Vecinita regresa por otra cogida y para que la preñe

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Vecinita regresa por otra cogida y para que la preñe

Relato 1 primer encuentro

Relato 2 recuentro 5 años después

Relato 3 Vecinita Casada vuelve a ser cogida

Mientras la joven abandonaba mi habitación, me quedé meditando lo ocurrido. Sin haberlo esperado, el programado viaje para resolver unos papeles administrativos había fructificado en un nuevo encuentro con la joven hija del pastor.

Me había corrido copiosamente dentro de la joven, aun conociendo que podía estar en sus momentos fértiles. El calor de la joven revelaba tal circunstancia. La había invitado a venir al día siguiente de nuevo, pero tras lo ocurrido, lo más probable es que la joven no se atreviera a volver.

Al día siguiente, continue con el papeleo para el que me había desplazado a la capital, y tras almorzar, decidí regresar a la habitación por si la joven se atreviera a venir nuevamente. Me puse un pantalón corto y una camiseta, y me quedé esperando viendo la tv recostado sobre la cama. Pasaron más de las cinco y media, por lo que deduje que la joven no vendría.

Me dirigí al baño para orinar, comprobando que me costaba un poco, debido a mi agitación, que hacía mantener mi pene con una constante semi-erección. Tras ello, me lave un poco para ponerme otra ropa y salir a la calle. El timbre de la habitación me volvió a agitar. ¿sería la joven, o el personal del hotel?

Rápidamente me dirigí a la puerta, y al abrirle no pudo contener mi emoción. Allí estaba de nuevo Katy. Venía casi forrada, como acostumbraba a vestir, con una especie de pamela de color negro, y un vestido bajo, completamente oscuro. Parecía una mujer de luto, y a la que apenas podía distinguírsele la cara. Al verme, se sonrojó, haciéndola pasar inmediatamente.

Una vez dentro, ella misma se retiró la pamela, quedando su carita al descubierto. Pese aquella indumentaria, me pareció preciosa. Su piel completamente blanca, con bastantes pigmentaciones en forma de pecas, resaltaba claramente entre aquella indumentaria negra.

-Me alegro que hayas venido- le conteste, con bastante alegría.

-Ay D. Luis. ¡Estoy cometiendo una verdadera locura! ¿No sé cómo se me ha ocurrido? ¡Si, mi esposo o mi familia llega a enterarse, me crucifican! – exclamó con nerviosismo.

Me acerqué hasta ella, la abracé suavemente, atrayéndola hacia mí, acercando mi boca, besándola suavemente. Al sentir el contacto de mis labios, percibí la agitación de la misma. La joven por impulso, abrió su boca para que la continuara besando, haciéndolo de forma ardiente y romántica. Durante unos momentos, estuvimos pegados, abrazados, besándonos, hasta que ella se separó, recostando su cabeza sobre mi pecho. -tranquila Katy. Nadie lo sabrá jamás.

Había sentido nuevamente el calor corporal de la joven, su extrema ansiedad, unida a una mezcla de nerviosismo y deseo. Sus labios y su boca evidenciaron, el calor que había verificado el día anterior, y que, en esta ocasión, parecía haberse incrementado. ¡Ello me hizo comprender que podía continuar en sus momentos fértiles!

No era una suposición nada desdeñable, dado que notaba a la joven sumamente excitada, deseosa y muy caliente. Extremo que pareció confirmarse, al comprobar como su manita bajó hasta alcanzar mi pantalón, palpando el bulto de mi pene, el cual emergía ya bajo el pantalón corto. Fue una iniciativa de la misma, sin habérselo pedido, lo que demostró que la joven venía dispuesta a ser poseída de nuevo.

Sentí que, mientras la acariciaba, ella continuó manoseando por encima del pantalón mi vástago, comprobando que éste iba creciendo inexorablemente. El entusiasmo de la joven era mayúsculo. Observe su carita de nena que no rompe un plato, tremendamente seductora, que me miraba de vez en cuando para continuar palpando mi falo. Agitado, le susurre al oído: Anda Katy, ¡sácala de su encierro! ¿sé que estas deseando verla y tomarla de nuevo en tu manita?

