sentándose en la cama. al ver como salía una hilera de semen, me miró diciéndome: oh D. Luis. Creo que esta vez me ha dejado embarazada. Me ha echado mucha leche dentro. Le dije que me encontraba muy caliente.
-Lo siento nenita. Pero no me pude contener. Tienes un coñito precioso. Y estaba tan caliente, que sentí la necesidad de apagarte ese fuego. Le conteste, sin saber darle otra justificación.
Katy me miró y me dijo: ¿Y si me ha dejado embarazada? Seguro que mi esposo se dará cuenta.
-Tú crees que se dará cuenta. Cuando venga, intentas que te penetre de nuevo. Si actúa como tu me has indicado no tiene por qué sospechar nada. Por otro lado, ¿no deseas ser madre alguna vez? le pregunte.
La joven se sonrojó de nuevo, y me dice: ¡claro! Pero… Vd. no es mi esposo.
La acerque hasta mi abrazándola, besándola en la boca, diciéndole: No lo sabes seguro. Pero en el supuesto de que fuera verdad y quedaras embarazada, nadie tiene porque saber que el padre no es tu marido. Será un secreto entre ambos.
Katy descansó durante un rato más, y luego decidió marcharse. Antes de salir, le dije: tu marido estará fuera algunos días más. Yo estaré unos días más aquí. ¿Vendrás mañana?
La joven me miró, como extrañada, y me dijo: Oh D. Luis. Si vengo otra vez, seguro que me va a dejar embarazada.
-Anda nenita. Te aseguro que te haré disfrutar tanto o mas que hoy. Tenemos que aprovechar estos días. – Le conteste, para estimularla a que viniera.Sabía que en el fondo ella lo deseaba.
Si abrir aun la puerta me dijo: Pero… ¿se volverá a correr dentro?
Me quedé dudando. Pero tampoco quería mentirle. Por ello, le dije con total decisión: ¡te aseguro que te volveré a llenar ese coñito con mi lechita! ¡quiero dejarte bien Preñadita!
La joven me miró estupefacta ante mi sinceridad. Creo que no se esperaba que fuera tan directo y sincero. Oh D. Luis este loco. ¿De verdad quiere embarazarme?
Sin el mayore reparo por mi parte, le conteste tajantemente: Katy. Quiero correrme dentro de ti todos estos días en que podremos estar juntos. Si hoy no has quedado no escaparás, ya que pienso volver a llenarte cada vez que lo hagamos. Te esperaré mañana a la misma hora, y también en los días siguientes.
-De verdad este loco. Se limitó a contestarme, mientras abría la puerta y salía presurosa, temerosa de ser vista.
Evidentemente, pensé que, ante mi contundencia, lo más probable es que la joven no volvería más. Pero no quería engañarla. Deseaba volver a cogerla, pero también quería que sintiera como la regaba por dentro. La tremenda cogida que le había dado esa tarde, había sido espectacular, y mi eyaculación sumamente copiosa. Quería volver hacer lo mismo al día siguiente. Aunque era consciente de que no volvería.
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