Violada por mi vecino abusivo, el me usa y a mi me encanta

Violada por mi vecino abusivo, el me usa y a mi me encanta

Violada por mi vecino abusivo, el me usa y a mi me encanta

Violada por mi vecino abusivo, el me usa y a mi me encanta

Hola a todos, me llamo Martha, lo que les cuento a continuación pasó cuando recién cumplía los 20 años. Vivía con mi familia en un barrio común y de clase media baja de la ciudad, conformada por mi madre, mi padre y un hermano menor, y justo estaba en esos días donde me había peleado con mi novio, así que me encontraba recién en mi fase de soltera.

Llevaba con él cerca de un año, y aunque ya habíamos llegado a tener sexo y por amor y mi poca experiencia me parecía lo más maravilloso del mundo, pronto me di cuenta que él no me quería como persona, y parecía siempre más preocupado por cuando podíamos ir a coger y estaba segura que alardeaba de eso frente a sus amigos, presumiendo sobre mi increíble delantera que llega a los 87 cm; a mi delgada cintura de 64 cm y a mi cola que es bien parada y redonda con 96 cm, y lo mejor de todo es que no he necesitado hacer ejercicio, solo lo que la naturaleza me ha dado, soy de piel clara y mis ojos son verdes, cabello castaño claro sin llegar a ser rubia, lo único con lo que no estoy contenta es que soy algo chaparrita pues mido sólo 1.57 mts, aún con eso me considero una chica atractiva y sensual.

Al lado de mi casa vivía mi vecina y amiga de toda la vida Olga, con la cual he compartido casi toda mi vida. Ella era la clásica gordita simpática que no figuraba entre los hombres por su físico, y más al estar con una amiga que acaparaba las miradas, aún con eso ella siempre me apoyó en lo sentimental y los estudios. Ella vive con su padre, un gordo semicalvo con aspecto descuidado y sucio dedicado a la construcción en su quinta década, el cual enviudó unos años atrás, y su hermano mayor Alejandro que aunque conmigo siempre fue muy respetuoso, su aspecto era, cuando menos, desagradable. Alto de 1.80, entrado en los 30s, con gafas de nerd con cristales bastante gruesos, la cara marcada con las cicatrices del acné de su adolescencia, el pelo desgarbado y grasoso, y un abdomen tan prominente como el de su padre, siempre iba desaseado y cuando visitaba a mi amiga siempre lo veía pegado a la computadora o viendo algún programa en la TV. Su cuarto estaba repleto de pósters de mujeres y figuras de animé con poca ropa, por lo que siempre lo consideré un tipo raro y algo pervertido.

Yo siempre estaba estudiando, iba todas las tardes a la facultad de contabilidad y tenía que caminar algunas cuadras para llegar a la estación de colectivos, era común que me vistiera con unos jeans ajustados que marcaran mi culo y una blusa bastante ligera que resaltaba mis marcados senos. Desde que cumplí 14 me percaté de las miradas de los hombres que iban dirigidas descaradamente a mi trasero o a mis pechos. Yo odiaba a estos tipos, y para mí desgracia siempre había algún auto que tocaba la bocina o algún truhán que gritaba alguna grosería como -¡Mira el culazo de esa vieja!!  o   !!! Que buenas tetas tiene la zorrita!! Yo intentaba no darle importancia y seguía caminando como si nada pero era algo que me pasaba a menudo y me molestaba. Aún con todos los problemas en los que me metía, solía vestirme de forma sexy, con ropa cómoda y que resaltaba mi trasero o mis pechos.

Mi padre se la pasaba en una tienda de abarrotes casi 12 horas diarias ayudado por mi hermano menor, al que nunca se le dió estudiar, y mi madre solía irles a dejar el almuerzo a mediodía. A mí me tocaba cursar por la mañana en la facultad y a veces por la tarde, según la materia; las veces que podía pasaba a buscar a mi amiga en la casa de al lado y pasábamos todo el tiempo hablando o perdiendo el tiempo, siempre nos reíamos de cosas que nos pasaban, sobre todo algunas cosas que hacían nuestros hermanos y ellos pensaban que no nos dábamos cuenta, ella me contaba que a veces  descubría a Alejandro cuando estaba viendo alguna película porno o que encontraba revistas pornográficas debajo de su cama, y había veces se enteraba que él le pedía plata a su papá, el cual usaba a menudo para irse con las putas a saciar sus deseos. A pesar de saber esto nunca lo ví como un maniático o un pervertido. En todo caso era entendible que tuviera que recurrir a prostitutas para calmar sus ganas ya que desde mi punto de vista era un sujeto muy asqueroso como para hacerse de una novia: para empezar, tenía poco cuidado con su higiene por lo que estaba con la piel grasosa y sudoroso todo el tiempo, vestimenta sencilla y barata, con una asquerosa barriga colgando, usaba lentes gruesos con un buen aumento y para rematar era algo lento de pensamiento o así lo percibía yo, era obvio que sus ganas las tenía que saciar pagando, no creía en ese momento que existieran mujeres que quisieran coger por voluntad con un sujeto con esas características. Un día charlando con mi amiga, entre esto y aquello me contó que había escuchado en la noche a su hermano masturbándose, ambas echamos a reír, el saber que un tipo de 35 años se siguiera masturbando me parecía absurdo. Me reí imaginando al tipo gordo, con esa panza enorme que tenía, resoplando cómo un cerdo y estimulando su diminuto pene, sujetándolo con dos de sus dedos, el cual no podía encontrar porque su panza le bloqueaba la vista. Hahahahaha.

Todo cambió un viernes al fin del año escolar, habían acabado los exámenes y podíamos relajarnos un par de semanas, así que decidí salir a una fiesta. Llevaba una camiseta corta junto con unos jeans ajustados  y unos tacones altos, estaba en la puerta de mi casa esperando a mis amigas que estaban retrasadas, en eso llegó Alejandro, estacionó rápido y se bajó saludándome con una sonrisa, luego se aproximó y se puso a hablarme de como le había ido en el día, lo había hecho algunas veces, pero esta vez parecía más animado, me preguntó a dónde iba tan linda y cosas así, al llevarme buena altura, ya que yo le llego más o menos arriba de su gran panza, el me hablaba mirando para abajo y dejando su mirada clavada en mis pechos, que llevaba algunos botones desprendidos y dejaba ver una buena parte de ellos. Estuvo hablándome de cosas sin sentido sin casi ni parpadear, yo no le daba importancia ya que me daba vergüenza decirle algo, luego de un tiempo se despidió agachándose un poco para darme un beso, el cual me dio en la mejilla casi lamiéndome, me dió algo de asco, pero no quise decir nada, entendí que así medio era él, también pude percibir su aliento alcohólico. Luego llegaron mis amigas y nos fuimos a bailar.

Regresé ya muy de madrugada, todos en la casa dormían y solo reinaba el silencio cuando escucho unos ruidos en la casa de mi vecina, entonces me preocupé, ya que pensé que habían ladrones intentando meterse, salí al patio y me subí a un banquito para asomarme por la pequeña pared que divide nuestros patios, que podía alcanzar si me subía a alguna silla. No había señales de nadie, cuando me estaba por bajar oí algunas voces dentro de la casa y por curiosidad me quedé un poco más para escuchar y ver. Cuando de repente sale Alejandro medio desnudo con una mujer, que por su pinta debía ser una prostituta, la llevaba del brazo y luego de quedar cerca de una silla de jardín le dijo -¡¡Vamos zorra, quiero que me chupes la pija acá afuera!! Yo seguía media escondida tras algunas prendas que se quedaron colgadas, mirando la obscena escena, cuando Alejandro queda enfrente de mí entonces pude ver su miembro con más detalle. Para nada era parecido a lo que había imaginado. A pesar de estar a media luz, pude notar que era más largo de lo normal y con un grosor considerable. Ya había visto el pene de mi novio en algunas ocasiones pero el de Alejandro desafiaba todo lo que había visto. Estaba totalmente erecto y medía al menos unos 20 centímetros. La chica, que no debía ser mayor que yo, era bajita y con algunos kilos de más, sus tetas eran más grandes que las mías, cabello teñido de rubio y de piel morena, rápidamente se arrodilló y comenzó a meterlo entre sus labios, pero debido a lo largo apenas y le cabía una parte;  metía y sacaba ese miembro de gran tamaño de su boca, y yo miraba sorprendida de como no le cabía aquel enorme miembro, Alejandro solo cerraba los ojos, su rostro demostraba  placer mientras aquella pobre chica le devoraba su miembro como podía, él sólo exclamaba -¡¡Ahgg ahh siii cómetela toda ahh!! -¡¡AHh ahh asiii asiii chúpamela toda Martha siiii AAHHH!! Yo me quedé helada al escuchar su nombre, que era igual al mío, una sensación rara atravesó mi cuerpo y no podía dejar de mirar cómo la trataba, estaba boquiabierta, sorprendida y ya habían pasados varios minutos en los que yo estaría ahí viendo.

De pronto pude ver que Alejandro se excitaba más aún, seguramente estaba por acabar, cuando gritó -¡¡Ya me vengo putita, abre la boca!! Sacó su enorme miembro de la boca de ella y se empezó a masturbar frente a ella. La chica permanecía con la boca abierta esperando la descarga, No tardó mucho, de pronto empezaron a salir los disparos de semen de su miembro y se los echó en la boca y en toda la cara de forma abundante.

Después de haber descargado todo su semen agarró su miembro y empezó a pasárselo por la cara de ella y a darle golpes en las mejillas y en los labios, todo eso que estaba yo viendo me parecía asqueroso y obsceno. Alejandro tenía cara de triunfador, de haber gozado de ella como él quiso, entonces le dijo -¡¡Ya putita, quedaste bien bañadita de mi leche. Ahora límpiamela!! Ella obediente empezó a limpiar con su lengua aquel enorme miembro y Alejandro cuando hizo su rostro hacia arriba miró hacia donde estaba yo. Por instinto me moví para esconderme, no sabía si me había visto, aunque yo juraba que por un instante pude mirar sus ojos, brillantes de deseo, de lujuria, de perversión, sin querer pensar más en el tema me fui rápidamente a acostar.

Esa noche sentía una extraña sensación, mi cuerpo estaba cargado de adrenalina por lo que acababa de presenciar hace unos instantes y en mi mente solo recordaba aquella imagen de Alejandro y su gran animal erecto. Me preocupaba el saber que Alejandro me habría visto espiándolo, si así fuera qué pensaría de mí y que pretexto le diría para explicarle que hacía viéndolo.

Esa noche casi no dormí pensando en los detalles: la escena asquerosa de esa prostituta dejándose humillar por algunos billetes, el tamaño del miembro del vecino, su cara y sus pechos brillantes por el semen, la espantosa barriga de mi vecino, su risa odiosa, esa mirada de control y dominación. Nada como yo lo había imaginado. Al otro día no vi que estuviera Alejandro por ahí, sabía que su familia estaría una semana en la montaña, así que mejor para mí, así podría evitarlo.

Había transcurrido toda una semana y ya era viernes de nuevo, ese día estuve apuradisima cerrando cosas del semestre, fuimos a celebrar con unos amigos el haber terminado otro semestre de la escuela, total que regresé a casa cuando ya estaba oscuro. Cuando estaba por llegar a la casa noté que por las prisas había salido sin llave, confiaba en que estuviera alguien en casa, pero para mí mala suerte no había señales de nadie. Seguro habían ido con mi padre a ayudarle en labores del trabajo. Para coronar mí mala suerte, comenzó a llover. Toda mojada decidí quedarme bajo techo esperando que alguien llegara, no debían tardar tanto, supuse. Las horas pasaban y cada vez sentía más frío, ya que estaba vestida para salir, con una blusa blanca muy escotada cortita que no tapaba mi ombligo, unos pantalones ajustados de tela delgada y unas zapatillas un poco altas. No sabia que hacer esperando el regreso de ellos, de pronto pensé en decirle a mis vecinos que me dejaran entrar por su patio, pero me daba miedo que fuera Alejandro quien abriera, no se si me diría algo por lo del otro día, así que no me animé y me quedé tomando frío ahí sola. El tiempo pasaba y nadie llegaba a mi casa. En eso ví bajar a alguien de un taxi y correr a la puerta del vecino. Cuando pude divisar quien era me recorrió un escalofrío: era Alejandro, rápidamente me miró y me vio sola y mojada en la entrada, me sonrió y me dijo que si me había quedado afuera, que si gustaba pasar a su casa, a pesar de lo incómoda que me sentía por lo que ví la otra noche acepté sin dudar solo pensando en la lluvia y el frío.

