Ya no soy virgen, desvirgada más deliciosa
Ya no soy virgen.
Ya no soy virgen, desvirgada más deliciosa
Hola, soy Samantha pero me dicen Sam. Soy una mujer ya de treinta años pero más de una vez me han confundido con chicas de diecinueve o veinte. Vengo de una familia bien acomodada y muy católica. Fui a muy buenos colegios y me gradué con honores en la universidad. Tengo pelo castaño claro con algunos matizes colorados, ojos marrones, tez muy blanca casi pálida ( al punto que si me tocas me dejas marcas coloradas), no tengo vientre plano pero tampoco tengo panza, eso sí tengo una figura muy voluptuosa desde mis 14 años, la que no va para nada con ni estilo de vida en esos días. Mis senos son enormes siendo casi desproporcionales a mí metro sesenta, pero nunca nadie me dijo nada malo sobre ellos, en realidad es sobre ellos que recibía la mayoría de guarradas en la calle. A mis 28 estaba terminando un doctorado y empezaba a preparar la boda con mí novio de hace quince años.
Con él nos conocimos en el secundario, su padre y el mío se volvieron socios de una empresa por lo que nos veríamos seguido. A mí m es encantaba lo guapo y gracioso que era, y a mí familia que era de «alta moralidad». Cuando cumplimos un año de salir me propuso matrimonio y que me iba a esperar hasta nuestra noche de bodas para consumir nuestro amor. En ese momento me pareció súper romántico y le dije que sí, sin pensar. Cómo era niña todavía toda idea de sexo me parecía asqueroso si no era con tu esposo. Pero no pasó mucho tiempo para que cambiará de opinión.
La primera vez que me dí cuenta que no era tan santa como creía ser, fue cuándo tenía dieciséis años. Estaba en la casa de campo visitando a mis tíos, cuando una tarde se fueron casi todos a dar una vuelta por los campos y ver los viñedos. Cómo no tenía ganas de ir decidí quedarme a tomar una siesta, también se quedó conmigo mí tía que tenía que terminas de coordinar unas cosas para la cena. Me levanto de mí siesta con mucha sed, por lo que voy a la cocina a cojer un vaso de agua. Cuando estoy por entrar, escucho gemidos venir de adentro.
– ¡¿Te gusta así perra?!- escucho una voz masculina, me asomo a la puerta y mí ojos no pueden creer lo que ven. Ahí en la isla de la cocina estaba mí tía, su vestido en el piso, el brassier colgando en el lavadero, y su pantis vaya uno a saber dónde. Ella estaba boca abajo , sus manos se sujetaban del otro lado de la isla y su espalda estaba arqueada hacía el hombre que no era mí tío. Cuando miró la cara del hombre me doy cuenta que es unos de los capataces del campo de mí tío, Tulio, el que siempre nos das la bienvenida cuando llegamos. Por un momento pienso lo peor y mí pobre tía estaba siendo víctima de algo atroz.
– ¡¡Siii, así, más duro!!- la escucho responder con una voz rasposa, que no parecía de ella, ojos cerrados y con una cara que en ese momento me dí cuenta no era de dolor( o por lo menos no solo de eso) sino de puro placer.
En ese momento Tulio empieza a embestirla con más fuerza, que en un momento pensé que la iba a atravesar. Sostuvieron esa velocidad por unos cinco minutos.
– Ah, pero que puta que es mí patrona, ¿verdad que sos una puta barata?- le dice mientras le tira del pelo para embestir con más fuerza.
– Si..- jadea- soy una puta barata-le responde mí tía a lo que el responde con otra embestida profunda y una palmada en la cola.
Me había quedado congelada al descubrirlos, y si bien en un inicio estába indignada con lo que estaba viendo, en un momento empecé a darme cuenta que también estaba jadeando levemente, y sentí un calor en mí entre pierna. Podía sentir como que algo estaba escurriendo de mí. Me puse al lado de la puerta y dejé de ver lo que estaban haciendo, para concentrarme en lo que me estaba pasando, levanto un poco mis vestido y veo que que mis pantis estaban mojadas, me las saco para ver si me había orinado. Pero no, otra cosa estaba saliendo, paso un dedo por la abertura de mí vagina y siento que está empapada de algo viscoso, sigo tocando hasta pasar por un pequeño bulto y siento una descarga . No sabía que era pero mientras más lo tocaba más descarga sentía.