No hizo falta repetírselo dos veces. La suave manita de la joven, se introdujo por la parte alta de mi pantalón corto, abriéndose paso hasta alcanzar mi pene. El contacto de aquella mano caliente me estremeció. Percibí igualmente la agitación de la joven al comprobar la erección que en esos momentos mantenía mi pene.

Tras unos momentos de indecisión, comenzó a manosearla, repasando de arriba abajo las dimensiones de mi vástago, comprobando como apretaba la misma, mientras volvía a bajar su mano hasta la misma base de mi pene, para volver a subir, volviendo atraparla, cerrando su mano en forma de pinza sobre el prepucio. ¿Te gusta Katy? ¿te gusta como la tengo?

-Oh D. Luis. ¡La tiene bien grande otra vez! Me contestó. La agitación de la joven era tan evidente, que se atrevió a bajarme el pantalón y slip, dejando mis genitales al aire. Estaba sorprendido ante las ganas con las que había venido la joven. De hecho, era ella la que estaba llevando el control de la situación. Oh… ¿Cómo la tiene? -volvió a exclamar, al contemplar mi falo enfilado hacia delante, y prácticamente a punto de descapullarse.

No pude más, y decidir actuar igualmente. Comencé a desnudar a la joven. Le retiré su vestido, quedando únicamente con un sostén blanco y unas braguitas del mismo color. Mi ansiedad aumentó igualmente hasta el punto de retirarle el sostén, volviendo a tener ante mis ojos sus preciosos pechos. Observé como me miró, ruborizándose al sentirse desnuda de medio cuerpo hacia arriba. Pero no puso ningún reparo. La lujuria se había apoderado de la joven. Ella misma acercó sus pechos a mi boca para que se los lamiera, y succionara. Al instante, comencé a saborear sus preciosos senos, manoseándolos, palpándolos, mientras mi mano se dirigió a su entrepierna. Sin demora, la introduje por encima de su braguita, alcanzando sus labios vaginales. La humedad de la joven resulta manifiesta. Me dijo: “esta joven casada está muy necesitada”. La yema de mis dedos manoseó toda du vagina de arriba abajo, levantando los gemidos de la muchacha. Oh D. Luis …ooo

-uhm nenita. Lo tienes muy mojado. Le dije sin cesar de manosear su coñito, sin que aquella soltaba su manita de mi falo. Nos mirábamos y nos besamos ardientemente. Noté la ansiedad de la joven: ¿Estas deseando que te clave? Quieres sentir mi polla en tu coñito ¿verdad? … uf nenita estas chorreando…

-Oh D. Luis. Tengo ganas. Pero, creo que sigo bastante caliente. Por eso tengo miedo. Me contesto algo ruborizada.

-Ya lo he comprobado… estas muy caliente. ¡Necesitas correrte a gusto con mi polla dentro! Voy hacer que te corras mucho..mucho…. – le volví a decir.

Me miró a la cara, y me pregunto, con su carita completamente enrojecida por la pasión: ¿se va a correr dentro otra vez?

Me quedé perplejo ante su pregunta. La volví a mirar a la cara y le pregunte: ¿quieres que me corra dentro? ¿Se que deseas sentir mi lechita dentro de tu coñito? Los vuelvo a tener bien llenos, ¿quieres mi lechita calentita? ¿La quieres verdad?

Los colores de su cara aumentaron a pasos agigantados. Mis palabras la enardecieron, contestándome: Ya…. pero,… ¡me puede dejar embarazada!.

La acerque de nuevo a mi cara, besándola en la boca, diciéndole: Oh nenita. ¡Sabes que te voy dejar embarazada! ¡Quiero hacerte mama! Podrás tener él bebe que tantas ansias.

La joven se agitó ante mi contestación, respondiéndome: ¿de verdad quiere volver a correrse dentro? Al tiempo que palpó descaradamente mis testículos, comprobando de nuevo mi carga. Oh D. Luis creo que es una locura. ¿No se di debo continuar?