Nos dirigimos hacia la cocina, cuando estuvimos en ella, su mirada se dirigió directamente a mis pechos, eso me molestó mucho, pero supuse que con el gran escote que tenía y la blusa mojada no podía quejarme. Le pedí una toalla para secarme un poco. El salió de la cocina y fue hacia su cuarto para volver con una toalla blanca. cuando me la dió recorrió mi cuerpo con la mirada y me dijo que me sentara. Le dije que me dejara intentar saltar a mi casa, y el me dijo que claro, pero que primero antes de irme me tomara un café para recobrar el calor. Yo acepté, mientras usaba la toalla para tapar mis pezones, ya sobresaliendo de mi brasier por el frío y el canalillo que se mostraba. Mientras preparaba café, me di cuenta como volteaba para verme, me devoraba con los ojos. Yo estaba muy nerviosa e incómoda por lo que había visto el otro día y rogaba que no me dijera nada. Como no quería mirarlo, miré para todos lados.

De pronto me pidió que me acercara a probar el café, a ver si estaba bien de azúcar, yo me acerqué muy nerviosa, empecé a probar el café de a poco, y vi como sus ojos intentaban colarse por la toalla para mirar descaradamente mis pechos, en sus ojos pude notar su excitación, o mejor dicho se le notaba la calentura, me miraba tan fijo que parecía que quería abalanzarse sobre mis pechos. Mientras probaba el café, me preguntó que de dónde venía, que si llevaba mucho esperando, que tal la escuela, en fin, cosas cotidianas.

Cuando acabé el café le dije que me dejara saltar la barda para entrar a mi casa, a lo que él insistió en que me quedara otro rato. Su mirada había cambiado en los últimos minutos. Estaba llena de maldad, de perversidad. Luego de negarme varias veces, finalmente aceptó ayudarme a saltar y yo muerta de miedo por la tensión del momento, y aliviada por su respuesta, nos dirigimos al patio.

Ya estando ahí, y usando una escalera de pocos escalones dejó que me subiera y me estirara para asomarme por la barda mientras él se quedaba detrás mío. Era consciente que el me miraba de atrás y seguramente directamente a mi cola, una extraña sensación atravesaba todo mi cuerpo, el frío había desaparecido, y sentía mi cuerpo algo extraño, sentía como mis orejas se ponían rojas y un calor creciendo que me invadía por dentro, cuando intenté subir para alcanzar el borde, me empecé a sentir mareada. Alejandro se acercó fingiendo preocupación porque me fuera a caer, me tomó de la cintura y se ofreció a saltar el mismo y luego abrirme la puerta. Con toda la pena del mundo le tuve que decir que sí. Así que me bajé sintiendo sus manos sobre mi cintura, y dejé que el gordo saltara y luego salí a la calle a esperar a que me abriera.

Luego de darle las gracias, me dijo que se le había olvidado su suéter en el patio, -menudo idiota- pensé, pero agradecida por el favor, no puse contras en qué me acompañara adentro. Una vez en el patio que daba hacia su casa, recogió su suéter del piso y me dijo que me fuera a acostar, que no me preocupara, él cerraba bien antes de irse. La verdad los mareos que sentía se hacían más fuertes así que no puse pegas y me despedí de él de un beso, el cual el gordo aprovechó nuevamente para humedecer mi mejilla con su saliva. Fue asqueroso, pero me convencí que era un pago justo por el favor y agradecí que hubiera terminado.

Me quedé quieta en el patio hasta que escuché la puerta cerrarse, de modo que me dirigí a mi cuarto, sentía el mareo cada vez más fuerte. Me quité la ropa mojada y busqué en mi cajón un juego limpio y seco de ropa interior, todo me daba vueltas, me quité el brasier mojado y luego la panti, poniendome un nuevo juego de lencería blanca y una camisola para dormir, me dirigí a mi cama visiblemente mareada, apenas podía mantenerme en pie. Cuando levanté la vista hacia la puerta de mi cuarto casi me desmayo del susto: Alejandro me observaba desde la entrada, con una sonrisa malévola. Su bulto en el pantalón delataba que había estado observando mientras me cambiaba, y ahora me encontraba allí, sola con ese gordo pajero en mi casa, en ropa interior, y tan mareada que apenas podía sostenerme en pie.

Intenté darme la vuelta y ponerme del otro lado de la cama, pero al dar el primer paso sentí que el piso se movía e iba a caerme, y Alejandro me sostuvo abrazándome de la cintura. Se puso detrás mío y sentí como el muy descarado apoyó su bulto en mi cola, pude sentir sobre mis nalgas su excitación. – Vamos Martha, déjame ayudarte a acostar, que te veo bastante mal. El sujeto estaba aprovechándose de mi estado, tocando un poco más de la piel de mi cintura y colando sus dedos por debajo de mi blusa y yo intentaba salir de esa situación, pero mi cuerpo no respondía, los brazos y las piernas me parecían más pesados cada vez.

De pronto sin perder tiempo dijo sobre mi oído, algo que me dejó perpleja -¡¡Y Martha ya que estamos en confianza cuéntame que te pareció como el otro día esa putita me la estaba chupando, te gustó lo que viste? por eso observabas todo el tiempo con la boca abierta? Yo me quedé paralizada, muerta de miedo, mi corazón se puso a latir más rápido, no sabia que decir ni qué hacer ante aquella aclaración me quedé muda, entonces el dijo -¿¿Que pasa?? ¿Te gustó mirar cómo me cogía a esa puta? ¿¿No vas a decir nada?? Qué tal si tomas su lugar y por esta noche tú eres mi putita? Yo intenté decir algo, negar lo que me estaba diciendo, pero de mi boca solo se oían gimoteos sin sentido, seguía sin poder decir una palabra. Alejandro me acerco al colchón y me soltó de espaldas a la cama. Él colocó su cuerpo sobre de mi y lejos de soltarme, comenzó con sus manos a recorrer mi cuerpo, pasó sus manos por mi cuello y con un movimiento rápido levantó mi blusa hasta mi garganta para dejar al descubierto mis pechos y me dijo al oído -¡¡Que buenas tetas tienes Martha!! sus manos me apretaban los pechos con ansias, los amasaba fuertemente murmurando al oído -¡¡Que grandes tetas tienes y que duras están!! Podía sentir sus gordas manos sobre mi cuerpo, el calor me invadía más ahora que él estaba abusando de mi, y por alguna razón mi cuerpo no respondía, apenas y podía levantar una mano torpemente, y a pesar de casi no poder moverme, mi cuerpo podía sentir cada apretón que me daba el maldito de mi vecino y por increíble que parezca, sentía excitación ante tal toqueteo, la humedad que sentía en mi vagina lo demostraba, y lo duro de mis pezones.

Alejandro estuvo un rato masajeando mis pechos y apretando una y otra vez su paquete contra mi trasero. Por más que mi cabeza intentaba soltarse de mi opresor, mi cuerpo no respondía, de pronto una de sus manos se apoyó sobre la parte superior de mi muslo derecho, de a poco fue subiendo hasta poder acariciar mi hermosa cola, me la acarició con bravura, yo hice un esfuerzo para voltear la cabeza un momento y vi su rostro enfermizo, parecía un lunático, su boca abierta casi babeando delataba un placer morboso, Alejandro extasiado por tenerme a su entera disposición me dijo -¡¡Eso, déjame mirar el rico culo que tienes!!Mientras seguía admirando mi cola, tomó mis nalgas, las separó y siguió apoyando más fuerte su bulto sobre la línea de mi cola, yo podía notar las palpitaciones de su excitado miembro, mientras mi hermosa cola se enterraba bajo su enorme barriga. Me tomó de las caderas y me seguía apoyando su paquete con fuerza, ya después de un rato me dijo -¡¡Vaya, pero que buenas nalgas tienes, las siento bien grandes contra mi pedazo!! Yo no podía casi controlar a mi cuerpo que se sentía más excitado aún, con un calor que por momentos apenas me dejaba respirar. Me quedé observando lo que el gordo hacía y vi como Alejandro se entretenía con cada parte de mi cuerpo.

-¡Que buena estás Martha…no eres más que una pendeja que tiene un cuerpazo y tal parece que ahora yo voy a disfrutarlo! Yo comencé a llorar al escuchar decir todo eso sobre mi, pero mi cuerpo estaba indefenso y no podía hacer nada para evitarlo, una sensación extraña recorría todo mi ser y no podía creer que esto estuviera pasando con el hermano de mi mejor amiga, siendo un sujeto que no era ni siquiera atractivo y estando yo solo con mi panti y una blusa que arremangada dejaba a la vista mi brasier que apenas tapaba mis pechos. Mientras que él me miraba, sonreía de manera enfermiza. Mientras que seguía apoyándome y me decía al oído -¡Estas muy buena Martha!

De pronto me tomó por la cintura y me volteó violentamente, quedando a la altura de su pecho, siendo él mucho más alto que yo, rápidamente sus manos alzaron mi ropa interior para apretarme los pechos, yo lloraba ante el abuso y sentía sus fuertes apretones que erizaban poco a poco erizaban mis pezones; él al darse cuenta rápidamente de la erección de ellos, me dijo -¿Te gusta que te manoseen las tetas putita? Yo no respondí, pero sentí que mi cara se sonrojaba, era evidente que eso le había contestado, en un movimiento rápido sus manos terminaron de quitarme mi blusa y mi sostén, intenté cubrirme, pero mis manos no las podía levantar, el se quedó boca abierto mirándome un rato y luego dijo en tono eufórico -¡¡Que buenas tetas Martha, te felicito, son mejor de lo que creía!! Y pensar que siempre te las miraba como iban rebotando cuando salías con esas blusas de golfa, y ahora las tengo aquí, a mi alcance, sin que me quepan en las manos.

Y luego de esto me las apretó con fuerza, mientras que comenzó a lamerlas descontroladamente, luego de aprovecharse lo que quiso de mis pechos, los soltó, me giró sobre el colchón y sus manotas se fueron directo a mi cola, me la apretaba y manoseaba violentamente, mientras que me miraba y me decía sonriendo vilmente -¡¡Que culo tienes, que bueno esta, tienes un culazo …¿te gusta que te toquen el culo? Yo comencé a gimotear, mientras las lágrimas seguían cayendo por mi rostro, odiaba esa forma de tratarme, pero mi cuerpo parecía que no.  -¡Que rica que estás!! ¡¡Y yo voy a aprovechar ese lindo cuerpecito que tienes!! ¿Te gustaría que te premie con mi lechita? Yo lloraba más y más, pero Alejandro seguía y comenzó a desabrochar su cinturón llevando su mano hasta llegar a su gran bulto de sus pantalones. De pronto, él me tomó de la barbilla y me dio un beso violento, su asquerosa lengua se metió por completo en la mía, yo no pude ni siquiera cerrar la boca, luego Alejandro lamió mi cara y mis lágrimas, era totalmente asqueroso y humillante.

Poco a poco, me fue jalando hacia la orilla de la cama, yo intentaba pelear contra mi cuerpo y el suyo, para soltarme, pero no podía, no sabía porque, cuando llegamos al borde, él me inclinó sobre la superficie, dejándome apoyada casi en un vértice, mi cabeza se quedó enterrada en el colchón y mi cola por el otro lado, servida para que el gordo abusara cuánto quisiera. Mientras me acariciaba mi cola, el muy vil, sacó su miembro, que era totalmente venoso y gordo, luego lo acercó a mi cara, para empezar a darme pequeños golpes con ella, yo no paraba de llorar, era muy humillante y el gozaba más y más, diciéndome en tono de burla -¿Qué te parece cómo me tienes perrita? Yo solo gimoteaba rechazo y asco, pero estaba muy atragantada con mis lágrimas, sus manotas de pronto comenzaron a darme unos fuertes palmazos en mi cola, que lo tenía obsesionado, podía sentirlo en los apretones o palmadas que me daba.

