Orgia con señora madura y cuatro jóvenes dotados
Orgia con señora madura y cuatro jóvenes dotados
Orgia con señora madura
Despertó al atardecer. El cielo estaba cubierto de nubarrones grises y amenazaba lluvia, segura lluvia. Ideal. Mirna estaba dispuesta a poner esa noche en marcha el anteúltimo acto de su obra de corrupción, de su perverso plan, de su morboso entretenimiento.
Fue hasta la casa de los chicos y golpeó.
Le abrieron enseguida, los cuatro prácticamente se habían abalanzado sobre la puerta. Sonreían, estaban contentos de verla, como perritos que reciben a su dueña.
-Chicos…ustedes son tan buenos vecinos que se me ocurrió dar una fiesta….
-¿Una fiesta?
-Sí, nosotros- rió- somos los únicos que estamos en el pueblo….nada demasiado raro…unas pizzas…hago bien las pizzas ¿Les gustan?
-Sí…
-Unas pizzas entonces y unas cervezas…yo compro todo en el almacén de la ruta y a eso de las nueve estamos listos para divertirnos ¿Qué les parece?
-¡Bárbaro! ¿Querés que te ayude?- preguntó Erick muy ligero y atrevido, adelantándose a los demás y seguramente ansioso por recuperar su protagonismo perdido.
-¡Buena idea! ¡Acompañáme!
-¿Querés que vaya yo también?
-No Javier, está bien con Erick ….mejor así….
Erick sonrió orgulloso, muy orgulloso y hasta altivo.
Caminaron juntos conversando de trivialidades hasta el almacén a unas diez cuadras, diez arenosas cuadras y compraron todo lo necesario. Erick, caballero, galante y gentil, cargó con todas las bolsas. Faltaban unos quinientos metros hasta la casa cuando se descargó la tormenta. Un intenso chaparrón, lluvia muy fuerte. Corrieron unos metros pero Mirna se detuvo.
-Es lo mismo. Igual nos vamos a empapar, no corramos, total….es divertido caminar bajo la lluvia.
Erick rió algo nervioso y excitado.
Entraron a la casa por la puerta de atrás y dejaron los víveres sobre la mesa de la cocina. Estaban realmente empapados, casi chorreando agua. A Mirna se le marcaban los pezones. Erick los miraba atentamente, embelesado, fascinado. Mirna fue hasta el baño y volvió con un toallón. No había planificado este preludio pero no lo iba a desaprovechar. No había pensado en preparar las cosas con la ayuda de uno de los chicos y mucho menos en que lloviera pero se adecuó a las circunstancias que le encantaban y la excitaban mucho. Iba a aprovechar bien, muy bien la situación. Por lo menos Erick iba a estar en clima para la fiesta.
-¡Vení, vení! ¡Dejáme secarte un poco!
Le frotó fuerte el cabello con la felpa de la toalla.
-Estás empapado…
-Vos también- había cierta intencionalidad en la voz de Erick, cierta inesperada pero muy gratificante audacia. Mirna bajó los ojos a sus pechos que se traslucían.
-¿Y a vos….te molesta?
-No para nada….al contrario….
-¡Mirá al chiquillo atrevido! Bueno, dejáme secarte…seguí con lo tuyo- le pasó la toalla por la espalda- Esperá, así es imposible, a ver dejáme….
Comenzó a sacarle la remera mojada por arriba de la cabeza. Erick la dejó hacer, solo levantó los brazos. Le frotó la espalda, dio la vuelta entorno a él y comenzó a secarle el pecho. Era evidente la erección que tensaba el short ajustado del jovencito.
-¡Epa! ¡Epa!
Erick se avergonzó repentinamente. Toda la audacia se había disipado.
-¡Per…per…perdoná!
-No es nada…es natural cuando se es un chico- debía hacerlo sentir el rigor, no podía permitirle seguir con ese atrevimiento, debía marcar la cancha porque la que mandaba en el partido era ella- Mejor seguí vos a ver si te calmás un poco…yo voy a cambiarme a mi dormitorio.
Fue hasta su pieza y dejó la puerta intencionalmente entreabierta. Había estudiado la situación y sabía que desde la cocina se podía ver la habitación. Estaba segura que la tentación iba a ser muy grande para Erick. Iba a dosificar el show, no quería avanzar mucho más de lo previsto. Cerca de la puerta se quitó la remera y el pantalón de jean, quedando en ropa interior, bombachas y corpiño. Estuvo allí solo unos segundos y se retiró a un rincón que era inaccesible visualmente para el joven. Eligió un conjunto de ropa interior blanco, escueto, con puntillas, muy sensual, el único que tenía así y que le quedaba de su época de casada. Recordó por un instante a su marido y sintió la necesidad de la revancha, del dominio, del poder, de la autoestima en alza, muy en alza. Se puso las prendas y volvió al campo visual. Se puso sobre el conjunto su bata corta, la anudó en apariencia descuidadamente y regresó a la cocina.
Juntos comenzaron a amasar. Mirna iba enseñándole a Erick. Reían divertidos. En un momento ella manchó con harina, intencionadamente, jugando, la cara del muchacho que reaccionó y la manchó a ella. Reían. Comenzaron una guerra de harina. Él, casi lanzado, le manchó el escote. Ella puso cara de enojada.
-Está mal lo que hiciste….no me gustó….
-Dis…dis…disculpá….por favor disculpáme.
-¡Limpiáme, sacudíme la harina de mi pecho! –le ordenó con voz de enojo y tono autoritario.
El muchacho obedeció turbado, tocándola con mucho cuidado, confundido, las manos temblorosas. Mirna tuvo que contenerse para no reírse de la cara contrariada de Erick.
Siguieron trabajando en silencio. Ella continuaba con el gesto adusto y el chico no se atrevía a nada. Estaba muy claro quién decía cuándo, cómo y hasta dónde. Un juego muy perverso, muy bien jugado, magistralmente jugado por esta mujer que a los cuarenta y un años se había transformado.
Después de un rato, después de dejar levar la masa, darle forma y rociarla con el tomate, las pusieron en el horno caliente.
Mirna se sentó, cruzó las piernas, dulcificó su gesto, suavizó la mirada, sonrió y con voz cálida le pidió a Erick que sacara una cerveza de la heladera y la tomaran juntos mientras esperaban. Erick obedeció contento como un chico al que han perdonado su travesura. El dominio de Mirna sobre el joven era ya a esa altura absoluto. La abertura de la falda de la bata dejaba no solo ver sus muslos sino también una pequeña pero muy incitante parte de sus bragas y por arriba, se veía explícitamente gran parte de su corpiño blanco con puntillas. Erick Estaba extasiado. Mirna bebió un largo trago de cerveza y luego, sonriéndole directamente al muchacho pasó el vaso helado primero por su frente y luego por su pecho.
-Me voy a arreglar…una dama siempre debe estar bien vestida para una fiesta….hacéme un favor, si no te enojas, empezá a poner la mesa, las cosas están en el armario.
Fue hasta su habitación y cerró la puerta después de enviarle a Erick un ligero beso volador, volador y en alguna forma prometedor.
Cuando ella salió, después de un rato, el joven quedó estupefacto y boquiabierto.
Mirna vestía una pollera negra, corta, a media pierna, tableada. Calzaba sandalias negras abiertas, de altos y delgados tacos. Llevaba puesta una blusa blanca sin mangas, casi transparente, de una tela liviana, desabrochada y anudada al frente, sobre el ombligo descubierto, que dejaba ver prácticamente todo su pecho engalanado por el delicado y sensual sostén. Se había maquillado exquisitamente y había cepillado sus hermosos cabellos.
Se paró frente al chico y dio una vuelta excitante.
-¿Qué tal? ¿Cómo estoy?
-Es….es…estu….estupenda….es….es…espectacular….ma…mara….maravillosa….
-¡Eh! ¿Para tanto?
-Estás maravillosa….en serio….
Golpearon a la puerta. Los chicos entraron y todos quedaron anonadaos ante Mirna que hizo algo así como un breve pero sugerente desfile muy sexy. Los jóvenes estaban encantados con el comienzo de la fiesta.
Cenaron las pizzas y bebieron cerveza. Mirna estimuló a los muchachos a que le contaran, en su carácter de profesora (cosa que enfatizó y destacó) anécdotas de su vida estudiantil y especialmente de sus travesuras. Fue divertido. Los chicos hablaban entusiasmados y algunas de las situaciones que narraron eran realmente graciosas. Mirna reía. Todos querían agradarle, se peleaban por agradarle. Mirna se sentía como una reina adorada por su séquito y eso la estimulaba. Era solo el principio de una noche prometedora para todos, pero especialmente para ella y su plan.
Después de cenar, Mirna le pidió a Diego que la ayudara a levantar la mesa. Coqueteó apenas con él en la cocina, solo alguna sonrisa cómplice y sugerente o algún mohín seductor. Nada más que eso. Luego, ella sirvió whisky con hielo para todos, como un reconocimiento a que eran casi mayores. Los jovencitos estaban encantados y muy entusiasmados.
Habían cenado, pero Mirna les iba a preparar y presentar el plato principal, para saborearlo despacio, muy despacio, al ritmo que ella impusiera, para que ellos aprendieran a degustarlo con deleite pero fundamentalmente para disfrutarlo ella.
-¿Qué les parece si jugamos a algo?
-Sí, sí, vamos a jugar….- corearon los cuatro casi eufóricos – Juguemos a la botellita.
Mirna sonrió en su interior, estos chicos pensaban que esa podía ser la mayor picardía.
-¡No! – dijo autoritaria- A la botellita no.
-¿Por qué?- preguntó Diego.
-Porque no es justo….van a ser todos contra mí, yo soy la única mujer….además….yo soy la dueña de casa y la que trajo la idea de jugar….tengo que tener el derecho de elegir ¿O no?
-Sí, bueno, está bien-respondieron algo frustrados y no muy convencidos.
-Vamos a jugar a algo mejor…si lo juegan bien van a ver que les va a gustar mucho más….se los prometo….pero va a depender de ustedes….
-¿A qué jugamos?- preguntó Erick que comenzaba a entender, quizás a intuir, que se trataba de una propuesta que podía ser muy interesante.
-Miren….yo tengo cinco dados…cada uno de nosotros es dueño de uno, los arrojamos y el que saca el número más alto es el ganador.
-¿Y?
-Tranqui….ya viene lo mejor….el ganador elige a uno de los otros cuatro y le ordena hacer alguna cosa divertida….como las prendas de Merlín- rió- Bueno eso es muy viejo…. El otro tiene que cumplir.
Una sonrisa iluminó cada uno de los cuatro rostros juveniles. Una sonrisa pícara.
-¿Cualquier cosa? ¿Uno de los perdedores tiene que cumplir cualquier orden que se le ocurra al ganador ¿
-Sí…bueno…hay límites…
-¡Eh! ¡No! Así no vale….
-A ver….no se pueden dar órdenes que sean muy riesgosas, que puedan lastimar…..
-Eso está bien ¿Qué más?