Empecé a sentir cosquilleo extenderse de la punta de lo pies a lo largo de la pierna, en el fondo seguia escuchando los gemidos y el sonido de los cuerpos en cada embestida. Me siento en el piso y me apoya contra la pared, al lado de la puerta de la cocina, para seguir escuchando los sonidos que vienen de ella. Empiezo a masajear ese bulto con más velocidad, sintiendo como el cosquilleo sigue subiendo y se convierte en calor. Me doy cuenta que debajo de bulto está la entrada a mí cabina, y en un momento de curiosidad meto un dedo adentro, y compruebo que de ahí es de dónde venía la sustancia viscosa. Cuándo intento meter el dedo completo siento un gran dolor por lo que lo saco inmediatamente, el dolor me hizo entrar en razón por un momento, y me di cuenta que esto era masturbación, una de las cosas que no se deben hacer, pero una contracción en mí entre pierna mí hizo volver a masajearme, no importa eso ahora, quería seguir sintiéndome bien. Subo la velocidad para estar a la par de los perros en celo que estaban en la cocina.
Con la otra mano juego con unos de mis grandes pechos, siento como como pezones se volvieron duros y erectos. Pellizco en pezón con el que estaba jugando y solté un gemido sin darme cuenta. Detuve mis movimientos para ver si se habían dado cuenta en la cocina, pero cuando escuché que no solo los gemidos sino la embestidas seguían su ritmo, continúe con mí asunto.
En un momento empecé a sentir tanto placer que tuve que morderme un dedo la mano con la que estaba jugando con mis senos. Se me empezó a nublar la mente, abrí por completo las piernas para poder masturbarme con mayor fuerza y velocidad. Si alguien hubiese entrado en ese momento a la habitación hubiese tenido un primer plano de mí vagina chorreando, de mis pezones rojos y erectos, y de mí cara llena de lujuria.
Aún media consciente y todo pude escuchar a mí tía decir -ya casi vengo- entre gemidos, y a Tulio subiendo la velocidad. Me ganó la curiosidad y asomé, media desnuda, la cabeza. Entonces vi a Tulio dándole a mí tía a gran velocidad, mí tía contorsionandose debajo de él y tirando alaridos de placer. Tulio toma un trapo, le tira del cuello hasta que la cabeza está mirandolo y se lo pone en la boca para silenciar los gritos de mí tía. Entonces retoma a toda velocidad la empalada que le estaba dando. En un momento mí tía se desploma en la isla, y sigue gimiendo pero con menor intensidad, como si hubiese perdido todas las energías de golpe, y responde automáticamente a Tulio. Después de unos minutos, Tulio gruñe y saca su pene de mí tía. Nunca había visto uno en la vida real, solo en esculturas y pinturas, pero puedo decir que ese pene era una obra de arte. No era muy largo pero si grueso y muy venoso, sin darme cuenta había empezado a salivar, no tenía mucha idea de nada pero sabía que ese pene merecia una boca y lengua. Mientras seguía babeando por el pene del capataz de mí tía, él arrancó a darle una bombeadas hasta que eyaculó, en la espalda de mí tía.
Embelesada por lo que acaba de presenciar, volví en mí, tomé mí pantis del suelo y volví a mí cuarto, donde seguí tocandome imaginando que en vez de mí tía era yo quien estaba siendo humillada por el capataz.
– mmm, la señorita también es una putita- diría mientras me impala con ese hermoso pene- mejor ponete en rodillas y chúpame bien la verga zorra, te voy a enseñar a ser mujer nenita- con cada frase que fantasiaba que me dijera más calor tenía, hasta que en un momento sentí como un dolor pero en vez de parar de tocarme, me masajé con más fuerza y velocidad hasta sentir una ola de placer. Jadeando y cansada, sentí curiosidad y lamí los dedos para probar de mis líquidos. Tenía un sabor dulce, y me imaginé a mí novio lamiendolos. Sintiendo una nueva oleada de calor volví a reavivar mí imaginación está vez con mí novio de protagonista.
Después de este suceso, comencé a masturbarme casi diariamente y a investigar sobre sexo y las diferentes formas hacerlo. No podía esperar para casarme y poner en práctica todo lo que había visto, aunque iba a ver fantasía que no iba a poder cumplir nunca, como lo es el sexo en grupo o con un hombre que no fuera ni marido. Y es que a pesar de todo tenía todavía la visión que solo podia a hacer esa cosas fuera del matrimonio, podría pecar de pensamiento pero nunca de acción.
