Sexo con la chica del metro en londres

Sexo con la chica del metro en Londres.

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Sexo con la chica del metro

Había llegado a Londres en vuelo desde Madrid al aeropuerto Heathrow. Tras recoger mi maleta decidí tomar el metro, ya que me habían indicado que era el medio de transporte más barato, y que tardaría alrededor de unos 45 minutos hasta la estación Victoria, ya que me iba a hospedar en el Centro. Tampoco tenía prisa, ya que la reunión para la que había llegado era al día siguiente, por lo que decidí tomar el metro.

Desde el primer minuto me percaté de que el tren iba bastante lleno, con gran amontonamiento de gente. Me tranquilicé y decidí relajarme dado que sabía que el trayecto iba a ser largo, mientras me fijaba en lo que ocurría a mi alrededor.  Iba agarrado a uno de los barrotes que sirven para sostenerse cuando vas de pie. La variedad de personas que viajaba era de lo más variopinta. Entre los viajeros me percaté de la presencia de un señor de unos sesenta años más o menos, gran bigote, algo grueso y corpulento que venía agarrado de uno de los tubos muy cercano al que yo estaba sujeto.   Cuando pensaba que ya estábamos todos, observé como accedía una jovencita, de una estatura no superior al 1.65, con cabello bastante negro, casi azabache, recogido en forma de cola. Vestía una fada corta, que casi podía simular una minifalda, plisada de color azul, bastante ajustada a su cadera que permitía dejar a la vista parte de sus muslos no muy gruesos, pero si bien formados. Pude, pude detectar que la misma tenía unas nalgas que resaltaban claramente, de forma respingona.

Al ver su cara, me percaté de que era una joven bastante atractiva, aunque parecía algo tímida. Evidentemente no pude saber su edad, pero podía confundirse claramente con una joven de unos dieciséis años. El tren iba tan repleto que tuvo que sortear a varios viajeros hasta colocarse con su maleta cerca del hombre sexagenario, agarrándose al mismo barrote para sujetarse. Al ponerse en marcha el metro, la joven se tuvo que agarrar bien, ya que, por inercia de los movimientos de marcha del tren, se fue hacia atrás colisionando su trasero con el cuerpo del señor. El mismo se quedó mirando a la joven, la cual se había situado justo cerca del tubo y un poco separado de aquel.  Al llegar a otra estación, volvió a subirse más gente obligando a la joven a arrimarse más, colocándose justo delante del hombre, entre el tubo y el cuerpo de éste. Sin embargo, comprobé que, al amontonarse más la gente, el trasero de la jovencita quedó pegado, justo al cuerpo del hombre. Tanto, que aquella podía escuchar el respirar del señor.

Me fijé más detenidamente, y comprobé que las nalgas de la joven estaban completamente pegadas al cuerpo del hombre, más concretamente a la altura de la bragueta de su pantalón. Prácticamente, la joven tenía el culo aplastando el pantalón del señor. La situación se me antojó bastante morbosa.

Y, así resultó ser, ya que, como consecuencia de los movimientos de los vagones del tren, al tomar las curvas, hizo que el trasero de la joven martilleara una y otra vez, como si se frotara, con el pantalón del hombre. Aquella situación comenzó a ponerse bastante interesante. Observe el pantalón del hombre en el momento en que ambos cuerpos se separaban, para comprobar un gran bulto a la altura de la bragueta del mismo. Ello evidenció que el hombre se había excitado.

Y, en cierto modo, era justificable, ya que el constante machaqueo del trasero de la jovencita contra su pantalón había hecho emerger el vástago de aquel corpulento macho. En ese momento el hombre comenzó a mirar para las personas que estaban a su alrededor, viendo que cada uno iba a lo suyo. Por otro lado, el tren iba en muchas ocasiones, durante el trayecto bajo tierra, y la luz interior era más bien tenue.

Volví a mirar, y me fijé que las nalgas de la joven las cuales, estaban completamente aplastando la verga del hombre, constatando el tremendo bulto que asomaba en el pantalón de éste estaba metido entre las nalgas de la joven. Solo les separaba la tela del pantalón y la falda. Los movimientos del tren hacían que la verga del hombre puyara una y otra vez, metiéndose entre las nalgas de la jovencita. Desde la posición en que me encontraba, detecte como la joven comenzó a enrojecer. Incluso en alguna ocasión miró hacia atrás observando la cara del señor. Intentó separarse, pero el amontonamiento de la gente se lo impedía.

Sin haberlo buscado me había convertido en una autentico voyeur. Me estaba imaginando el masaje que los movimientos del tren le estaban propiciando al hombre, especialmente a su verga y sus testículos, dado los continuos movimientos del tren. La joven se dio cuenta que apenas podía hacer nada, estaba atrapada entre viajeros por un lado y otro, por delante y por detrás.  Era de suponer, que, pese a su nerviosismo por la situación, en el fondo sentir la tranca del hombre continuamente metida entre sus robustas nalgas le tenía que estar excitando.

El hombre miró hacia todos lados, y comprobó que la única persona que se estaba fijando en él era precisamente yo. Pese a todo, me lleve una sorpresa al comprobar, como olvidándose de que era visto por mi persona, aprovechó unos momentos de oscuridad al pasar el tren bajo tierra, para bajar la cremallera de su pantalón y al instante extrajo su pene. ¡Me quedé de piedra! ¡La situación era de los más morbosa! Pese a mi repugnancia inicial, mi excitación se puso de manifiesto, viendo como mi pene igualmente emergía dentro de mis pantalones ante aquella escena. Al fijarme, me percaté que el señor tenía un pene bastante largo y grande, aunque no tan grueso, ya que su glande parecía un poco más delgado, algo que me pareció bastante sorprendente. Al momento, con los movimientos del tren, las nalguitas de la joven volvieron atrapar el pene. Ya solo le separaba la tela de la falda de la joven.