De pronto se paró de la cama y se puso detrás mío, yo lloraba inconsolable, entonces el maldito se desprendió de su pantalón, yo ahí supe que no había vuelta atrás, el maldito iba a violarme y mi cuerpo no respondía para negarme, yo volteé cómo puede y lo vi como estaba mirándome la cola fijamente, luego su mano acarició mi entrepierna sintiendo los jugos de mi cuerpo, él se rió y me dijo algo que me hizo entender todo -¡¡Ahhh, que rico es poder disfrutar de tu cuerpo sin que resistas!! ¡¡Esas pastillas que te puse en el café, funcionaron a la perfección!! Yo al escuchar eso, comencé a llorar más y a pensar en docenas de insultos, eso explicaba los mareos repentinos y que ahora no me pudiera mover, a pesar de mi inmovilidad, mi cuerpo respondía a sus caricias, pero no era mi mente, que no concebia que un sujeto tan asqueroso estuviera cogiéndome, era mi cuerpo, era obvio que él sabía que mi cuerpo estaría dispuesto e indefenso, no había nada que hacer, él seguía riéndose de mi desgracia y me decía -¡¡Que precioso culo tienes Martha!!

Al terminar de decir eso, agarró su gordo miembro ya muy duro y empezó a darme golpes en mis nalgas y con la otra mano me las manoseaba, de pronto se detuvo y en un movimiento rápido, jaló de los tirantes de mi tanga y la bajó hasta mis tobillos, se quedó quieto un segundo y acotó -¡¡Que culo tienes Martha, está bien rico, páralo y vuelve a menearlo!! Y me dio una fuerte nalgada, yo con mucho miedo solo podía quedarme quieta, él tomó mis nalgas con sus manotas y puso la punta de su gordo miembro en la entrada de mi vagina y poco a poco comenzó a abrirse paso, yo me quedé estática, así que poco a poco fue metiendo su miembro dentro y el dolor comenzó a subir, estaba muy gorda para mi y me hizo gritar de dolor

-¡¡Mmmhhhhgggggggg!! Solo pude gemir. El no se detuvo y metió hasta el final su miembro y dijo medio entrecortado -¡¡Ahhhggg que apretadita estás, que rico me la aprietas Ahhhhh!! Yo sentía un dolor fuerte y un poco de falta de aire, sentía como su miembro parecía que me partía pero a mi cuerpo parecía gustarle más y rápidamente mis pezones se pusieron muy duros. Por momentos se me pasaba por la cabeza el sentirme tan deseada. En un movimiento rápido volteé hacia atrás y pude ver mi prenda íntima en el suelo y mis piernas bien abiertas, realmente me tenía totalmente expuesta para él, estaba a su total disposición, después me tomó por las caderas y empezó a penetrarme cada vez más rápido, sentía como con cada embestida de ese miembro gordo y grande me llenaba y me calentaba más.

No podía casi contener a mi cuerpo que estaba cada vez más cerca del orgasmo, era obvio que lo que me había puesto era muy fuerte, porque no podía casi ni pensar y poco a poco comencé a gemir para su asquerosa satisfacción -¡¡Ahhh ahhh ahhh ahhhhhh oh mmmmmh oohh!! Él al escucharme aceleraba sus embestidas y me penetraba con mucha fuerza, sentí que me partía por dentro, era un dolor de extraña sensación, en eso el maldito agarró mis nalgas y empezó a moverla rítmicamente hacia su miembro mientras que me decía ¡¡Aaaahhhhh que rico que coges Martha, estas mejor que una puta de lujo, nadie me había excitado tanto, vamos mueve el culo asiiii aaahhh!! Yo lloraba al escuchar sus insultos, pero mi cuerpo seguía fiel a su objetivo de terminar. Me habría estado cogiendo por varios minutos, ya me había acostumbrado a mis gemidos y al ruido que provocaba mis nalgas al chocar con su vientre, con un movimiento rápido, me tomó de los brazos y los jaló hacia atrás y así en esa pose me comenzó a coger con más fuerza, metía y sacaba su miembro de mi ser de una manera increíble y dolorosa para mi, mientras que él entre gemidos decía ¡¡Aahhhh que bonita te vez asiiiii disfrutándolo como una putita!! En esta posición en estimulaba totalmente por lo que no pude más y estallé en un gigantesco orgasmo que hizo sentirme tan culpable y sucia y él sabía cómo debía sentirme ya que me dijo al oído suavemente -¡¡Disfruta tu venida Martha, sé que te gustó!! Yo tenia mucho odio, me sentía totalmente humillada, pero mi cuerpo en lugar de volver a la normalidad subía cada vez más su temperatura, el debía saberlo, porque rápidamente y sin perder tiempo subió mi tanga refregando bien mi cola y me tomó del brazo para dejarme al centro de mi cama, yo gimoteaba y lo insultaba intentando safarme, pero su fuerza era muchísimo más que la mía y su tamaño ni hablar. Luego de quedar encima de mí, rápidamente me tomó por la cintura, me giró y me metió un beso asqueroso moviendo a todo lo que daba su lengua contra la mía, sus manos bajaron hasta agarrarme fuerte de los cachetes de mi cola y me apretó contra él para comenzar a moverme contra su bulto, me estaba refregando vilmente mientras que su boca parecía que succionaba la mía, era algo totalmente espantoso.

De pronto, sus manos soltaron mi cara y se pusieron sobre mis hombros, yo seguía inmóvil, entonces él dejó de besarme y me dijo con un grito -¡¡Vamos, esto te va a encantar putita!! Y luego empujando de mis hombros, quedé abajo a la altura de su gorda panza. Yo aunque intenté resistirme, él me tenía con muchísima más fuerza, así que quedé a la altura de sus caderas, su miembro estaba gordo y muy duro, nunca había tenido uno tan cerca de mi rostro. Si bien había perdido la virginidad con mi novio, todo fue de un modo tradicional. Alejandro al tenerme totalmente sometida siguió humillándome, dándome golpes en la cara con su miembro, que parecía una macana de lo duro que estaba, yo lo miraba completamente asustada y llorando, hasta que se detuvo, se tomó su hinchado miembro y me empezó a golpear mis pechos, mientras que con la otra mano me las apretaba fuertemente, después de unos minutos se detuvo y se inclinó un poco hasta poner su miembro a la altura de mis pechos y me dijo -¡¡Vamos bebé, ahora dame un buen masaje con esas tetotas que tienes!! Yo no sabía a qué se refería, pero su miembro en mi canalete lo daba por sobreentendido, así que llorando más y más, sentí como me tomó los pechos y los juntó contra su miembro, sin hacer nada más, Alejandro rápidamente comenzó a mover su miembro arriba y abajo y agarrándome mis pechos impuso un vaivén lento y humillante, mientras que gozaba terriblemente y entre gozos me decía -¡¡Que bien lo estás haciendo putita, me vuelves loco con estas tetas!! Estuvo un rato así gozando de mis pechos y del masaje que estos le hacían, entonces tomó su miembro y lo apuntó a mi boca, sosteniéndome la cabeza, yo me ahogué y casi vomito, el olor era bastante fuerte, pero no tenía otra opción que meterme ese miembro a la boca, ya que él me tomó la cabeza con las dos manos y empezó a moverse rítmicamente, me estaba cogiendo la boca con un movimiento que me lastimaba al ser tan gruesa, me dolían mucho las comisuras y comencé a intentar manotear y golpearlo para que parara, pero solo tenía fuerza para levantar un brazo, él se rió y me dijo mirándome fijamente -¡¡Tranquila nena, déjame disfrutar de esa hermosa boquita!! Y siguió un poco más rápido, yo sufría mucho y los costados de mi boca me dolían de tan estirados que estaban, él comenzó a tirarme del cabello, mientras movía mi cabeza para adelante y atrás aumentando el dolor, yo pensé que me desmayaría, no se cuanto tiempo fue que estuvo así pero pareció una eternidad, hasta que paró y dio un último empujón metiendo su miembro lo mas adentro posible de mi boca.

Yo empecé a toser sin control, mientras el sonreía con aires de victoria y mirándome burlonamente me dijo -¡¡Hoy te voy a matar a pijasos perra!! Yo lloraba y lo miraba fijamente, con mucho odio al saber que él debía sentirse un ganador, al poder tenerme absolutamente impotente entre sus manos, para hacerme lo que quisiera y cuantas veces quisiera, estaba en sus manos para gozarme a voluntad. Luego sin mediar palabra, me levantó y con un fuerte empujón me tiró sobre la cama, yo me asusté por la violencia y sabiendo que empezaría a violarme, pero eso a mi cuerpo parecía lo excitaba más y más, yo temblaba de miedo mirando como él se acariciaba su gordo miembro y lo masturbaba lentamente, mientras se deleitaba mirando mi cuerpo con esa cara de enfermo depravado. Luego con su voz fuerte me dijo -¡¡Vamos pendeja, ábrete de piernas!! Yo temblaba y lentamente lo iba haciendo, tanto como podía, mientras él miraba babeando casi, luego con mucho miedo y vergüenza, abrí mis piernas lentamente, doblando mis rodillas, y cerré los ojos fuertemente. Mis lagrimas caían por mi rostro mientras que mi cuerpo pedía a gritos un desahogo, él se acomodó sobre mi, lo podía sentir sudando y agitado ya con una excitación incontrolable, y luego sentí la punta de su miembro en la entrada de mi vagina, el calor se animó en mi interior y el aprovechó para hundir todo su enorme miembro en mí, sentí caer su barriga sobre mi vientre, su peluda y tosca piel se aplastaba contra mis muslos. Su respiración era cada vez más agitada y ansiosa, parecía un perro desesperado.

La situación de que me gozara Alejandro, con su cara de estúpido, su morbo asqueroso por las prostitutas, siendo mayor que yo, con una panza prominente y muy feo; me hacia llorar cada vez más y me daban ganas de matarlo, pero a mi cuerpo no le importaba nada de eso, la humedad en mi vagina facilitaba el mete y saca y mi cara me ardía del calor que sentía. El gordo empezó un vaivén mas o menos rápido y mi cuerpo reaccionaba internamente a sus embistes, pronto mis gemidos empezaban a escaparse de mi boca -¡¡Mmmmm!! ¡¡Ahhhhhh!! Cada vez gemía más fuerte mientras que mis lágrimas recorrían mis mejillas, él al darse cuenta de mis gemidos y mi dolor interno aprovechó y entre risas de burla me decía, -¡¡Ahhhhhggggg Martha, ahora es tarde, tu increíble cuerpo ya es mío… siente como te cojoooo…. !Disfruta de mi vergaaa! El dolor que me causaban sus palabras era imposible de describir, me sentía humillada. Solo quería que esta pesadilla terminara, cuando se detuvo de pronto, sacó su miembro, se hizo para atrás y tomándome de los tobillos, junto mis piernas y las puso cada una sobre cada uno de sus hombros y luego empezó con sus embistes pero mucho más fuertes que antes, el ritmo era salvaje y violento y yo gritaba mas que gemir ¡¡Ahhhh!! ¡¡Ahhhhyyy!! ¡¡Ahhhhyyy!! El transpiraba cada vez más y gemía fuertemente mientras que me decía -¡¡Eso Martha, sos mi puta!! ¡¡Me encanta ver como te saltan tus tetas, vamos gritá puta, gritá!! El se movía contra mi cuerpo con un deseo y odio parecía que me hacía sentir más miedo.

De repente tiró mis piernas sobre mi, quedando casi encima mío y acelerando aún más la penetración, su cara de gozo y su transpiración eran demasiado espantosas, él debía suponerlo porque me miraba y se reía vilmente, de pronto el maldito me escupió, logrando que su saliva cayera en mi rostro, yo lloré con furia ante esa nueva humillación, y él debió darse cuenta porque volvió a escupirme, pero esta vez haciendo que su saliva cayera en mis pechos, la humillación era demasiada, pero el se excitaba más y más, porque continuaba lanzando espesos escupitajos por todo mi rostro y mis pechos mientras aceleraba sus embestidas haciendo que me muriera de humillante placer, se reía vilmente y me decía -¡¡Vamos, juntate tus tetas, aprietalas!! Yo con lágrimas en los ojos no podía hacer nada mientras que él gemía cada vez más y yo poco a poco también iba sintiendo mucho calor, era evidente que iba a llegar a un orgasmo ¡¡Ahhhhhhhffff!! ¡¡Ahhhh!! ¡¡Ahhhh!! ¡¡Ahhgggggggg!! Mmmmmhhh!! El de pronto en un movimiento rápido se salió de mi, dejando mi orgasmo a medio terminar, se puso al costado mío y se masturbó sobre mis pechos, acabando rápidamente sobre ellos y salpicando mi cara, yo lloraba cada vez más, y el disfrutaba con mi llanto, ya que luego comenzó a golpearme con su miembro casi muerto y a pasármelo por mis pechos y cara, llenándome de los restos de su lefa, lo refregó por toda mi cara, mis ojos, nariz, barbilla, etc. Era muy espantoso como se aprovechaba ese gordo inmundo, yo lloraba sin consuelo, mientras que mi cuerpo seguía sintiendo ese calor descontrolado.