Al menos eso pensaba hasta que un mes antes de ni boda, el muy idiota dejó embarazada a una compañera de la facultad, por lo que lo obligaron a casarse con ella. Si bien debería de haberme sentido con el corazón roto, lo que más me molestó es que fuera el muy cabron el que me hizo hace la promesa de castidad. Pero ya no más, pasado unos meses y con la escusa de sanar las heridas, me mudé a otra ciudad para estudiar otra especialización. El objetivo real, sin embargo, es poder cumplir todas mis fantasías sin que nadie este para juzgarme. Pero eso mejor se los cuento en la próxima.
Después de 15 años de abstinencia por culpa de mí ex y su estúpido voto de castidad, pude mudarme a una nueva ciudad con la escusa perfecta de sanar mí corazón roto. Sin la presión ni el ojo encima de mí familia, iba a poder atreverme a vivir mis fantasías.
Había llegado al departamento en el que viviría estos dos próximos años. El mismo no tenía mucho, la cama en el dormitorio y los electrodomésticos en la cocina. Iba a tener que comprar el resto del amoblamiento más tarde. Lo importante era ver cómo conseguir a alguien para me desvirgara. La ilusa que esperaba al casamiento se cansó y quería que le dieran de una vez, no importaba quien.
El único incoveniente era encontrar a ese alguien. Lo malo de estar 15 años fielmente de novia es que no sabía cómo flirtear y mucho menos seducir a un extraño. Mí único material didáctico habían sido los centenares de pornos con los que me había masturbado en los últimos años. Pero no creo que sea tan fácil como pedir una pizza y decir que no tengo dinero, o tal vez si.
Mientras estaba pensando en como arreglar el asunto de mí virginidad tocan timbre a mí puerta. Cuando abro me encuentro con un hombre alto, fornido, de unos 50 años o más, piel morena, ojos marrones y pelo negro con canas. Por alguna razón se me vino a la mente Tulio, el capataz de los campos de mí tío, al que había visto dándole con todo a mí tía en la cocina, y con quién fantasié la primera vez que me masturbé.
-Buenas tarde señorita, soy Rubén el encargado del edificio, vengo a presentarme y a avisarle que el resto de su mudanza acaba de llegar. ¿Quiere que vaya subiendo las cajas?- dijo mientras se llevaba una mano al pecho. Manos grandes y robustas, con dedos grandes y gruesos. Con una mano mia seguro podría envolver dos de sus dedos, y los imaginé jugando con mí sexo. Ya me estaba mojando.
-Hola Rubén, llámeme Samantha por favor- le respondo con una sonrisa mientras le estiró la mano para saludar- no me gusta que me traten tan formalmente- digo mirándolo a los ojos.
-Entendido seño-digo Samantha, pero entonces no me trate de usted- me dice sonriendo mientras toma mí mano y la estrecha. Tenia razón apenas llego a tomar una cuarta parte de su mano con la mía, mis pantis estaban inundadas.
-De acuerdo, entonces Rubén si podes alcanzarme la cajas de la mudanza te lo agradecería mucho- le digo sin querer soltarle la mano.
-Enseguida se la traigo- bajo la cabeza y le dió un beso a mí mano antes de irse.
Tuve que cruzar las piernas con fuerza para calmar las palpitaciones de mí labios. Lo había decidido, Rubén se ganó el billete ganador e iba a ser el afortunado en ser mí primer hombre, solo faltaba notificarlo y que retirara el premio.
Fui a mirarme al espejo, me peiné un poco y me puse un poco de rubor. Me saqué la blusa y quedé con un top de straps, pero podía notar mí brasier así que lo saqué para quedarme solo con el top. Me dejé la falda pero me la subí unos 5 centímetros por arriba de la rodilla.
Guardé el sostén en un ar Tulio, dejé la blusa colgada en una de las dos únicas sillas de la cocina. En eso toca la puerta Rubén, le abro y pasa con dos cajas en brazos, otras cinco en el pasillo del edificio. Me pregunta en donde dejarlas, le indico que en el armario de mí habitación y el resto en la sala de estar. Cuando deja las cajas en el ar Tulio, me doy cuenta enseguida que notó mí sostén porque se quedó un rato mirando el rincón donde lo había dejado. Me pongo colorada pero ni él ni yo decimos nada.