En ese momento, joven se percató de ello, e instintivamente echó la mano hacia atrás. La misma se quedó sorprendida, al tocar la verga del hombre, ahora al descubierto, y a pleno rendimiento. Note su estremecimiento, viendo como miró hacia atrás con aire de reproche hacia el hombre. Nerviosa, intentó evitar el contacto, pegándose cuando pudo al barrote, e incluso colocándose como de puntillas. Sin embargo, aquella posición era imposible mantenerla, y pronto, se vio obligada a volver a la postura anterior, quedando sus nalguitas nuevamente atrapando el pene del señor.

Pero el hombre, quería más. Y, aprovechando unos movimientos del metro, le subió con total descaro la falda a la joven hasta casi la cintura, apareciendo las nalgas desnudas de la joven, quien solo llevaba una especie de tanga. La joven intentó con una mano bajarse la falda, sin conseguirlo ante la insistencia del hombre. Me fije que la joven tenía unas nalgas preciosas, redondas, respingonas, pero bien moldeadas. La polla del hombre se incrusto de inmediato entre aquellas nalgas desnudas.

La joven realizó varios movimientos intentando evitarlo, aunque nerviosa, miraba hacia el resto de los viajeros, que seguían inmunes sin darse cuenta de lo que realmente estaba sucediendo. La muchacha se percató de que nadie la iba a socorrer, viendo que al lado tenía unas personas de origen hindú, con grandes barbas y turbantes, que más bien le imponían miedo.

En la siguiente estación, al detenerse el tren, me di cuenta de que la joven hizo amago de intentar bajarse, pero el hombre la sujetó, viendo como luego volvió a entrar más gente y volvimos a estar nuevamente apretujados. En ese momento, observé como el hombre, metió la mano y atrapó las nalgas desnudas de la joven, las acarició, le dio un par de apretones, y luego hizo algo que, casi hizo que me corriera. Tiró de la braguita hacia un lado, y colocó su pene justo, enfilado sobre el ano de la jovencita.

Mi cuerpo se excito: “el cabronazo se iba a follar a la jovencita por el ano en el pleno metro”. Y, no tarde mucho en comprobar que mis predicciones eran ciertas. Pese a los movimientos de protesta de la joven, el hombre presionó, notando como parte de su verga, era engullida por el ano de la jovencita. Era evidente que había presionado con gran fuerza y poderío, ya que de una sola vez le entró una buena parte de su pene en aquel estrecho orificio.

Note la cara de expresión de dolor de la misma. Pero, era obvio, que ella sabía que nada podía hacer ya. Aquel señor que le triplicaba en edad, la estaba sometiendo y enculando en pleno metro, rodeada de gente. El hombre tremendamente excitado, al comprobar que una parte de su pene se había introducido dentro del ano de la jovencita, tomó impulso y dando un pequeño golpe de riñones, terminó por atravesar el esfínter de la joven y el culito de la joven acabó por engullir la totalidad de su cipote. Mientras se agarraba al barrote, con la otra mano, tomó a la joven por la cintura para atraerla más hacia él, terminado por ensartarle totalmente su nabo en el culito de la misma.

Las expresiones de dolor de la jovencita se hicieron evidentes. Pero el hombre no se inmutó. Al contrario, comenzó a retroceder un poco, sacando más de la mitad de su pene, para volver a empujar hacia delante, volviendo a ensartarle la totalidad de la verga abriendo las entrañas de la joven. Ese movimiento se repitió una y otra vez, observando atónito como el pene del hombre entraba y salía del ano de la joven con mayor facilidad. Es más, la cara de la joven cambio, y hasta me preció que estaba disfrutando de la enculada que le estaba propinando aquel inesperado pasajero.

En ese momento, la joven, miro hacia los lados viendo que no era observada por nadie, salvo por mí. Al constatar que había sido voyeur de lo que estaba ocurriendo, me miró a la cara, y quedó como consternada al comprobar que también estaba disfrutando de su sometimiento. Pero apenas pudo concentrar más la mirada, al ser tomada nuevamente por la cintura por el hombre que tenía detrás, quien le volvió a envainar sin piedad su verga.

En ese momento, el propio señor, dirigió su mirada hacia mí, aunque no me dijo nada, mientras continuó clavando el culito de la joven, perforando el mismo sin parar, moviendo sus caderas a buen ritmo, viendo que la jovencita, se inclinaba un poco, permitiendo que la verga entrara en su ano con mayor facilidad. La perforación se hizo más amena hasta que, aquel se paró en seco, apretando el cuerpo de la joven contra el suyo, enterrándole totalmente su cipote en el culito. Me fijé en su cara y me percaté que el cabronazo se estaba viniendo dentro del culito de la joven. Era algo difícil de creer: todo un señor sexagenario estaba enculando a una jovencita en pleno metro de Londres.

Tras unos momentos, me di cuenta como el mismo extrae la verga del trasero de la joven, con restos de semen en su glande. Se la mete en el pantalón de nuevo, y se cierra la bragueta. La joven, pese a tener su culito lleno de semen, recompuso su braguita y su falda, mirando de lado al señor y echándole una mirada de autentico odio, mientras se arreglaba su vestimenta.