Luego se acostó al lado mío, con su respiración agitada y suspirando seguramente después del terrible orgasmo que acababa de tener, no se cuanto tiempo estuve en silencio llorando, mientras que él recuperaba su respiración normal, se puso a revisar su cel y a enviar algunos mensajes. Cuando de pronto, su celular suena recibiendo algunos mensajes, veo su cara denotando mucha alegría, se incorpora y quedando su rostro cerca del mío me tapó la boca y me dijo al oído -¡Parece que aún tenemos tiempo y yo todavía tengo mucha leche para darte putita!! Así que descansa un poco, y quédate así, desnuda, que en un rato volveré a gozarte. Luego de esto se salió hacia la cocina. Lloré con más intensidad, de saber como el maldito se iba a seguir aprovechando de mi cuerpo y cómo yo no podía hacer nada para impedírselo. Lo peor de todo es que mi cuerpo quería recibirlo, estaba todavía muy excitada, sin lugar a dudas lo que me había puesto en el café era muy fuerte, y mi cuerpo me lo hacía notar.

Pasó cerca de media hora, lo escuchaba en la sala, y yo, atrapada en mi propia habitación, hasta cuando pensaba irse? Empecé a recuperar la movilidad de mi cuerpo y el calor que sentía empezó a bajar, pero no así el de mi vagina, la cual seguía contrayéndose de vez en vez, haciéndome recordar las sensaciones que había tenido no hacía mucho con mi asqueroso vecino. Lo odiaba por la forma en que me había engañado, sí, no tenía duda, pero no sabía si era producto de la droga que me había dado, o si mi cuerpo había respondido a los movimientos de ese gran pene dentro de mí, el caso es que hasta ese día no había tenido un orgasmo tan monumental, aún podía sentir con toda claridad como mis paredes estaban dilatadas, y comoescurría su asqueroso semen por mis piernas, claro que en esos momentos sólo estaba preocupada porque esto terminara.

Escuché ruidos en la puerta, Alejandro estaba del otro lado, empecé de nuevo a tener mucho miedo, y me cubrí con la sábana. Entró desnudo, solo cubierto por una toalla.

Hola puta, todavía me duelen las bolas de cómo me las has exprimido, pero ya estoy listo para volver a gozar de ese cuerpo.

¡¡Déjame, maldito infeliz!!, quiero que te vayas de mi casa.

Se acercó sin hacerme caso y me arrebató la sábana de un jirón, aunque ya podía moverme, poco podía hacer, ayudado por su fuerza, me empujó boca abajo y con su peso me aplastó, sus manos sujetaban mis pechos, mientras su miembro asqueroso se restregaba sobre mi cola.

Hay que ver el culazo que te cargas, y eso que no te lo hemos roto.

Me llené de terror al escuchar eso. Me retorcí cuanto pude, pero poco podía hacer, él parecía divertido al darse cuenta de que no podría hacer nada por evitarlo. Resignada, me quedé quieta y sentí como su dedo gordo y sucio comenzaba a acariciar mi agujero posterior, solo atiné a llorar más fuerte

Estuvo sobándome un rato mis pechos con una mano mientras la otra sobaba mis nalgas, yo solo enterraba la cabeza en la cama, esperando lo peor. Cuando sentí la punta de su dedo empezar a forzar mi agujero posterior, perdí el control

Nooooooo, por favor, haré lo que me pidas, pero no me folles por el culo. Soy virgen..

Luego de escuchar esto, detuvo sus caricias por unos instantes, pensando en que hacer a continuación

Pero que buena noticia putita, así que te voy a estrenar la cola. Vaya egoísta que eres, con ese culazo que te cargas y no quieres que tu macho lo estrene.

Estuvo un rato así, domándome, poseyéndome, metiéndome mano por todos lados, y yo solo lloraba resignada y sabiendo que podía cogerme cómo y por donde quisiera.

Pareciera que mis lloriqueos lo conmovieron, pues fue menos brusco, y luego de un rato me dijo:

Está bien, puta, te voy a dar una oportunidad, si no quieres que te rompa el culo, vamos a jugar un pequeño jueguito

Se levantó y yo solo lo miré hacía arriba, escuchando lo que iba a decirme, esperanzada en qué pudiera librarme de esto.

Voy a ir a tu sala, en 2 minutos vas a seguirme y una vez que cruces la puerta te pondrás de rodillas, y caminarás en cuatro patas, como la perra en celo que eres, y me pedirás que te coja, tienes que rogarme si hace falta. Quiero que me demuestres que tan trolita puedes llegar a ser, si no terminas convenciéndome o te niegas a algo que yo te diga, o peor, te niegas a salir de tu cuarto, se acaba el juego, y te rompo el culo tan fuerte como yo quiera, yo temblaba en silencio, aguardando lo peor, y sabiendo que no podría negarme a nada.

Espera, putita, déjame ver qué puedes usar.

Empezó a hurgar en mis cajones y mi ropa interior, sacando ropa y tirándola al sueño, hasta que luego de revolver toda mi alcoba me aventó un par de prendas a la cama,

Ponte esto, quiero que salgas vestida así y me convenzas de follarte, me ruegues si hace falta, si no estoy contento o lo haces mal, te cargo y te rompo el culo hasta que sangres.

Las prendas en cuestión eran un brasier de playa, muy diminuto que había dejado de usar luego de que me crecieron los senos, unas medias de red negras y una tanga roja aunque Alejandro le había hecho algunos «arreglos», ayudado con unas tijeras le había hecho una abertura entre las piernas, de modo que aún con la tanga puesta, el gordo podría tener acceso libre a mi vagina. Luego de aventarlas, salió de mi cuarto.

Me los puse resignada, y con la intención de evitar más daño que el que había sufrido. Salí de mi cuarto lentamente y lo vi sentado al fondo en el sillón de la sala, totalmente desnudo. No tenía muchas opciones, quise terminar con esto rápido. Poniéndome de rodillas gateé hacia él, mirando hacia el piso.

Mírame puta, dijo totalmente dueño de la situación. Levanté la mirada, mirándolo con desprecio y odio.

Ahora dime qué quieres Martha. Recordaba sus órdenes, pero mi orgullo se negaba.

Parece que tienes algo que decirme

Alejandro, desde que te veía en casa de mi amiga me imaginaba tu pene y que se sentiria tenerlo dentro, así que, por favor Ale, quiero que me hagas tu mujer

Anda Martha, acércate

Me acerqué lentamente cruzando las piernas lo más que podía, él sentado en el sofá, solo se acariciaba el pene deleitándose con lo que veía y saboreando lo que vendría. Así pude verlo más detenidamente, su cuerpo gordo y sudado, una panza sobresaliente, pero con un jugoso miembro entre las piernas, poco más de 20 cm, totalmente erecto, grueso, tanto que le costaba rodearlo con su mano, no era normal que estuviera así y con mucho vello lo cual me causaba mayor repulsión.

Acércate putita, que mira lo que tengo para vos.

Ya estando cerca de él quise levantarme, pero me obligó a permanecer así, hincada

Vamos, acaríciamelo, tómalo con las manos, sube y baja para que lo sientas completo.

Tuve que tomarlo con ambas manos, a pesar del asco que sentía, inicié un lento vaivén.

Vamos Martha, despacio, acércate y bésalo

No, fue mi respuesta automática, me negaba a someterme al despreciable sujeto.

Anda putita rica, o termino metiéndolo por la fuerza en tu boca, y seguirá tu culo

Resignada, tuve que acercarme y besarlo, mientras con una de sus manos me dirigía para pasarle mi mano de la base a la punta, sobárselo por un buen rato, y besarle todo el erecto miembro desde la cabeza hasta las bolas. Dentro de mi empecé a mirarme como en la lejanía, como viendo una porno que alguna vez vi en su sala con mi amiga, propiedad de su puto hermano que ahora me tenía literalmente besándole las bolas

Con la poca experiencia que tenía, vi su pene así, tan erecto y duro, y empecé a sentir de nuevo ese calor que antes casi me ahogaba. Mi respiración se aceleraba. Así como estaba, el maldito gordo me dijo:

Levanta ese culazo que tienes que quiero tocártelo

No, por favor, mi cuerpo se estremeció.

Tranquila, que por el momento no te culearé, quiero ver que tan mojada estas por la vergaza que tienes en las manos

Tenía razón, mi entrepierna se sentía húmeda, aun contra mi voluntad mi cuerpo seguía respondiendo a favor de mi asqueroso vecino.

Me tiró de las medias hasta romperlas. Y con la tanga rota, no tuvo problema para acceder a mis labios vaginales y estuvo manoseándome otro rato, mi vagina prácticamente goteaba cual grifo de agua, nunca me había sentido así.

Ya basta puta, o terminaré en tu cara y has de estar deseosa de sentirla dentro, pero no voy a hacerlo hasta que tú me lo pidas. Vamos, pídemelo.

Permanecí muda, mi cuerpo a pesar de estar descontrolado por el calor, no quería darle gusto al maldito.

Anda o se acaba el juego, que ya estas cerca de pasarla, y si no…

Avergonzada, y completamente humillada, dije tímidamente,

Vale métemela Alejandro, dije con una voz apenas audible.

¿Qué has dicho?

Que me la metas

Vamos puta, que puedes hacerlo mejor

Conteniendo las lágrimas casi grité

Venga Alejandro, cógeme, que estoy que no aguanto

Volvió a reír con esa risa que odiaba, mucho más a partir desde ese día.

Bien dicho Martha, y ya que estas tan deseosa, no seré yo quien te lo niegue. No te muevas, te quiero quieta, así como estás

Situándose detrás de mí, separó un poco mis rodillas mientras mis manos y cabeza se apoyaban en el sofá. Con toda la calma del mundo se acomodó a la altura de mi vagina, y sin quitarme la tanga y con las medias rotas, solo sentí como apoyó la punta de su miembro y me la metió casi de un tirón.

Aaaaaaaggggh, no pude reprimir el grito, y hundí la cabeza en el sofá para que no me oyera. No funcionó ya que de inmediato me dijo:

Vamos Cin, levanta la cara que quiero ver esa expresión tuya mientras te vuelvo a llenar la concha de leche

Me jaló un poco el cabello, y apoyándose en mis hombros empezó el mete y saca

Ayyyyy, agggh, ayyyy. Maldito gordo de mierda

Sin embargo, mis caderas se movían como por instinto, en menos de 5 minutos, volví a alcanzar un orgasmo, me reprimí lo más que pude, pero no pude evitar el escalofrío de mi cuerpo

Agggh, Martha, como tengo ganas de, así como estás, romperte el culo de una vez.

Nooo, por favor, he hecho todo lo que me dijiste.

Tranquila, hasta ahora vas muy bien, pero te daré a escoger, donde quieres mi lechita, en tu coño o en tus tetas.

Nooo, ya basta por favor

Elije putita, que estoy por terminar y aquí donde estoy mi verga está más cerca de tu culo

Está bien, está bien, terminé diciendo, termina en mis tetas

Siiiiii, hahahaha, como tu digas, putita.

Se levantó y volvió a sentarse en el sofá, su verga estaba brillosa de mis jugos, la colocó entre mis pechos y comenzó a sobarse con ellos mientras los estrujaba con violencia, doliéndome de tan fuerte que lo hacía.

