Violación en streaming una chica es abusada en un live.
Violación en streaming una chica es abusada en un live
Violación en streaming una chica es abusada en un live
Nada más conectarse, Nicole siempre tenía más de diez mil espectadores en su stream. En cuanto a números, era una de las gamers con más éxito de la plataforma, sobre todo entre el público masculino. Como imaginaréis, no la seguían por su habilidad en los videojuegos. Si Nicole encabezaba los rankings de visualizaciones era porque tenía los ojos más bonitos, la sonrisa más encantadora y el escote más atrevido de la plataforma.
Nicole era, en resumen, la novia que sus espectadores querían. No era un secreto para nadie. Ella conocía el perfil de su público, sabía que se morían por sus huesos y de vez en cuando se burlaba de ellos, sobre todo cuando le hacían fanarts tan explícitos que tenía que censurarlos o cuando le mandaban una donación con un mensaje de mal gusto. Por lo general, en una transmisión de varias horas nunca faltaba por lo menos una humillación pública. Nicole no se callaba nada.
Ocurrió el pasado lunes por la noche. Nicole vestía como una conejita Playboy, idéntica al personaje que manejaba en League of Legends. Era buena con los cosplays; no tanto con los controles (huelga aclarar que estaba perdiendo, como de costumbre). Esa sería su quinta derrota consecutiva si no lograba remontar, lo que parecía imposible. No podía centrarse, había sacado su lado más tóxico y orgulloso y achacaba todas sus derrotas a errores de compañeros, cosa que era mentira, como le hicieron notar en seguida sus seguidores.
Leyó de mal humor varios mensajes del chat en voz alta:
“Eres mala”
“Dedícate a otra cosa”
“¿Quién la ha dejado salir de la cocina?”
Estaba tan concentrada leer la cascada de burlas y chistes hirientes que no se dio cuenta de que había alguien detrás de ella. Un hombre de complexión atlética. Era alto, con tatuajes en los brazos y el rostro cubierto por una tétrica máscara con luces de neón.
Por cómo estaba ahí quieto en la oscuridad uno sabía que no tramaba nada bueno. Pero nadie en el chat alertó sobre la presencia del intruso, quizá creyendo que se trataba de una cruel broma de Halloween. El tipo incluso gesticuló hacia la cámara pidiendo que guardaran silencio. Pero en vez de caminar hasta ella de puntillas y pegarle un buen susto que la hiciera saltar junto con sus tetas, como todos esperaban, la agarró del cabello con una mano mientras le tapaba la boca con la otra. La cosa iba en serio. Los chillidos, los forcejeos. El chat se volvió loco.
“Llamad a la policía”
“dónde vive?”
“no la van a violar, no?”
“tío estoy flipando”
Para asombro muchos y placer de otros, la chica con la que tantos habían fantaseado se encontraba inmovilizada y amordazada frente a la cámara. Estaba paralizada de miedo en su silla. El hombre la había amenazado con una navaja. Nicole negaba con la cabeza, aterrorizada. Nadie pudo oír qué le decía, el micro estaba apagado.
El hombre se acercó al teclado rosa pastel de la streamer y una encuesta apareció en la pantalla de todos los espectadores. Era una pregunta sencilla con solo dos posibles respuestas.
“¿Queréis ver más de ella?”.
El “sí” ganó con un 61% respecto al 49% del “no”.
Entonces el hombre envió un enlace, les pidió que entraran y cerró la sesión de Nicole en su stream. Ya fuera por curiosidad o por morbo, casi todos los espectadores pincharon en el enlace. Este conducía a una web mucho más rudimentaria que también transmitía en directo. Nada más entrar, se encontraron con las tetas de una Nicole que lloraba. Estaban, sin duda alguna, en la deepweb.
Había conectado el micro de nuevo.
—Bien, somos más de quince mil espectadores —comentó el hombre, que por su voz sonaba más bien joven. Hablaba con seguridad, como si tuviera la situación controlada—. Quince mil, de los veinte mil y pico de antes, es más del sesenta por ciento. Parece que todos queréis ver a nuestra querida Nicole en pelotas. Genial.
Empujó la silla con la streamer para situarla más cerca de la webcam y, posando la barbilla sobre el hombro de ella, le pidió que leyera lo que le decían. Esa máscara macabra le daba un aire de psicópata.