En ese momento, me doy cuenta de que mi pene estaba totalmente erecto dentro de mi pantalón. En esos momentos, desee ser yo el que estuviera detrás de la joven enculando aquel precioso culito joven que había observado. Mientras pensaba en ello, me percato que el señor me mira, y me pica el ojo. Luego, procede a recoger una maleta que llevaba en el piso, evidenciando que estaba a punto de apearse del metro.

La joven continuó en el mismo sitio, echando una mirada de autentico odio al señor mientras aquel salía del tren. Viendo que estaba casi al lado de la misma, sin pensarlo, y sin saber porque, aproveché para colocarme tras la joven, cambiándome de lugar, ocupando el mismo espacio que antes había ocupado el señor. Pese a bajarse unos cuantos viajeros, se incorporaron otros tantos, por lo que volvimos a estar bien apretados de nuevo. Mi verga estaba bien erecta dentro de mi pantalón, y evidentemente también enfilaba hacia delante. Nada más volver a continuar la marcha del tren, noté como el trasero de la joven se vino hacia mí, atrapando con sus nalguitas, el bulto de mi pene.

La joven se dio cuenta al momento del abultado estado de mi verga, comprobando como giró la cabeza hacia atrás, sorprendiéndose al constatar de quien se trataba. ¡El mismo que había observado todo lo ocurrido anteriormente! Note el enrojecimiento de su cara.

Pese a todo, la joven se quedó quieta, manteniendo el bulto de mi pene entre sus nalguitas, transcurriendo un corto espacio de tiempo. Al llegar a una nueva estación pensé que se iba a bajar, pero afortunadamente no lo hizo. Sin poder contenerme acerque más mi cuerpo al suyo, pegándome prácticamente detrás de ella.

Mi altura era similar a la del hombre anterior, aunque un poco más delgado, pero sin lugar a duda mi forma física a mis cuarenta años, aún era más vigorosa que la del señor. Por otro lado, los que me conocen bien, dicen que soy bastante atractivo y suelo tener bastante poder de seducción con las mujeres, sin que ello signifique que sea un mujeriego.  Estoy felizmente casado, padre de dos hijos, y había llegado a Londres por motivos de trabajo.

Me di cuenta de que la joven notaba la dureza de mi verga entre sus nalgas. En uno de los momentos, observé como aquella volvió a girar la cabeza hacia atrás nuevamente, y me miró a los ojos. Me di cuenta de que no eran una mirada de reproche. Mas bien me pareció una mirada que tenía un cierto componente morboso. La joven sabía que yo había comprobado cómo había sido poseída por el hombre mayor, y ahora, volvía a sentir la dureza de un nuevo pene en su trasero.

Aquello me animo. Miré hacia los alrededores y comprobé que la gente iba a lo suyo. Tremendamente excitado, aproveché para echarme un poco hacia atrás, bajar el cierre de la cremallera de mi pantalón y extraer mi pene, al igual que había visto hacer al seño sexagenaria. Comprobé que tenía una erección rabiosa, blandiendo hacia delante como un auténtico misil. Mi pene tiene las  mismas dimensiones en cuento a longitud que la del hombre mayor, pero sin resultar presuntuoso, debo reconocer que el grosor de mi verga es mucho mayor que la que había visto al señor.

Al propio tiempo, aproveche, y logré subir de nuevo la faldita a la joven, y al terminar de tomar un curva el tren, me pegue de nuevo a la joven, sintiendo aquella por primera vez mi pene ahora desnudo, en contacto directo con sus desnudas nalguitas. Percibí el estremecimiento de la joven. ¡Seguro que se imaginó al instante lo que iba a ocurrir de nuevo!

Al instante, ella giró de nuevo la cabeza, en forma interrogadora. Sin poder contenerme, le dije al oído: anda preciosa, relájate.

Ella echo de nuevo su mano hacia atrás y atrapó mi pene en una de sus manos. Al ver la diferencia de grosor, me miró de nuevo, como sintiendo un poco de miedo. Le dije, pegándome a su oído: tranquila. Verás que tu culito se la comerá toda igualmente.

La misma no respondió, pero note que volvió a estremecerse.  Sin esperar más, aparté sus braguitas a un lado, palpé con mi mano una de sus nalgas, apretándola, percibiendo la extrema dureza de la misma, comprobando que aquella nena estaba sumamente buena. Miré hacia abajo y comprobé que el anito de la joven estaba enrojecido ante la follada que había recibido del señor anterior. Es más, al abrir un poco las nalgas con mi mano, observe como del ano brotó un líquido blanquecino. Era obvio que se trataba del semen vertido por el citato señor. Observé el ano de la joven, y me dije que sería difícil que mi pene entrara en aquel orificio, el cual pese haber sido horadado por el anterior señor, me seguía pareciendo bastante estrecho.

Sin embargo, acerque mi glande y lo coloque justo a la entrada. Un movimiento del tren fue la excusa suficiente para apretarme bien a la joven, comprobando con sumo gozo como mi pene, contra todo pronóstico, se deslizaba sin mucha dificultad dentro de aquel estrecho culito. Excitado comprobé que había entrado más de la mitad de la misma. En ese momento constaté que el semen del anterior macho había sido el lubricante perfecto para que mi verga traspasara sin mucha dificultad el esfínter de la joven y entrara en sus entrañas.