Al fin terminó, vaciándose sobre mi barbilla y mi pecho, cerré los ojos y la boca para no probar su asqueroso semen, el cual cayó sobre mis tetas, mientras él las seguía sobando y distribuyendo el líquido asqueroso. Trató de acercarlo a mi boca a lo cual la moví hacia un lado con desprecio

Aprovechó mi confusión para tomarme del cuello y darme un beso repugnante. Ya ni siquiera pude llorar, era más el asco que sentía que la tristeza, finalmente él se levantó, recogió algo del piso y me dijo:

Bueno zorrita, estuviste fantástica, no sé tú, pero yo lo disfruté bastante.

Me tapé con una toalla que encontré por ahí, era pequeña, pero no me importó, cualquier cosa que me cubriera era mejor.

Ahora mismo volvía a follarte si pudiera, pero parece que tus padres no deben tardar en llegar.

No le repliqué nada, solo quería que se fuera de ahí. Se vistió con calma, sin dejar de mirarme como lloraba, a la vez que me decía

Bien hecho putilla, hoy me has dejado seco, pero espero que otro día me invites a romperte el culo.

Se dirigió a la puerta de salida. Lo seguí y apenas salió a la calle, corrí a cerrar la puerta y puse la cerradura y le grité con rabia.

Eso nunca pasará maldito, ya verás, ¡¡¡Iré a denunciarte!!!

Solo escuché su risa a lo lejos, con esa maldita expresión burlona que odiaba

– Ya lo veremos, hahahaha, ya lo veremos.

Los siguientes días fueron una tormenta de emociones en mi interior. El recuerdo del abuso de mi vecino me dolía, pero los orgasmos conseguidos con ese gordo asqueroso me torturaban a diario mientras otra parte lo odiaba por haberme engañado y abusado de mi cuerpo. Esa tensión sobre lo delicioso que había sido esa sesión de sexo iba creciendo más y más, las veces que había estado con mi novio no recordaba haber sentido tanto placer, y ese recuerdo se fue haciendo más y más fuerte hasta volverse obsesión, tanto que en la siguientes dos semanas, me reconcilié y me fui a coger con mi novio, pero fue cuando me di cuenta de lo mal cogida que había sido hasta entonces, de que mi novio se corría durando menos de 2 minutos luego de penetrarme y no me daba tiempo ni de excitarme, no era nada parecido a esa noche con mi vecino, y ni hablar de su tamaño. Así que a los pocos días volví a romper con él. Luego de una semana me ennovié con otro chico, que aunque tenía más aguante que el primero, su pija resultó ser decepcionante en tamaño. Y así, seguí buscando otro hombre; al cabo de un mes ya había cambiado de novio 4 veces, dónde se hizo habitual coger con cada uno siempre que se podía y empecé a ganarme la fama de la chica fácil, esa a la que te podías coger en la primera cita, tanto creció mi fama que varios chicos de grados mayores se acercaban a flirtear conmigo. A mí no me importó ni mi reputación ni entregarles mi cuerpo mientras me consiguieran un buen orgasmo. Y aunque ninguno resultó realmente bueno en la cama empecé a disfrutar esas sosas sesiones de sexo imaginando esa descomunal tranca de mi vecino mientras mi novio en turno me penetraba. Se hizo habitual en mí buscar coger a la primera oportunidad, y tomaba pastillas anticonceptivas a diario para evitar un embarazo no deseado.

Así pasó otra semana entera, y yo tenía que reprimir mis ganas, o aliviarlas masturbándome, cuando el fin de semana recibí un mensaje en mi celular. Era de Alejandro.

«Hola Martha, ¿quieres ver qué bien la podemos pasar? Asómate al patio de mi casa para que veas algo fabuloso y recuerdes lo que pasó la otra noche»

¿Qué podía ser? Carcomida por la duda me acerqué al patio y me quedé escuchando, para ver si percibía algo al otro lado. No sé oía nada, pero luego de un par de minutos, pude oir la voz de Alejandro que parecía estar acompañado de una chica.

—¡De rodillas, guarra! Plaf plaf ¡Plaaaaaaaaaaaaaaaaassssss! ¡Así, puta! ¡Plaaaaaaaaaaaaasssssssss! — Oía decir al gordo a través de la pared, asi como los golpes que le propinaba a su acompañante.

—Vamos adentro. Nos van a… oír… — oía decir a la mujer.

— No te preocupes, aquí las vecinas están acostumbradas a que me coja una puta todas las noches! — Decía el infeliz, mientras solo escuchaba los quejidos de su acompañante.

—¡Así, a cuatro patas como las perras, con el ojete bien abierto! —

¡Plaaaaaaaaaaaassssssss! Oía desde el otro lado del muro. No tenía el valor de asomarme, estaba nerviosa, el corazón me latía con fuerza pareciendo que se me iba a salir del pecho en cualquier momento, mis pulsaciones habían aumentado y comenzaba a sudar. Me armé de valor y tomando una silla del patio fui subiendo lentamente poco a poco la cabeza, centímetro a centímetro, tratando de cubrirme con alguna rama del árbol.

Oía chasquidos…como de algo líquido, como cuando te frotas las manos con jabón con fuerza. Plaf Plaf Plaf

—¡Aaaaaaaaahhhhhhhhhhhhh! ¡Ooooo…oooo… oooooohhhhhhh… jooo….der… no seas tan bruto….oooooohhhh….! — escuchaba decir a la pobre chica. Me fui asomando de a poco. Pude visualizar que el gordo la tenía recargada en una silla de jardín mientras le aporreaba las nalgas. Era una mujer entrada en los 30s, con el cabello teñido de rubio, las tetas eran pequeñas, pero sus caderas eran mucho mayores que las mías, cuando el gordo le jaló el cabello para darle la vuelta y ponerla de rodillas frente a él pude notar su estómago que estaba marcado por estrías y cicatrices, y su panza denotaba que estaba algo pasada de peso. Estaba totalmente desnuda y tenía toda la pinta de una mujer de la calle. el gordo le acomodó su miembro que para entonces ya estaba a punto de explotar y se lo metió a la boca, tan profundo como se lo permitió la chica, que empezó a forcejear

—¡Mmmmmgghh…mmmmggh…Espe..mmmmmmggghh…!— la chica luchaba por respirar. Los sonidos de la chica habían sido amortiguados ya que tenía la boca llena de pija. Alejandro mantenía el mete y saca tan rápido como podía, y su tamaño llenaba la boca de la chica por completo.

—¡Aaaassssiiiii…mira que bieeennn…! ¡Perra!! ¡Asssiii…jajajaja asi me gusta que disfrutes como la puta que eres! ¡Plaaaaaaaaasssssssssssss! Ahora quiero meter toda mi reata en esa boquita —Seguía diciendo Alejandro.

—¡Aaaaaaaaaagggghhhhhhh! ¡Mgggghhhhhhhh! — Parecían arcadas mezcladas con tos y fuertes jadeos, como los de una persona que recién sale del agua…

—¡Venga coño…! ¡Adentro, más adentro! —Decía él — ¡mírame a los ojos mientras te metes mi rabo en tu boca, hasta el fondo, me gusta ver como babeas y lagrimeas, puerca! —

-¡Mmmmgghh…iiii…uuuuuuuuuuuuugggggggghhhhhhh! … se escuchó salir de su boca, lo que parecía una tremenda arcada salí de su garganta, acompañada por una intensa tos.

El tamaño de su nabo  no entraba en su boca y solo pudo meter su glande con mucho esfuerzo que le producía a la prostituta una sensación de náuseas por lo grandote que era, mientras Alejandro se entretenía magreándole las tetas y sus dedos empezaron a hundirse dentro de su conchita mientras la mujer le pasaba la lengua a lo largo de su miembro y chupaba sus bolas.

— Ahhh… sigue mi putita, continúa tragandola que por eso te pago, Ven culona, quiero que te pongas como perrita para clavarte. —

La puso en cuatro patas y pasó su pene por toda la concha para luego empezar a meterlo. Podía ver cómo su enorme nabo se abría paso por la conchita de la tipa. Alejandro la sujetaba de las nalgas mientras la mujer seguía quejándose.

— Ayyy… bastaaa me duele, ay…—

— No putita, te voy a reventar la concha con mi pingota, tan fuerte para que los vecinos puedan escucharte — Luego de decir esto, volteó a dónde estaba yo escondida y me guiñó un ojo.. no pude soportar más. Bajé mi mano para meterla dentro de mis pantis, y comenzar a masturbarme mientras veía como el gordo seguía gozando de aquella pobre mujer.

— Si, mírate putita, sometida, mientras te destrozo ese coñito. Así, muévete, quiero que hagas que me venga dentro tuyo, mueve ese culazo, está noche eres mi putita —

La gran vergaza de mi vecino resbalaba dentro de la concha de la puta, mientras le chupaba con fuerzas las tetas y ella gemía como loca.

— Ayyy…yaaa… por favor….. acaba…. —

— Cállate mi culona, no grites tanto, que mis vecinas son muy decentes — Se rió a carcajadas luego de esa frase. Siguió por un rato, luego le dió vuelta acostándola sobre la mesa la jaló de las piernas hacia el filo, levantó sus piernas hacia sus hombros y sin decir nada enterró nuevamente su vergota en la conchita.

— Ahhh ya nooo, ayyy eres una bestia, un salvaje…AAAAHHHH —

— Así, grita, sigue, mientras mi pinga te rompe la conchaza que tienes, te voy a follar hasta que ya no puedas caminar —

Mis dedos seguían entrando y saliendo de mi conchita mojada e imaginaba que era su verga la que me apretaba la concha. Imaginaba que su verga ahora entraba casi completamente y sus bolas golpeaban los lados de mis nalgas.

Las tetas de la chica se balanceaban de un lado a otro mientras seguía siendo penetrada

— Dime que te gusta, mmm que culote que tienes, eres una ricura mi nena —

El entrar y salir su verga producía un ruido como cuando uno refriega la ropa cuando la lava, yo estaba cada vez más mojadísima y excitada..

Alejandro removía su enorme pene dentro de la prostituta y yo moría de placer escuchándola gemir, en eso hizo que ella se arrodillara al filo, agarró sus tetas y puso su platanazo entre ellas y las apretaba, la punta de su miembro quedó a la altura de la boca de la mujer, por toda su cara haciendo que se la chupe, apenas entraba su cabeza en la boca.

— Vamos putita, échale saliva y límpialo con tu boquita —

Le echó saliva y un hilo de baba unía su boca con la cabezota del pene y luego la metía hasta el fondo y subía y bajaba por todo su pene. Una y otra vez hizo lo mismo.

—Ahora vas a desquitar tu paga. !Chúpame el culo, marrana de mierda, me voy a correr! ¡Me voy a correr! —A pesar del asco que me produjo oír sus palabras, me sorprendí al ver a la puta sacar la lengua mientras el gordo separaba más las piernas y metía la cara de la humillada mujer entre sus sucias nalgas. Oía perfectamente los chupeteos, los que debía estar propinándole al ojete asqueroso de ese gordo subnormal y pervertido, no podía creer que aún si le pagaran se dejase someter a semejante abominación, no merecía ni siquiera llamarse persona, era un puto animal. No comprendo como alguien aceptaría humillarse así. Pero mi vagina, chorreando líquidos, opinaba otra cosa.

—Bbbbbffffffffffffffffffff! ¡Asssssiiiiiiiiiiiiiiiiiiii! ¡Oooooooooooooooohhhhhhhhh!

—Sigue chupando mientras me pajeo el rabo… ¡Aaaaaaaaahhhhhhhh! ¡Yaaaaaa me vengoooooo! ¡Tooomaaaaaaaaaaaaaa! — Lo último que ví fue a Alejandro darse la vuelta rápidamente apuntando a la cara de la mujer. Observaba la cara de lujuria del gordo al correrse de forma abundante en la cara de esa pobre chica, que mantenía la boca abierta y los ojos bien cerrados tratando de tragar lo que cayera en su garganta. Ya no pude mirar. Me bajé y me fui a mi cuarto, solo pude pensar en continuar masturbándome, aún si ya había conseguido el orgasmo, mi cuerpo seguía queriendo más. Mientras estaba en mi sucia labor, recibí otro mensaje, “ven putita, ahora es tu turno”. Mi cuerpo me rogaba por ir a casa del gordo pero la razón pudo más, así que terminé de masturbarme y fui a acostarme imaginando que iba yo a su casa y Alejandro me destrozaba el culo como me había prometido la vez anterior y al final se venía sobre mi rostro.