Manuel se da la vuelta y me mira por primera vez desde que entró. Fue casi un instante pero me escaneó con la mirada de arriba a abajo, me dio una media sonrisa y siguió trayendo las cajas.
Cuando colocó la última en el piso veo como su frente estaba llena de sudor.
-¿Querés algo de beber?, En la cocina están las únicas sillas, vaya a descansar ahí- le pido sin saber cómo dar un paso más allá.
-Muchas gracias, hace mucho calor ¿verdad?- me dice mientras pasa a la cocina- Usted también se ve acalorada.
-Si supieras- pensé, busco en la cajas algunos vasos para servirnos agua.
-Completamente de acuerdo- digo mientras entro- ya que estamos sentados porque no hablamos. Es la primera persona en la ciudad a quien conozco.
-Me parece perfecto, porque no me cuenta de usted Samantha, ¿Que la trae a la ciudad?-me dice antes de dar unos cuantos sorbos de agua.
-Estudio, voy a hacer un post grado.- respondo pensando cómo demonios voy a seducirlo contándole mi historial académico- pero eso es una excusa, la verdad es que vengo buscando espacio para conocerme mejor, hace unos meses mí ex novio me dejó casi en el altar por otra mujer a la que dejó preñada. Así que quería alejarme de toda mí familia y amigos, para poder desquitarme a mí manera…
-Hay que ser idiota para dejar a una mujer tan linda e inteligente como usted, pero no sé preocupe aquí encontrará monton de hombres dispuestos a darle un hombro dónde llorar- me dice y siento como su rodilla toca mí pierna cuando se asoma para pasarme la mano por la espalda en forma de consuelo. Lo miro a los ojos, sonreí, y apoyé mis manos en su rodilla, ya casi cantando victoria.
-Muchas gracias, Rubén, me hace falta alguien así.- Rubén apoya su otra mano sobre las mías y empiezo a acercarme a su cara, cuando siento unas palmadas en las manos, y a Rubén levantándose de la silla.
-Y lo va encontrar en seguida, gracias por el agua pero tengo que hacer una cosas y ya casi termina mí turno.- dice mientras saca un papel y lápiz- no se lo doy a los inquilinos pero por usted haré una excepción, aquí le dejo mí número. Si necesita algo, no importa la hora, vendré a ayudarla- me dice mientras me entrega el papel.
-Gracias- digo casi atragantada, claramente ropa ajustada y un poco de tacto no eran señales lo suficiente para avisar que estaba entregada. ¿Qué hacía ahora?¿Decirle directamente «he tú clavame contra el lavado», o «Por cierto antes de irte ¿me podes atragantar con tu verga?». Mientras debatía mentalmente, Rubén llegó a la puerta de mí departamento y me acerco para abrirle. Antes de salir se detiene y me vuelve a repetir
-No importa la hora, vengo corriendo- asiento con la cabeza y me pongo en puntas de pié para darle un beso en la mejilla en forma de saludo y veo como se tensa.
-Un efecto estoy causando, claramente- pienso y estoy dudando de directamente plantarle un beso. Pero se me adelanta y se va por la escalera.
Me quedo en la puerta más cachonda que nunca y de nuevo solo conmigo misma. Frustrada cierro la puerta y me pongo a sacar la ropa de las cajas y acomodarlas en el armario. Después de dos horas de desempacar las cajas, ya era de noche y estaba toda sudada, y todavía cachonda. Repasé el encuentro mil veces, mientras pensaba que debería haber dicho o hecho para darle una clara señal.
Decido darme una ducha larga y caliente para limpiarme y después masturbarme bajo el agua caliente. Me saco la ropa de camino a la ducha, la abro y voy a buscar una toalla, me miró en el espejo y veo mí cuerpo desnudo. No soy inocente, se que tengo un cuerpo voluptuoso, con tetas enormes(necesito mis dos manos para cubrir una sola en su totalidad, y casi siempre tuve que hacer ajustar mis sostenes), una cintura pequeña y anchas caderas que acompañan un trasero del mismo tamaño. De joven sentía complejo, porque no era el cuerpo de una mujer seria y esposa fiel, sino de mujerzuela como decían mis abuelas y a veces mí madre. Pero bueno, siempre fui una mujerzuela de corazón.