La joven se dio cuenta de la diferencia de grosor del pene, y note que refuñó un poco, colocándose bastante yerta. No obstante, aguantó, y tras unos momentos de espera, arremetí contra ella, terminando de clavar la totalidad de mi falo dentro de su estrecho culito. ¡Fue algo glorioso, y excitante! Pese a la tirantez y fuerza que las paredes de su culito ejercían sobre mi verga, el calor del culito de la joven me excito aún más. Notaba como mi verga ocupaba la totalidad de la abertura trasera de la joven. Mis testículos quedaron pegado a su culito. ¡mi verga se ha había clavado totalmente!

Llevaba bastantes años de casado, y pesé a todo, jamás había sido infiel a mi esposa, aunque había tenido algunos escarceos, pero que no pasaron de algunos besos con otras amigas. Por otro lado, jamás había realizado el sexo anal. Mi esposa nunca lo permitió, pese a que en varias ocasiones lo intente.

Por ello, al sentir mi pene dentro de otra mujer, especialmente aquella jovencita, a la que igualmente le doblaba en edad, totalmente dentro de su culito, me produjo una excitación mayor haciendo que mi verga creciera dentro de su orificio.  Percibí como la joven se quedó casi sin respiración. Y no era para menos, ya que estaba atravesaba por la totalidad de mi sable, que se había alojado en sus intestinos. Mis pelotas estaban prácticamente en contacto directo con las nalgas de la jovencita. ¡era una sensación indescriptible!

Me quedé quieto dentro de ella, esperando una reacción. Al poco tiempo, observó que la joven, gira su cabeza me mira, viendo que nuestras caras estaban casi en contacto, y me dice: joder me tienes bien abierta. Pero. ..sigue…cabronazo… en ese momento, me di cuenta de que era de origen latino, con acento sudamericano.

Siguiendo su petición, comencé a realizar un mete y saca, viendo como mi verga salía una gran parte de su estrecho agujero anal, para luego volver a ensartarla hasta tocar una y otras vez mis pelotas con sus desnudas nalgas. Aproveché los movimientos del tren para coordinar mis arremetidas contra ella, clavando una y otra vez mi verga en su culito, al tiempo, que con una de mis manos me agarré al tubo para continuar sosteniéndome, mientras que con la otra, metí la mano por delante de la joven, bajé hasta su entrepierna, y alcance los labios de la vagina de la joven, que, al tener apartada hacia un lado su braguita, me permitió palpar abiertamente su raja, dedeando el clítoris de aquella, hasta llevarla a alcanzar el éxtasis. La joven comenzó a contraerse mientras alcanzaba un orgasmo aún con toda mi polla alojada dentro de su culito. Tuve que sujetarla para que no desfalleciera, mientras terminaba su orgasmo. Ello, me hizo alcanzar mi máxima excitación, y sin poder contenerme más, me pegué fuertemente a ella, dejando completamente mi verga dentro de su ano, para comenzar a eyacular de forma bastante copiosa y casi bestial, llenando nuevamente los intestinos de la joven.

Cuando por fin ambos acabamos, me salí del trasero de la joven, contemplando como brotada una hilera de semen de su ano. El orificio de la joven ofrecía en esos momentos una abertura enorme, como consecuencia de la extrema dilatación ante el grosor de mi verga. Con todo mi pene lechoso aún, lo metí dentro de mi pantalón. Luego, tomando el propio pañuelo de tela que llevaba, se lo entregue a la joven para que pudiera limpiarse. Ella se sorprendió, y en el fondo observé que lo agradeció. Tras ello, se colocó bien su ropa.

Nos quedamos unos momentos quietos. Luego me acerqué a su oído y le dije: ¿Dónde te apeas?

Ella se giró, me miró a los ojos, note un cierto brillo, como interrogándome el porqué de aquella pregunta. No obstante, me contesto: en la estación victoria.

-Vaya ¡vamos al mismo sitio!

Me di cuenta de que ya apenas nos quedaban dos estaciones. Mire el reloj y eran las veinte horas, noche cerrada en Londres, en pleno invierno. Le volví a decir: si tienes tiempo puede invitarte a un café, o a cenar.

Ella no me contestó. Pensé que era un atrevimiento por mis parte. No obstante, tras bajar del tren, ella se me acercó y me dijo: ¡acepto tu invitación!  Añadiendo, pero, me gustaría dejar mis maletas en el hotel y asearme un poco.

-claro. ¡Yo haré lo mismo!

Coincidió que ambos teníamos el hotel cerca de la estación victoria, y quedamos en volver a vernos una hora después para cenar.

Cuando vi marcharse a la joven me di cuenta de que era aún una jovencita, pero con un cuerpo espectacular. Me percaté que la joven caminaba con cierta dificultad, deduciendo que las dos enculadas recibidas, le habían dejado bien abierto su ano.

¡Encima había quedado para cenar con la misma! Era una verdadera locura, y recordé lo ocurrido en el tren. Jamás había sido infiel a mi esposa, pero esa noche me había obcecado con aquella joven, y tampoco sabía tampoco cómo iba acabar. No obstante, la excitación por volver a estar con aquella joven era superior a todos mis posibles prejuicios.

Tras inscribirme en el hotel, deje la maleta en la habitación, me duche, llame por teléfono a mi esposa, y tras colocarme ropa más acorde para la noche, algo más abrigada- pese a que curiosamente no hacía mucho frio-, me dirigí de nuevo a la entrada de la estación Victoria a esperar a la joven. No sabía si al final aquella se había arrepentido o al final aceptaba la propuesta.

No paso más de diez minutos, cuando pensaba que la joven no iba a venir, la ví aparecer portando un traje que le llegaba más arriba de las rodillas, y con unas botas altas y medias para evitar el frío. Realmente era una joven preciosa.