—Os preguntaréis qué nos trae esta noche aquí, ¿verdad? —preguntó, mientras le acariciaba el cabello de una forma siniestra—. Es simple, nuestra querida Nicole lleva mucho tiempo viviendo del amor y del dinero de sus seguidores, y no solo no lo agradece, sino que se burla de nosotros. Esta zorra se ríe de todos y cada uno de sus fans. Mientras tú destinas parte de su mísero sueldo mileurista en hacerle saber lo mucho que disfrutas de su contenido, ella te hace saber que es inalcanzable desde su mansión de trescientos metros cuadrados.
El hombre obligaba a la joven a mirar a la pantalla mientras con la otra mano sobaba uno de sus generosos pechos. El chat era una turba enfurecida, exigían más. Demandaban sangre, sexo, castigos.
—¿Habéis visto su casa? ¿El dinero que gana? —los seguía provocando el hombre enmascarado—. Nosotros la hemos hecho crecer, todo lo que tiene nos lo debe a nosotros, y lo único que pedimos a cambio es que sea agradecida. ¿Es tanto pedir? ¿Tanto te cuesta tratar a tus fans con un mínimo de respeto? —le preguntó a ella, agarrándola del pelo.
Nicole sacudía la cabeza, amordazada. Lloraba a lágrima viva.
El chat estaba loco, resentido. Muchos de ellos habían sido humillados por Nicole y esta era su oportunidad de cobrarse venganza. El hombre les dio voz con otra encuesta. En ella, podían votar lo que iba a pasar con su streamer favorita a continuación. Las opciones eran:
1· Dejarla libre
2· Obligarla a chupar polla
De forma casi unánime, con un aplastante 76%, el chat pidió que la hiciera a chuparle la polla. El hombre sacó la navaja, la puso en el cuello de la joven y le quitó la mordaza. Nicole sabía lo que tenía que hacer. Cerró los ojos acercando la boca a la bragueta abierta.
—Me vas a chupar la polla frente a más de quince mil espectadores —le hizo saber el hombre enmascarado—, y lo harás hasta que me corra.
Ella asintió, aterrorizada, antes de introducírsela en la boca y cabecear con torpeza. Era la peor mamada que había hecho, estaba asustada, no pensaba con claridad y maniatada no podía ayudarse con las manos. Lo peor es que el hombre no ponía nada de su parte, se limitaba a tocarle los grandes pechos mientras la dejaba hacer. Nicole pensó que si no hacía algo para lograr que se corriera cuanto antes, la iba a tener chupándole la polla durante horas frente a la cámara.
—¿Puedes desatarme? Para hacerte una paja —le dijo, con la mandíbula adolorida después de varios minutos de mamada.
El chat explotó de burlas. La muy puta lo está disfrutando, la muy zorra quiere hacerle una paja, decían. Otra encuesta apareció en pantalla.
—Parece que el público ha hablado —se regodeó el hombre, viendo el resultado de la encuesta—. No puedo desatarte, lo siento.
—Por favor. Me duele la boca.
—Puedo follarte la boca.
Nicole tragó saliva y echó un vistazo rápido a su monitor. Nunca se había sentido tan odiada por sus seguidores. En el fondo sabía que la veían como un objeto sexual, que fantaseaban con ella. Claro que lo sabía. Pero nunca hubiera imaginado que los fans que siempre la habían idolatrado ahora la quisieran ver sufrir hasta ese punto.
Cerró los párpados con fuerza.
—Pero no acabes en mi boca —masculló.
—¿Prefieres que me corra en tu cara?
—Hazlo en mis tetas.
Para sus espectadores era divertidísimo que ella solita la pidiera en los pechos, decían que en el fondo lo deseaba. Había quienes insistían en que se la diera en la boca, e incluso algunos iban un paso más allá y sugerían que le tapara la nariz para hacérsela tragar. También había unos pocos, los más impacientes, que no tenían interés en la mamada y le pedían que se la follara directamente por el coño, que la preñara.
—Abre la boquita, di “ahh…” —le pidió el hombre con una burda imitación de médico.
Puso una mano en la nuca de la chica y empezó a mover las caderas adelante y atrás, colocándose de modo que la cámara captara bien su polla entrando y saliendo de la bonita boca de Nicole. Le follaba la garganta con más cuidado del que sus espectadores exigían. En el chat empezaron a aparecer docenas de mensajes demandando que fuera más duro con ella, que la hiciera vomitar, que la abofeteara. El enmascarado los leía sin hacerles el menor caso. Parecía disfrutar de la actitud pasiva de la streamer, quien se dejaba hacer como si en el fondo lo disfrutara.