Voy a entrar a la ducha pero me doy cuenta de que está fría. Cierro y abro de vuelta la llave, fría de vuelta. Bufo de indignación, me cruzo de brazos, peor no podía ser el día. Es entonces que me acuerdo de la palabras de Rubén. Agua fría es un gran problema, y necesitaba ayuda. Así que voy a buscar el papel y lo llamé.
-Buenas Noches, ¿Quién habla?- escucho su voz gruesa y ya vuelvo a calentarme.
-Hola Rubén, soy yo Samantha, perdón que te moleste tan rápido-
-No usted, nunca va a ser una molestia, dígame qué necesita-
-Su verga en mí cara- pienso mientras paso unos dedos por mí clítoris.
-Es que no sale agua caliente, recuerdo que cuando llegué había pero ahora no, ¿si no es molestia podrá pasar a revisar?-
-Enseguida estoy, nos vemos pronto- me responde, y juro que lo dice sonriendo o tal ves soy yo la estaba feliz
Está vez no le voy a dejar dudas de lo que tiene a disposición. Guardo la toalla y saco otra más pequeña que apenas cubre mí cuerpo. Me miró en el espejo, Ajusté bien la toalla para resaltar mis senos, veo que tiene el largo justo para cubrir mís labios y de atrás se puede ver un poco los cachetes del trasero cuando me inclino levemente.
En eso siento el timbre, así que voy corriendo a atender. Le abro la puerta, y lo veo que se queda congelado al verme, traga saliva.
-Buenas Noches señorita, ¿puedo pasar a ver el problema del agua fria?- me dice pero con la mirada en mis senos, es cuando me doy cuenta que mis tengo erectos mis pezones y no del frío precisamente.- veo que se estaba por duchar
-Si por favor, y ya te dije que no me diga señorita- le doy paso para entrar con una sonrisa.-y si, es ahí cuando me di cuenta del problema.
-Voy a ver el termotanque, con permiso- me dice mientras sigue mirando no solo mis escote sino mis piernas, hasta que se da vuelta para ir a la lavandería que es una pequeña habitación tras la cocina. Mira el termotanque unos segundos- pues el problema es muy sencillo, está apagado. Ahora lo prendo. Va a tener que esperar unos 15 minutos hasta que caliente-.
-A ver , ¿me puede enseñar cómo se usa?- digo mientras me acerco más a al termotanque y a Rubén.
-Claro que si preciosa,-me dice y me pone una mano en hombro mientras me pone delante suyo y apoya su cuerpo a mí espalda, se me para la respiración de la emoción- ve la perilla de ahí- señala con la otra mano- asiento con la cabeza mientras me muerdo los labios tratando de respirar con normalidad- ve que va de 0 a 5, pues 0 es apagado y el resto es para menos a más caliente- baja las manos de los hombros a los brazos y su cabeza a la altura de la mía, y dice esa última palabra en mí oído.
Estaba segura de que mis jugos se estaban derramando por el interior de mis piernas, y podía escuchar las palpitaciones de mí pecho.
-A ver, voy a intentar usarlo- me acerco e intento alcanza la perilla, pero está muy alto, doy unos brincos siendo bien consciente de que con cada salto le estoy dando un primer plano de la parte inferior de mí trasero, como debajo se encuentran el lavarropa, decido usarlo como escalera. Cuando hago el envión para subir siento la manos de Rubén en mis caderas por encima de la toalla.
-Tenga cuidado hermosa, se puede lastimar- me dice mientras me termina de subir con su fuerza, siento que se empieza a soltar un poco la toalla, y mis senos quedaron al límite de estar descubiertos. Estoy segura que a estás alturas él estaba al tanto de mis intenciones, pero quiero seguir dándole un pequeño show.
-Con usted aquí eso es imposible-le digo mirandolo desde arriba por primera vez- aunque por las dudas¿me puede sujetar?.
Sin decir palabra, me sujeta desde las piernas y sé que desde donde está tiene un buen ángulo de mí trasero. Mientras hago que pruebo la perilla, siento como sus manos suben por mis piernas hasta llegar a mis caderas esta vez por debajo de la toalla. Siento sus grandes manos, rasposas y hasta con callos agarrarme con fuerza y se me escapa un suspiro casi gemido.