A partir de esa noche, se hizo habitual que el gordo me mandara contenido erótico a mi celular, los siguientes videos que recuerdo eran de algunas jovencitas siendo folladas por miembros de tamaños monstruosos, o por varios hombres a la vez. Noches después recibí varias fotos de su miembro erecto y un vídeo corto de Alejandro masturbándose sobre una foto mía en bikini azul y bañando mi imagen en su semen. La foto la habría conseguido de un viaje a un balneario que había hecho con mi amiga Olga. Otras noches me mandaba videos de algunas cogidas en su cuarto con la puta en turno. Todos los vídeos siempre venían con textos como «como extraño venirme en tu carita» quiero volver a jugar con tus tetotas”, «no veo el día de follarme tu culo» y así, con cada video terminaba con la invitación a ir a su cuarto a hacerlo realidad. Y cada noche iba pudriendo mi mente y llenando mi cuerpo de deseo. Para mí se hizo habitual masturbarme por las noches, y no solo eran por los vídeos. Lo bizarro y asqueroso de recordar a ese gordo gozando de mi cuerpo aquella noche, poco a poco en lugar de asquearme comenzó a causarme curiosidad.

Nunca me di cuenta cuando todo cambió, pero estoy casi segura que fue cuando una de esas noches recibí un mensaje en el celular de Alejandro como era ya habitual, tenía un archivo de vídeo adjunto y con el título: Para Martha.

Sabía que siendo del gordo, iba a ser contenido erótico o porno, así que fui a mi cuarto, y le di play, entonces ví algo que me perturbó. Está vez no eran esas mujeres desconocidas que abundan por internet o alguna puta rentada, sino era de aquella vez que me violó. Luego de dejarme encerrada en mi cuarto, desnuda y bien cogida, puso su celular en la sala, por lo que el video mostraba cuando salí de mi cuarto con la ropa que me dió, y me veía con toda la fachada de otra de sus putas. En el vídeo solo se veía como salía del cuarto e incluso se escuchaba que le rogaba que me cogiera, de modo que para cualquiera que lo viera parecía que yo suplicaba por todo y aceptaba todo lo que me hizo. Al ver esas escenas pude ver con todo detalle aquella noche que Alejandro abusó de mi cuerpo y me obligó a humillarme y recordé lo mucho que contra mi voluntad llegué al orgasmo, sin quererlo y sin proponérmelo, cuando terminó, para mí sorpresa mi vagina estaba completamente húmeda, a pesar de la humillación que aún sentía al recordar esa noche, no pude evitar bajar mi mano para comenzar a masturbarme. Pronto comencé a gemir. Recordaba la humillación y la violencia, y el asco que sentía por mi gordo vecino, pero en esos momentos podía más el recuerdo del placer. Repetí el vídeo nuevamente y comencé a recordar mientras veía mi cuerpo curvilíneo toqueteado por Alejandro, con todas esas capas de grasa de su panza me causaban extrañeza pero también excitación. Veía como se bamboleaban mis pechos y mis nalgas al ritmo de las embestidas del gordo. En eso estaba, metiendo hasta 3 dedos en mi vagina cuando el celular sonó por una llamada entrante. Era Alejandro.

— ¿Hola? —

— Putita, me imagino que ya recibiste el video, ¿verdad? —

No respondí, el gordo aprovechó mi desconcierto para dar por sentado que ya lo había visto.

— Como puedes ver, tengo en video la prueba de que me rogaste que te follara como una puta viciosa, y que luego gozaste de la cogida como una perra en celo. Espero ansioso el momento de volver a gozar de ese cuerpazo que tienes, y montar ese culo. ya sabes dónde encontrarme para lo que se te ofrezca. Espero que sea pronto, porque me estoy aburriendo de ver este video y necesito material nuevo —

Mientras pensaba en un sinfín de insultos pude escuchar su risa burlona, y como me colgaba. Creo que esa noche debí haberlo visto más de diez veces, y cada vez excitarme a tope y masturbarme hasta alcanzar el orgasmo. Me obsesioné mirando el video en secreto en mi cuarto, por un lado pensando en como podía denunciar el abuso sexual de mi vecino, pero por otro analizando cada detalle, podía revisar cada gesto de dolor en mi cara, cada penetración, cada frase que me obligó a decir y recordando las sensaciones de ese día con esa gruesa morcilla de mi vecino, terminaba caliente y metiéndome hasta tres dedos hasta alcanzar el orgasmo. Después me quedé reflexionando sobre el vídeo ¿Quién pensaría que había cogido yo alguna vez con ese gordo contra mi voluntad? ¿Sería posible que Alejandro me hubiera hecho gozar por la fenomenal cogida? ¿O solo fue producto de la droga que puso en mi café, la que me hizo estar relajada?

Hasta que finalmente una noche pude salir de la duda

Era viernes, llegué temprano de la escuela y no había nadie en casa, ya que habían ido a visitar a una tía, y yo me quedé por la escuela. Iba vestida con un pantalón blanco pegado, una tanga pequeña se asomaba por encima de mi cintura y a través de la delgada tela del pantalón, llevaba una chamarra de mezclilla y un top debajo. Entré como normalmente lo hacía y fui a la cocina, ahí estaba dejando mis cosas sobre la mesa, cuando escuché una voz a mi espalda

— Hola Martha, me encanta cuanto te vistes como una zorra luciendo el culo —

Me quedé paralizada, ¿cómo había podido entrar y estar ahí dentro de mi casa? titubeé sobre salir corriendo o lanzarme a mi cuarto.

El aprovechó para alcanzarme y atraparme

— Hoy no vino la puta que contraté ¿Qué te parece si me invitas a ver el video que te mande eh? —

— Suéltame maldito, te voy a refundir en la cárcel por estar aquí sin permiso, además de lo que pasó el otro día —

El rió fuertemente

— ¿Así que te molesta más que esté aquí en tu casa que la vez que te culee? Jajaja, además no creo en tus amenazas, si fueras a hacerlo, ya lo habrías hecho, o es te gustó tanto que esperas el día en que se repita? ¿Aún conservas el video, no? Apuesto a que por las noches lo miras y te excitas recordando como te culeaba —

Yo solo guardé silencio. Era verdad lo que decía y mi cara roja de vergüenza, le dió la razón. El solo sonrió, me tenía por la espalda y tocándome los pechos, mientras sentía en mi cola como crecía ese miembro que en los últimos días soñaba casi a diario.

— Dime Martha, que fue lo que te gustó más, ¿cuando te la metía cuando estabas en 4, o cuando te cogí en tu cuarto? —

— Jódete, maldito gordo —

Cerraba los ojos, lo odiaba, pero mi cuerpo sentía sus manos apretujar mis pechos a su antojo, su verga detrás en mis nalgas, nuevamente mi cuerpo empezaba a calentarse, y esta vez no había sido drogada. Mis manos se retorcían intentando resistirme, pero ya había aprendido la vez pasada que su fuerza era mucho mayor que la mía.

Su mano desabrochó mi pantalón y metió descaradamente una gruesa mano en mi entrepierna. Para mi sorpresa, estaba húmeda.

— Putita, estás hirviendo —

Su otra mano ya estaba bajo mi blusa, y me retorcía los pechos, pasando de uno a otro y acariciando mis pezones. Yo me resistía débilmente, pero sabía que en este punto ya no había vuelta atrás, Alejandro volvería a violarme, aunque esta vez mi cuerpo lo deseaba, ya sea por curiosidad de lo que había sentido antes o el deseo de volver a experimentar las sensaciones de la vez pasada, claro que no iba a darle el gusto de hacérselo saber.

Prácticamente me jaló en dirección hacia mi habitación. Ya mi blusa y brasier estaban arremangadas encima de mis tetas y mi pantalón totalmente abierto. Haciendo uso de su fuerza, y teniéndome de espaldas a él, me hincó sobre mi cama, y con toda facilidad me arrancó la chamarra y la blusa. Luego me empujó la cabeza hacia abajo sobre la cama, dejando mi culo parado y a su disposición. Me recargó descaradamente su miembro en mis nalgas mientras sentía su respiración en mi espalda desnuda, sus manos oprimiendo mis senos mientras con su peso, restregaba su ya enorme paquete en mi trasero.

En un movimiento rápido, y de un tirón bajo mi pantalón hasta las rodillas, apenas intentaba darme la vuelta o volver mis pantalones a su sitio cuando ya me tenía nuevamente sujetada.

— Así me gusta que te vistas con esas tangas de  puta, ¿acaso te la pusiste esperando que hoy viniera a cogerte? —

Estuvo restregándose un rato, mientras sus manazas apretujaban mis nalgas, de vez en vez le daban un cachete, escapando gemidos de mi boca, Alejandro era dueño de la situación, y me tenía en sus asquerosas manos

—Vale Martha, dime, ¿la quieres? Dime que la quieres —

— Jódete infeliz —

— Vamos perra, que ya estás bien mojada, y aunque no me lo digas, sé que deseas este pedazo de carne dentro de ti —Y continuaba sobándome aquí y allá.

— Ya basta, vete por favor —

— De ti depende que lo hagas bien o que sufras, ya viste la vez pasada que bien te la pasaste, así que coopera o lo hago a mi manera, y directo en tu culo, que ya desde la vez pasada me quedé con ganas —

Nuevamente sentí el terror sobre mi espalda, claro que lo había gozado, pero la sola imagen de esa enorme verga partiendo mi virgen anito, me hizo abandonar mis intentos de soltarme, me puse blanda y él notó de inmediato mi cambio de actitud y cual era mi punto débil.

— Así me gusta puta. Anda, sácala para que pueda darte gusto —

Tuve que darme la vuelta, quedé de frente y le desabroché el pantalón voluntariamente, con mi mente reprochándome por someterme, una cosa era dejarse violar al sentirte indefensa y sin posibilidad de escape, pero esta vez elegía por mi cuenta humillarme, abandonarme a los deseos del repugnante sujeto. Aún a mi pesar, mi mente en ese momento solo pensaba en sentir nuevamente ese miembro penetrando mi vagina salvajemente. Bajé sus interiores para tener frente a mi su grueso pene.

Ya con el miembro bien erecto, mientras Alejandro me acariciaba los pechos con una mano, con la otra dirigía su pene hacia mi boca. Al sentir su horrible olor a sudor, me resistí. Mi última línea de femineidad y orgullo se resistía a someterse. Lo dejé acercarse a mi boca, pero no la abrí, solo le rozaba apenas con los labios.

Alejandro se reía divertido, parecía no tener prisa, empezó a cachetearme con su pene en la cara, restregándose en mis mejillas. Su otra mano me tomó de la nuca para evitar que apartara mi cabeza.

— Vamos Martha, ahora quiero que me la chupes —

No quería darle gusto así que solo entreabrí los labios mientras el me paseaba el glande como si fuera lápiz labial. Sentía lo duro que lo tenía y desesperadamente caliente, así que, dominada por la lujuria, abrí poco a poco la boca, el me acercaba el glande y luego se alejaba.

— Vamos putita, cómetela, si lo haces bien te daré tu premio —

Este juego hacía que poco a poco fuera siguiendo voluntariamente su pene, la presión de su mano en mi nuca era cada vez menor, y el pensamiento en mi cabeza de querer tomarlo y metérmelo hasta la garganta se hacía mas repetitivo y fuerte.

— Saca la lengua zorra, déjame sentir lo caliente de tu boca —

Estaba que ardía, trataba de que no se me notara pero mis pezones estaban duros y poco a poco sacaba mi lengua voluntariamente para darle un lengüetazo en la punta, el seguía paseándome su pene por toda mi cara, así, luego de unos minutos, comencé a sacar la lengua y lamerlo con mayor profundidad, casi sin darme cuenta ahora tenía la boca bien abierta y él podía meter y sacar la mitad de su pene y pasearlo por mi lengua y labios a voluntad. Voluntariamente empecé a apretar su glande cuando echaba hacia afuera su miembro. Ale me dejó un rato lamiendo al azar su erecto animal, hasta que tuvo ganas de algo más. Me tomó del cabello, obligándome a mantener la boca abierta y en la posición más conveniente para él. maniobró a su antojo la velocidad y la profundidad.