-No se puede…no sé…ofender o humillar al otro…
-¡Eh! Pero eso es opinable….es cuestión de interpretación- protestó Erick erigido en portavoz y defensor de los intereses de los cuatro jóvenes muchachos que empezaban a ver las posibilidades del tal jueguito.
-Digo yo- respondió Mirna – ¿Por qué no empezamos a jugar y vemos? Yo estoy casi segura que no va a haber tantas diferencias….tranqui….empecemos tranqui y vemos…..le vamos subiendo la temperatura de a poquito ¡Ah! Si hay empate vuelven a tirar los que tienen el mismo número hasta que uno gane ¿Estamos listos?
-¡Está bien!
-Bueno entonces tomen los dados….a las tres los arrojamos todos al mismo tiempo….uno, dos, tres.
Los cinco dados rodaron. El de Mirna mostraba un dos, el de Erick un tres, el de Javier también un tres, el de Joaquín un cinco y el de Diego un seis.
-¡Gané!- gritó alzando los brazos- A ver a ver… Mirna ….
-Me imaginaba….usted manda señor- enfatizó el señor.
-Quiero….quiero….quiero….
Parecía no decidirse. Había un cierto suspenso en el aire. Los otros tres amigos sabían que mucho dependía del impacto de esa primer elección.
-Quiero que te saques la blusa.
Mirna rió. Todos estaban atentos esperando la respuesta.
-¿Ah sí? Mirá que pícaro el muchacho….que atrevido….
Ninguno hablaba. Esperaban, ansiosos.
-Está bien…soy buena perdedora…ya va a llegar mi revancha…está bien….ya que se te ocurrió a vos ¿Por qué no venis a sacármela?- respondió ella parándose.
Diego se incorporó apurado, miró a los otros con una sonrisa ganadora y canchera. Se acercó a Mirna que lo miraba insinuante y provocadora y desató el nudo que estaba justo sobre el ombligo para luego sacarla por los hombros de la mujer.
-¡Viva! ¡Viva! – todos aplaudían y reían. Erick silbó de admiración.
-¡Epa! Parece que les gustó…ya no se quejan del juego.
Los chicos estaban entusiasmadísimos con el carácter que iba tomando el jueguito. Era mucho más que lo que hubieran soñado. Allí estaba esa magnífica mujer mayor pavoneándose ante ellos en corpiño, exhibiendo gran parte de sus pechos y parecía prometer mucho más.
-Bueno va la segunda- dijo Mirna como conductora sentándose- uno, dos, tres.
Ganó Erick. Mirna sacó un cuatro pero el chico obtuvo un cinco.
-Bueno…mi orden es para Mirna ….
-¡Eh!- protestó falsamente ella- no vale…es una confabulación…
-Yo elijo- respondió el joven.
-Sí, sí, tenés razón….perdí y me tengo que aguantar….es tu derecho….espero la orden señor….
– Quiero que te saques la pollera.
-¡Qué poco original! Está bien, vení.
Las manos de Erick temblaban cuando fue bajando el cierre lateral. Mirna no se movía y el muchacho tuvo que deslizar la prenda por las piernas de la mujer. Todos estaban conmocionados. Los ojos parecían querer devorarse las caderas de Mirna que sugestivamente dio una «vueltita y movió la colita» entre más aplausos y ruidosos vítores.
El ambiente ya estaba muy caliente y los chicos muy excitados.
La tercera ronda empataron Joaquín y Mirna con sendos cincos. En el desempate ganó ella con un seis sobre un pobre dos. El chico se entristeció.
-¡Muy bien! Es mi turno….voy a pensar bien….
Todos estaban silenciosos y expectantes.
-Elijo….elijo a Joaquín ya que tuve que desempatar con él- sin decir más, aumentando el suspenso se levantó, buscó entre los discos, puso uno, se acercó a la puerta, apagó la luz principal y dejó el ambiente en una semipenumbra inquietante apenas cortada por la tenue iluminación de un aplique lateral. Sonaba un bolero de «Los Panchos». Mirna estaba parada en medio de la habitación solo con su ropa interior. La atmósfera era intensamente erótica. Los chicos no hablaban, casi ni respiraban.
-Vení- dijo ella con voz ronca e invitante- Tenés que bailar conmigo.
Joaquín dudó.
-Pe…pe…pero yo no sé bailar.
-¡UUUUUH!- gritaron todos.
– Ah no….yo cumplí….vení, yo te enseño…es fácil….vení, en serio, vení, te va a gustar- dijo Mirna extendiendo los brazos.
Cuando por fin el chico se acercó, Mirna volvió junto al tocadiscos, hizo recomenzar el tema y caminando sinuosa fue hasta el pobre chico que temblaba de temor y también de excitación. Le tomó las manos, las llevó a su cintura y ella a su vez rodeó al cuello juvenil con sus brazos. Estaban juntos, muy juntos, pegados. Las manos temblorosas de él sobre la carne desnuda de la espalda de la mujer, la cabeza de ella ladeada y apoyada sobre el hombro del muchacho. Mirna comenzó a mover lento los pies, en pasos pequeñísimos, balanceándose suavemente. Joaquín comenzó a seguirla. Los otros tres los miraban muy calientes, concentrados en la excitante escena, en silencio, casi conteniendo la respiración. Ella sentía claramente toda la dureza del miembro de Joaquín en su vientre. El muchacho suspiraba. Mirna comenzó a acariciarle muy suavemente el pelo en la nuca y a apretar su pelvis a la del chico, frotándose casi imperceptiblemente. La erección de Joaquín parecía incluso crecer aún más. Por un momento Mirna temió que fuera a eyacular sin poder contenerse, ella no quería apurarlo, pero ya estaba jugada y no podía echarse atrás. Cuando la pieza terminó y se separaron los amigos aplaudían y gritaban. Joaquín estaba rojo y transpiraba.
La cuarta ronda la ganó Diego.
– Mirna ….vamos a seguir con el baile….voy a elegir un tema y vos vas a bailar sobre la mesa….
-Está bien…sí…me gusta….espero la música.
Erick le extendió la mano y galantemente la ayudó a subir apoyando sus pies sobre una silla. La habitación seguía estando sumida en la tenue semipenumbra. La erótica y excitante, íntima semipenumbra..
-Hay una condición
-¿Cuál?
-Si voy a brindar un espectáculo quiero que los espectadores lo disfruten como merecen. Se sientan dos en el sofá y dos en el suelo.
-¡Vale!
Diego no era tonto y entendía de música. Eligió un tema de jazz, de saxo grave y trompeta susurrante y lánguida, de cadencias estiradas, especialmente sensual. Mirna cerró los ojos y comenzó a moverse, felina, voluptuosa, insinuante, sugerente, excitante. Se mostraba, se exhibía. Los calentaba. En un momento abrió los ojos y sonrió. Estaban fascinados, como hipnotizados. Diego y Erick, quizás por ser los más audaces, tal vez simplemente porque no podían contenerse, se acariciaban sus penes erectos por encima del pantalón. En determinado momento, Erick metió su mano por dentro. Era un poder total, absoluto de Mirna sobre los chicos. La más absoluta omnipotencia femenina, el dominio todo de las jóvenes voluntades. Mirna la sentía, la percibía y se excitaba, tanto como para que comenzara a humedecerse su vagina y empezaran a erguirse provocadores sus pezones. Se podía escuchar las respiraciones entrecortadas, casi jadeos, jadeos en verdad de los muchachos. Cuando la música cesó Mirna hizo una reverencia. Los chicos aplaudían y chiflaban. Erick, nuevamente galante, la ayudó a bajar.
Quinta ronda. Empataron en cuatro Mirna y Diego. En el desempate ganó el muchacho con un rotundo seis contra un mísero uno.
-¡Eh! ¡No vale! ¡Mula! –gritaban los otros.
-Será mi noche de suerte…a ver….seguimos con el baile….vas a bailar un bolero conmigo….
-Me encanta. Elija nomás la música señor.
Mirna sabía que Diego era el más atrevido, tal vez más incluso que Erick. Comenzó a oirse la voz de Aznavour evocando a una triste Venecia. Diego la abrazó y ella se colgó de su cuello, pegando su cuerpo a él. Era muy caliente sentir el falo del chico clavado, literalmente clavado entre sus piernas. Tenía que controlarse, no podía perder el control, no podía dejarse arrastrar por sus instintos, debía atenerse al plan. Difícil a esa altura porque ya estaba tremendamente excitada y deseosa pero debía hacerlo. Diego no ayudaba. No era pasivo como Joaquín. Movía sus manos sobre la espalda de Mirna. Se sentía agradable, demasiado agradable. En un momento comenzó a lamer el cuello de Mirna que sentía que estaba al límite de sus resistencias.
-¡Despacio! ¡Tranqui! Seguí despacito, no te apures, todo tiene su tiempo, todo llega- le dijo a Diego en voz muy bajita, al oído y apretó un poco más su cuerpo contra él. El chico continuaba pasándole su lengua húmeda y caliente por el cuello, exactamente en el encuentro con el hombro derecho. Se sentía delicioso, Mirna sentía que su entrepierna se humedecía más.
Afuera seguía lloviendo.
La quinta ronda la ganó Javier con un cinco. Balbuceaba, no sabía muy bien qué pedir o en verdad no se atrevía. Erick le dijo algo al oído.
-No vale….tiene que decidir él- protestó Mirna. Imaginaba cuál iba a ser la propuesta y comenzó a delinear su estrategia de final para esa lujuriosa noche.
-Que…quere…queremos….
-No, no y no…queremos no….tenés que decir quiero- lo desafió.
-El chico estaba colorado.
-Bue…bueno….quiero que te saques el corpiño.
Se hizo un denso silencio.
-No, no acepto- dijo Mirna.
-¡Eh!- gritaron los chicos- ese no era el trato….tenés que cumplir….así no vale….
-Yo dije que había límites….
-Sí- dijo Erick – No es riesgoso…no te podés lastimar y no es humillante…..
Mirna hizo como que pensaba.
-Sí, eso es cierto….tengo que ser justa…..tenés razón….está bien….lo hago….pero después jugamos la última ronda y se termina la fiestita.
Los chicos quedaron desconcertados. Protestaron.
-No, no, seguimos, no vamos a parar ahora- dijo Diego.
-A ver chicos…a ver….vamos a conversar un poquitito….diganme….contestenme ¿Yo cumplí mi palabra hasta ahora? ¿Tengo palabra de honor?
-Sí- respondieron Erick Y Diego – Pero eso…
-Dejenme seguir con el razonamiento- dijo Mirna con tono de mando- Entonces ¿Soy confiable?
-Sssí….sssí….
-Confien en mí una vez más….sean buenos conmigo y yo voy a ser buena…muy buena…muy muy buena con ustedes….¿Para que forzar las cosas? Cuanto más se ansía algo, cuánto más se lo desea, más se lo disfruta….aprendan a ser pacientes, no se apuren….dejenme marcar los tiempos…me lo van a agradecer….¿Par qué quieren que me enoje ahora?
Los cuatro chicos la miraban embobados.