-¿llevas esperando mucho? me pregunto nada mas llegar a mi altura.

-un poco, pero no importa. ¿Dónde te apetece cenar?… Me han indicado de una restaurante bastante bueno en esta zona. – le comenté.

Ella aceptó y entramos a un restaurante bastante elegante. Nos colocaron en una esquina del salón, donde podíamos estar con mayor intimidad.

Ella se desprendió del abrigo que llevaba, quedándose únicamente con el vestido comprobando, que la parte alto era algo escotada, sorprendiéndome de la voluminosidad de sus pechos, que no había detectado en el metro. Realmente la joven era toda una belleza y tenía un cuerpo escultural.

Tras pedir lo que íbamos a cenar, comenzamos a hablar de porque nos hallábamos en Londres, indicándome ella que había llegado desde la República Dominicana y tenía una entrevista de trabajo con una empresa.

Solicité un botella de vino especial, y tras la primera copa, aquella me dijo: ¡uf este vino esta buenísimo, pero bastante fuerte y mucha graduación de alcohol!, me mira y me pregunta: ¿no pensarás emborracharme para aprovecharte nuevamente de mí?

Sonriendo le contesté: -¡Me encantaría volver a tenerte!. Pero no es mi intención emborracharte. Me gusta que la mujer este lucida, y de esa forma poder disfrutar los dos.

Al indicarle que me gustaría volver a tenerla, la joven enrojeció. Luego me contesto: ¿Estarás pensando que soy una cualquiera? Pero, lo ocurrido en el metro… jamás, pensé que pudiera ocurrir. ¿Todavía no entiendo cómo pudo suceder?

-Tranquila no es necesario que nos demos explicaciones. Sucedió y ya está. Le comenté.

Luego me miró y me dijo: Veo que haces esto con frecuencia ¿verdad? ¿Seguro que cuando viajas fuera, no tienes reparos en ponerle  los cuernos a tu mujer con otras?

-Pues. Si te digo la verdad, desde que me case es la primera vez.  le conteste, pese a no me quedó claro que fuera a creerme.

-¿No me lo creo?.. ¡No tuviste reparos en metérmela en el mismo metro ante un montón de gente!

-¡Tienes razón en pensar que soy un sádico!. Pero, es que, “verte en manos de aquel hombre mayor”, comprobando cómo te penetraba, ¿no me pude contener? La miré a la cara de forma seductora nuevamente, y añadí: Pero, si ¿me preguntas si me arrepiento?, te contestaré abiertamente que ¡jamás me arrepentiré de ese momento!

Ella toma un sorbo de vino, me miró, se sonrojó, pero no me contestó. En esos momento llegó el camarero con la cena, y comenzamos a cenar con gran apetito. Tras acabar, tomamos unas copas de licor, poniéndonos bastante alegres. Era tarde y había gente esperando por un nuevo turno. Al acabar de abonar la cuenta, le miré y le dije: ¿qué vas a hacer después?

Era un pregunta tonta, pero ella se sonrojó, y bastante alegre, me contesta: ¿Qué quieres que haga a estas horas de la noche?  ¿me supongo que dormir?

Entonces la miré y le dije: ¿Qué te parece si dormimos juntos?

Ella me mira, y me contesta: ¿me estas pidiendo que me acueste contigo? ¿no tienes bastante con lo ocurrido en el metro?

Le mostré el bulto que se había formado de nuevo en mi pantalón, y le dije: ¿tienes un cuerpo que pone a punto a cualquier hombre? Ya ves cómo me tienes de nuevo.

Ella no me contesta. Comenzamos a salir del restaurante, caminando juntos hasta llegar cerca del hotel donde se hospedaba la misma. Ya en la puerta del hotel, cuando pensaba que iba a entrar sin decirme nada, me pregunta: ¿tienes condones?

¡Me quede de piedra! La joven aceptaba, pero la verdad es que no cargaba condones. En realidad, pocas veces lo he usado. Por ello le dije: La verdad nena. Yo siempre lo he hecho a pelo con mi esposa. Por otro lado, ¿Si mi esposa lo descubre, que crees que pensaría?

Se quedó pensando, y me dijo entonces: ¿No pretenderás que folle contigo a pelo? No estoy protegida. Y, tampoco quiero volver a tenerte en mi culo. Me lo dejaron bien abierto y aún me siento bastante dolorida.

-¡puedo correrme fuera!-le conteste.

Ya. ¡Eso es muy peligroso! Recuerda que he visto cómo te corres. Aún tengo parte de tu semen y de aquel cabron en mis intestinos. ¡Creo que mejor lo dejamos! ¡quizás en otra ocasión!

Y sin más entró dentro del portal, perdiéndose dentro del hotel. Me quedé desilusionado y con mi pene endurecido bajo mi pantalón. Desilusionado me dirigí a mi hotel, el cual estaba realmente bastante cerca. Esa noche, me costó dormir pensando en aquella jovencita. Al final, llegue a pensar que quizás fue mejor así, ya que de los contrario hubiera cometido una infidelidad mayor.