— Apriétamela Martha, quiero que aprendas a chuparlo como una puta profesional. Déjame gozar de tus labios —

Lo dominante y salvaje del momento me pusieron caliente en un instante. Era un instinto animal que me imploraba aparearme con ese macho alfa. Estaba deseando meterlo más profundo, para averiguar si cabría todo en mi boca, y que casi pareciera como casualidad. Nunca habría aceptado chupar un pene, nunca de ese gordo pajero y menos de la forma que lo hacía. Estaba fuera de mí, incluso buscaba acelerar las embestidas que me daba, apretaba el glande justo cuando retiraba su pene, y trataba de que no notara que lo estaba disfrutando, pero lo erecto de mis pezones era difícil de disimular. En un instante de cordura pensé ¿Cuánto más iba a seguir? No quería que se viniera en mi boca, me parecía asqueroso y humillante, pero no sabía cómo decirle que se detuviera, pues sabía que seguiría ahora de forma más salvaje hasta venirse en mi boca como escarmiento. Por fortuna, antes de que tuviera que elegir me dijo:

— Ya basta putita, que todavía quiero montarte — Se alejó un poco quitándose los pantalones y sus enormes interiores, mientras yo relajaba las mandíbulas, que empezaban a dolerme por el esfuerzo.

— Acuéstate en la orilla de la cama, y preparate que voy a cogerte —me ordenó mientras me miraba con lujuria.

Utilizó sus manos para abrirme las piernas, tan separadas que me dejaba mi vagina totalmente expuesta. Yo estaba hipnotizada por su miembro rojo y erecto, y mirando como lo apuntaba hacia mí. El momento con el que estaba fantaseando desde hace ya varios días iba a pasar en unos segundos.

Me tomó de ambas piernas, apoyándose con sus manos sobre mis rodillas, colocó su miembro en la entrada de mi vagina y me penetró casi de golpe. Por más que evitaba emitir cualquier ruido que delatara mi calentura, no pude evitar un gemido largo y placentero.

— Mmmmmgghh —

— Dime perra ¿te gusta sentir mi verga? — Su sonrisa a escasos centímetros de mi cara, dejándome oler su aliento a cerveza rancia me hacía odiarlo, y a su vez, sentir coraje por mi misma por lo mucho que estaba gozando.

— Por supuesto que no, maldito gordo hijo de puta —dije entre sollozos, en parte por el coraje de la humillación, en parte para apagar mis gemidos de placer.

— Si, jajajaja, ese soy yo, este mismo hijo de puta que otra vez te va a cabalgar como la puta yegua culona que eres —

Estuvo así un rato, yo cerraba los ojos para no mirar y apretaba los labios para no gritar de placer, sentía su peso sobre mí y su panza rebotando sobre mi cuerpo juvenil, tan distinto al de las putas que él acostumbraba. Sus jadeos se hacían más constantes, y su sudor iba pegándose a mi cuerpo, sentía arder mi parte baja, mientras sentía como entraba y salía, tan rápido como podía dada su rolliza complexión.

Estuvimos así como 5 minutos, por ratos gemía sin poder contenerme, por mucho que intentaba no hacerlo, y Alejandro se daba gusto, me manejaba a su antojo.

— Ahora date la vuelta — me ordenó, retrocediendo un poco y sin forzarme, seis segundos después ya estaba yo con la cara mirando hacia el colchón y con la cola en alto Sentí deslizar su verga dentro de mi coño. En esa posición al menos no tenía que mirar su rostro horrible y lujurioso, y su verga se colaba más adentro, por lo que mis gemidos iban en aumento, la sentía hasta la garganta. Siguió dándome mientras yo enterraba la cara en la almohada para apagar mis gemidos. Estuvo restregando su pene en mi trasero, rozando mi culo, parecía obsesionado por mi culo, y no pasó mucho tiempo hasta que no pudo disimular más sus planes.

— Bien Martha, debo decir que te has portado bien, pero sabes que me calienta que te muevas así, y ahora si ya no voy a resistirme a romperte el culo —

— No Ale, por favor, me harás daño, tu pija es muy grande —

— Vamos puta, te gustará, lo haré con cuidado —

— No por favor, he cumplido con todo lo que me has pedido, por favor —sentía miedo, mucho miedo por el dolor que iba a sentir, pero el placer parecía anestesiarme, dejarme más complaciente, y curiosa por saber si se iba a sentir igual de bien.

— Cállate, zorra, que verás que después me rogarás para que te dé otra vez por el culo, me pedirás tú sola que te culee, además te lo prometí la vez pasada, que iba a romperte la cola —

Estuvo penetrándome por varios minutos más, a veces la enterraba lo más que podía, me la dejaba ir hasta el fondo, de vez en vez la sacaba y la restregaba entre mis nalgas, mojando mi culo con mis propios fluidos, a la vez que me decía:

— Anda puta, ofréceme el culo, Pídeme que te dé por culo, Déjame romperte ese culazo que tienes —

Y me la metía hasta el fondo de mi vagina, para luego acelerar la velocidad y follarme con ganas, yo estaba en la gloria, mi mente se nublaba, al borde del orgasmo, Alejandro retrocedía y se salía por unos segundos y volvía a lo mismo, se restregaba en el canal de mi culo y volvía a penetrarme por un rato. Repitió esto al menos 4 veces. No me dejaba venir el muy cabrón, finalmente desesperada le grité:

— Ya basta hijo de puta, haz lo que quieras. Termina y lárgate —

Ni siquiera volteé, pero estaba segura que tenía una sonrisa en el rostro, Le estaba dando permiso a Alejandro de darme por el culo por primera vez, desvirgar ese culo perfecto con el que tanto había soñado, ese que no le había dado siquiera a mi novio.

De inmediato sentí apoyar el grueso glande en mi ajustado ano. Sin mayor lubricación que los restos de su penetración vaginal, estuvo metiéndolo poco a poco, pero la verdad es que era tan grande que lo hacía difícil, estuvo presionando por casi un minuto y apenas había metido la cabeza cuando el primer tirón de dolor me invadió:

— Aaaaahhgg, Mmmgff, Yaaa, Yaaaaa. Sácala por favor. Déjame cabrón, me lo estás rompiendo. Aaaaaay, ya no por favor, espera, sácalo, me duele mucho —

— Calla putona, y relaja el culo, que te la voy a meter completa —

Siguió empujando y centímetro a centímetro su pene seguía alojandose en mi intestino mientras yo no paraba de gemir de dolor. Llegó un momento en que ya no lo disfrutaba para nada, pero Alejandro usaba su fuerza para mantenerme con la cabeza hundida en el colchón y con el culo muy en alto, ofrecido para que lo desvirgara.

Estuvo presionando hasta meter la mitad, después, ayudado solo por su saliva, lo dejó ir de golpe, ahí sí no pude evitar gritar de dolor. Las lágrimas comenzaron a salir sin control.

— Aaaaahhgg aaaahhhh, ya basta por favor —

— Ya, ya, tranquila, ya entró toda Martha, relájate, ahora te voy a llevar al cielo —

Me resistía, pero Ale me controlaba cualquier intento por escapar, así como estaba me tenía completamente empalada por detrás sin posibilidad de moverme, solo podía gemir, llorar y dejar que me manejara a su antojo.

— Mírate Martha, el gordo que despreciabas ahora te está estrenando ese culazo que tienes. Tu cola se acaba de tragar todo mi miembro por completo —

Ganó más la curiosidad, volteé para ver si era verdad y efectivamente, ví su enorme panza completamente pegada a mi cola, y su verga desaparecía tras mis caderas, me tenía completamente enculada. Se movía lento de adelante hacia atrás, y con cada embestida yo sentía sus testículos chocando contra mis nalgas.

Después de un rato, mis caderas empezaron a moverse por sí solas, un calor recorría toda mi espina dorsal, y gemidos cada vez más fuertes salían de mi garganta, además el muy cabrón usaba una mano para tocarme por debajo el coño, aumentando aún más lo que sentía.

— Mírate perra, que mal que no puse la cámara, te habría grabado como te abri el culo, al menos déjame tomar unas fotos de cómo te tengo, montada como una vulgar perra, para que después recuerdes quien te estrenó ese culazo, te lo voy a follar tan fuerte que no vas a poder sentarte en un mes —

— Ahhhhh, malditooooo con cuidado que me lastimas, aaaaaah Aaaaahhgg —gritaba a la vez que mis caderas aumentaban el ritmo.

Yo sentía un calor indescriptible y cada vez me excitaba más y más, mi cuerpo comenzaba a moverse por instinto y a culear cada vez a mayor velocidad, como solo las hembras se mueven para elevar su placer. Cuando comenzó a acelerar las embestidas, volteé a mirarlo, observaba cómo mis senos y nalgas se movían al compás de sus embestidas, mientras me apuntaba por la cámara de su celular. Entonces me liberé de todo pensamiento, dejé mi decencia y ataduras y comencé a gozarlo y a gritarle:

— Aaaayyyyy, hijo de puta, la tengo hasta el fondo de mi culo, me estás matando, me dueleee, maldito gordo maricón, infeliz de mierda, ¡¡me estás rompiendo el culoooo!! —

Mis palabras lo pusieron a full y sus estocadas se hicieron más rápidas, eran terribles, parecía como si quisiera reventarme la cola, dejó el celular, puso una mano en mi espalda y la empujó hacia abajo, dejando mi cola más levantada y expuesta, y después me tomó con firmeza de mis caderas mientras que seguía bombeando a un ritmo infernal, que me hacía gemir cada vez más, y ya no lo podía disimular

— ¡¡Ahh!! ¡¡Ahh!! ¡¡Ahh! ¡¡Ahh!! ¡¡Hijo de puta, me partes toda!! ¡¡Ahh!! ¡¡Ahh!! Cabrón… Sigueeee. No te detengas. ¡¡Termina de estrenar mi culoooo!! —

— Hahahahaha, eso perra, suplica para que te siga rompiendo el culo, que gusto me estoy dando. Ahora te lo voy a llenar de leche..—

De pronto sentí su miembro cada vez más duro, y sabía que estaba por acabar, entonces me quedé quieta lo más posible dejándole mi cola a su disposición, él entre jadeos y sudor me gritaba:

— ¡¡ Martha, siempre tuve fantasías de hacerte esto y ahora al fin lo estoy logrando, ¡¡al fin te estoy rompiendo ese culazo con el que siempre soñé!! —

Sus fuertes estocadas me hacían ver las estrellas y me hacia gritar cosas sin control

— ¡Agghh, Alejandro, malparido, gordo de mierda, hijo de puta! Me estás follando el culo. Cógeme infeliz desgraciado, no te detengas, estrena mi culo, sigue cogiéndome, ¡¡rómpeme mi culoooo virgeeen!! —

Luego de esas palabras sentí como empezaba a llenarme con su asqueroso líquido, entraba muchísimo, bombeó un poco más de tiempo, hasta que la sacó de un tirón, aventando mis caderas hacia un lado, me tomó del pelo violentamente y me giró, dejándome boca arriba en la cama, luego se volvió a poner delante de mí, masturbándose y seguía largando lo que le quedaba de su liquido en mis pechos y mi cara, mientras que gemía sin control

— ¡¡AAhhhhh!! ¡¡AAaahhh!! ¡¡Muy bien putita rica, muy bien!! ¡¡aaahhhh!! ¡¡Siente como te dejo toda llena de mi leche puta!! —

Y seguía acabando sobre mí, como una lluvia de su líquido pegajoso que caía sobre mi cuerpo. Luego de terminar tan bestialmente su respiración no daba más, parecía que se iba a infartar por lo agitado que estaba, yo no abría los ojos por la cantidad de liquido que tenia en mi cara, pero sentía que se había puesto al borde de la cama, como pude me limpié un poco y vi como Alejandro se vestía, obviamente satisfecho con todo lo que me había hecho, y cuando terminó de vestirse me dijo:

— Ahora me perteneces entera, puta, primero te hice mía por el coño y ahora tu culo también me pertenece, de ahora en adelante tu cuerpo estará a mi disposición para follarte por delante o por el culo cuando se me antoje y serás mi putita siempre que quiera ¿Entendiste golfa de mierda? —

Yo no dije nada, pero ahí, en la cama de mi cuarto, desnuda, bañada en su semen por toda la cara y con la cola rota, estaba más que entendido que Alejandro iba a seguir disfrutando de mi cuerpo y mi cola cuántas veces le apeteciera, y la verdad, aunque no le iba a dar el gusto de admitirlo, el terrible orgasmo que todavía sentía hacía que anhelara que aquel día fuera pronto.