-Miren….mejor dicho escuchenme con atención….yo cumplo…jugamos otra ronda más …el que gana pide su deseo….tranqui, sin excederse y mañana seguimos…avancemos así, de a poco, disfrutemoslo con tiempo….yo les prometo que les va a gustar y cada vez que prometí algo lo cumplí…si mañana está lindo vamos a la playa y a la tardecita nos juntamos acá….si sigue lloviendo, nos encerramos todo el día…yo les aseguro que va a ser mucho, muchísimo mejor…. ¿De acuerdo?
Los cuatro se miraron. No había opción.
-Está bien….nos parece bien….de acuerdo…es un trato.
Mirna sonrió ampliamente.
-¡Bien! -giró y se puso de espaldas- entonces vení Javier, mi corpiño es tuyo, vení a sacarlo….te lo ganaste
El chico se acercó, temblaban tanto sus manos que no podía soltar el gancho. Los otros lo alentaban. Por fin, casi a los tirones lo logró. Mirna sin darse vuelta se lo sacó por delante y se lo dio. Con las manos cubrió sus enormes senos, giró, los chicos prácticamente estaban en estado de levitación. Un hilo de saliva corría por la comisura del labio de Erick. Joaquín, pese a su timidez no podía dejar de acariciarse la entrepierna. Mirna sonrió, alzó sus brazos, echó la cabeza para atrás y se exhibió, mostró en toda su plenitud sus pechos enormes, redondos, firmes. Mostró las preciosas aureolas marrones, subyugantes. Mostró los pezones estirados, hinchados, duros, erguidos, ávidos incluso, prometedores. Permaneció así unos segundos. Podía oir los jadeos. Podía sentir el ardor de las miradas.
-Bueno…está bien…va la sexta ronda…uno, dos, tres.
Ganó ella con un cinco. Los chicos estaban un poco decepcionados. Esperaban quizás haberla desnudado por completo. Mirna en cambio decidió afirmar su dominación, especialmente sobre Diego y Erick.
-Bien…. Diego y Erick ….
-¡Eh! Era uno
-¿No quieren? ¿Se van a quedar con la intriga?
-No, no, está bien….
-Así me gusta, esos son mis chicos….. Diego y Erick me van a besar los pies, uno cada uno y van a acariciar mis piernas durante un minuto.
Los jóvenes asintieron con la cabeza.
Mirna fue hasta el sofá y se echó, algo en diagonal, la espalda recostada, el cuello hacia atrás, una pierna colgando y la otra apoyada en el piso, ligeramente separadas y por supuesto sus grandes senos en exhibición. Toda una imagen muy excitante.
-Vengan- dijo ronca y guturalmente.
Los chicos se arrodillaron, uno a cada lado.
-Sáquenme los zapatos.
La obedecieron.
-Bien…tienen un minuto….
Los dos comenzaron a lamer, a chupar, a mordisquear los dedos de los pies, los empeines y a subir sus manos por las piernas desnudas. Trepaban por las pantorrillas. Llegaban a los muslos.
-Hasta ahí, nada más que hasta ahí, no se propasen- decía Mirna entre jadeos.
Extasis, ensoñación, divina ensoñación. Placer, la más íntima y pura esencia del placer.
-Ya está…pasó el minuto…muy bien
Mirna se incorporó y fue hacia la puerta. La señal era clara, la fiesta había terminado.
-Recuerden, si llueve los espero a la mañana….vamos a tener todo el tiempo, sin límites…me voy a portar muy bien con ustedes….jamás me olvidarán….
Recién eran las doce y treinta de la noche.
Mirna se sacó el calzoncito y desnuda se acostó.
Se masturbó frenéticamente hasta tener tres orgasmos explosivos. Se imaginaba a los chicos haciendo lo mismo.
La despertó un trueno muy fuerte, estrepitoso, estruendoso. Miró el reloj, eran las ocho de la mañana. Llovía, llovía torrencialmente.
Había dormido maravillosamente bien, profundamente, distendida y relajada después de su húmedo y ardiente desahogo.
Sonrió con satisfacción. Llovía, el cielo estaba gris y encapotado. Era lo ideal. Estaba dispuesta a todo. Los chicos eran muy buenos, la enternecían, la enternecían y la calentaban aunque hubieran podido ser sus hijos. La excitaba el juego, tanto o más que a ellos. Iba a complacerlos. Iba a complacerlos de una manera tal como nunca mujer alguna podría hacerlo. Iba a guiarlos a los más excelsos rincones de placer, los conduciría los picos más altos de la lujuria. Los iba a calentar y se iba a calentar como nunca podría volver a sucederles. No iba a frustrarlos, no los iba a dejar ávidos, los iba a dejar tan satisfechos que después toda mujer y toda relación les iba a parecer insulsa.
Estaba excitada de solo pensarlo. Excitada y ansiosa por comenzar con sus refinados manejos eróticos.
Se sentía una puta. A los cuarenta y un años se sentía una puta y estaba contenta de sentirse así.
Fue hasta la cocina, acomodó un poco el desorden de la noche, hizo lo mismo en el comedor y fue a ducharse.
Perversa, sofisticadamente perversa, se vistió con una camisa blanca de mangas largas abotonada hasta el cuello y una pollera acampanada, holgada, negra, que le llegaba por debajo de las rodillas. Mojigata, puritana, falsamente casta. Se recogió el cabello en un rodete y no se maquilló. El único toque discordante, algo sexi, fue el calzarse con unas botas altas, negras, brillantes, charoladas. Eso y el rociar su cuerpo con una fragancia seca y sensual, exquisitamente sensual.
Faltaban aún unos cinco minutos para las nueve cuando golpearon a la puerta. Mirna se sorprendió, se sorprendió gratamente y sonrió. Abrió.
¡Epa! Parece que mis chicos están apurados y madrugaron….
Los jóvenes estaban sorprendidos por el discreto atuendo de Mirna. Sorprendidos y desconcertados, tal como ella quería.
-Vengan, vamos a sentarnos, sientense por favor, quiero hablar con ustedes.
Los chicos obedecieron, mansos, sumisos, como a ella le gustaba.
-¿Alguno trajo reloj?
-Sí- respondieron Erick y Javier.
-Denmelos- ordenó.
Los tomó y los guardó en un cajón. Hizo lo mismo con el que estaba colgado sobre la pared.
-A partir de este momento no existe el tiempo.
Dicho esto cerró las persianas.
-Aquí ya no importa saber si es de mañana, de tarde o de noche….no importa si pasaron dos horas o quince…el tiempo desapareció, solo estamos ustedes y yo…el resto del mundo no existe….solo estamos nosotros cinco en este mundo ¿Me entienden?
Los jovencitos asintieron fascinados.
-Aquí lo único que importa es que somos una mujer y cuatro hombres que van a disfrutar, que van a gozar ¿Está claro?
Los chicos estaban encantados. Sonreían.
-Ya no hay arrepentimientos….¿Ustedes creen que van a ser capaces?
-¡Sí! –casi gritaron entusiasmados.
-¿Seguros?
-¡Sí!- respondieron aún más fuerte.
-Bien…muy bien ¿Qué les pareció el juego de ayer?
-¡Buenísima! ¡Espectacular! ¡Maravillosa!
-¿Confían en mí como conductora de la fiesta?
-¡Siiiií!
-¿Tienen confianza en que los voy a hacer gozar?
-¡Sí! ¡Seguro!
-Entonces me van a obedecer….no se van a arrepentir de cómo los voy a llevar al éxtasis. Me van a obedecer ¿De acuerdo?
-Sí, sí, sí, sí, de acuerdo.
-Bien. Comencemos la fiesta inolvidable. Vamos a jugar con los dados.
-¿Otra vez?
-Shhh ¿En qué quedamos?
-Sí, perdón- se disculpó Diego.
-Joaquín es el número uno, Javier el dos, Erick el tres y Diego el cuatro. Yo voy a tirar el dado, sale un número, al que le corresponda va a hacer algo que yo le ordene. Al revés de ayer, pero estén seguros que va a ser mucho mejor. Si sale el cinco yo decido qué hago y si sale el seis, los cuatro van a hacer lo que yo les indique ¿De acuerdo?
-Sí, por supuesto, lo que vos digas.
-Bien…algo antes….¿Se pajearon anoche?
Los cuatro se movieron incómodos y se reían.
-¿Fue en mi honor?
Reían nerviosos.
-Bien….ya me respondieron….me gusta ¿Qué tal fue la paja?
-¡Estupenda!-dijo alto Diego.
-Bien, hoy van a gozar un millón, cien millones de veces más…me van a pedir por favor que paremos….se los prometo….
Los casi niños estaban embelesados. La miraban y la escuchaban con caras embobadas.
-¡Atención! Arrojo el dado…tres…. Erick, mi Pablito….vení, le dijo mientras se paraba. Me vas a sacar la camisa, muy despacio, vas a desabrochar primero las mangas y después vas a empezar a desabotonar del cuello hacia abajo. Después, me la sacás.
El chico lo hizo, bien despacio, lentamente, como ella le indicó. Mirna quedó exhibiendo su torso, sus pechos cubiertos por otro soutién blanco de encaje.
-¡Bien! ¡Muy bien! Vení, lo hiciste muy bien, te merecés un beso- le dio un suave beso sobre los labios, apenas un sutil roce.
-Va de nuevo…..dos…. Javier, mi rubio precioso…vení…vos me vas a sacar la pollera, despacio, muy despacio, sin dejarla caer, deslizándola por mis piernas..el cierre está acá, al costado, desabrochá primero en botón, después bajá el cierre y llevála lentamente al piso.
Quedaron al descubierto sus caderas apenas tapadas por una pequeña tanga de encaje blanco que combinaba con el corpiño. El contraste entre las piernas desnudas y las botas negras era poco menos que estremecedor. Diego aplaudió.
-¡No! Sin aplausos….hoy sin aplausos, sin silbidos y sin gritos, en silencio, conteniendo la euforia, guardándola para después….quiero que juntos creemos un clima, un ambiente denso, espeso, silencioso y caliente, muy caliente….va el dado…..seis….¡Ah! Los cuatro….mis cuatro muchachitos todos para mí…a ver, párense y pónganse en fila….bien…me gustan…me calientan…¿Yo los caliento?
-Sí- jadearon, susurraron roncos de excitación, expectantes, soportando el suspenso.
-Eso me encanta..sáquense las remeras y las camisas, los quiero desnudos de la cintura para arriba.
Los chicos se apuraron.
-Despacio…despacio….ya les dije que hay tiempo, que no existe el tiempo…dense vuelta, los quiero de espaldas, los brazos al costado del cuerpo.
Mirna se acercó.
-Ahora van a estar quietitos, no se van a mover…sientan lo que sientan van a quedarse quietos….
Uno a uno, con exasperante lentitud, con sutileza, con suavidad, fue acaricindo las varoniles espaldas con ambas manos. En ocasiones pasaba las uñas, sin arañar, muy sutilmente. Más de un minuto con cada uno. Jadeaban, suspiraban. Erick tembló.
-¡No! Dije quieto.
-No pude…fue más fuerte….