—Es importante que se acostumbre a mi tamaño —les explicó, acariciando la cabeza de Nicole como si de un perro se tratara.
Entonces, de repente, empujó las caderas hundiendo su enorme polla hasta lo más hondo de la garganta de la joven streamer, provocándole arcadas. Nicole se sacudió como un bichito en la tela de una araña. Con las manos inmovilizadas fuertemente a la espalda y el puño exigente de él enredado en su cabello, no había nada que pudiera hacer. Nicole entendió, al cabo de unos angustiosos segundos, que era mejor no ofrecer la más mínima resistencia. Trató de respirar por la nariz mientras se concentraba en no vomitar, y aguantó.
—¿Estás bien? —le preguntó sarcásticamente el hombre.
La chica tosió, sin tiempo para recomponerse: frente a su cara le esperaba esa polla lista para una segunda ronda. No dudó en volver a abrir la boca cuando sintió la mano autoritaria del violador en su cabeza. Era una chica lista, sabía que le convenía colaborar.
Esta vez le folló la boca con más cuidado, casi con cariño.
—¿Lo prefieres así? —le preguntó él con la voz ronca.
Ella asintió con la cabeza en la medida de sus posibilidades. El cabrón se la sujetaba firmemente mientras movía las caderas con ritmo, Nicole se sentía como un mero objeto sexual entre sus garras.
—¿Puedo jugar con tus tetas?
No se molestó en responder, no tenía ningún sentido hacerlo porque sabía que al final haría lo que le viniera en gana. El hombre estiró un brazo para pellizcarle los pezones, tirando de ellos con fuerza para levantar sus tetas. Hizo botar los grandes pechos de la streamer, quien se mantenía impasible frente al dolor y frente a la humillación de ser usada delante de veinte y cinco mil fans enloquecidos.
En el fondo, casi podía llegar a entenderlo. Los había tratado como a basura durante mucho tiempo y ahora se habían girado las tornas, tenían a una hija de puta arrogante vestida de conejita Playboy en su poder y querían cobrarse una más que merecida venganza. No iban a dejarlo pasar tras una simple mamada y una corrida en los pechos.
Como por acto reflejo, abrió la boca cuando él estaba a punto de acabar. Pensó, instintivamente, en qué dirían sus seguidores al verla así después de haber dejado tan claro que la quería en las tetas. Cerró los ojos y recibió un lechazo tras otro en la lengua y en la cara.
—Oh… dios… qué buena puta eres…
Nicole tragó mientras el hombre enmascarado le acariciaba la cabeza con una seguridad que la hacía sentir dominada. Estaba excitada, la había puesto a mil tragarse la corrida de ese hijo de puta frente a todos esos cabrones que la odiaban tanto como la deseaban.
Por primera vez en mucho rato, la streamer leyó lo que decía su público y todos se volvieron locos al verla de frente con lechazos cruzándole esa cara bonita. Le decían que estaba más guapa así, que le favorecía mucho, que fantaseaban con hacerle eso todos los días. Ella misma no supo qué sentir al verse con el maquillaje corrido, el cabello hecho un desastre, una línea de semen cruzándole el rostro y esa sonrisa. Era una sonrisa tímida que aunaba vergüenza y felicidad, la misma que suponía que tendría alguien al recibir una fiesta sorpresa.
—¿Qué tal? ¿Ha sido tan malo? —le preguntaba el hombre mientras le colocaba el cabello detrás de la oreja con un gesto casi paternal.
Ella negó con la cabeza y se inclinó hacia adelante para terminar de limpiar los restos de semen en su polla medio erecta. El chat pedía que lo hiciera y ella tenía que contentar a su público. Chupó, lamió y besó el glande hinchado y sensible, haciendo gemir y jadear al hombre tatuado que le había mostrado una faceta de ella que no conocía.
—También te tienes que tragar esto —le dijo él, pasándole el pulgar por la cara para recoger más restos de espeso semen y a continuación metérselo en la boca—. Esto te está poniendo como una perra en celo.