Habían pasado 2 días cuando Alejandro me habló a eso de las 7 PM al celular, mis padres estaban en casa viendo algún programa por la TV. Me levanté y fui a mi cuarto.

— ¿Hola? —

— Hola Martha, estoy solo en casa y tengo las bolas llenas de leche, que dices? ¿por qué no vienes a abrirte el coño para mi? —

Miré de reojo a donde estaban sentados mis padres, mirando la TV.

— Bueno, es que ahora estoy ocupada, no creo que pueda — Trataba de sonar convincente, pero la verdad es que mi voz temblaba de excitación, y mi vagina comenzaba a humedecerse.

— Mira putita, te quiero aquí en 5 minutos, ¿ o prefieres que vaya por ti a tu casa? —

Dudé por un momento, seguro que el muy cabrón se atrevería, y no quería darles explicaciones a mis padres.

— Vale, está bien, espérame un poco en lo que me arreglo —

— Ponte algo que me caliente, y que te pueda quitar rápido —Colgué, a la vez que iba a mi cuarto pensando en qué ponerme.

— ¿Quién era? — Preguntó mi madre

— Mi amiga Olga, que si puedo ir por ella a la estación porque quiere contarme algo. Creo que rompió con su novio —

Mi madre me miró de soslayo, pero no dijo nada. Fui a cambiarme, me puse una blusa blanca transparente y me quité el sostén, me puse una tanga roja y una minifalda lisa a medio muslo, y para disimular esas fachas de golfa me puse un suéter largo encima y unas mallas debajo.

En cuanto salí a la calle me quité el suéter y las mallas, y me presenté a la casa de al lado.

— Pasa, está abierto —me ordenó una voz

Entré y no vi a nadie, por lo que me dirigí a su cuarto. Ahí pude ver a Alejandro. Al verme sonrió, su mirada tenía ese brillo de la lujuria

— Vaya Martha, estás hecha toda una puta de lujo. Ven aquí putita —

— Serás cabrón Ale, mis padres están en la casa. No puedes solo llamarme cuando se te antoje, no te pertenezco —

Sentado como estaba me empezó a tocar por debajo de la falda y yo por instinto separaba las piernas.

— Eres mia puta, y estarás para mi cuando tenga ganas de usar tu cuerpo —

Me dio la vuelta y me empezó a chupar por encima de la tanga, mis nalgas se levantaban por instinto, facilitando al cerdo metiera su lengua más adentro de mis entrañas. Luego de un minuto, me hizo inclinarme para pararle mejor la cola. Mientras me chupaba, sus manos me apretujaban las nalgas de forma brusca a la vez que sus dedos gordos y gruesos me penetraban

— ¡¡Ahora ven y chúpamela nena!! que mi verga extraña tu boquita —

Nuevamente me agaché para mamarlo, él aprovechó para subir mi blusa y dejar al aire mis pechos

— No me digas que no tenias ganas de un buen rabo eh? —

Estuve ahí subiendo y bajando sobre su buena tranca, mientras mi vagina comenzaba a humedecerse, me deshice de mi tanga, y comencé a estimularme hasta mojarme toda. En menos tiempo de lo que les cuento ya estaba lista para recibir esa enorme pieza de carne de Alejandro.

— Ahora súbete en mi y métetela tú solita, quiero verte cabalgar como la yegua culona que eres —

Estando sobre él, me tenía a su disposición completa, con una mano me nalgueaba y jugaba con mi hoyito trasero, con otra me mantenía del cabello y con su boca chupaba mis pechos.

Me tuvo así hasta que comencé a gemir e insultarlo:

— Serás hijo de puta, ahhh, ahhh —

Asi como estábamos se levantó y me dejó en lo alto, penetrándome aferrado a mis nalgas

— Ahhhh, ahhhh, ahhh, sigue, sigue malditoo…. mmmghhhff —

Me sacó asi ensartada al patio, me bajó y me apoyo en la pared que compartía con mi casa

— Ahora si, Martha, quiero oírte gritar para que todos sepan que estás gozando de un buen rabo —

En cuanto pronunció esto, el muy cabrón me penetró por el culo la mitad de su miembro. Contuve mi grito lo más que pude, aunque a la velocidad con que me estaba dando se me escapaban gemidos sin que pudiera controlarlo. También los sonidos de mis nalgas chocando contra su panza eran difíciles de disimular. Cualquiera que estuviera en el patio del otro lado de la pared sabría lo que estaba pasando.

— Agggh, Por favor Ale, vamos adentro, ya no aguanto más —

— De eso nada, putita, quiero que se enteren de lo bien que la estás pasando —

Oía los pasos de mis padres del otro lado del muro “el vecino otra vez esta haciendo de las suyas, seguro pagó a una de esas putas baratas para que le hiciera el favor” El oír a mi padre hablando de la puta que el gordo de mi vecino se estaba culeando, sin saber que era su adorada hija me puso en un estado de excitación al borde del orgasmo. Encima, una de sus manos me pellizcaba los pechos, con la otra mi vagina

— Ya oíste a tu padre, no eres más que una puta barata, Martha, así que hazlo bien— decía el perro infeliz a la vez que soltaba su risa odiosa

— Aaahh, aaaah, joder, que gusto!! Sigue, sigue cabrón —

— Espera putita, date la vuelta y quédate quieta. Quiero venirme sobre ti —

Me dió la vuelta y me echó su semen sobre mi cara y pechos, después se dió el gusto de abofetearme con su verga muerta.

— Jajaja, que gusto me has dado Martha, no te muevas, quédate así, aunque te veo algo inconforme —

— Eres un puto cabrón — le dije mientras me paraba y lo golpeaba en el pecho, el solo se reia, me tomó del brazo y me jaló hacia su cuarto

—Tranqui tranqui preciosa, vamos adentro que aún tengo mucho para darte —

Me jaló hacia la sala, donde se sentó en el sillón acariciando su verga muerta.

— Mira como me la has dejado Martha, ahora quiero que vengas acá y me la pongas a punto de nuevo —

— Jodete infeliz, ya se ha hecho tarde, me voy a casa —

— Si sales, voy y te alcanzo para joderte enfrente de tu casa, en la puta calle para que todos vean lo zorra que eres —

Derrotada me acerqué, miraba su miembro flácido brillante de mis jugos y restos de mi culo, pero me asqueaba llevarlo a la boca. Resignada terminé haciéndolo, total, Alejandro ya me había demostrado que terminaba haciendo lo que él quería, aún a mi pesar.

Lo empapé de saliva como queriendo enjuagarlo y me lo fui metiendo de a poco, el sabor me invadió, y aunque no era desagradable, no era nada anterior a lo que hubiera probado, un sabor salado con un toque agrio, y el olor a sudor.

Alejandro se dió gusto moviendo mi cabeza a su antojo, usando mi boca a la profundidad y altura que le convenía.

Así estuve por varios minutos, nuevamente su pene empezaba a crecer y cada vez me resultaba más difícil mantenerlo adentro, dado que su grosor también aumentaba.

Sabía que podía terminar sobre mi y eso me asqueaba, pero después de sentir como crecía y se adueñaba de mi boca casi en su totalidad, empecé a sentirme mojada en verdad.

— ¿Qué dices Martha? Quieres sentirlo dentro de tu coñito o quieres tu lechita? — Yo no podía emitir palabra alguna, apenas podía gemir entre cada penetrada.

— Bueno, como no contestas, creo que me vendré en esa linda boquita, para que me recuerdes cuando beses a tu noviecito —

Y me la metia más fuerte. Ale sabía lo que deseaba y me iba a obligar a decírselo

— No, espera, no vayas a terminar —

— Si seras puta, ¿quieres que te la meta verdad? Dime qué quieres? —

— Vale, está bien, gordo cabrón, lo admito —

— ¿Qué dices Martha?, desde acá atrás no puedo escucharte —

— Fóllame, métemela gordo de mierda —

— Vas a tener que hacerlo mejor puta, o te lleno la boca de leche —y me jaló hasta hacerme toser

— Métemela Ale, quiero sentirla dentro de mí, dámela ya que no me aguanto. Por favor, METEMELAAA YAAAA —

— Jajaja así está mejor. ¿Y donde la quieres? —

— En mi coño, dámela en mi coño, está mojado y listo —

— Bien zorra, así lo haré —

Me subió al respaldo del sofá, con la cola en alto y parándose detrás de mi me la metió de una hasta que su panza chocó en mis nalgas

— Aaaaaahhh, más despacioooo, me duele, gordo cabrón —

— Grita, grita puta, que si no pensaré que gozas más por el culo, y no voy a negartela —

— AAAYYYY, AAAAAAH, sigue sigue cabrón —

Si alguien estuviera en el cuarto contiguo seguro escucharía mis gritos, pero ya no me importó, aún si me amenazó de darmela por el culo, en realidad no estaba fingiendo, sino dejándome llevar y gritando de verdad por el placer que sentía, sin contenerme

— Aaaaahhgg aaaahhhh siiii sigue gordo cabrón aaaahhhh aaaahhhhg —

Por fin pude venirme, pero Ale seguía vapuleándome sin piedad, aumentando y prolongando mi orgasmo.

Sus manos se aferraban a mis nalgas, abriendo, pellizcando, haciéndome daño,

— Bien puta, me encanta tu coño pero te aviso que voy a entrar por tu culo —

Ya resignada no dije nada, solo me aferré al sofá, hundiendo la cara, esperando lo que iba a venir

El gordo no tuvo consideración. Quiso meterlo de golpe, y aunque su verga estaba húmeda y lubricada, no pudo meter más que la cabeza, aún así, me inundó un rayo de dolor

— AGGGGGGH, gordo desgraciado, hazlo con cuidado — dije mientras mordía el sofá. El ni se inmutó con mis insultos, colocó sus manazas sobre mis nalgas, apretándolas a su antojo mientras me enterraba de lleno su tranca en mi agujero trasero.

En eso se oyó que abrían la puerta, alcancé a escuchar con horror la voz de mi amiga

— Hola, ya vine Alejandro, ¿dónde estás? —

— Vístete rápido, en lo que la distraigo —

— Ale, ¿Hay alguien contigo?  ¿Otra vez estás metiendo tus putas a la casa? Le voy a decir a papá —

Me tapé lo más que pude, me puse la falda y la blusa, sin ropa interior, me cubrí el cabello con una camisa que encontré, y salí corriendo, no sé si mi amiga me reconoció, pero no volteé atrás. Lo malo es que dejé mi suéter y mallas, así como mis llaves, por lo que no me quedó más remedio que tocar.

Mi madre abrió la puerta. Ni siquiera pude mirarla a los ojos, solo le di las gracias a la vez que buscaba escabullirme a mi cuarto, me preguntó que me había pasado, y yo dije que nada, sentía que me miraba mientras abría la puerta de mi cuarto, intercambió una mirada conmigo, pero no dijo nada más. Luego al revisarme en el baño se me cayó la cara de vergüenza, ya que al mirarme al espejo, mi pinta no podía ser peor: la blusa tenía un tirante roto por lo que se veía desde mi hombro derecho hasta el comienzo de mi pezón, el cual estaba erecto por el frío o por la adrenalina, también se notaban varias marcas rojas de los chupones que me había dado el gordo al magrearme los pechos y en mi cuello, de mi falda desacomodada apenas me cubría las nalgas y mi cara, todo el maquillaje corrido en mis ojos por el esfuerzo de comerme la herramienta de Alejandro. El cabello estaba despeinado y ni siquiera llevaba ropa interior que por el vestido se podía notar.

Esperaba que mi madre hubiera querido ser discreta y al otro me preguntara en privado lo que había pasado, pero al día siguiente la encontré haciendo sus cosas y como si el día anterior no hubiera ocurrido. Eso me causó extrañeza ya que de niña siempre fue muy cercana a preguntarme cualquier problema o si me notaba extraña. Sea por lo que fuera, estaba agradecida de que no me interrogara ni revelara mi secreto. En ese momento no noté nada extraño, pero parece que mamá tenía sus propios secretos.