-Tienen que aprender a controlarse….sentir, gozar…
Apoyó los pechos erguidos por el corpiño sobre la espalda de cada uno y los refregó muy suave.
Se alejó, Los chicos estaban pasmados, tremendamente excitados.
-Pueden darse vuelta….¿Qué tal? ¿Cómo va? ¿Les gusta?
-Sí, sí, mucho, muchísimo…
-Y eso que recién empezamos….va el dado….cuatro…. Diego ….vas a soltarme el cabello- el chico la miró como decepcionado. Ella le sonrió- …y después vas a sacarme el corpiño, despacio….
Cuando el chico le soltó los ganchitos del elástico desde atrás, ella giró y se puso frente a él y de espaldas a los otros tres, sin dejar caer aún la prenda.
-Sacámelo….sacámelo y mirálos vos primero…que tus amigos deseen, que mueran, que ardan de deseo….
El joven obedeció y se extasió. Mirna percibió que el pobre muchacho no podía contenerse, no podía detener sus manos.
-No…por ahora no…todo llega….el tiempo no existe y todo va a llegar….solo mirar…por ahora solo mirar.
Giró.
Los tres casi niños estaban extasiados.
-Va el dado….seis de nuevo….hoy es mi día de suerte…los cuatro bombones a mi disposición…a ver….de nuevo de pie….de espaldas, los brazos al costado, como antes…..los quiero desnudos del todo….se sacan primero las zapatillas y después los pantalones y los calzoncillos….los quiero desnuditos para mí, así, de espaldas…se desnudan y esperan en silencio, quietitos.
Cuando estuvieron desnudos se acercó, hablando ronco y bajito «Qué linda colita» y le hacía con una mano en cada nalga suaves caricias circulares, un jadeo, un gemido, casi un grito ahogado y una brusca contracción del cuerpo….»Epa»….»¿Qué pasa mi chiquito? ¿Te gusta tanto?» Un «Sssiiii» casi inaudible, casi desfalleciente. Se agachó un poco y pasó una mano por entre los muslos, un toque imperceptible casi, un posarse liviana una mariposa inquietante en los testículos «Qué lindas bolitas». Otra contracción, casi un espasmo y un suspiro profundo, profundísimo. Repitió la operación con cada uno y todos temblaron, se estremecieron, jadearon y casi gritaron. Se alejó.
-Dense vuelta…quiero verlos por delante.
Los cuatro penes estaban parados, erectos, duros, grandes, brillantes de jugos preliminares, rojos de sangre caliente. Eran parejos, normales, quizás el de Erick era más largo que lo común y el de Joaquín era sorprendentemente ancho. Mirna pasó despacio la lengua por sus labios, relamiéndose, para que ellos lo vieran, lo notaran.
-Bien….muy bien…están muy bien mis chiquitos….muy bien…. Va el dado…..cuatro….otra vez Diego ¡Suertudo!….mirá….andá al baño…sobre el estante hay un lápiz labial….traélo.
Mientras tanto Mirna se acostó sobre el sofá. Diego volvió con el cosmético en la mano.
-Vas a maquillarme….no me mires así…vas a maquillarme mi teta derecha…vas a pasar bastante pintura de los labios sobre mi aureola y me pezón derechos y después, con la yema de los dedos, muy despacito, vas a ir extendiéndola prolijo, hasta taparlos bien, parejito…
El chico no podía detener sus espasmos ante tal desafío al morbo. Los otros tres estaban casi deseperados, Javier empezó a masturbarse.
-¡No Javier! No….no hagas eso….contenéte…ya les dije….esto es el principio y nada más…..
Un manto libinidoso envolvía la habitación. Mirna también suspiraba y temblaba al sentir el roce de esas caricias adolescentes, vírgenes. Suyas, exclusivamente suyas. Deliciosas caricias.
Se levantó. Miró a los ojos a los cuatro chicos.
-Yo sé que están calientes, muy calientes, yo también, pero hay que aguantar y disfrutar…..gocen la calentura pensando en lo que nos espera a los cinco todavía….va el dado….uno…Marco, mi delicioso Marco cito…..vení bebé, vení….hacéme lo mismo que Diego pero en la tetita izquierda…..
El morbo aumentaba, el ambiente era intolerable, los cuerpos transpiraban, los corazones se aceleraban, los músculos se descontrolaban, los penes latían……
El siguiente juego le correspondió a Erick. Fue el más fuerte de los jugados hasta ese momento.
-Ahora vos, mi flaco y alto Pablito, mi bebito larguirucho, con tu boquita y tu lengüita me vas a limpiar bien el pechito que maquilló Diego ….bien limpito…muy limpito….quiero ver tu boquita muy roja…
Erick se abalanzó y comenzó a lamer, a chupar, a mordisquear, a succionar. Mirna se retorcía, suspiraba y casi gritaba….
-¡Así chiquito! ¡Así…me encanta…me calienta! ¡Seguí….seguí….así!
Estimulado, Erick, por la posición en que ella estaba echada sobre el sillón y él arrodillado al costado comenzó a frotar su pene por el muslo de Mirna. Ella, excitada, muy excitada lo dejó hacer unos segundos. Reaccionó.
-¡No! Así no Pablito…así no….esforzáte…controláte…
-Dis…dis…disculpá.
-Está bien…seguí chupando mi amor dejame todo limpito….seguí…aaaah….aaahhhhh…
Fueron casi dos largos minutos.
En la ronda siguiente Joaquín tuvo la suerte de repetir y ella le hizo limpiar completamente su otro pecho. El chico mamaba como los dioses y Mirna estuvo al borde de estallar en un terrible orgasmo. Comprendió que era momento de aliviar un poco las tensiones.
Antes de echar el dado los miró largamente. Estaban rojos, transpirados, sus pechos agitados, sus penes palpitantes.
-A ver chicos….quiero hacerles una pregunta…quiero que me contesten la verdad ¿Cuál fue el máximo de pajas que se hicieron en un día? La verdad.
Ninguno contestaba, estaban sorprendidos y algo inhibidos.
-Chicos…chicos….con lo que estamos haciendo dudan en contestarme….
-Tres – dijo Diego.
-Cuatro- dijeron casi al unísono Erick y Joaquín.
-Cinco- dijo Javier
-¿De verdad?
-Sí, en serio, lo juro, un día que me calenté mucho….cinco….otras veces cuatro….
-¡Qué toritos que son mis amores! ¡Mis bebés son fuertes! Bueno….¿Confían en mí?
-Sí- fue la respuesta al unísono.
-Bien….no salió ningún cinco que es el que me permite a mí hacer algo especial…vamos a hacer trampa y vamos a imaginar que tiro el dado y sale el cinco ¿Está? Tengo ganas de hacer algo muy especial, realmente especial con ustedes….
-Sí, sí, no hay problema.
-Bien, espérenme un minuto nada más.
Mirna fue hasta el placard del dormitorio, sacó una sábana y cortó, desgarró en verdad, ocho tiras.
-A ver, voy a vendarles los ojitos….
Los chicos rieron nerviosos. La dejaron hacer.
-Ahora van a poner las manitos atrás y se las voy a atar….tranquilos…no se asusten….va a ser lindo…no los voy a lastimar….les va a gustar…mamita les asegura que les va a gustar.
Los chicos, mansos, entregados, la dejaron hacer.
-Bien….ahora, yo de a uno los voy a llevar hasta el sofá y voy a jugar….los demás escuchan….escuchan e imaginan…sentaditos….callados, muy calladitos….escuchando a Sandrita jugar con su amiguito….esperando su turno. Voy a empezar con Javier, mi rubiecito adorado, no tuvo mucha suerte con el dado….por eso voy a empezar con él.
Lo tomó de la muñeca y lo guió con cuidado hasta el sofá. Lo ayudó a sentarse y por fin lo hizo acostarse. Allí estaba el pene erecto, anhelante, a punto. Mirna humedeció sus manos con su saliva, mucho, copiosamente mojadas y arrodillada junto a Javier tomó su pene. Lo rodeó con su mano derecha. Él gimió al contacto, gimió y se estremeció.
-Tranqui mi nene…tranqui… Mirna te va a ayudar…te va a aliviar…relajáte, sentí, gozá…traqui, despacito….sentí rico mi bebé…
Poco a poco Mirna comenzó a subir y bajar la mano a deslizarla despacio por el enhiesto falo venoso. Siempre susurrando. Javier gemía y se retorcía, gritaba. Los otros tres se revolvían inquietos y casi desesperados en su silla.
-Dále bebé….gozá….gozá…..
Mirna mantenía el exasperante ritmo lento. Todo el cuerpo del chico se contorsionaba impaciente. De sus labios se escapaban impetuosos «aes» prolongados. Los otros muchachos temblaban, esperaban ansiosos. El glande rojo e hinchado de Javier se contraía. Mirna se detuvo. Apretó fuerte la base del pene para retardar el estallido y llevó la mano a los testículos. Los acarició despacio, como haciéndoles cosquillas, de vez en cuando los apretaba despacio.
-¿Te gusta mi cielo? ¿Te gusta lo que te hace Sandrita?
-¡Sí, sí, sí! –gritó muy fuerte el muchachito.
-¿Querés que vuelva al pitito? ¿Querés acabar?
-Sí. Sí, sí…por favor…por favor….
Mirna volvió a humedecerse la mano, rodeó el pene y empezó a subir y bajar a un veloz ritmo. Alcanzaron pocas sacudidas. El cuerpo de Javier se tensó, él gritó y cuatro, cinco, seis espesos chorros de semen saltaron muy alto cayendo sobre el cuerpo de Mirna.
Ella lo dejó reposar unos segundos. Lo ayudó a levantarse, le quitó la venda, le desató las manos. El chicocayó de rodillas, como ante una deidad….
-¡Gracias! ¡Gracias! Fue…fue maravilloso…nunca…
-Shhhhh……Esto no es nada bebé….esperá que siga el día….descansá ahora….
Fue hasta el grupo y tomó de la muñeca a Joaquín para llevarlo al sofá.
Lo hizo con cada uno. Todos gozaron. Todos estallaron en húmedos placeres calientes y derramaron su esperma.
Estaban sentados en sus sillas, flojos, mansos, relajados, entregados, sometidos.
-Fue fuerte ¿No? Vamos a hacer un recreo….nos lo merecemos…además lo que viene va a ser todavía más fuerte….
-¿Más?
-Mucho, muchísimo más….se los aseguro…..más fuerte y muchísimo más placentero….vamos a descansar un poco….. voy a traer un poco de jugo fresco.
Mirna les dejó una jarra con jugo de naranja helado y cuatro vasos. Hecho esto fue a darse una ducha. Estaba excitada, excitadísima. No era la suya una simple excitación sexual, era algo mucho más profundo, más vinculado a sus instintos más oscuros que afloraban ahora, después de tantos años, inesperadamente, en el mismo momento en que ella suponía que había desaparecido toda posibilidad de disfrutar del sexo, descubría estas fuerzas incontrolables.
Seguía lloviendo.