-Creo que ya entendí, ¿me ayuda a bajar?- pregunto y doy vuelta la cabeza para ver a Rubén a los ojos. Me sorprendió su mirada, ya no era esa mirada amable de la mañana ni la mirada traviesa de hace un rato. Era una mirada de hambre absoluta, me dejó sin aire, ansiosa y expectante. Parecía la mirada de un tigre a punto de saltar a su presa. Y está presa quería ser devorada.
-Apoyate en mí- me dice sin sacarme los ojos de encima, me apoyo en sus hombros y con él aún sujetando las caderas, me doy cuenta de que puede ver sin problema mis labios y mí conchita. Por lo que pienso que sentido tiene la toalla, era hora de poner todas las cartas en la mesa. Así que mientras me está bajando al suelo dejo caer la toalla, en el momento que mis pies tocan tierra.
Antes de que pudiera decir algo siento la boca de Rubén en mí cuello y las manos apretando mi trasero. De un movimento, vuelvo a estar arriba del lavarropas, pero está vez sentada y con Rubén de frente. Pongo mis brazos alrededor de su cuello, y abro la piernas para acercarlo aún más a mí.
Él sube una de sus manos por el costado de mí cuerpo hasta llegar a unos de mis pechos con los que empieza a apretujar, su mano es tan grande que puede cubrir mí teta por completo. Su boca baja a mí otro pecho, y empieza a lamerlo por completo para luego jugar con mí pezón. Empieza a succionar como si quisiera sacar leche,y cada tanto le daba pequeñas mordidas, con su mano empieza a pellizcar el otro pezón.
Estaba que no podía creer mí suerte, jadeaba en cada caricia y gemía en cada mordida. Pero estaba necesitando sentir su piel, por lo que lo alejo de mí, en ese momento me miró confundido, así que le plantee un beso en la boca y empecé a desabrochar su camisa. Cuando entiende que quiero hacer se aleja momentáneamente y se desabrocha y saca la camisa en unos segundos, dejando a la vista su pecho, era fornido pero no musculoso, hasta tenía algo de panza.
Aprovechando el espacio dirijo mis manos a su cinturón para desabrocharlo y seguir con sus pantalones. Cuándo bajo mí manos hacia la cremallera de su pantalón siento por primera vez su erección y se me hizo agua a la boca. Antes de seguir quitando su pantalón, empiezo a masajear su erección desde afuera mientras lamo y beso su pecho mientras voy bajando hasta llegar al pantalón. Es entonces que abro la cremallera, bajo su pantalón y casi desesperada mente me dirigí a sus calzoncillos pero está vez es él quien me detiene.
-Paciencia bonita, vení para acá- se termina de sacar el pantalón y queda solo en calzones, me tomó de la cintura y me guía a la cocina. Se sienta en la silla dónde todavía estaba colgada mí blusa y se saca el calzón dejando libre su erección. No era tan grande como la que le ví a Mario, pero era gruesa y sabrosa- Que cara de golosa,¿Querés probarla bonita?- asiento con la cabeza sin sacarle los ojos de encima de ese delicioso pene.
-Acercate y arrodillate entonces,- me ordena con una media sonrisa, y yo obedezco gustosa- mmm así me gustan las putitas, obedientes y entusiastas. Dale, saborealo.
Sin que me lo tenga que repetir me abalanzo hacia su verga, la tomo entre mis dos manos y empiezo a masajear desde la base hasta la punta. Empiezo a chupar la cabeza de su pene y lamer la punta. Uso una de las manos para apoyarme en una sus piernas y comienzo a lamer todo el largo de su pene mientras con la otra mano bombeo rápidamente su cabeza. Siento a Rubén gruñir y cuando levanto la vista, se cruzan nuestras miradas, se la mantengo mientras sigo lamiendo. Mientras tanto mí vagina estaba derramando cada vez más jugos, y dolía de la existacion.
Cuando mí boca vuelve a estar estar en su cabeza empiezo a introducirla en mí boca, siempre manteniendo la mirada con la suya, para luego bajar con mayor profundidad. Manuel me toma del cabello y empieza a guiar la velocidad y la profundidad.
-Muy bien putita, así va bien, pero tragatela toda- dice justo antes de bajar mí cabeza y siento su pene golpear el fondo de mí garganta, sentí como si me atragantara pero aguante el reflejo de toser y con lágrimas seguí mamándola con esa profundidad. No podía más de la felicidad de estar atragantada con una verga.