Como casi todas las mujeres, Nicole alguna vez había fantaseado con ser follada contra su voluntad, e incluso había llegado a imaginarse una escena similar a la que estaba ocurriendo. Era normal, recibía tantos piropos inadecuados, tantos insultos y tantas amenazas de violación que la fantasía de ser abusada a manos de uno o varios de sus fans tenía que acabar surgiendo tarde o temprano. Lo que no se hubiera imaginado es que hacerlo realidad la iba a poner tan cachonda.
El hombre enmascarado la tomó bruscamente por el cabello haciéndola levantarse de la silla y la echó de bruces sobre el escritorio. La cara de Nicole quedaba más cerca que nunca de la webcam. Estaba roja como un tomate y sus pechos se aplastaban contra la mesa. La chica miró a la pantalla con vergüenza. En esa posición, todo el mundo podría ver nítidamente sus muecas de placer en cuanto empezara a violarla.
No sabía quién la estaba viendo. Había casi treinta mil personas, y eso era mucha gente, más de la que nunca hubo en sus directos. Lo más seguro es que fuera trending topic en twitter, que se hubiera viralizado el enlace que dirigía a su violación en directo. Entre tanta gente era fácil que hubiera amigos, conocidos o algún familiar cercano.
El hombre enmascarado se quitó la camiseta a su espalda. Estaba bueno, tenía un torso tonificado completamente cubierto de tatuajes, al igual que sus brazos. Posó sus grandes manos en el culo respingón de ella, la abrió como si le perteneciera y de un fuerte empujón la penetró sin más ceremonias. La streamer gimió sintiéndose invadida. Era un objeto sexual, una puta, una zorra, y nada de lo que pudiera decir iba a detener a su violador. Elevó la mirada para verse a sí misma en la pantalla. Junto a su irreconocible cara de placer había una cascada de mensajes que hablaban de ella con desprecio y con lujuria.
—Está muy estrecha… —se regocijó el hombre tras ella, dirigiéndose al chat como si la violada no fuera merecedora de atención—. No tenéis ni idea de lo cerradito que tiene el coño esta putita…
Nicole sentía la polla palpitando dentro de ella, o quizá era su coño lo que latía. El corazón bombeaba desbocado como si fuera a salírsele del pecho. Era de locos, nunca se había sentido tan viva. No entendía que una parte de ella estuviera disfrutando tanto de esa humillación.
—Fóllame —dijo con un hilo de voz.
El chat explotó, parecían incluso más excitados que ella. Los treinta mil se habían convertido en cuarenta mil, y seguían subiendo. Cada vez había más y más curiosos uniéndose a su violación en vivo. Había tanta gente hablando en el chat que Nicole apenas alcanzaba a leer qué decían, era una imparable sucesión de mensajes en los que sobre todo destacaban las siguientes palabras: putita, zorra, duro y perra.
El hombre le dio un fuerte azote y empezó a follársela con tanta fuerza que la mesa se sacudía bajo el peso de ambos. La chica ni pudo ni quiso contener los gemidos, sintiéndose usada y sometida. Lo que más la excitaba era verse con esa cara de placer en la pantalla. Era como si involuntariamente confirmara todo lo que estaban diciendo de ella.
Porque era obvio para todos que le estaba gustando. Lo notaba tanto el que se la follaba como los que eran testigos de ello. En el chat había miles y miles de personas pidiendo ver mejor la cara de la streamer.
—¿Queréis ver cómo disfruta esta zorra? —gruñó, tomándola del cabello para levantarle la cabeza como a una marioneta—. Mirad lo mucho que le gusta. Pone una cara de putita en celo que no puede con ella.
Era cierto, Nicole no podía negar que su expresión era de puro placer. No podía ocultarlo. Es más, no quería ocultarlo. Le gustaba verse así, completamente entregada a la enorme polla dura y a las manos grandes de ese hijo de puta dominante. Ni siquiera trataba de contenerse, tenía la boquita entreabierta y la mirada desenfocada, y dedicaba todos y cada uno de sus jadeos a sus seguidores.
Miradme, parecía querer decirles, con el culo ardiendo mientras chupaba los dedos que el tipo le había metido sin previo aviso en la boca. Tiraba de ella desde atrás, obligándola a mantener la cabeza erguida, y Nicole se veía perdiendo el control frente a los más de sesenta mil espectadores. Necesitaba más, que se la follaran dos en vez de uno, que la viera el máximo número de personas, que la juzgaran abiertamente y que le dijeran, en sus propias narices, lo puta que era.
—Oh, joder… me corro… —gruñó el cabrón de los tatuajes.