Volvió al living envuelta en una toalla, el cabello húmedo, sensualmente húmedo y una perversa sonrisa en su boca. Iba a continuar con su obra. El sexo, o mejor dicho la seducción sexual llevada, elevada a la categoría de arte.
Los chicos estaban despatarrados sobre las sillas, sonrientes, expectantes. Sus miembros viriles estaban en reposo, pero dispuestos, para ella, solo para ella cuando ella lo decidiera.
-bueno mis amores….vamos a conversar sobre la justicia…..
-¿Sobre qué?
-Sobre la justicia ¿Qué es la justicia?
-No sé….que sea igual para todos….
-¡Muy bien! Algo así, que cada uno tenga lo que le corresponde ….eso es justo…o quizás que todos tengan el mismo derecho….eso también es justo….y diganme….esa definición ¿no les hace pensar en algo con respecto a nuestra fiestita?
Todos se miraron embobados, sin comprender, hasta que Diego encontró la idea.
-Nosotros tuvimos nuestro…..bueno…vos me entendés….
-Primer desahogo digamos…y ojo que es solo el primero de muchos….
-Bueno, eso, nosotros tuvimos nuestro primer desahogo y vos no.
-¡Muy bien! ¡Te felicito! ¡Exactamente!
Mirna se acercó al sofá y dejó caer la toalla. Estaba totalmente desnuda. Los chicos miraban su vientre, su pubis. Ella se sentó y extendió los brazos sobre el respaldo, en cruz. Separó algo las piernas.
– Diego que fue el que descubrió lo que yo quería decir y ….y…a ver….y Javier van a sentarse al lado mío….uno a cada lado….vengan….
Los chicos se abalanzaron.
-Tranquilos, tranquilos…ustedes miren….no pueden tocarse…miren….después va a ser su turno….mi querido Diego, mi querido Javier, ustedes dos me van a chupar las tetitas….uno cada una….después yo les voy a ir diciendo qué hacer…..
Los chicos se inclinaron sobre Mirna y comenzaron a jugar con sus bocas sobre sus pechos. Cada uno a su estilo. Diego comenzó por recorrer la aureola con su lengua, dando pequeños movimientos circulares, Javier en cambio se concentró en el pezón, le pegaba suaves lengüetazos. Diego lo rodeó con sus labios y sorbía, Javier abarcó toda la teta con su boca y succionaba fuerte. Una delicia. Dos estilos diferentes al mismo tiempo. Mirna gozaba. La cabeza echada hacia atrás, suspiraba.
Movía sus piernas, frotando los muslos entre sí.
-Así mis chicos…así…aaaahahhhh….sigan así….más, más, más…..no paren….chupen, chupen…me gusta ….aaaahhhhh…..
Se retorcía y temblaba. Los chicos se esmeraban, sorbían, chupaban, acariciaban, mordían despacio. Los pechos de Mirna estaban brillantes de saliva. Casi gritaba de placer. Había bajado los brazos y sus manos jugueteaban inquietas entre los cabellos de los jovenzuelos que seguían babeándola y estaban chupándola con descontrolada avidez.
-Fran….aaahhhhh….Fran…aaahhhhhhhh…. Diego …..humedecete los deditos y …..aaaahahhhhhqué liiiindo…..pasámelos por mi conchita…..aaaahhhhh….por favor mi vida acariciáme la conchita…..aaaaaahhhhhh……
El chico se mojó los dedos y llevó su mano hasta la entrepierna de Mirna. Ella se la tomó y lo guió en los primeros movimientos, como enseñándole, con la otra mano empezó a masajear el pene de Javier ….
-Así…..así….bieeeeeennnnnn….aaaahhhhhh…..seguí chupando Francis mi vida…..aaaaahhhhhh…..así….jugá con mi conchita mi amor…..aaaahhhhhh….. Javier Javier Javier ito la tenés durita de nuevo mi vida….aaaaahhhhhhh….me voy a enloquecer….
Agarró con fuerza el falo de Diego. Estaba ya muy erecto…húmedo y lubricado. Un pene en cada mano. Dos penes bien parados y duros, calientes. Ahora los tres gemían. Diego seguía acariciándola en la entrepierna.
-Aaaahhhhh….ahí mi vida…..justo ahí….en el botoncito……más rápido….mmmmmmm……aaaahhhhh….. mmmmaaaaás….si…si….ssssiiiigan chupándome las tetas….ahora vos Javier ….mojáte los deditos y metémelos en la concha….dále, dále…..
Ella subía y bajaba sus manos sobre los penes, las deslizaba apretando. Los sentía palpitar.
Repentinamente un relámpago de lucidez.
-Bueno, bueno- dejó los penes, les retiró las manos de su pubis, les levantó la cabeza de los pechos.
-Bueno…bueno….está, está, chiquitos…
Los jóvenes protestaron, estaban desesperados, quisieron volver a sus posiciones….ella tuvo que hacer un gran esfuerzo para no dejarlos….sentía las punzadas de deseo en su sexo, sus glándulas estallando, deseosas de acabar y sus pezones ardiendo. Un inmenso esfuerzo de control, de autocontrol y a la vez imponerse con su autoridad a los chicos que estaban lanzados.
-Sean buenos….confíen en su Sandrita….ahora vienen Erick y Joaquín y después les va a esperar una sorpresa maravillosa, mucho más maravillosa que todo esto que hicimos hasta ahora…vayan, vayan a sentarse y no se toquen los penes….háganme caso yo sé por qué se los digo…aguanten que va a valer la pena, vengan ustedes chicos …vengan…es su turno…..vengan a darle placer a Sandrita con sus boquitas y sus deditos, vengan con mamá Mirna.
Marco y Erick se lanzaron, literalmente se lanzaron sobre el cuerpo de Mirna. Fruición, chupaban con fruición. Erick además le acariciaba su intimidad húmeda, ardiente, blanda, suave, sensible, extremadamente sensible ya. Mirna se retorcía, espasmos impensados sacudían su cuerpo. Uno, dos minutos deliciosos, cómo en verdad nunca había tenido. Los chicos la llevaban al cielo. Sintió que nuevamente perdía el control, se desvanecía el mundo en su derredor, todo eran sus pezones y su clítoris, no existía nada más en el universo, sus pezones, su clítoris, esas dos lenguas y esos dedos. Pudo sentir sus jugos estallando, derramándose en torrente y gritó, gritó fuerte, gritó un aaaaahhhhhh prolongado, prolongadísimo, visceral, profundo, interior, incontenible.
-¡Aaaaaahahhhhhhhh…. chiiiiiiicoooooooossssssss…. aaaaaaahhhhhhhhhhhh….por dioo oooooooosssssssss sssssssssssssssssssssssssssss!
Quedó laxa, relajada, exhausta sobre el sofá. Desvanecida, sin conciencia durante más de un largo, larguísimo minuto. En el Paraíso, estacionada en el paraíso al que había llegado de la mano de esos cuatro maravillosos jovencitos. Un Paraíso que en verdad nunca había conocido antes en sus cuarenta y un años de vida.
Sonreía, en su regreso del más absoluto éxtasis que se pudiera imaginar, sonreía ampliamente.
-¡Gracias chicos….gracias a los cuatro….fue maravilloso….mucho más maravilloso de lo que ustedes imaginan…..estoy en deuda con ustedes…..les debo el mejor orgasmo de mi vida….se los debo y….espero que los próximos sean aún mejores……fue sensacional….gracias, de verdad gracias…..voy a tener que pagarles a mis cuatro deliciosos bebés…..voy a retribuirlos con creces….cómo ustedes nunca soñaron!
Los chicos estaban felices, orgullosos, extasiados, anhelantes. Sus penes estaban erectos, erguidos, firmes, parados, dispuestos, palpitantes. Milagro de la juventud, juventud toda energía.
Esperaban. Deseaban más aún.
-A ver….voy a empezar a devolverle todo el placer que me dieron…..tomen las tiras de telas y véndense los ojos de nuevo….confíen, va a ser hermoso, se los prometo, se los juro.
Los chicos obedecieron. Luego Mirna les ató las manos atrás uno a uno, como la vez anterior y los hizo echarse sobre el piso, boca arriba, uno junto al otro. Los cuatro falos llenos, repletos de sangre caliente apuntaban hacia arriba, desafiantes, muy calientes, esperando el nuevo juego de Mirna. Los glandes húmedos, rojos, hinchados, deliciosamente hinchados y lubricados.
Mirna estaba dispuesta a cumplir con su promesa, quería llevarlos a conocer ese mismo lugar paradisíaco del que ella recién había regresado.
Puso un almohadón bajo la cabeza de cada uno, fue hasta el reproductor de sonido y colocó un CD melódico. Se acercó gateando al grupo acostado sobre el piso. Con su mano rozó levemente, muy suavemente cada pene. Los chicos temblaron, gimieron ante ese primer prometedor contacto. Lo hizo nuevamente. Los jóvenes suspiraban. Una tercera vez un poco más prolongada. Una cuarta. Les hablaba dulce, ronca, gutural, sensual, ronroneante, cálida.
-Tranqui mis bellezas….concéntrense…gocen de mamita…gocen con mamita….gocen tanto como yo…sientan, sientan…..sientan mis dedos……sientan….disfruten….entréguense….van a sentir mucho placer….mucho, muchísimo…..
Mientras iba diciendo esto, continuaba con esas caricias y con la otra mano les rasguñaba muy delicadamente el escroto. Los jovenzuelos jadeaban, suspiraban, gemían, comenzaban a retorcerse.
Mirna se levantó y fue hasta la cocina y hasta su habitación a buscar varias cosas, varios elementos que su creatividad lujuriosa le pedía.
-¿Tenés sed bonito? ¿Tenés la bocucha sequita?-le preguntó a Joaquín.
-Ssssíiii- susurró el joven.
Mirna metió un cubito de hielo en su boca, se inclinó sobre el muchachito, juntó sus labios a los de él y con la lengua le hizo abrir la boca. Así, le pasó el refrescante cubo.
-Chupá mi cielo…..sentí el frío, dejá que se derrita en tu boca….
Hizo lo mismo con cada chico. Lentamente, enseñándoles a besar y a disfrutar, entreteniéndose con sus lenguas, mordisqueando levemente sus labios.
Untó uno de sus dedos con miel y se lo llevó a la boca de Diego.
-¿T e das cuenta de lo que es?
-Mmmmiel….creo…..
-Sí mi vida y ahora los voy a untar con la mielcita y la voy a chupar toda.
Con sus manos embadurnó en miel los cuerpos. El pecho, el vientre, la bolsa de los testículos de cada uno. No untó los penes. Todos estaban pegajosos de miel. Se lanzó sobre Erick y comenzó a lamerlo, a chupar esa exquisita combinación de la miel y los sudores propios de la excitación. Hizo lo mismo con cada uno. Los jóvenes no podían reprimir sus espasmos, casi convulsiones, contracciones incontrolables. Gemían, jadeaban, suspiraban…..se olía a sexo….a sexo intenso, a sexo en su más erótica y caliente expresión.
Joaquín comenzó a gemir, casi a sollozar. Imploraba.
-Por favor….por favor…quiero acabar…no puedo más….por favor….