– Muy bien así, así aghh- jadea mientras aumentó la velocidad. Después de unos cinco minutos de bajar y subir la velocidad, siento como se empieza a tensar aún más. Es entonces cuando se levantó de la silla con su pene aún en mí boca.
Confundida detengo mí mamada para luego sentir sus dos manos fijando mí cabeza- Quieta puta- obedecí feliz, dándome cuenta que me encantaba que me dijera puta- Vas a tragar toda mí leche,¿Entendido?- parpadé para responder, y empieza a cojerse mí boca, siento el vaivén de su cadera, sus manos tirando mí pelo para atrás y adelante.
Siguió así hasta que en una embestida y con un gruñido se quedó en lo profundo de mí garganta y sentí como algo empezó a caer por ahí. Lentamente fue retirando su pene y cada vez más sentía la abundante eyaculación en mí boca
– Dale, tragalo todo- y así los hice, fui tragando cada chorro que salía de él Para cuando sacó su pene, tenía la boca llena así que tragué un buche grande y lamí las gotas que escapaban de la punta.- Sabía que era una golosa, muy bien mí putita Linda.
Con una sonrisa de oreja a oreja le doy un beso en la puntita y veo como se vuelve a levantar.
-Esto era el aperitivo putita ahora te voy a dar el plato principal- me dice y me obliga a levantarme tirandome del pelo-vamos a la cama.-
-Si, señor- le digo embriagada de su verga y mis labios vaginales casi aplaudiendo de lo cachondo que estaba.
Me tira a la cama y lleva una mano al cuello con la que me mantiene con fuerza contra el colchón. Noto entonces que en la otra tenía la blusa que había dejado.
-Levanta los brazos- obedezco, y los ata con mí blusa al respaldo de mi cama- relájate porque sino no vas a poder caminar mañana, putita-
Me rio y le digo- Entonces voy a tener que llamarte para que me ayudes- recibo una cachetada en mí pecho derecho, a lo que dejó escapar un jadeo.
-Mejor use la boca para otra cosa, en vez de hacer chistes- me dijo mientras mete dos dedos en mí boca y se los chupo como hice antes con su pene, lleva su otra mano a mí vagina y empieza a masajear mi clítoris y mis labios interiores. Con sus dedos aún en mí boca, gimo suavemente, sintiendo como de a poco empieza a aparecer un cosquilleo desde las puntas de mis pies que sube lentamente al resto de mí cuerpo.
-Veo que ya me volvió a servir para beber- me dice con media sonrisa mientras se lleva la mano con la que me masturbaba, completamente mojada a la boca- mmm me gusta más los jugos de una putita en celo que si vaso de agua, la próxima me va dar esto por mi trabajo- asiento con la cabeza, muy feliz de haber escuchado que esto se iba repetir en el futuro.
Yo ya estaba que no podía más, quería esa verga dura empalandome de una vez, por lo que levanto mis caderas y abro bien mis piernas para hacerle entender que es lo que quiero. Rubén se sonríe y me toma de la cadera, y empieza a pasar el largo de su pene por mí vagina y clítoris, lubricandolo. Casi me vengo en ese instante, como desesperada comenzé a menear mis caderas tratando de sentir aún más su verga.
-Vaya, si que es una perra en celo verdad?- dice riendo y me saca los dedos de la boca.- Respondé.
-Si, soy una perra en celo- digo entre jadeos.
-Decime, perra, ¿querés mí verga no?- me dice tomandome con las dos manos las cadera mientras seguía masajeando mi clítoris con el largo de su pene.
-Si, quiero su verga dentro mío-le respondo agarrándome del nudo de la blusa.
-¿Quiere que la rompa en dos, perra?-
-Si, quiero que me parta al medio señor!-
-No escuché bien, repitalo, ¿Qué quiere está perra?- dice acomodando su cabeza en la entrada de mí vagina con una mano, me muerdo un labio.
-Esta perra quiere que le metas la verga hasta el fondo y la partas al medio- le digo casi gritando.
En ese momento, se insertó de una embestida hasta lo profundo mí, y sentí una gran punzada de dolor como si literalmente me estuvieran serruchando al medio, cerré los ojos para concretarme en no gritar.
-Uff!!! Que apretada estás!!! Pensé que eras una perra con mucha experiencia, pero veo que no pasaron muchos por acá- me dice sonriendo de oreja a oreja- verdad.
-Es el primero, ni mí ex estuvo conmigo- le respondo.