Al día siguiente, fui a la reunión prevista, que duró todo el día. Ya en la tarde, me volví al hotel con la intención de cenar algo fuera y volver acostarme hasta el día siguiente, ya que el estar atento a tanta charla me había dejado agotado. Y a la mañana siguiente seguiría la reunión empresarial y nuevas charlas. Me duché, y salí a cenar. Sin pensarlo, pensé en acudir al mismo restaurante de la noche anterior. Curiosamente el hotel donde se hospedaba la joven estaba justo en el mismo trayecto de camino al restaurante. En ese momento, iba inmerso en una llamada con mi esposa y mis hijos, que no me percaté como se me acercó una persona hasta donde me encontraba, la cual se situó a mi lado. Le estaba dando las buenas noches a mi esposa, diciéndole que la quería, cuando al terminar, escucho que esa persona me dice: ¿Qué mentiroso son los hombres?

-Vaya…. ¿No te había visto? Es que estaba dando las buenas noches a mi familia, le comente al comprobar que se trataba de la misma joven.

Ya te he escuchado. ¿Seguro que le dijiste que te ibas a dormir tranquilito y pensando en ella? Me manifestó aquella con una sonrisa. La mire a la cara, y le dije: ¿tampoco iba a decirle que volvería a cenar con una chavala preciosa que me había encontrado en el metro?

Ella se le iluminó la cara y me contesto: ah ¿me vas a volver a invitar a cenar?

me encantaría que volvieras aceptar cenar conmigo? No podría tener mejor compañía.

-¿Pensaba que te ibas a cenar con los empresarios y trabajadores de la reunión?.  Me comentó ella.

Pues no. Yo soy un hombre tranquilo. Esas comidas de empresarios son un verdadero tostón. Volver hablar del trabajo y más trabajo.

La joven, sin contestarme me tomó del brazo y me dijo: ¡anda vamos que tengo bastante apetito!

Volvimos al mismo restaurante. Al retirarse el abrigo, me quedé sorprendido, ya que llevaba una falda bastante corta, donde podía apreciarse sus hermosos muslos, y aquel trasero de infarto, que me había vuelto loco en el metro. Tras indicarle que estaba guapísima, ella me lo agradeció. Nos sentamos y cenamos de forma muy amena. Al terminar, con algunas copas ingeridas de más, ya en la calle, nos dirigimos de nuevo hasta su hotel. Al llegar a la puerta me indicó: ¿has comprado condones?

Pues no. La verdad es que no esperaba volver a encontrarme contigo.

-Joder. ¿Tú lo que quieres es follarme a pelo? ¡eres un cabronazo! ¿seguro que prendes correrte dentro de mi coño?  Me dice con cara de auténtica jovencita salida y con ganas de marcha esa noche.

La miré, y decidí adoptar el papel de macho dominante. Me di cuenta, que, pese a todo, aquella nena le gustaba ser dominada. Seguro que, por ello, no protestó tanto al ser sodomizada en el metro. Ante esta eventualidad le contesté: ¡Uf nena llevo sin correrme desde el metro! ¡Tengo las pelotas a reventar! ¡¡Voy a subir a tu habitación, y pienso echarte el mejor polvo de tu vida!  Y acercándome más a su cara, añadí: ¡y …te voy a llenar es coñito con mi leche!  ¡te juro que quedaras bien saciada!

-que hijo de puta….. ¡eres capaz de preñarme! Me contesto, mientras me besaba ardientemente en la boca en plena puerta del hotel.

Sin más, abrazados entramos en el hotel y me llevó hasta la cuarta planta donde la misma se hospedaba. Al entrar comprobé que se trataba de una habitación individual, bastante modesta, pero para mí eso me era indiferente en esos momentos. Nada más entrar, ella me lanzó sobre la cama, y me comenzó a morrear, besándome, y tocándome el pene sobre el pantalón, mientras yo le metía mano por su entrepierna.

En un momento dado, ella se incorporó, procedió a retirarme el pantalón dejándome con el slip, para luego morbosamente tirar del mismo, quedando a la vista mi pene, con una erección bastante notable. Al comprobar que mi verga saltó como un resorte, poniéndose en vertical, exclamó con cara de sorpresa: ¿uf como la tienes?... y tomándola, la rodeó con su pequeña mano, lo aprieto, la sopesó, y luego añadió: ¡qué bien dotado estás! ¿todo eso me metiste en mi culito ayer?

completita preciosa.

Al rato hace algo que me dejó extasiado.

La nena comenzó a jugar con mi verga, pasando su lengua por toda ella, desde mis testículos hasta el glande, lamiendo, para meterla una buena parte en su boquita cada vez que llegaba a la cima. Se la sacaba y volvía a recorrer el camino hasta mis testículos para luego volver a subir, y terminar por engullirla de nuevo en su boquita. Aquella mamada me produjo unos calambrazos que recorrían todo mi cuerpo. Observe en el espejo que había en el armario, reflejado todo su trasero, que, al estar de rodillas sobre la cama, mostraba completamente sus nalgas y su pequeña tanga. Ella observó mi mirada, y morbosamente comenzó a retirarse la braguita, dejando que pudiera contemplar su trasero, ahora desnudo y reflejado en al espejo.

-¿te gusta verme el culo?. ¿verdad cabronazo? ¡ayer me lo follaste bien! ¿has visto como me lo dejaste?, -me dijo abriéndose un poco las nalgas para que pudiera apreciar su pequeño año. Aún estaba sonrojado, pero se había cerrado bastante- ¿lo tengo aún inflamado?

En ese momento comprobé por vez primera, con mayor nitidez la raja de su coñito. que tenía bastante vellos rodeando los labios vaginales, y podía distinguirse el interior de su rajita rosadita. Aquella nena era una caja de sorpresa, y pronto, mientras, no paraba de mamarme el nabo, se fue desprendiendo de su falda, luego de su blusa, quedando con su pechos al aire, que no es que fueran grandes, sino que estaba bastante duros y en forma de pera. Los pezones era lo que más me maravillaron, algo marrones, pero como unos grados de maíz.