Mirna se conmovió, se conmovió profundamente y a la vez se excitó con la sensación de total poder.
-Shhhhhh..tranquilo mi ángel…..esperá, aprendé a esperar, sentí, seguí sintiendo….aguantá….
Tomó un cubito y se lo comenzó a frotar por el pecho, bajó al abdomen, se entretuvo en el ombligo, se lo pasó por el interior de los muslos, le refrescó el escroto y con cuidado, tratando de no ofender la susceptibilidad adolescente lo frotó suave, muy suave por el surco entre las nalgas, sin separarlo, apenas por fuera, cuidadosamente. Seguía hablando.
-Despacio, van a gozar…ya va a llegar…..vas a llegar al máximo, pero para eso tenés que sentir todo esto…. Mirna te va a llevar, confiá en tu Sandrita….
Hizo lo mismo con los otros tres.
Podía sentir que estaban estallando, los penes palpitaban.
-Piedad….- gimió Erick.
La más excitante palabra del esclavo.
-mi amor…..resistí…..falta poco para lo mejor…..hacéme caso…..seguí sintiendo….
-No puedo más….no puedo más….
Muy despacio, exasperadamente despacio, intencionadamente, Mirna untó con miel los cuatro penes enhiestos, duros, durísimos, hinchados, hinchadísimos, rojos de sangres hirviendo y esperma forzando impetuoso.
Los chicos comprendieron. Jadeaban con deseperación y se retorcían.
Mirna comenzó a pasar la lengua de abajo hacia arriba por el pene de Javier, desde la base hasta el orificio. Una vez, dos veces, tres lentas veces.
-aaahhhhhhhhh- gritaba el jovencito. Temblaba, los temblores lo sacudían.
Mirna lo dejó para ir a Diego y hacer lo mismo. Javier gritó.
-no…no….por favor seguí…..
Mirna no le contestó. Acariciaba con su lengua de la misma forma el pene del otro casi niño. Dominaba, mandaba, decidía. Creaba. Creaba como un artista crea una obra maestra.
Después de hacerle lo mismo a todos volvió a Javier. Dibujaba cìrculos con su lengua sobre el glande inflamado. Con una mano sostenía los testículos pesados y endurecidos y pasaba suavecito, casi con pudor, con delicadeza una mano por cerca del ano del chico que gritaba y se sacudía espasmódicamente.
Lo abandonó. Lo abandonó hasta con cierta crueldad. El chico casi lloraba de caliente desesperación.
Lo mismo con todos.
Regresó a Javier. Rodeó el glande con los labios húmedos de saliva y fue bajando, despacio, muy despacio, hasta tener todo el falo dentro de su boca. El chico temblaba. Lo dejó así unos segundos y comenzó a subir, jugueteando a la vez con su lengua, ya fuera en círculos o dándole suaves golpecitos intermitentes, veloces, como estiletazos que herían al joven en su más profundo instinto. Volvió a bajar la cabeza, más rápido, apretando más con sus labios la pija ardiente, succionando, chupando. Empezó a hacerlo a más velocidad, subiendo y bajando mientras con su dedo índice rodeaba el orifico anal y con su mano izquierda masajeaba los testículos. El glande comenzó a temblar espasmódicamente, se venía. Sacó el falo de su boca y formando un anillo con sus dedos apretó fuerte la base del miembro deteniendo la eyaculación.
-Nnnooooooo-gimió Javier.
Ella lo ignoró y su boca pasó al pene de Diego, al de Erick y al de Joaquín.
Los cuatro jovencitos estaban desesperados, descontrolados de deseo, necesitados de saciar esa incontrolable calentura.
Por fin, Mirna se echó con su boca sobre el miembro de Javier, sin aviso, sin preámbulos esta vez. Comenzó a mamar con desesperación, aumentando la velocidad con que deslizaba sus labios y todas sus húmedas mucosas bucales por ese expectante pene. Aceleradamente, ávidamente, enloquecidamente. Entró, muy poco pero suficiente para que el casi niño lo sintiera, su dedo dentro del anito cerrado del chico que estalló en una incontenible sucesión de chorros blancos y espesos, cremosos, densos. Un poco entró en la boca de Mirna que se retiró y comenzó a pajearlo fuerte, rápido, casi con violencia, acompañando la extraordinaria eyaculación. Los chorros caían en su cara, en su cabello, en su cuello, sobre sus hombros, sobre sus tetas. El chico gritaba, gritaba, gritaba.
-ssssíiiiiiiiiiiiiiií….sssssiiiiiiiiiiií…aaaaaahhhhhhhhhhhhhhhh….
Por fin, agotado, cayó como en un estado de trance, casi inconsciente, cada tanto sacudido por algún espasmo postrero.
Los otros esperaban, entendían, aguardaban, ansiosos, ávidos, desesperados y Mirna los fue satisfaciendo uno a uno.
Estaba exhausta, feliz y exhausta, caliente, ardiente, poderosa y débil a la vez. Satisfecha e insatisfecha. Apenas pudo soltarle el lazo de las manos a Joaquín y se echó hacia atrás. Quedó así, acostada boca arriba sobre el piso, mirando hacia más allá del cielorraso, los brazos y las piernas abiertos en cruz,. Transpiraba. Arroyos de semén descendían por el canal entre sus pechos hacia el abdomen, sumándose, confluyendo, formando un verdadero río blanco y viscoso.
Éxtasis.
Inmóvil.
Poco a poco los chicos se recuperaban, lentamente, muy lentamente iban regresando a este Mundo después de su viaje por el más exquisito Universo de placer. Morosamente recuperaban su lucidez.
La vieron así. Agradecidos, muy agradecidos se abalanzaron sobre ella. A besarla y acariciarla. Joaquín la besó en la boca, frotando sus labios y enroscando su lengua en la de Mirna, confundiendo salivas, sabores y alientos. Erick se echó sobre sus tetas, lamiendo, sorbiendo. Javier le besaba el ombligo. Diego, el más ávido, metió su cabeza entre las piernas abiertas y la lengua entre los labios vaginales.
Era maravilloso.
Mirna sentía ocho manos acariciándola y cuatro lenguas al unísono en todo su cuerpo y en sus partes más íntimas.
Comenzó a jadear, el placer era inmenso, como nunca había sentido, ni siquiera un rato antes, aún superior al goce de un rato antes. Sentía fluir sus jugos y gritaba, gritaba. Las cuatro lenguas la envolvían, confundiendo los rastros mezclados de semen con las salivas. La lengua de Diego parecía guiada por una ancestral sabiduría impresa en la memoria genética de la especie. No era un jovencito inexperto, era un hombre que resumía en sus caricias las caricias de todos los machos que en este Mundo han sido. Era un hombre primitivo chupando a su hembra.
Estalló, estalló gritando lo único que ocupaba su mente y quizás su alma.
-¡GGGGRAAAAAAACIIIIIIIIIAAAAASSSSSSSSS!
Quedó rendida por el fabuloso, indescriptible orgasmo que sacudió sus entrañas, que la llevó en el tiempo hasta el mismísimo pecado original, hasta la mismísima Eva pecando con Adán.
Los chicos se echaron a su lado.
Agotados.
Cinco cuerpos agotados.
Se durmieron.
Cuando Mirna despertó, estaban despabilándose Joaquín y Erick. Javier y Diego seguían durmiendo.
-Hola mis amores- les dio un suave beso en los labios- Voy a bañarme ¿Vienen conmigo?
Los chicos la acompañaron. Los tres se metieron bajo la ducha. Felices, gozosos. Mirna los enjabonó lentamente, suavemente y ellos hicieron lo mismo sobre su cuerpo. Los penes comenzaron a hincharse suavemente, no tan violentamente como al principio, con una semierección apenas, lógica después de tanto sexo pese al increíble vigor juvenil. Salieron, se secaron recíprocamente, besándose de vez en cuando y regresaron a la sala. Los otros dos chicos estaban despertando.
-Voy a preparar unos sándwiches-dijo Mirna – Seguramente tienen hambre…y además….van a necesitar reponer energías para lo que viene…..
Los chicos se miraron entusiasmados.
Mirna volvió con una pila de sándwiches de jamón y queso en pan negro y una jarra de jugo.
-¡Coman! ¡Coman mis ángeles! Los voy a necesitar bien fuertes….muy fuertes….dentro de un ratito van a necesitar todas sus reservas…se los aseguro.
Los jóvenes rieron.
-¿Será para tanto?-preguntó y se preguntó el atrevido Diego.
Mirna rió fuerte y echó la cabeza para atrás. Estaba cubierta con la bata corta.
-Te aseguro que sí mi querido Francisquito….mirá….hasta ahora solo fue la entrada…lo bueno está por venir, lo verdaderamente bueno está por venir….¿Les gustó hasta ahora?
-¡Sí! – gritaron los cuatro.
-Bien…digamos que han gozado…..¿Gozaron?
-Sí, por supuesto, mucho- las respuestas se superponían y se mezclaban.
-A ver…..multipliquen por cien y van a estar cerca de tener una idea de lo que les….perdón….nos espera.
Los jovenzuelos reían felices y mucho más que entusiastas.
-A ver, hemos dormido, hemos comido, hemos bebido. Creo que podemos empezar…..
Mirna se acercó a Diego, le llevó las manos tras la silla y se las ató. El chico la dejó hacer. Repitió la operación con Erick.
-Bien, les voy a explicar por qué los até….vamos a jugar con Javier Y Joaquín….al principio acá y después en mi pieza…mientras estemos en esta habitación ustedes nos van a ver….después nos van a oír….va a ser muy fuerte y ustedes se van a calentar mucho….muchísimo….si no los ato no van a poder contenerse y van a querer sumarse o masturbarse, y yo no quiero….quiero que esperen….seguramente será un rato largo…..pero como les dije durante toda la fiesta, va a valer la pena….se los aseguro…y siempre cumplí….
Se acercó al tocadiscos y colocó un CD de Altemar Dutra. Se quitó la bata y tomando a Javier de una mano lo llevó al centro de la sala. Echó los brazos al cuello del chico y pegó su cuerpo desnudo al también desnudo cuerpo juvenil que se sacudió ya al primer contacto. Comenzaron a bailar, muy lento, muy juntos, muy breves los pasos, balanceándose. Mirna le acariciaba la nuca. Javier tenía una mano en el centro de la espalda de ella y otra casi sobre las nalgas. La cabeza de Mirna yacía sobre el hombro del adolescente. Despacio, ella empezó a juguetear con su lengua dentro de la oreja del chico, despacio la recorría y suspiraba. El pene comenzó a erguirse contra el pubis de ella. Los dos vientres pegados, muy pegados, moviéndose juntos. Él podía sentir sobre su glande los vellos ensortijados. Él comenzó a lamerle el cuello y a acariciarle las nalgas. El falo estaba ya muy duro y se refregaba sobre los labios mayores de la vagina que empezaba a humedecerse. Ella alzó la cabeza y lo miró largo y profundo. Caliente. Las bocas se juntaron. Las lenguas se enroscaban ávidas y deseosas. Ella se apretó más. El pene comenzaba ya a separar los primeros labios de la cálida conchita. Eran un solo cuerpo moviéndose al compás. Las bocas seguían unidas, las lenguas seguían enroscadas y él le acariciaba cada vez más fuerte las nalgas. Ella meneaba apenas las caderas y se refregaba sobre esa pija dura y ardiente que empezaba a palpitar. Cuando empezaba el segundo tema ella lo llamó a Joaquín. Comenzaron a bailar los tres, en un círculo cerrado. Mirna lo besó, muy profundo, muy adentro mientras Javier le seguía lamiendo el cuello. Con habilidad y delicadeza hizo que Javier se ubicara tras ella, apretado, muy pegado. Sentía el pene duro y erecto entre sus nalgas y por delante el de Joaquín rozando su concha. Javier le besaba la nuca y Joaquín la besaba en la boca. Las manos de Javier le acariciaban las tetas por detrás, muy apretadamente por el cuerpo del otro joven que a su vez le acariciaba las caderas por el costado. Los tres muy juntos, pegados, ella entre los dos, aprisionada entre los dos, sintiendo esos dos penes muy calientes y muy hinchados.