Nicole supo que se iba a correr adentro. Ese hijo de puta no iba a conformarse con terminar afuera, estaba segura. Pero la certeza de esa inminente humillación la acercó un poco más a su propio orgasmo, y lo necesitaba más de lo que había necesitado cualquier otra cosa en su vida. No pudo ni pensarlo, su cuerpo actuó por sí solo tratando de frotarse en el duro filo de la mesa mientras era aplastada por el hombre que descargaba bien adentro de ella. Notó las potentes eyaculaciones llenándola y la chiquilla boqueó como un pez fuera del agua.
Había alcanzado su ansiado orgasmo.
—No esperaba que fuera a gustarte tanto, so zorra —le susurró el hombre al oído mientras la agarraba por el cuello, y el choque de esa máscara de maniático junto a la bonita cara de satisfacción de ella no dejaba indiferente al público, que demandaba más—. Estoy seguro de que esta putita se muere de ganas de chuparos la polla a todos.
Una sonrisita ida apareció en la cara de la famosa streamer. No hacía falta que lo confirmara, todos sus fans sabían que estaba más que dispuesta a comerse cualquier rabo que le pusieran delante.
—Enséñales cómo te he dejado el coño —le ordenó el hombre con su voz cavernosa bajo la máscara—. Ponte de rodillas sobre la silla con el culo hacia la cámara y ábrete tú solita como una buena niña.
Nicole sonrió como si no tuviera más opción que obedecer. Era como si no tuviera voluntad propia. Resultaba obvio que se moría de vergüenza, se mantenía cabizbaja y tenía las mejillas ruborizadas como si no se creyera lo que estaba haciendo. Estaba a perrito como se le había indicado, abriéndose con torpeza por encontrarse maniatada.
—¿Habéis visto qué buen coñito tiene? —preguntó el enmascarado, dándole un azote de regalo a la putita que les entregaba.
Era una zorra barata. Nicole miraba hacia atrás y se veía en la pantalla con el culo en alto y su coño rosa goteando semen. Eso de por sí la habría hecho sentir como una cualquiera. Pero el hecho de que estuviera disfrazada de conejita añadía más morbo. El hombre había apartado a un lado de su coño hinchado la parte inferior de su body negro para que los espectadores apreciaran lo abierta que la había dejado después de tremenda follada. Nicole también fue testigo de ello, se veía recién usada, muy puta con esa esponjosa colita blanca.
—Tus fans preguntan si te has corrido —preguntó el hombre, con una risa vanidosa que indicaba que él sabía la respuesta.
Nicole escondió la cara en el respaldo de la silla y contestó con una vocecilla avergonzada, apenas audible. Estaba confusa, era normal tras lo que había sufrido. Pero la gente quería una respuesta clara y tenía que dársela. Un buen azote la animó a repetirlo alto y claro.
—Sí —admitió a regañadientes.
—¿“Sí” qué?
—Sí, me he corrido.
—¿Entonces te ha gustado?
—Sí —dijo, para sorpresa de todos.
—¿Te gustaría repetirlo otro día?
Nicole miró el chat, el número de seguidores que crecía sin parar, y algo latió dentro de ella, una picazón que no se calmaría salvo follando en directo. Necesitaba repetirlo, ir más allá. El sexo convencional nunca sería lo mismo. Pese a que al principio no lo tenía muy claro cuando su novio se lo propuso, ahora estaba segura de que había nacido para esto.
Esos directos medio inocentes en los que se limitaba a hacer cosplay de Spiderman o de D.VA eran cosa del pasado, iba a pasarse al sexo duro y explícito. El hombre, que había resultado ser su novio, envió a su señal el enlace donde la podrían encontrar a partir de entonces. Nicole se había abierto una cuenta de Onlyfans y esa supuesta violación no había sido más que un teatro con el que pretendía viralizarse. Por supuesto, funcionó. Había demasiada gente que quería verla desnuda desde hacía mucho tiempo y por fin tenían la ocasión de disfrutar de lo que siempre habían querido. La cuenta de Onlyfans de la streamer alcanzó, solo en los primeros minutos, más de dos mil suscripciones. Pronto superaría los diez mil, y en cuanto la noticia de ese montaje tomara repercusión y empezaran a filtrarse los vídeos en páginas porno, serían cientos de miles. La chica tenía la vida resuelta. Había sido la decisión correcta