En la posición en que estaba se fue subiendo un poco, hasta colocar sus pechos sobre la punta de mi pene, pasando los mismos por encima del glande, untándolos con el líquido preseminal. Resultaba alucinante comprobar aquel cuerpito de la joven, que parecía aún una adolescente, totalmente en pelotas, que no paraba de tocar mi mandarria, allí desnuca mamándome la verga. Al rato, desiste de esa labor y se fue acercando hasta mi cara, para besarme en la boca. Era evidente que le seducía que la besara aún con los restos de mi liquido preseminal de mi pene en su boca.

Terminó por retirarme la camisa, quedándonos ambos totalmente desnudos en la cama, con todo su cuerpito sobre el mío. Tras unos momentos de morreo, se incorporó aún más, se levantó, colocándose con las piernas abierta a la altura de mi cara. Luego fue flexionando aquellas, comprobando como se iba abriendo, apoyándose sobre sus muslos, y dejando a la vista la totalidad de su coño. En ese momento me di cuenta de que debía ser algo estrecha. Se detuvo junto en el momento de hacer coincidir los labios de su coño con mi boca.

Evidente no tuvo que decirme nada, yo abrí mi boca y comencé a lamer aquellos labios vaginales de la joven, pasando mi lengua desde su ano hasta el monte de venus, realizando esa lamida, como si fuera una brocha, que levantó los suspiros y gemidos de la  nena.

-oh sigue… oh siiii gimió, mientras procedió a sujetarse con sus manos a los barrotes de hierro que tenía la cama, a fin de poder sostenerse en aquella difícil posición en que estaba. La joven se mantenía arqueada, con las piernas flexionada y abierta para que pudiera comerle a placer su coñito.

Por la posición en que me encontraba, hacia que todos los fluidos vaginales de la joven fueran a parar directamente a mi boca, teniendo que engullirlos en su gran parte, comprobando que la joven no paraba de gemir.

La joven estaba entusiasmada con la lamida de coño y ano que le estaba dando, hasta el punto de que pronto comenzó a realizar movimientos apaisados hacia delante y hacia atrás, pasando toda su coño por mi boca, sin apoyarse del todo sobre mi cuerpo, ya que se mantenía con sus piernas  flexionadas. En esa posición, mi lengua realizaba un trabajo exquisito, que llevó a la joven a terminar alcanzando el primer orgasmo de la noche. La llegada del ansiado orgasmo hizo rendir a la joven, quien se vio obligada a sentarse prácticamente aplastando mi cara con sus nalguitas, mientras terminada de convulsionarse, vertiendo sus fluidos en mi boca y mi cara.

Tras unos momentos, esperando a que se recuperara. Ella se giró, observó mi nabo completamente erguido, e incorporándose, me miró a la cara, sin decirme nada, se posicionó justo a la altura de mi pene, le dio unas sacudidas, le bajó el pellejo, descapullándolo, quedando mi glande reluciente y enfilado hacia arriba. Lo vuelve a tomar en sus manitas, dándole una otra nueva sacudida, y viendo que estaba fierro como el hasta de una bandera, vuelve a flexionar sus rodillas, y va acercando su coñito al encuentro con mi verga.

La fortaleza física de la joven me tenía intrigado, y me estaba demostrando que podía flexionar sus piernas, colocándose agachada sobre mi cuerpo, pero sin tocarme. Volvió a tomar el pene y lo pasó por todo su coñito embadurnándolo con sus fluidos. En esa inmejorable posición me permitió contemplar claramente sus movimientos, la abertura de su coñito, y hasta como iba bajando y engullendo los labios vaginales una buena parte de mi reluciente glande. Bajó un poco, observando que no era virgen, percibiendo como mi pene comenzaba a ingresar suavemente dentro de su coñito, al tiempo que sentía los gemidos de la joven, que al ver la dureza de mi verga terminó exclamando oh cabronazo. que grande la tienes. Uf ¡me vas a abrir totalmente!

La joven realizo aquella acción varias veces. Viendo que le costaba mantener el equilibrio, le di mis manos, y ella se sujetó en las mismas, para poder apoyarse, lo que favoreció que pudiera realizar mejor los movimientos de bajada y subida, clavándose y desclavándose mi pene. Este, apenas había entrado no más de una tercera parte. Era evidente que la joven estaba dudando. Las presiones de las paredes vaginales sobre mi endurecida verga, evidenciaban que le estaba costando dilatarse. La joven era consciente de que si le entraba de golpe la lastimaría, o incluso podría romperla.

No obstante, la joven no cesó en su empeño y mantuvo aquella posición. Era obvio que la joven, quería controlar la penetración, y además le excitaba clavarse mi verga de aquella forma tan atlética. Desde mi posición, reclinado boca arriba sobre la cama, podía contemplar la abertura del coñito de la joven, que se mantenía con las piernas abiertas y flexionadas, mientras contemplaba como le iba entrado una parte de mi verga, la cual sacaba para volver a clavársela una y otra vez.

La joven me miró como si con su mirada me transmitiera que ella podía. Se clavaba y volvía a desclavarse, viendo que cada vez se hundía un poco más. Pero, era evidente que le iba a costar. Ello me animó a decirle retadoramente: ¡anda nena, no sea miedosa, termina de clavártela! ¿acaso no puedes con mi polla?