Jadeaban, suspiraban, gozaban.
Mirna miró con lujuria a Diego y a Erick que se movían en sus sillas. Miró sus penes parados, latiendo. Sonrió. Poder.
Fueron tres o cuatro temas más, así, babeándose unos sobre otros, restregando sus sexos, acariciándose, besándose, lamiéndose.
Por fin, después de unos quince minutos de ardor, ella se separó un poco, los tomó de las manos y los llevó al dormitorio. Al irse, desde el breve pasillo les envió un beso volador a los otros dos atados.
-Escuchen, escuchen y deseen…..
Se echaron los tres sobre la cama. Mirna y Javier se besaban, Joaquín le lamía el pezón del seno izquierdo y con sus manos buscaba la vagina. La abría con un dedo húmedo y la recorría despacio, suave, rico, muy rico. Mirna bajó su mano y con ella tomó el pene del joven, comenzó lentamente a acariciarlo. Javier seguía enroscando su lengua a la de ella y con su mano le apretaba el pecho derecho. Joaquín había llegado al punto exacto, al punto más sensible, al punto en que millones de terminaciones nerviosas se estremecían y acariciaba, con suaves y pequeños movimientos circulares, deliciosos movimientos circulares. Mirna jadeaba, se separó solo un instante de Javier para encerrar en su boca la pija del chico, la maravillosa pija dura y caliente, sin dejar de acariciar la de Joaquín. Los tres temblaban, los tres gemían, casi gritaban. Los «aes» largos y profundos se confundían y Erick y Diego se revolvían en sus sillas.
Los dedos de Joaquín le provocaron un hermoso orgasmo que estalló en un grito largo y caliente, calentísimo.
Se acomodó boca arriba y con suave presión hizo que Javier se subiera sobre ella. Joaquín entretanto la besaba en la boca. El peso del jovencito le resultaba fabuloso. Sentía el glande en la puerta de su vagina, separó bien las piernas y de a poco fue guiando esa pija dura y haciendo que él la fuera penetrando.
-Despacio mi vida….despacito…muy despacito…gocemos, gocemos. Yo te guío…yo te llevo mi vida….un poquito más adentro, un poquito más, despacio…aaaahhhhhhhhhhh…que lindo….aaaaahhhhhhh.
-AAAHHHHHHHH- gemía Javier.
Joaquín se había separado un poco, dejando hacer, esperando su momento.
Y a estaba más de medio pene dentro de ella. Contacto de tibiezas y humedades, contacto de carne dura y mucosas suaves y blandas que la envolvían.
-Seguí entrando chiquito, seguí…por favor….aaaaahhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh
Ya estaba toda la pija en su interior. Las sensibles paredes de la vagina se amoldaban con precisión.
-Quietito mi amor….contenéte….unos segundos así quietito…sintámonos….
Ella lo rodeó por la cintura con sus piernas. Contrajo tres o cuatro veces sus músculos vaginales. Él lo sintió y gritaba.
-Que lindo….qué lindo….aaaaahhhhhhh…..mmmmmmmmmmm
-Despacio, andá moviéndote despacio….
El comenzó a salir y entrar, a un ritmo lento. Salía y entraba profundo, muy profundo. Ella lo acompañaba con los talones sobre las nalgas de él, movía en círculos despacio sus caderas, él gemía a cada movimiento, ella apretaba y soltaba con sus músculos más íntimos aquel trozo de carne viril, arrancando de las vísceras del chico los más hermosos gemidos
-AAAAAAHHHH HHHHHHHHHH…. mmmmmiiiiiiiiammmmmmoooooorrrrrr.
Era lindo escucharlo, lindo y excitante. Ella empezó a describir círculos más amplios con sus caderas, a contraer su vagina más fuerte y a empujarlo con más avidez con los talones. El comprendió y fue acelerando sus movimientos. Se oían los chapoteos de los fluidos. Frenesí. Desesperación. Lujuria. Locura. Joaquín miraba y se acariciaba la pija. Él también jadeaba. Erick y Diego se desesperaban en sus sillas.
El movimiento era ahora muy rápido, muy fuerte, violento. Los gritos subían de intensidad, casi aullidos, aullidos de placer. Cuatro, cinco minutos. Mirna estaba al borde de la locura. Solo existía esa pija en el mundo, esa pija que la penetraba a un ritmo infernal y que le arrancaba orgasmo tras orgasmo, orgasmos que se encadenaban hasta hacerse uno solo largo, muy largo, larguísimo. Movía las caderas con violencia, las hacía girar, las hacía subir y bajar, apretaba y soltaba esa pija que empezaba a palpitar hasta que el chico gritó y empezó a llenarla de semen ardiente, muy ardiente. Espasmos incontenibles. Espasmos simultáneos y recíprocos, fuertes, intensos, hondos. Mucho semen, sorprendentemente una cantidad desbordante de semen, producto del juvenil vigor. Él seguía, seguía y seguía. Mirna sintió que las paredes de la habitación y el techo comenzaban a girar enloquecidos. Gritó, aulló, fuerte, muy fuerte y por varios segundos se desvaneció.
Joaquín estaba demudado. Erick y Diego gritaban desde la sala de desesperación.
Cuando ella se recuperó, el chico estaba sobre ella, tirado, agotado, exhausto, entregado. Ella lo besaba agradecida por tanto placer, le acariciaba el cabello.
-Fue maravillosos, fabuloso, me hiciste gozar como nunca….fue una verdadera maravilla…
El chico se echó de lado sobre la cama, tratando de respirar normalmente, procurando que su corazón se normalizara, sonreía.
Joaquín estaba fascinado. Los ojos desorbitados, el cuerpo temblando. Mirna lo llamó y lo hizo recostarse del otro lado. Comenzó a darle breves besos en los labios, apenas toques ligeros. Bajó su mano para acariciarle el abdomen con el dorso de sus uñas, muy despacio, otra vez como el tenue aletear de una mariposa. Giró y de costado se puso frente a él. Lo besó más profundo en la boca. El chico comenzó a reaccionar y llevó su mano a uno de los pechos de Mirna. Javier, comprendiendo, salió de la cama y se tiró sobre el sillón junto a la cómoda.
Mirna se echó boca abajo sobre la cama, la cabeza ligeramente ladeada, las piernas estiradas y entreabiertas, las nalgas levemente elevadas, con una mano movió su cabellera y dejó descubierta su nuca, sonrió y ronroneando lo llamó a Joaquín.
-Vení mi amor….vení arriba mío mi chiquito….
El joven comprendió y comenzó a besuquearle los hombros, suave, muy suavemente. La lamía, de tanto en tanto la mordía apenas. Delicioso. Con su lengua comenzó a recorrer la nuca. Echado sobre ella, su pene tieso sobre sus nalgas, las manos procurando por delante aferrar los pechos oprimidos contra el colchón. Mirna movía las caderas, despacio, en leves movimientos circulares, subiendo y bajando apenas. Poco a poco la pija dura, durísima fue insertándose en la hendidura entre las nalgas. Ella gemía, él gemía, los dos gemían. Ella estiró una mano hasta la mesita de luz y tomó un pote de crema, untó la entrada de su ano y untó el pene del chico.
-Quiero que me la metas en la colita….despacio, como yo te diga…..
Alzó las caderas y con la mano por debajo de las piernas agarró el falo hinchado y lo llevó hasta la misma, la mismísima puerta de su ano.
-Empujá suave mi amor, despacito para no lastimarme, despacito y suave.
El chico fue empujando. La cabeza entró lentamente.
-Aaaaahhhhhhh mi bebé….que lindo…aaaahhhhhh, un poquito más….¿Te gusta?
-Sssssiiiiiií bramó el pobre Joaquín desesperado.
-Entonces dame un poco más de pijita nene….un poquito más.
Obediente, deseoso, el chico empujó con cuidado, con suavidad extrema, hasta la mitad del tronco inflamado. Ella gozaba, sentía esa masa dura de carne ardiente dentro de su culo y no sentía dolor, solo placer, mucho placer, muchísimo placer.
-Dale mi vida….dale….por favor….. no me dejes así….llenáme toda.
Joaquín introdujo por fin toda su pija, hasta la misma base, chocando con sus testículos en las nalgas de Mirna que gritaba enloquecida.
-Aaaaaaahhhhhh mi vida….liiiinddddoooooo… mmmmmmm….quedáte así, no te muevas, dejáme sentirte, sentíme ….así, quietito mi amor….-decía jadeante y ronca mientras contraía y aflojaba su esfínter en forma intermitente sobre el falo palpitante. Diez, quince, veinte, treinta segundos….una eternidad.
– Dale, despacito, empezá a moverte mi amor……salí y entrá despacio, muy despacio, muy rico….aaaaaahhhhh.
El chico lo hacía, sacó su pene casi hasta afuera y volvió a entrarlo, lento, exasperada y deliciosamente lento, deliberadamente lento….una vez, dos veces, tres veces, cuatro veces. Sndra se acomodó a su cadencia, acompañando los largos movimientos. Humedeció sus dedos derechos y se frotaba suavemente el clítoris.
-Más, un poquito más fuerte…dále….- dijo mientras rotaba sus caderas y seguía apretando y soltando el pene pulsante con el anillo de su ano.
Joaquín gritaba «aes» profundos, profundísimo. Sacó casi todo su pene y lo enterró fuerte, todo de una vez, en el culo caliente.
-Aaaaahhhhhhgritó Mirna.
El chico apuró su ritmo, frenético, endemoniado, iba y venía, iba y venía, rápido, rápido y fuerte, rápido fuerte y enérgico, rápido, fuerte, enérgico y profundo.
Ella se frotaba el clítoris a la misma velocidad creciente y enloquecida, giraba su culo y lo contraía espasmódicamente. Oscilaban sus pechos, se sacudía su cabeza.
Los dos gritaban, gritaban fuerte.
Erick y Diego se retorcían en sus sillas, terriblemente calientes de solo oir.
Aullaban.