-No me joda, ¿nadie?- le asiento con la cabeza y sonrojada.
La cara de Rubén se iluminó como si le hubieran dado un regalo de navidad, y cuando pensé que con esta información iba a ser más cuidadoso sale casi por completo dejando solo la punta adentro. Y vuelve a embestir con más fuerza.
-Pues entonces la voy a darle para que no pueda caminar por una semana.- dice mientras me embiste continuamente, el dólar se camufló ya con el placer y me encontraba gimiendo en cada embestida.
-Ahhh … ahhh… así.. así, por favor… más duro ahhh.
-Te gusta putita linda?… Uff seguís apretada… que rica
-Si… ahhh… me encanta.. ahhh… me encanta tu verga… ahhh… ahhh… haceme tu puta… ahhh
Rubén embiste con más fuerza y puedo escuchar los aplausos que hacen sus bolas cuando chocan conmigo, y sus gruñidos en cada embestida. En ese momento me desata con una mano de la cama y nos dan vuelta de una manera que quedo arriba de él como montandolo. Con su pene aún dentro, empiezo a subir y bajar. Me agarra delas caderas y me empieza a guiar en mí vaivén, clavándose aún más dentro mío.
-Si, putita, así… que lindas tetas… como rebotan- levanta una mano para estrujar una y jugar con ella.
Yo sigo gimiendo y siento como se me nubla la mirada a la vez que siento como estoy por llegar a mí clímax.
-ahhh… ahhh… me vengo… ahh- le digo y Rubén vuelve a agarrarme de las caderas con la dos manos y a aumentar la velocidad. Al rato me encontraba aullando de placer.
-ahhh… ohhh… ohhh…ahhh ya casi.. ahhh que rica tu verga… ahhh… asiiii… siiii- siento una oleada de placer por todo mí cuerpo y como mí vista se llena de estrellas. Mientras tanto Rubén seguía con la misma velocidad, me di cuenta que mí orgasmo continuaba, nunca había pasado cuando me masturbaba. -ahhh… no pares… hay dios mio…. Ahhh… ahhh
-Grr… que rica … voy a acabar adentro…-
-Siii… ahh… quiero toda tu leche… aghh-
Manuel se levanta, quedamos los dos sentados, y empieza a embestirme mientras yo me clavaba en él a la par. Después de un minuto más, se tensiona, lanza un gruñido, con una última embestida se descarga por completo dentro mío.
Puedo sentir su semen caliente escurriéndose por mí pierna y el resto alojado en mí interior. Cuando termina de salir pasa un dedo por mí pierna limpiandome, y me lo alcanza a mí boca.
Sin necesidad de que me diga nada se lo chupo y trago todo rastro de semen. Nos acostamos un rato al lado del otro, boca arriba sin decir palabra.
Estaba extasiada, mientras recuperaba el aire, volvía repasar lo que recién acaba de pasar. ¡Ya no era virgen! Y vaya cojida me habían dado, todavía sentía cosquillas, pero el cuerpo está exhausto, sino estaría mendigando por otra ronda.
-El agua ya debe estar caliente- me dice Rubén pasando una mano por debajo de mí espalda, atrayendonos juntos y agarrando un pecho.
-Seguramente- le digo con una sonrisa, entonces se me doy cuenta de algo- ¿ Cómo es que había agua caliente cuando llegue si estaba apagado el termotanque?- pregunto cómo si nada hubiera pasado hace un rato.
-Ah, es que estaba encendido- lo miro con cara de no entender, con una sonrisa traviesa me responde- lo apagué cuando estabas buscando los vasos- me tira un guiño y me río. Parece que ambos estábamos planeando esto. Miro para abajo y veo que Rubén se estaba endureciendo de nuevo. ¡pero que energía!
-No creo poder otra vez esta noche- le digo- pero puedo darte otra mamada.
-Perfecto, pero esta vez quiero cometer mientras me la chupas, así que trae ese culo para acá.
Y así estuvimos comiéndonos mutuamente, para cuando Rubén terminó por tercera ves yo ya había alcanzar otros tres orgasmos, quien hubiera dicho que fuera tan habilidoso con la lengua.
Después de esa noche, llame varias veces más a Rubén para que me solucionará distintos problema de la casa, que curiosamente solían ser de cosas que funcionaban bien hasta la última visita de Rubén. Pero no m quejaba para nada.