La joven me miro con cara de auténtica hembra en celo, diciéndome-oh cabrón, ¿quieres reventarme? ¿te crees que no soy capaz de clavármela toda? ¿eso piensas cabron…? Exclamo, como si de esa forma ella misma se envalentonara.

Fue suficiente, ya que observé como al instante se incorporó un poco y de una sacudida, dejó caer su cuerpo clavándose íntegramente mi nabo hasta la misma empuñadura.

-ooooo que dolor oooo joder… me abres cabronazo….ooo el alarido de la joven se tuvo que escuchar en las habitaciones colindantes.

Observe desde mi excelente posición, como la joven se había ensartado la totalidad de mi falo. ¡Se lo había clavado hasta la misma base!

Fue tal el dolor que le produjo que la joven tardó unos momentos en reaccionar. Luego miró hacia abajo comprobó que su vagina se había tragado la totalidad de mi verga. Eso la hizo mirarme con cara de triunfo. Luego, se posicionó un poco mejor, y tras comprobar que su vagina se iba adaptando a las dimensiones de mi pene, comenzó de nuevo los movimientos de batida, con subidas y bajadas acompasadas. ¡aquella nena era toda una campeona! No solo había encajado con valentía la totalidad de mi proporcionada verga, sino que ahora comenzaba a cabalgarme, realizando movimientos de subida y bajada flexionando las piernas. Se continuaba apoyando en mis dos manos, mientras veía como mi reluciente verga salía casi completamente del coño de la nena para volver a ser engullida por el apretada coño de la jovencita, en cada bajada. ¡Aquel fue un polvo de antología!

Pronto, sus subidas y bajadas aumentaron, haciendo alarde de una fortaleza física encomiable, que le permitía flexionar ampliamente sus piernas, hasta que me di cuenta de que estaba a punto. Al llegar a su momento cumbre, se quedó con toda mi polla clavada, mientras la intentaba estrujar con sus paredes vaginales, realizando movimientos giratorios, que la llevaron a su clímax, terminado por alcanzar su orgasmo. Es esos momento, la joven se dio por rendida, y dejó que sus rodillas cayeran en la cama, echando su cuerpo totalmente sobre el mío, recostándose, aún con toda mi verga en su coño.

Cuando se recuperó, me miró a la cara, la bese ardientemente, haciéndola girar en la cama, quedándome encima de ellas, aún con toda mi verga ensartada en su panocha. Sin decirnos nada, la tomé por las caderas, haciendo que elevara sus piernas, tiré de ella hacia mi cuerpo penetrándola en aquella posición. La joven ahora estaba abierta de piernas, con todo su culito elevado, siendo penetrada por mi verga una y otra vez. Mis penetración se hicieron cada vez más constantes, hasta que, presa de autentica locura, tire de su cuerpo elevándola aún más, colocándola en vertical, haciendo que se apoyara en mis caderas, mientras yo la mantenía clavada. Tras unos momentos en esa fenomenal posición, la volví a echar sobre la cama, y continue perforando su estrecho coño, hasta que me di cuenta de que estaba a punto de venirme. No podía más, me iba a venir sin remedio.

La joven se dio cuenta de ello, y me dijo: ¿oh cabrón no iras a correrte dentro.?

-Uf nena estas bien caliente. Tienes el coño ardiendo. Te lo voy a regar bien. ¡se que necesitas sentir mi leche!…  ¡y la vas a tener! Le dije mientras la perforaba con una intensidad que en ninguno de mis anteriores polvos había tenido. Hasta yo estaba sorprendido de mi propia fortaleza esa noche.

oh …… ¿es que quieres preñarme?… ¡hijo de puta quieres hacerlo…!

No le conteste. Sino que la apreté bien entre mis piernas, y perforé y perforé hasta que mi semen emergió como un torrente, siendo lanzado con una fuerza increíble dentro de su caldoso coñito. Lo mas sorprendente fue lo copiosa que fue mi eyaculación, que además resultó bien profunda.

oh cabrón ¿lo has hecho?. ¡te has venido dentro!…

Que quedé dentro de ella, unos momentos, mientras ella luchaba para intentar salirse, pero fue en vano. Esta vez mi corpulencia física la pudo, y se tuvo que quedar con las piernas abiertas, atravesada por mi verga durante un buen rato, con todo mi semen dentro de ella.

Cuando por fin me levanté, ella intentó golpearme, pero yo la sujeté y la eché sobre la cama, obligándola a quedarse junto a mí en la cama.

eres un hijo puta!. ¡Te has corrido dentro…! ¿y si me has embarazado?

-No creo que estes ovulando. Pero si lo estás, tampoco me importaría que tuvieras un hijo mio..…

Nos quedamos en la cama, durante un buen rato, yo abrazándola, colocada tras de ella, dándome la espalda. Ambos totalmente desnudos. Al cabo de un tiempo, me quede sorprendido al comprobar que mi verga, al contacto con el perfecto trasero de la joven, volvía a recobrar vida y comenzaba a endurecerse. Ella lo percibió y me dijo: ¿Te estas empalmando de nuevo? ¿No pensaras que voy a dejar que me la metas otra vez?

La abrace, bien le moldee el culo con mis manos, mientras le acercaba mi verga y la colocaba entre sus nalgas, diciéndole: ¿has visto como me has puesto de nuevo? ¡La vas a recibir completita otra vez! No te preocupes, si así lo deseas, dejaré tranquilo tu coñito, pero ¡tu culito será mío de nuevo.!

-queee… joder no pretenderás encularme…oh cabron…