Por fin, en un grito visceral, el pene de Joaquín comenzó una serie de irrefrenables espasmos violentos, violentísimos y descargó en forma incontenible su semen dentro de Mirna, en su más ferviente intimidad, semen caliente, muy caliente que golpeaba sus entrañas impetuoso. Ella gritó en un orgasmo enloquecedor, sus jugos también se derramaban espesos en su vagina y empezaron a chorrear por sus muslos.
Fueron segundos de locura, de loca lujuria hasta que ella se derrumbó sobre la cama. Joaquín seguía empujando, dejando escapar sus últimas gotas y cayó pesadamente sobre el femenino cuerpo, besando, besando esa espalda maravillosa.
-Gracias mi bebé….gracias….
Estuvieron así un largo minuto, echados, vencidos, agotados, transpirados, enchastrados de íntimos fluídos olorosos, en silencio.
Javier pese a su agotamiento se había masturbado ante semejante espectáculo lúbrico de desenfreno. Acababa por cuarta vez en el día.
Erick y Diego gemían atados, gemían y se mordían los labios resecos de calentura. Impotentes casi lloraban de excitación. Se sacudían desesperados.
Mirna se levantó y fue hasta el baño. Se sentó primero sobre el bidet buscando la reparadora caricia del agua fresca. Luego de un rato, limpias sus partes y algo más calmados sus ardores se duchó, largamente. Se duchó dejando caer el agua tibia por su cuerpo durante quince larguísimos minutos.
Salió y desde el pasillo miró a Erick y Diego que seguían atados e inquietos. Miró los penes erectos, palpitantes. Se podían hasta percibir claramente los latidos de su glande.
Sonrió.
Los ojos implorantes, suplicantes la enternecían y a la vez le daban una enorme sensación de poder.
Se acercó. Los chicos la miraban como quien está frente a un manantial de agua fresca luego de horas de caminar bajo el sol del desierto.
-¿Nerviosos? ¿Les gustó lo que oían? Nos divertimos mucho con Javier y con Joaquín ¿Gritamos mucho? Yo creo que dos o tres veces grité muy fuerte.
Los chicos no hablaban, estaban como alelados, conmocionados, expectantes.
Mirna se les acercó, ondulante, provocativa. Con una mano les rozó el pene a cada uno.
-¡Uy! ¡Qué durito que está! ¿Qué pasa? ¿Están calentitos?
-¡Mucho!
-¿Ah sí? Pero qué bien….-se inclinó y le dio un largo beso en la boca a cada uno.
-Me encanta que estén así…me encanta….
-Se paró delante de Diego, de frente a él, muy cerca, abrió las piernas poniéndolas a los lados del chico y fue bajando despacio hasta sentarse sobre él, a horcajadas. Sus pechos quedaban a la altura de la boca del joven que empezó a chuparlos con desesperada avidez. El pubis de Mirna se refregaba despacio sobre el pene, el chico gemía. Mirna se levantó un poco, apenas unos centímetros y tomando el pene con su mano lo restregó por su vagina. El chico gritaba y chupaba esos pezones con deleite.
-¡Lindo! ¡Muy lindo!- Mirna ondulaba sus caderas sobre el falo hasta que se dejó caer sobre él enterrándolo en su interior. Ella gritó y el chico también. Los movimientos dee lla lo enloquecían y entonces, ella se levantó.
-Bueno chiquito…fue una muestrita nada más…..-se puso de espaldas a Erick y fue acercando su culo al pene parado del muchacho. Hizo lo mismo que con Diego, sólo que esta vez con la colita. Cuando el chico se desesperaba, se levantó y se alejó. Fue hacia la pieza. Javier y Joaquín estaban tirados sobre la cama, como adormilados.
-Chicos, vayan a la sala, desaten a sus amigos y sean buenitos, ustedes ya tuvieron lo suyo….díganles que vengan….ustedes quédense allá.
Acomodó apenas las sábanas y los esperó sonriente y acostada.
Los chicos entraron y se abalanzaron sobre ella, uno de cada lado, desatando en caricias y besos toda la ansiedad contenida, toda la excitación reprimida. Liberaron sus instintos. La besaban babeantes, con lenguas desesperadamente inquietas, curiosas, invasoras, con manos febriles. Besaban su boca, sus orejas, sus cuellos, sus pechos, su vientre. Acariciaban los pezones, las nalgas y la entrepierna húmeda nuevamente. Ella les respondía igualmente excitada. Tocaba sus pijas, les acariciaba insinuante el culo, los abrazaba. Revoltijo de brazos, manos y piernas entrelazadas, retorcidas, transpiradas. Olor a sexo inminente. Calentura.
En un momento ella puso a Diego boca arriba, extendido sobre la cama. Le colocó dos almohadas debajo de la cadera, intencionadamente elevado así su falo y se montó sobre él. Despacio, muy despacio, dejándose resbalar por ese tronco lubricado, despacio, lentamente. Gimiendo ambos al unísono. Cuando lo tuvo todo dentro de ella echó el torso hacia delante, dejando sus caderas hacia arriba, expuesta su cola, le pidió a Erick que se ubicara atrás, parado, con una pierna flexionada sobre la cama y otra en el piso. Le indicó que le pasara la crema por el ano y se embadurnara su pija. Lo fue guiando para que entrara en su cálido y ardiente agujerito. El chico empujaba despacio. Ella lo ayudaba llevando sus ancas hacia atrás, cuidando que no se le saliera el pene de Diego. Por fin, los dos estaban dentro de ella, incluso tocándose. Mirna les pidió que se quedaran quietos, que la dejaran hacer a ella hasta acostumbrarse. Comenzó a hacer rítmicos movimientos, oblicuos, de atrás hacia delante y de arriba hacia abajo, frotándose las dos pijas a la vez y haciendo que ellas se frotaran a través de las delgadas mucosas interiores. Estaba ensartada por dos hombres a la vez. Llena, realmente llena. Fue acelerando. Gemía ella, gemía Diego, gemía Erick. Los chicos comenzaron también a adecuar sus movimientos. El ano y la vagina latían y latían los penes. Ella gritaba enloquecida, Diego gritaba enloquecido, Erick gritaba enloquecido, los tres gritaban enloquecidos. Pandemonium. Movimientos frenéticos, gritos, aullidos profundos.
-ssssiiiiiiií….aaaaahhhhhhhhhh
Brutales espasmos recíprocos. Caderas girando, yendo y viniendo, músculos fuertes aprisionando y soltando. Lujuria. Lujuria desatada. Ruidos de fluidos , aromas de íntimos jugos, estruendos de pelvis entrechocándose.
El estallido.
Erick estalló en ríos de leche dentro de su ano y Erick estalló en ríos dentro de su vagina.
Sexo, puro sexo, nada más en el mundo, nada más en el universo que ese estallido mojado de calientes sensaciones indescriptibles.
Orgasmos. Brutales orgasmos simultáneos y compartidos.
Desenfreno. Descontrol de nervios y músculos. Disociación absoluta de cuerpos y almas, la más esencial animalidad, el primitivismo más violento. Cuerpos convulsionados, atravesados por ese vendaval de espasmos ininterrumpidos.
Erick fue sacando su pene algo más blando, fue retirándose hasta salir y caer exhausto en el piso. El ano de Mirna chorreaba blancuzco.
La pija de Diego seguía dura, muy dura pese a la violenta eyaculación. Seguía dura y dentro de la vagina de Mirna en medio de charcos de su propio semén y los jugos de ella. Dura y adentro, sin retraerse, sin intenciones de salir.
Con un brusco movimiento el muchacho la dio vuelta, ella quedó bajo él, sin salirse el pene. Diego comenzó a bombear con un ritmo infernal. Iba y venía como enloquecido, entrando y saliendo, empujando profundo, hasta el mismo cuello del útero que explotaba en contracciones. Toda Mirna estaba sorprendida, sorprendida y exhausta, inerme e inerte pero encantada. Era una marioneta sacudida por las intensas arremetidas del macho. Los pechos se bamboleaban, la cabeza golpeaba contra el respaldar de la cama. Gritaba, gritaba, como poseída y a la vez poseída. Gritaba de placer. Un inmenso placer nunca antes sentido, ni siquiera imaginado. Clavó las uñas en la espaldas del muchacho, alzó sus piernas para que él entrara aún más. Diego bombeaba y bombeaba, arremetía y arremetía, empujaba y empujaba. Entraba y salía, frotaba y frotaba sus duras asperezas en las carnes interiores de ella. Duraba. Ya había acabado tres veces antes y ahora duraba, una eternidad de placer que Mirna agradecía con orgasmos y orgasmos que la agotaban, uno inmediatamente después del otro, consecutivos, continuados, tres, cuatro, cinco. Sintió que se iba, sintió que se iba del mundo, que entraba en una nebulosa de goce único, que flotaba en un limbo lujurioso. Cazadora cazada, burladora burlada, dominadora dominada.
El niño se había hecho hombre. El joven se había hecho un cabrío macho prepotente. Era su pija brutal la que mandaba.
Por fin, con un grito animal, Diego eyaculó. Uno dos tres cuatro chorros que estallaron en las paredes blandas de Mirna que estaba desvanecida. Completamente desvanecida.
Despertaron varias horas después.
Agotados.
-Chicos- dijo Mirna – Vayan….descansemos bien….tomen los relojes….son las doce del mediodía….hace veintiseis horas que empezamos la fiestita….descansemos….yo después voy a verlos…descansen, todos lo necesitamos…
Los besó uno a uno…
Esa noche, los chicos extrañados, repuestos, fueron a la casa de Mirna. Estaba cerrada. Golpearon pero no salió.
Se había ido, ya no necesitaba más estar en ese pueblo desierto, casi desierto, junto al mar.
Nunca más la vieron. Solo sabían que se llamaba Mirna. Nunca más la vieron pero jamás, aún cincuenta años después, ya ancianos, podrían olvidarla.
……………………
Estaba por comenzar el otoño. Lloviznaba finito, apenas una tenue garúa.
Mirna subió al remise y le dio una dirección sobre la Avenida Libertador, en San Fernando, cerca del Tigre, en la otra punta del Gran Buenos Aires, a más de una hora de viaje en auto desde su casa.
Iba vestida con un impermeable beige, largo y cerrado. Por debajo se veían sus botas negras. Olía a sensuales jazmines.
Se bajó y entró a la confitería que estaba frente al enorme colegio secundario privado. Eran las cinco y media de la tarde.
Antes de sentarse a la mesa, se quitó el abrigo. Vestía una falda negra a media pierna y una blusa escotada que dejaba traslucir su corpiño blanco labrado de encajes y puntillas. Se sentó, cruzó las piernas descubriendo los muslos y se sacó los lentes oscuros. Sus ojos estaban exquisitamente maquillados.
Seductora, apetitosa y apetecible, deseable.
Tres chicos jóvenes, estudiantes, de unos quince o dieciséis años, conversaban y reían. Parecían educados.
Eran lindos, lindos e inexpertos, seguramente inexpertos y calientes.
Mirna se levantó y se acercó a la mesa de los chicos.