No esperé más, y logré retirarle completamente el traje, dejándola completamente desnuda. Me recreé de nuevo en el cuerpo de la joven. Su pequeño cuerpo de color blanquecino, su escasa estatura, sus redondas nalguitas. Me fijé como la joven dirigía su mirada hacia el enorme espejo de la habitación donde se reflejaba claramente nuestros cuerpos desnudos. Me resulto evidente, que esa visión excitaba a la joven. Ante ello, me senté al borde de la cama, casi delante del espejo, y la insté a cabalgarme.

Katy, miró mi pene que emergía con un auténtico misil entre mis piernas. Se acercó, para colocarse sobre él mismo abierta de piernas, pero mirándome a la cara. La detuve e hice que se fuera sentando de espaldas a mi cuerpo para que pudiera contemplar la acción reflejada en el espejo. Note su emoción ante esa petición. Mientras se iba sentando, ella misma se fue viendo en el espejo, contemplando como su iba abriendo su coñito para que mi pene le entrara. Oh D. Luis …. me va a volver abrir mucho… ¿uf como la tiene…? exclamó sin detenerse, dejándose caer, mientras su vagina permitía el paso de todo mi falo que se incrustó totalmente dentro de su cueva. Oh que grande. me abre de nuevo …ohh

Abrí sus piernas un poco más, para que la joven pudiera contemplar cómo estaba empalada por mi verga, diciéndole: ¿te has fijado Katy? ¡Tu coñito se ha comido todo mi pene! La tienes toda bien dentro.

La joven se agitó ante la visión, y ante mis palabras, comenzando a moverse al ver como mi mano le tocaba justo donde tenía su clítoris, mientras comenzó a subir y bajar sobre mi falo. Mientras me cabalgada, se tocó ella misma sus pezones, tomando mis manos y llevándolos hacia ellos. La joven casada tenía sus pezones erectos, viendo como mis dedos los tomaban, y masajeaban, agitando a la misma, que no cesaba de cabalgar mi daga. La joven estaba bien caliente esa tarde.

La excitación de la misma era tal, que no tardó mucho en alcanzar su primer orgasmo, terminando casi agotada, recostándose hacia atrás sobre mi pecho. Esperé a que acabara, y al terminar, hice que subiera sus pies sobre mis muslos, manteniéndose clavada en mi pene. En el espejo se reflejó de forma excitante, la joven completamente abierta, con su vagina de par en par, totalmente abierta y clavada por mi tremenda mandarria.  Al propio tiempo observe mis testículos colgaban majestuosamente.

La insté a que volviera a hacer movimientos de subir y bajar, pero ahora apoyando sus pies sobre mis muslos, lo que la llevó abrirse totalmente cada vez que se elevaba. Cuando elevaba sus piernas, su coñito se abría al máximo. La visión de su coño tragándose una y otra vez mi verga, agitó tremendamente a la joven. Oh D. Luis, ¿ha visto como me tiene? Me va a reventar… ¡Y no era para menos! Mi pene, totalmente erecto, grueso, con las enormes venas que lo bordean totalmente negras, tupidas de sangre, parecía el falo de un mandingo introduciéndose en aquel pequeño coño de la joven casada.

-Uf nenita. ¿Has visto como tienes de abierto tu coñito? Me gusta meterte mucho mi pene. ¿querías volver a sentirla de nuevo verdad? Anda sigue así… quiero que vuelvas a correrte. -la inste, ayudándola a subirse con mis manos en sus posaderas.

La joven se revo Luis nó, mientras comenzó a convulsionarse, batiendo su cuerpo de arriba abajo, apoyando sus pies sobre mis muslos, mientras alcanzaba un nuevo orgasmo, y otro más pequeño a continuación.

En ese momento mi excitación fue tal, que sentí la necesidad de volver a descargar. La situación empezó a superarme. Intuía que mi venida estaba cerca, y que además iba a resultar copiosa. Mis testículos se habían recuperado durante la noche, y necesitaba volver a descargar nuevamente. Mi polla estaba cada vez más dura dentro del coñito de la joven. La visión de mi verga clavada en el coñito de la joven, que se reflejaba una y otra vez en el espejo me llevó al límite. Pronto Katy comenzó a moverse más lentamente a medida que iba cesando sus convulsiones. Metí mis manos bajo su culo, ayudando y acompasando sus embestidas, observando en el espejo como mi verga seguía entrando y saliendo de su coño.